"Después de tantos días sin hablar, por fin llegó el día. El encierro me mata, pero cuando le hablo pierdo un poco la noción de lo que está ocurriendo.
Entra una llamada en mi teléfono, es él. Me pongo un poco nerviosa porque llevamos tiempo sin hablarnos… me propone conectarnos en la noche. Ya saben, video llamada, aquellas que se volvieron tan comunes en estos tiempos.
Cae la noche y abro un vino. Lo tomo sola mientras pienso en todo lo que me hace falta tenerlo acá. Pero no, no puede ser.
Comienzo a sentir el efecto del alcohol y noto como me sube la temperatura corporal de los pies a la cabeza.
Prendo un sahumerio, me pongo un conjunto de lencería de esos que hace mucho no usaba. Tiene encaje, es negro y su tanguita es diminuta. Me miro al espejo. Me gusta lo que veo.
Estoy utilizando un saquito para taparme un poco. No uso pantalón, me gusta andar en bombacha por la casa.
Prendo la computadora y me conecto. Y ahí está él, mirándome como perdido.
"Hola bebé, extrañaba hablar", le digo con tono bajito como simulando decirle un secreto. Me responde que él también, que quería verme.
Estoy excitada, debe ser el vino que me tome estando sola. Le cuento que quiero estar ahí con él, se excita y verlo me calienta mucho más.
Comienzo a desvestirme despacio y me quedo con mi corpiño transparente, ese que deja ver mis pezones. Tengo una luz tenue alumbrándome y le da el toque sensual a la imagen. Lo miro y está tocándose el miembro.
"Quiero estar ahí con vos, recorrerte el cuerpo con mi lengua", me dice eso y comienzo a tocarme con mis dedos. Los chupo despacio y los introduzco en mi vagina húmeda. A él le gusta, lo veo disfrutar de ese espectáculo que le provoco.
Noto como su respiración se acelera.
"Te encanta putita", me dice eso y comienzo a jadear.
Veo su pene y pienso en las ganas que tengo de tenerlo en mi boca, saborearlo y hacerlo hasta que ya no pueda más y me diga que está a punto de acabar.
Le abro las piernas a la cámara y me dejo ver toda, eso a él le fascina, y a mi me desquicia completamente.
Me sigo tocando, cada vez es más fuerte y mi clítoris pide a gritos de placer que siga haciéndolo. Ya casi llego, uff esto es tan hermoso.
Lo veo acabar, y eso me excita tanto que por fin llego al orgasmo.
Nos miramos. Nos gustamos.
¿Existe deseo más grande? No lo sé, tampoco sé si quiero saberlo.
Septiembre, 19/06/2020