Divorciada, sola, aburrida, cachonda y curiosa me metí en una web de contactos y me hice un perfil. No es que pensara que iba a encontrar nada interesante, pero bueno, por probar nada se pierde.
Al principio ni siquiera me propuse pagar para acceder a los contenidos superiores. Solo curioseaba, pero los perfiles mostraban bastante material sin tener que poner dinero.
Al cabo de unos días y tras ver un montón de salidos, clarísimos fakes y otros especímenes raros uno de ellos me llamó la atención. Un chico de mi ciudad y estaba claro por que en la mitad de sus fotos salía en sitios que yo conocía.
Lugares públicos de mi lugar de residencia y en los que salía vestido. La otra mitad de sus fotos eran desnudos donde se veía bien claro su bonito cuerpo delgado y sexi, incluso en algunas de ellas un precioso rabo depilado. Una auténtica margarita entre cerdos.
Me llamó mucho la atención, parecía guapo aunque la cara estaba algo difuminada. Por las fotos en exteriores estaba claro que no era un fake. Incluso alguna en la que estaba al volante de su coche. No sólo sus fotos eran interesantes, las descripciones y lo que buscaba indicaban que tenía algo en la azotea, para ser tan joven. No solo el serrín habitual en los chicos de esa edad.
Había algo que me echaba para atrás, el chico tiene diez y nueve años. Yo con poco mas de cuarenta y aunque no me conservo mal del todo no podía ni pensar en llamar su atención.
Pero si algo me animaba a, tirar, digo poner dinero en una web era ese perfil. Tras pensarlo unos días y volver a revisarlo varias veces… y comérmelo con la vista, admirar cada detalle de sus fotos.
En cuanto pagué y subí de nivel se desbloquearon unas pocas fotos más. Por fin pude ver su cara, en las fotos anteriores la tenía pixelada, y aunque no me sonaba de nada seguía segura de que vivíamos muy cerca. Imágenes muy subidas de tono demostrando que el chico era un pervertido. Además de estar impresionantemente bueno.
El texto que acompañaba al perfil daba pistas de eso mismo, tal y como se describía. Justo el tipo de chico que me gustaba, bisexual, lascivo, pero dulce y cariñoso. Además estaba buscando eso mismo en sus parejas, bisexuales, morbosas y abiertas a nuevas experiencias.
Volviendo al tema de las fotos. Una en su baño con una toalla atada muy baja en la cintura, parecía el David de Miguel Ángel, incluso tenía los mismos surcos en las inglés que la mencionada escultura. Ya en ella se veía que estaba depilado del todo. Eso era sólo el entremés.
En la siguiente tenía en la mano una polla suave y dura de respetables dimensiones. Parecía acariciarla y al verla era yo quien deseaba tocarla o tenerla en la boca. Incluso en otra foto se le veía a cuatro patas acariciandose el culo, el ano, metiéndose uno de sus dedos, justo por donde me gustaría pasar la lengua. Lo dicho, todo un pervertido, como yo.
Al fin me decidí a mandar un mensaje y ver si el chico contestaba. Incluso para la ocasión me hice algunos selfies en los mismos lugares de sus fotos y con el mismo ángulo. Exactamente el mismo no, en mis fotos intentaba que se viera lo más posible de un más que generoso canalillo.
A mi espalda se podían ver los mismos edificios públicos que se veían en sus retratos. Vestida por supuesto, aunque con un escote que le dejaba apreciar mis encantos. Se las mandé con mi mensaje para que supiera que mi perfil era verdadero:
– Me han gustado tus fotos, y puesto que somos de la misma ciudad. Quizá podríamos conocernos un poco y ver lo que puede pasar.
En mi perfil también había incluido en la parte bloqueada fotos de mi cuerpo. Posaba en lencería, la más sexi que guardaba en mis cajones y en una de ellas me apartaba el sujetador para que se vieran mis grandes y oscuros pezones.
En otra me separaba la tela del tanga que ocultaba mi vulva y dejaba mi depilado coñito a la vista del objetivo de la cámara de mi móvil. Jugaba con mi clítoris, con el dedo índice.
En realidad no me hacía muchas ilusiones de que un bombón como él se fijara en una milf como yo. Y no estoy mal del todo, algo voluptuosa pero con los kilos bien repartidos, y me gusta lucirlos con ropa sexi y ajustada. Mis pechos talla cien llaman la atención y puedo sentirme orgullosa de mis escotes.
Quizá todo eso me hiciera destacar del resto de sus admiradoras. Pasé unos días esperando que me respondiera, estaba segura de que unas cuantas lobas adolescentes atraerian antes su atención.
Por fin recibí en el móvil una notificación de la web en el correo. Sintiéndome como una tonta decidí esperar a llegar a casa, ponerme cómoda para ver el mensaje, salir por fin de la incertidumbre. Si el chico no quisiera nada conmigo no se habría molestado en escribir. Así que tenían que ser buenas noticias.
Me desnudé del todo, no me costó mucho, apenas llevaba un ligero vestido de tirantes entallado en el pecho que sostenía mis domingas y un tanga debajo. Pleno agosto y hacia mucho calor. Abrí el ordenador y pude leer su respuesta en una pantalla más grande.
– Tus fotos también me han parecido muy sugerentes. Eres una mujer muy sensual y estaría encantado de que nos conociéramos.
Solo con eso y un nuevo vistazo a sus fotos y tuve que dedicar un rato a acariciarme a mí misma. Deslicé dos dedos acariciando los depilados y suaves labios de mi coño. La otra mano la usé para pellizcar con suavidad mis pezones. Amasando el volumen de las tetas para notar unas caricias más intensas.
Mi humedad resbalaba hasta el tapizado imitación cuero de la silla. Me había olvidado de poner una toalla. Me penetré con esos dedos sacándolos y metiéndolos cada vez más rápido en mi encharcada vagina y bastaron unas pocas caricias con el pulgar en el clítoris para que llegara el orgasmo, fuerte e imparable.
No esperé un momento más para responder de nuevo. Echando el todo por el todo me decidí a enviarle el correo de contacto que había creado para la ocasión y que también servía como cuenta de Skype. Ni siquiera sabía si le llegaría o la web me lo cortaría para que todos usáramos su servicio de mensajería.
Efectivamente los mensajes en los que se mencionaba otro servicio de correo se borraban de forma automática. Aún así usando su mensajería nos mantuvimos en contacto y cambiamos algunas fotos más. Esta vez fotos eróticas al aire libre, no necesariamente en público pero sí en un lugar público.
Era un parque de la afueras con una elevación se distingue toda la ciudad, sabía donde hacerme unas fotos para él. Esta vez me bajé los tirantes del vestido, la tela en la cintura, los pechos al aire y de fondo toda la ciudad. Pellizcándome un pezón con una mano y la otra para sostener el móvil.
En las siguientes aprovechaba para enseñar más, levantar la falda del vestido, enseñar el tanga. Y luego sin él, ya guardarlo en el bolso.
Publiqué algunas de esas fotos pixelando la cara en la parte pública del perfil y a él se las mandé enseñando en rostro.
Un par de días más tarde recibía las suyas en el mismo parque, en el mismo banco que había usado yo. En una de ellas solo se le veia la tableta definida como si se machacara en el gimnasio, para el general.
En la que yo recibí se había bajado el pantalón y había tenido la precaución de llevarse un palo selfie para que se viera más de su cuerpo. Todo su cuerpo al completo y en él su polla se distinguía dura, desafiante.
Estábamos jugando y aunque no consiguiera más que eso me sentiría satisfecha.
Viendo que él interés era mutuo decidí darle mi teléfono, aunque tuve que pintármelo con un rotulador en el vientre y mandarlo como una foto. Esperaba que me llamara con los nervios de una quinceañera. Sé que en cuanto vio el mensaje me llamó por fin oia su linda voz. Era sensual, grave y cálida.
– Hola, ¿eres Yolanda?
– Sí, ¿Y tú? ¿Alex?
– Me han gustado mucho tus fotos. Me gustaría conocerte.
Estaba muy nerviosa. Apenas atinaba con frases coherentes.
-A mí también. Podríamos quedar a tomar una copa el viernes. Si no vas a quedar con tus amigos.
– Estoy seguro de que prefiero quedar contigo.
Me dió el nombre de un oscuro pub que desde luego yo conocía y una hora. Era el sitio y el momento perfecto.
– Si genial, me viene bien. Estoy deseando verte en carne y hueso.
Ahí se me escapó una risita tonta, como si fuera una adolescente.
– Estupendo. Allí nos vemos.
Ahora se me presentaba otro problema. ¿Qué me iba a poner? Quería estar perfecta. Aún hacia calor así que ir sexi no sería difícil.
Tenía un conjunto de lencería perfecto para la ocasión. Un regalo de una amiga, lo hizo como una broma pero me vendría perfecto. Sería ideal para una noche de bodas, blanco de encaje muy suave. El sujetador de media copa, un tanga muy reducido y un liguero para enganchar unas finas medias.
Los vestidos provocativos que tenía, con la espalda desnuda o escotes profundos, no me valían por que se vería el sujetador y no quería prescindir de esa prenda que me parecía my sensual en ese caso.
Me decidí por una minifalda negra de vuelo, la más corta que tenía. Una blusa blanca, en este caso tan fina que se trasparentaba el sostén. Con irme abriendo botones del escote podría mantener su atención.
El peinado en un recogido, levantando la melena para que el cuello quedara libre. Un maquillaje sin excesos, las sandalias con el tacón más alto que pude encontrar. Y solo una sencilla gargantilla como única pieza de joyería. Mirándome al espejo decidí que era posible que un chico como él se fijara en mí.
Me consideraba preparada, después de echar unos condones al bolso, al menos lo más que podía aunque no pude quitarme los nervios de encima.
Llegué pronto y me pedí mi veneno habitual un cuarenta y tres cola, para intentar relajarme. Miraba al resto de la parroquianos dudando de si se presentaría o todo sería una broma cuando lo vi entrar.
Llevaba una camisa blanca que se le pegaba al pecho dejando poco a la imaginación, sus vaqueros ajustados tampoco y unos mocasines. No me fue difícil reconocerlo, aparte de que era como en las fotos, era el chico más guapo del sitio y me buscaba a mí entre todas las mujeres del local.
Le hice una seña y con una preciosa sonrisa vino directo hacia mí. Cogiendo mi cintura y sin decir nada me dio dos besos en las mejillas, cerca de la comisura de los labios.
– Bueno Yolanda ya me ves en vivo. ¿Qué te parezco?
– Aún mejor de lo que me esperaba. ¿y yo? ¿no te defraudo?
– En absoluto. Ya sabía lo que me iba a encontrar y lo esperaba con ansia.
Llamé al camarero que se había entretenido bastante hasta ese momento echándole buenos a mi sujetador y le pedí una copa para él. La recogimos y nos fuimos al fondo del local.
Que yo sepa aún hoy siguen estando los cómodos sofás en los que las parejitas pueden estrechar lazos. Y meterse mano de forma descarada.
Nos sentamos muy juntos aunque yo hubiera preferido hacerlo sobre sus muslos. Ya nos habíamos contado casi todo lo necesario en las charlas que habíamos tenido en el chat así que cogí una de sus manos y la puse en mi muslo.
Me pareció ridículo andarnos con timideces y se merecía que yo cortara el hielo. Acariciaba mi pierna con suavidad y noté un gesto de sorpresa cuando llegó a la blonda de la media y tocó directamente mi piel. Creo que en ese momento se dio cuenta de que llevaba un liguero.
Me hablaba al oído rozando mi oreja con sus labios y a veces con la lengua. Pero no decía mucho, ni falta que hacía aparte de algunos cumplidos.
– Me gustaste desde la primera foto que ví y me encanta tu actitud.
Yo aprovechaba para acariciar su torso que me tenía impresionada desde la primera vez que lo vi en una foto. Conseguí meter la mano entre los botones de la camisa y acariciar y pellizcar uno de sus pezones. El gemido con que me deleitó hizo que todo aquello valiera la pena.
Al fin mirándolo a los ojos busqué su boca. Sus dulces labios me devolvieron el beso mordisqueando los míos juguetón. Saqué la lengua buscando la suya y en vez de dejar que la pusiera en su boca, sacó la sin hueso y las cruzamos lascivos fuera de los labios. Dejando que hilos de saliva se cruzaran entre nuestros rostros y resbalaran hasta nuestros pechos.
Hacia cinco minutos que lo tenía enfrente como quien dice y sus hábiles dedos estaban a punto de llegar a mi encharcado tanga. Estábamos cambiando saliva como si hubiéramos pasado por un desierto.
Al sentarme había tenido la precaución de levantar la falda y poner el culo directamente sobre el tapizado del sofá. Pretendía que pudiera tocar toda la piel que le dejaba a su alcance. Lo aprovechó, y pronto su otra mano subía por la parte externa del muslo hasta agarrar mi nalga. Esa vez la que suspiró fui yo haciéndole notar que me gustaba.
Ya había abierto su camisa y me dedicaba a lamer su cuello, barbilla y cualquier parte de su piel que pudiera alcanzar. Allí no podíamos hacer mucho más y estaba deseando tener en las manos y en otros sitios todo aquello que había visto en las fotos. Tenía pensado llevarlo a un hotel pero en ese momento lo mandé todo al cuerno.
– Vámonos a mi casa. Estaremos mas tranquilos.
No teníamos nada que recoger y las copas estaban pagadas. Galante me cogió del brazo y nos encaminamos a mi piso. No sin muchas paradas por el camino para besarnos con pasión y para que pudiera agarrar con firmeza mi culo.
Allí estaba mi puerta contra la que lo acorralé comiendo literalmente su boca con ansia. No perdí más tiempo y abrí su camisa dejando en el suelo alguno de los botones.
Me incliné a chupar sus pezones durísimos ¡estaban así por mi culpa!. Mientras tanto Alex se había apoderado de mis nalgas por debajo de la falda y las amasaba a dos manos directamente sobre mi piel.
Distrayendo una mano de su cuerpo solté el broche que mantenía la mini en su sitio y la dejé caer al suelo y mira que me fui difícil hacerlo. Unos pasos atrás para salir de la prenda y que él pudiera ver el tanga, el liguero y mi cuerpo de cintura para abajo. Su sonrisa lasciva me dijo todo lo que quería saber.
Con estos pasos nos íbamos acercando a mi dormitorio dejando por el camino un reguero de prendas. Su vaquero quedó al lado del sofá donde se apoyó para quitárselo, mi blusa por el pasillo.
Cuando Alex se sentó en mi cama yo me apoyé en el marco de la puerta en una pose sexi luciendo mi lencería. Ya tenía claro que le gustaba pero me hizo un gesto para que me acercara a él. Me subí a caballito sobre sus muslos de frente refugiándome en sus brazos.
Apoyé el culo justo encima de su duro paquete bien pegada a su torso haciéndole notar mis tetas que rebosaban por encima de las medias copas. Sin apartar mi pubis del suyo me inclinó hacia atrás para lamer mis tetas y chupar mis pezones.
Habilidoso soltó el broche de la prenda con una sola mano y lo arrojó al suelo. Yo movía la cadera frotándome cachonda contra su dura polla. Tenía el tanga encharcado. Alex levantó mi brazo y lamió mi axila suave. Hacía todo el recorrido sin despegar la lengua de mi piel, lamiendo y humedeciendo todo lo que alcanzaba.
Lo empujé para que se echara y así poder hacerme cargo de la situación y ser yo la que lamiera su suave y depilada piel. Subía sobre su cuerpo dejando que sus suspiros y gritos alagaran mis oídos.
Pude chupar cada centímetro de su cuerpo del cuello a sus bíceps. Bajando por las axilas, deteniéndome en los pezones y todo el pecho. Bajaba por el vientre y jugaba con su ombligo en la plana y marcada tableta.
Le hice levantar el culo lo justo como para sacarle el ajustado y pequeño slip y su polla saltó hermosa ante mis ojos, suave, dura y depilada.
Terminé de quitarle el calzoncillo y con toda la tranquilidad del mundo me puse con sus huevos. Conseguí meterlos en mi boca y chuparlos. Dejé su polla para luego.
– Levanta las piernas, quiero probar ese duro culito. Lo deseo desde que vi como te metías un dedo en él.
Lo hizo y pude pasar la lengua por toda la raja. Estaba bien limpio casi recién duchado. Le clavé la sinhueso en su ano dilatándolo para poder jugar con uno de mis dedos allí.
Su rabo ante mis ojos parecía que iba a estallar. Joder como gemía y suspiraba, como una locomotora de vapor con la caldera a punto de reventar. Seguí hasta lamer sus pies pasando la legua por todo el largo de sus piernas. Chupé sus dedos de uno en uno poniendo la lengua entre ellos.
No quise hacerle sufrir más y estaba segura de que no tardaría en recuperarse tras una primera corrida. Yo estaba bien húmeda y no necesitaba más juego previo. Me había sacado el tanga mientras estaba arrodillada entre sus muslos.
Con el liguero y las medias por única vestimenta volví a subirme sobre su cuerpo. Guiando su pene con mi mano lo conduje hasta los encharcados labios de mi vulva y me fui dejando caer. Penetrándome a mi misma con el rocoso instrumento.
Sus manos tampoco paraban quietas empezando por mi cadera fueron subiendo sin prisa hasta apoderarse de mis voluptuosos pechos.
Subiendo y bajando sin prisa, notando como entraba en mi cuerpo. Como mi coño que derramaba jugos hasta mojarle los huevos recibía todo el placer prometido en esas fotos.
Estaba tan cachonda que apenas entró en mí me corrí. Y seguí corriéndome mientras lo cabalgaba. Era él quien aguantaba sin derramarse dentro de mí. Ya era hora de probarlo con la lengua.
Llevé mi cadera sobre su carita de salido vicioso y me puse a degustar en un sesenta y nueve su enorme caramelo con sabor a mi xoxito. El también se dedicó a lamer lo que le ofrecía, de mi pubis depilado a la espalda sin dejar nada sin probar, el clítoris, la vulva, el perineo y el ano.
Y eso me hacía casi, solo casi, soltar la polla del placer que me estaba brindando. Por fin conseguí su lefa en mi boca y la retuve allí.
Sabía que aceptaría lo que estaba maquinando, me giré y desde un palmo de altura dejé caer el semen mezclado con mi saliva sobre su boca abierta. Junté mi boca con la suya hasta remover la mezcla con mi lengua. La suya no paraba quieta y de cruzaba con la mía. Sus manos no dejaban de recorrer mi piel.
– Me gusta que seas así de guerra, como yo.
Era hora de tomar un descanso y relajarnos. Aproveché para apoyar la cabeza en su poderoso pecho y oir como latía de rápido su corazón bajo mi oreja. No paré de acariciar su vientre y pecho, llegando a pellizcar los pezones.
Sus poderosos brazos me tenían rodeada pero incluso si llegaba con una mano a acariciar mi culo y dilatar mi ano con uno de sus dedos. Ya me lo había comido antes así que no le costaba mucho penetrarlo.
– Así que también quieres follarme el culo.
– Lo quiero todo de este hermoso cuerpo.
– No te lo pienso negar, nada de mí. Pero… ¿Ya estás listo?
– Compruébalo tu misma.
Efectivamente su polla volvía a apuntar al techo. Yo quería volver a ver la cara de vicio que ponía cuando me follaba así que ponerme a cuatro patas descartado. Le alcancé el lubricante que tenía en la mesilla. Sin ello ese cacharro podía hacerme un destrozo o mi esfinter hacérselo a él por muy dilatada que estuviera.
Levante las rodillas hasta las tetas como había hecho él antes y tras una buena ración de lubricante en mi ano y en su nabo procedió a insertarlo hasta el fondo. Hasta que sus huevos golpeaban la parte baja de mi espalda.
Como alcanzaba a masajear mi clítoris yo estaba disfrutando por delante y por detrás. Esta vez ya no paramos hasta que se corrió en mis tripas. Pero claro no lo dejó así, elevó más mi espalda con sus fuertes brazos empezó a comerme el culo con su lefa rezumando de mi interior.
Era tarde y le dije que se quedara a dormir. Se levantó antes que yo para prepararnos un desayuno con el que renovar fuerzas. Comimos desnudos y antes de que se fuera a su casa cerca del mediodía volvió a follarme por todos mis orificios, a lamer todo mi cuerpo y yo el suyo.