Esta historia es real y me sucedió en el 2020, durante la pandemia.
Tengo 35 años, y me anoté en el Programa “Mayores Cuidados” del Gobierno de la Ciudad, que consiste en asistir a los adultos mayores con las tareas que uno pueda (Compras, pasear al perro, etc.)
Si supiera la que me esperaba, no me hubiera anotado nunca, pero, en fin. Dicho esto, paso a comentar lo sucedido.
Un día me llaman y previamente también, me había llegado una notificación por mail, donde me informaban que debía asistir a un adulto mayor, de nombre “Eduardo”, de 75 años. (A continuación, para comentar los diálogos voy a poner las siguientes referencias: Y (Yo) – E (Eduardo)).
Me pongo en contacto con Eduardo y quedamos que iba a ir para la casa, que es un cuarto piso en un edificio, ya que necesitaba que le haga unas compras. Llego a la casa, y me atiende muy gentilmente, lo que hace que nos pongamos a hablar un rato primero. Me llama la atención la altura, (Yo mido 1.80 y él, entre 1.90/1.92, en teoría). Finalmente me da la lista de las compras que necesitaba. Se las hago y vuelvo enseguida, ya que no era mucho, más que nada, cosas triviales.
Al volver, le entrego las bolsas y el vuelto del dinero que me dio para dichas compras. Al entrar a la casa, con lo primero que te encontrás es con la cocina, luego un pasillo que lleva al living y a las habitaciones, por lo que pude observar.
Separa las compras y me dice: “Esperame que ya vengo.”
Pensé que me iba a dar una propina o algo por el estilo, pero no fue así.
Cuando lo veo irse, se metió en un cuarto. Yo estaba esperando en la cocina, en donde estaba esperando de espaldas al pasillo porque estaba mirando por la ventana, y aparece como si hubiera venido rápido, casi corriendo, y se mete en la cocina.
Me dice:
E – “Quedate quieto pibe y no te va a pasar nada.”
Lo miro sorprendido y veo que el viejo traía un arma en la mano. No digo nada y acto seguido me dice:
E – “¿Qué pasa? ¿Te pensás que es de juguete?”
Saca el cargador de un bolsillo y la carga. También mueve para poner una bala en la recamara (mueva la parte de arriba para atrás y para adelante), ya que era del estilo de una .45.
Me recontra cagué en ese momento porque además no entendía nada. Pensé que el viejo se había vuelto loco. Lo único que atiné a decirle en ese momento fue:
Y – “Mire Eduardo, no tengo más guita que la tengo en la billetera. Le puedo dar mi celular también, pero no tengo otra cosa.”
Lo cual era verdad. Además, había ido vestido con jogging y remera, por lo cual se notaba a simple vista que no tenía otra cosa que no fuera la billetera y el teléfono, que hacían bulto en los respectivos bolsillos, junto con las llaves de mi casa.
Lo miraba fijo y estaba expectante por lo que haría o diría el viejo, y me responde:
E – “Esas boludeces no quiero y no me sirven para nada. Vení conmigo pibe”.
Me señala con la cabeza para que pase para el lado del pasillo. Cuando pasé por enfrente de él, se me pasó por la cabeza tirarme encima, pero estaba asustado por el chumbo y no sabía que reacción podría desencadenar en el viejo. Me dice que camine delante de él y que entre en el segundo cuarto. Era el cuarto del tipo.
Entro y el viejo entra atrás mío, por suerte nunca me apuntó directamente, siempre tuvo el arma apuntando para el piso.
E – “Desnudate. Sacate toda la ropa pibe. Rápido.”
Me sorprende el pedido.
Y – “¿Para qué quiere que haga eso?”
E – “¿No me entendés lo que te digo pibe? Desnudate, y te conviene hacerlo por las buenas…”
No me iba a poner a discutir con un viejo loco, así que accedo a desvestirme. Pensé en hacer tiempo, pero no tenía mucha ropa encima, como comenté al principio, así que era en vano.
Me saco todo menos el boxer. El viejo me dice que le patee la ropa para donde estaba él, que era la puerta del cuarto. Al ver que me quedo con el boxer puesto, me dice:
E – “El calzón también. Dale, todo.”
Me lo saco y se lo tiro para dónde está él, pero me tapo con las manos para que no me vea en bolas, a lo que me dice:
E – “Corre las manos y dejame ver.”
Saco las manos y quedo totalmente desnudo frente al viejo bufarra, el cual, me mira de arriba abajo, con una cara de baboso terrible. Encima siempre fui de cuidarme, entreno y tengo buen físico, como también buen culo, que me lo han halagado tanto mujeres como hombres (modestia aparte).
El viejo me pide que me ponga de costado, y luego de espaldas. Cuando me pongo de espaldas, me pide que me separe las nalgas. Finalmente me pide que me ponga de frente nuevamente.
E – “¿Siempre tenés poco pelo en el culo y en la pija?”
Tenía depilada la pija, las bolas y el culo. Cada tanto lo hago, y justo lo había hecho un día antes de este encuentro.
Y – “Me depilo cada tanto.”
E – “¿Así que te depilás? Como cambiaron los tiempos…”
El viejo se me acerca y me pide nuevamente que me ponga de espaldas, y que me abra nuevamente los cantos. En ese momento, me doy cuenta que se agacha, como para inspeccionarme el culo a fondo y bien de cerca.
E – “¿Nunca entró nadie ahí?”
Y – “No.”
En ese momento pensé: “El viejo me quería ver en bolas y listo. Ahora me va a dejar irme.” Pero estaba equivocado.
E – “Mejor. Acostate en cuatro patas en la cama.”
No sabía qué hacer, se me pasaban mil imágenes por la cabeza, pero lo único que sí sabía era que había perdido como en la guerra.
Al estar perdido por perdido, me animo a decirle:
Y – “Mire Eduardo, por favor, déjeme irme. Esto queda acá y nos olvidamos. De mi parte, no voy a contar nada, ni hacer ninguna denuncia tampoco. Se termina acá y listo.”
El viejo, sonriéndose, me responde:
E – “Ni la vas a hacer la denuncia pibe. Te digo por experiencia que te conviene acostarte… Sino querés irte con un agujero nuevo.” – Me señala abanicando el chumbo para la cama, en señal que acceda a acostarme.
E – “Dale pibe, rápido que no tengo todo el día. Acostate en cuatro. Vamos.”
Al no quedarme otra y estar asustado por la situación en general, finalmente accedo a la petición del viejo. En ese momento desaparece un momento; Escucho los pasos, que va a y viene. Traía consigo un paquete de precintos negros.
Cuando entré a la casa, vi que tenía arriba de la mesada de la cocina ese paquete de precintos, pero pensé que estaba haciendo algún arreglo.
E – “Si te portas bien, no voy a usarlos para atarte las manos. ¿Te vas a portar bien?”
Y – “Si” – Le digo con una voz baja casi inaudible.
E – “No escucho. ¿Te vas a portar bien o voy a tener que atarte pibe?”
Y – “Que sí, que me voy a portar bien” – Le respondo medio levantando la voz, también a raíz de los nervios.
En eso, el viejo se me acerca.
E – “No te conviene enojarte pibe, quedate tranquilo. ¿Sabés a cuántos me cogí como vos?”
Cuando escuché esa frase, el terror me invadió por completo. Nunca había estado con un hombre y mucho menos quería entregarme a este viejo bufarra.
En eso, escucho que el viejo tira los zapatos que tenía puestos y luego se desviste, porque miré de reojo y había tirado el pantalón a un costado. Yo miraba para adelante, no lo quería ni mirar.
Escucho que se sube a la cama, y se acerca en rodillas para donde estoy. Me toca el pelo, la espalda, me da nalgadas en el culo. Me empieza a pasar un dedo por el agujero, en todas las direcciones posibles (Para arriba, abajo, hace círculos). A todo esto, yo hacía fuerza y cerraba el “asterisco” para no entregar el rosquete, pero estaba en una situación muy complicada, como se podrán imaginar.
En una de esas, me mete el dedo de una, lo cual hace que yo pegue un grito.
El viejo se ríe y me dice:
E – “Gritá todo lo que quieras pibe. Acá en el edificio ya me conocen.”
Después que me dijo esto, me cerró porque el portero me miró raro cuando le dije que iba al departamento del viejo este.
Acto seguido, escucho que el viejo escupe, pero no siento la escupida por ningún lado, hasta que siento que me moja con su saliva en el culo. Se había escupido un par de dedos.
Se escupe la pija e intenta metérmela. No puede, obviamente. Primero, que yo hacía fuerza para no abrir el hoyo, y segundo, tenía el culo virgen y estrecho.
El viejo intenta de todas maneras, me agarra de las caderas, pero no hay caso. En ese momento me doy cuenta que se pone nervioso y pienso: “Quizás zafo.”
E – “Te dije que te relajés pibe, aflójate” – Está nervioso.
Y – “Me aflojé, pero más no puedo” – Pensaba: “Las pelotas me voy a aflojar viejo de mierda”.
En eso, se levanta y va para una cómoda de donde saca un lubricante. Me di cuenta por la forma de la caja, pero no puedo ver bien que marca es, pero la caja era negra y el nombre empezaba con la letra “V”. También veo de reojo que saca una caja de forros Prime, oscura, que es la trae lubricante, además que los forros también son lubricados (Los conozco bien porque los usé siempre).
Escucho que abre el forro y trata de ponérselo. Escucho los pasos porque vuelve para la cama y veo que tiene en una mano, el lubricante y que también trae un par de sobres del lubricante que traen los Prime.
Sin decir palabra, se posiciona nuevamente en rodillas ante mi culo. Escucho que abre los sobres de lubricante con los dientes. Me unta un poco en el agujero y el resto se lo pone en la pija, arriba del forro, digamos.
Luego, destapa el envase del lubricante (Me acuerdo como si estuviera escuchando ahora mismo el sonido de la tapa). Me lo tira justo en el hoyo (lo siento como si me hubiera tirado frío) y lo esparce con la otra mano, para todos lados. También se pone en la pija.
Trataba de no pensar en nada, pero en ese momento la cabeza me iba a mil por hora. Hasta llegué a pensar: “Ojalá que se le resbale y no entre” pero que equivocado que estaba…
Sentía como caía dentro de mí esa mezcla de lubricantes, que encima hacía que me sonara el culo. Me hacía “Plop, Plop, Plop”, ya que el culo no paraba de latirme por los nervios.
Lo peor fue que también el viejo se da cuenta y me dice:
E – “Bueno pibe, si no entra ahora, no entra más. Relajá”.
Yo seguía duro como nunca, tensionado a mil, pero siento como el bufarrón me la quiere meter a toda costa, sin importarle nada más.
Empieza a frotarme su pija contra mi culo, la mueve con la mano de arriba hacia abajo, hasta que la coloca, apuntando como un misil a su objetivo (Que, dicho sea de paso, no sé como hizo para que se le pare. Supongo que se habrá tomado un Viagra antes).
Finalmente me abre una nalga con una mano y con la otra se agarra la pija para metérmela. Lo peor es que lo logra, apenas, en un principio, ya que siento como empieza a entrar de a poco.
A esta altura era imposible realizar cualquier acción por parte mía; Ya había perdido como el mejor.
Me la sigue metiendo y yo siento como, a medida que lo hace, va rompiendo todo a su paso. Empiezo a sentir un dolor indescriptible, como nunca había sentido antes.
Hago fuerza por no gritar, pero se me es imposible. El dolor me obliga a hacerlo. De todas maneras, trato de no gritar fuerte, trato de contenerme lo más que puedo.
El viejo, que estaba como loco y ya me había agarrado de las dos caderas para culearme como un rey, me dice:
E – “Pfff pibe, que cerrado que lo tenés. Me encanta…”
Ya la sentía adentro toda la del viejo, mientras me tenía bien fuerte agarrado de las caderas y me movía de atrás para adelante, como una hamaca. Lo único que yo quería y que pedía era que terminara todo pronto de una puta vez.
En un momento, el viejo para y me pide que me abra los cantos. Ni pensé en discutir o negarme, además ya a esa altura… Así que me llevo las manos atrás y me abro las nalgas, mientras tengo la pija del viejo adentro.
Se nota que esta acción lo calentó, pero mal, al viejo porque me dice:
E – “Todo abierto, así me gusta pibe, así me gusta… ¡ABIERTO!”
Pensé que se moría ahí mismo, pero no. Solamente era para seguir humillándome más.
Habían pasado minutos seguramente, no más de 5 o 10 como máximo, pero para mí era una eternidad que parecía no tener fin.
Las embestidas eran bestiales, hasta que en un momento siento que al viejo se pone dura como nunca, como una piedra.
Me hace dos embestidas más y en la segunda, acaba. Mientras va acabando, me agarra más fuerte que nunca y me dice, casi a los gritos, con un grado de excitación de aquellos:
E – “Ahhh, pibe, pibe, pibe…. Que buen polvo que me diste…. Ufff ¡QUE BUEN ORTO!!” – Se sigue moviendo un poco más y me da nalgadas. Yo siento, en concordancia, como la pija del viejo explota y mi culo no para de latir.
En ese momento, siento que el viejo me la saca y que respira agitado. Se baja de la cama y escucho que se va; Intuyo que fue al baño porque se escucha una canilla correr.
Yo estaba inmóvil, culeado, en cuatro, en bolas, con un dolor de aquellos, a total merced del bufarra. Encima el culo no paraba de latirme, lo sentía peor que nunca, además de las dolencias por la rotura.
En eso, vuelvo el viejo, ya vestido nuevamente, con un rollo de cocina. Lo deja en la cómoda y me dice:
E – “Acá tenés pibe, te traje para que te limpies el orto. Metele a limpiarte que no quiero cambiar las sábanas.”
No termina la frase que siento como me empieza a chorrear el culo, ya que me cayó en la pierna primero. Para colmo, quería retener lo que fuera que sea que me chorreaba, pero no podía controlar el “esfínter”.
Me miro para saber que era, pensando que era la leche el viejo, pero no. Era una mezcla de semen, sangre, mix de lubricantes y mierda. Si, también, apenas por suerte, pero mierda al fin….
El viejo observa la situación, ya que yo seguía inmóvil porque me costaba ponerme en pie, y me dice:
E – “Uhhh pibe, mirá lo que hiciste… Ahora voy a tener que cambiar las sábanas. Y eso que te revise el culo y lo tenías limpio. Se nota que te la metí hasta el fondo. ¡¡Jajajaja!! Te saqué hasta un sorete ¡¡Jajajaja!!”
No podía estar más avergonzado por este viejo hijo de re mil putas. De todas maneras, mejor que le cagué las sábanas; Tenían un olor a rancio impresionante.
En eso me paro, y me empiezo limpiar con el rollo de cocina. Le pido si me deja ir al baño para lavarme a lo que me responde que sí, pero que él iba a mirar como lo hacía. Así que fui al baño y me tuve que limpiar adelante del viejo, que no me dio ni una toalla sucia para secarme. Me trajo de vuelta el rollo de cocina.
Luego de esto, me doy vuelta para mirarlo, para ver como seguía la cosa, y veo que el viejo de mierda había agarrado de nuevo el arma y la tenía nuevamente apuntando al suelo.
E – “Bueno, listo pibe. Cambiate y andate a tu casa.”
Me hace seña con la cabeza para que agarre mi ropa y demás pertenecías, que estaban tiradas en un rincón. Me visto lo más rápido que puedo, pero me costaba moverme, agacharme, y demás.
Cuando estoy cambiado, el viejo, que estaba parado como un soldado viendo toda la situación, me agarra de un brazo y me lleva hasta la puerta del departamento. Con la otra mano libre, abre los cerrojos, gira las llaves para abrir la puerta, y me saca para afuera.
Antes de cerrar la puerta, me da palmadas en el culo y me dice:
E – “Chau pibe. Si te gustó, ya sabés donde vivo, pero que no se te haga un vicio porque no me va a dar el cuero.” – Me sonríe y cierra la puerta.
Al quedarme solo, ahí afuera luego de lo vivido, estaba como perdido, distraído, aturdido… No entendía que pasaba. Tuve que bajar por el ascensor, porque me costaba caminar, así que ni intenté bajar por las escaleras.
Cuando llego a la planta baja, estaba nuevamente el portero. Creo que me saludó porque escuché una palabra al pasar, pero estaba en otra y ni siquiera moví la cabeza para ver de donde venía o que responder.
Ya en la calle, me subí a mi auto y me vine para mi casa. No podía sacarme las imágenes del viejo de mierda, cada una de las circunstancias que me hizo pasar, pero tampoco hice la denuncia o algún otro quilombo. No quería contar nada y menos someterme a exámenes médicos donde constaten que me rompieron el culo.
Viniendo para mi casa, tuve que parar 2 veces porque rompí en llanto. Cuando me preguntó mi esposa como me fue, le dije que bien y no hablé más nada, aduciendo que estaba cansado, que le contaba luego, etc.
Encima a los pocos días, me llegó un mail de encuesta por parte del Gobierno de la Ciudad, porque querían saber como “Había sido mi experiencia…”
Ahora me sentí bien al contarlo, liberado, pero todavía prefiero el anonimato. Con el tiempo veré si doy más datos, pero quería que sepan como fui violado por un viejo bufarra.