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Violada por mi amiga (2)
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La siguiente semana no tuve noticias de Sara, y pensé que realmente había terminado. Pasaron quince días, y un jueves antes de ir a trabajar Pablo me cuenta que había organizado con Sergio un viaje de 3 días a la costa, y salíamos el viernes a la mañana.

No supe que pensar, por un lado me excitaba volver a ver a Sara, por otro, le temía. Estaba con esos pensamientos cuando me llegó un mensaje de Sara:

“Si no vas, no nos vemos más.”

Tenía ante mí la opción de librarme de ella. No pude dejar de sonreír al leer el mensaje una y otra vez. El viernes por la mañana, nos levantamos y cuando estaba por poner una excusa para no ir, Pablo me dijo:

“Me mandó un mensaje Sergio, que no puede ir porque tiene que operar un paciente de mucho riesgo hoy a la tarde. Y quedarse por si tiene alguna complicación el fin de semana. Que por favor la llevemos a Sara.”

Se me cayó el mundo abajo. Si yo no iba, era entregarle a Pablo en bandeja. Me calle la boca y no dije nada. El viaje fue tranquilo, en dos horas llegamos, y paramos en la casa que Sergio tiene en la costa. Bajamos las maletas del auto, acomodamos un poco las cosas y fuimos a la playa. Almorzamos en un barcito y nos quedamos hasta el atardecer. Cenamos y después de cenar nos quedamos charlando. Hasta allí Sara se había comportado.

“A vos como a Sergio les gusta el buen whisky. ¿Queres que te sirva Pablo?” dijo Sara, Pablo asintió, y sin preguntarme también me sirvió a mí y a ella misma.

“Les propongo un juego picante. Repartimos una carta a cada uno. La carta más alta le puede hacer una pregunta a quien elija, que puede elegir entre responder o una consecuencia.” Dijo Sara.

“Dale, me gusta la idea.” Dijo Pablo, obligándome de esa forma a aceptar.

La primera ronda, yo saque la carta alta.

“Pablo, ¿alguna vez me fuiste infiel? Pregunté. Y eligió responder y dijo “No”

La segunda preguntó Pablo.

“Sara, ¿Fuiste o sos infiel?” También respondió y para sorpresa de Pablo, fue “Si”

Recién la cuarta vez preguntó Sara:

“Pablo, ¿Te gustaría estar con Marina y otra mujer en la cama?” Eligió consecuencia y Sara le hizo sacar la camisa.

La quinta pregunta fue mía, esperando la respuesta demoledora.

“Pablo, ¿Te gustaría cogerte a Sara?” Y para mi sorpresa, eligió consecuencia. Le hice sacar los pantalones”

Sexta, ganó Sara.

“Pablo, ¿Te gustaría vernos a Marina y a mí jugando entre nosotras?” Y otra vez eligió consecuencia. Y como la única prenda que le quedaba se quitó el bóxer y mostró su pene de 20cm, y buen grosor casi totalmente erecto.

“Bueno Pablo, veo que te pusiste cachondo. Ahora te vamos a poner muy loco me parece.” Dijo Sara.

“No falta mucho.” Dijo Pablo.

“Marina, sacate toda la ropa.” Dijo Sara, mientras ella se desnudaba. Y de su bolso sacaba un consolador. Sin dudarlo lo hice.

“Pablo, te cuento que Marina ha descubierto un costado sexual en su vida. Espero que lo disfrutes tanto como yo.” Dijo mirándolo a los ojos. Pablo abrió los suyos sin poder creer verme desnuda. “Vení a chuparme la concha.” Me dijo Sara. Yo me quedé parada sin reaccionar. Sara dio dos pasos y me dio una cachetada. “Lo queres así, así lo vas a tener. Puta, chupame la concha.” Dijo. Y me puse de rodillas y comencé a chupar la concha húmeda de Sara. De inmediato empezó a gemir, apretarse los pechos y mi cabeza contra su concha. De reojo pude ver como Pablo miraba absorto y acariciaba su pija ya parada.

“Así putita, chupame bien antes que Pablo me abra toda con esa tremenda pija.” Dijo Sara. Yo mientras chupaba me metía dedos en la concha, verlo a él tan excitado me volvía loca. Metí dos dedos en la concha de Sara que se retorcía de placer, quizás pensando en la pija de Pablo.

Sara se puso en cuatro patas en el sillón y dijo:

“Vení Pablo, méteme esa pija mientras la puta de tu mujer nos mira.”

Y Pablo, parándose detrás de ella, se la metió hasta las bolas con violencia. Sara dio un grito de dolor y pedía que se la saque. No le hizo caso y siguió penetrándola con fuerza. Sara gemía y se quejaba al mismo tiempo. Me puse atrás de Pablo, apreté sus pectorales y le dije al oído: “Hacela mierda.” El me miró y aumentó el ritmo. Sara apretaba los almohadones y mordía uno. Estuvo un rato dándole, hasta que me puse atrás nuevamente y le dije al oído: “Ella quiere jugar al sexo duro, dale lo que quiere.” Y me senté en el espaldar del sillón, agarre la cabeza de Sara y la enterré en mi concha.

“¿Quién es la puta ahora?” Le dije a Sara mirándola a los ojos. “Mostrale como te enterrás dos dedos en el culo.”

Y Sara, metió dos de sus dedos en el culo y se empezó a masturbar. Pablo miraba su culo y me miraba a los ojos. Me puse en cuatro al lado de Sara y yo también me metí dos dedos en el culo. Pablo me miraba con lujuria.

“Amor, dale por el culo.” Dije.

Pablo saco su pija de la concha y la apoyo en el orto de Sara. Apenas empezó a entrar, Sara pedía por favor que no se la meta.

“Por favor no Pablo, me vas a romper toda, acaba y haceme acabar en mi concha.” Dijo.

Pablo me miró y fue mi momento de triunfo.

“Amor, es tuyo.”

Pablo se puso detrás de mí y de a poco la fue metiendo. Yo de morder mis labios sentí como tragaba sangre por habérmelos lastimado. El orto me explotaba de dolor pero debía demostrarle a mi hombre que yo sí era su puta.

La enterró toda, y se empezó a mover. La miré a Sara que observaba atónita como me rompía el culo. Le di un cachetazo que dejó marcada su cara y tomándola de los pelos hice que me chupe las tetas.

“Si, soy puta, la puta de mi marido. Vos sos solo una basura que desde ahora se convertirá en nuestro juguete sexual. Nuestra perra.” Dije. Al escuchar esto, Pablo se puso loco y me daba con todo. Estuvo un rato hasta que terminó llenándome el culo de leche.

“Dásela a la perra para que te la limpie.” Dije y Pablo se la metió en la boca provocándole una arcada.

“Limpia perra, limpia bien esa hermosa pija.” Dije.

Sara la limpió toda y se quedó sentada en el sillón. Pablo sirvió otro whisky y nos sentamos abrazados frente a Sara.

“Amor, ¿Te gusta nuestra perrita? Te dejo usarla para lo que quieras.” Dije.

Sara se largó a llorar y me pedía perdón.

“Pablo, esta basura me violó en casa, me hizo mierda, quiero venganza.” Pablo me miró, se levantó y tomándola de los cabellos la hizo poner de rodillas frente a mí.

“Así que esas tenemos. En el grupo sabemos y Sergio lo sabe, que sos una puta barata. Pero te ama y no puede dejarte. Pero joder con nosotros, no. Como dijo Marina, vas a ser nuestra perra.” Dijo Pablo. Sara lloraba sin parar.

“Chupame la pija.” Ordenó Pablo y ella comenzó a chuparle la pija entre sollozos. Yo me comencé a excitar mirando la cara de hijo de puta de Pablo. Cuando la tuvo bien parada le ordenó que me chupe la concha. Ella lo hizo y Pablo se levantó y buscó su celular y el consolador. Le sacó fotos chupando mi concha, sin que se vea mi cara. Luego la puso de vuelta con su pija y le siguió sacando fotos.

Me hizo sentar en su pija dándole la espalda y a ella le dio el consolador para que lo chupe. Más fotos. Me cogía con dulzura. Haciéndome sentir plena, me acariciaba la cintura y los pechos. Sara miraba chupando el consolador, hasta que Pablo hizo que se lo metiera en el culo. Lo hizo con un gesto de dolor.

“Así como estas, chupale la concha perra.” Dijo Pablo.

Sara me chupaba el clítoris, la pija de Pablo y mis labios vaginales. Llegue a un orgasmo hermoso y Pablo hizo que me para, puso dos almohadones grandes en el suelo y la puso a Sara boca abajo, con su cadera sobre los almohadones, abrió sus piernas y apoyo la pija en el orto, escupió dos veces y la empezó a enterrar. Sara lloraba de dolor. Cuando estuvo toda adentro, Sara estaba apoyada en el suelo, con sus manos a la altura de la cabeza y no decía nada. Pablo se movía y ella empezó a gemir cada vez más fuerte. Sin sacarla, la hizo levantar y él se sentó de nuevo en el sillón con ella ensartada en su pija.

“Movete.” Le dijo y ella subía y bajaba aumentando el ritmo. Me dio el teléfono y saque nuevas fotos. Tome el consolador y se lo metí en la concha, haciendo que lo tome. Ella lo empezó a mover y grave un video. La tuvo un rato y acabó adentro de su orto, bien adentro.

“Limpiala.” Le dijo. Sara vio la pija con semen, sangre y algunos restos intestinales y quiso negarse. Pablo solo levantó su mano y ella, con los brazos al costado del cuerpo comenzó a limpiarla. Cuando terminó Pablo le preguntó si había acabado. Ella dijo que no.

La hizo levantar, tomo el consolador, y la llevó al baño. Hizo que se meta en la ducha, le dio el consolador y le ordenó masturbarse.

“Meala.” Me dijo.

“¿Cómo?” Pregunté incrédula de lo que me decía.

“Que la orines, así sabe bien quien manda.” Dijo y lo hice. Sara no paraba de masturbarse. Cuando acabó, Pablo abrió la ducha y le dijo que se bañe.

Luego nos bañamos nosotros y nos fuimos a dormir.

Al día siguiente mientras desayunamos Pablo dijo:

“Espero que te haya servido de lección Sara. Nosotros no te necesitamos para tener buen sexo, te lo aseguro. Quedan una noche. Si Marina quiere y vos queres, podemos jugar los tres. Si no, no hay problema. Y cuando volvamos todo va a seguir como era antes. Vos intentas joder, y yo mismo le voy a mostrar a Sergio la mujer que tiene.”

“No por favor. Que Sergio no sepa, por favor. Y si quieren, hacemos lo que quieran, acá o cuando volvemos. Me gustaría ser su perra, quiero ser su perra, por favor, se los pido.”

Ese fin de semana no hicimos nada con ella, ni dejar que nos mire cuando lo hicimos nosotros. Volvimos y sin que Pablo diga nada, a los dos meses Sergio la dejó porque la encontró en su propia casa con un tipo.

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