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Viernes tranquilo (1)
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Tiempo de lectura: 2 minutos

El día había sido tranquilo y solo quería llegar a casa para darme una ducha y pasar la tarde en el sofá.

Estando ya en el sofá, recibí un mensaje de alguien desconocido: "en 10’ en el bar de siempre".

Cómo no conocía el número no hice caso pero al rato volvió: "donde andas?".

Amablemente la conteste con "mira bien el número que te has debido equivocar".

Al instante contestó: "de eso nada, soy la pelirroja que trabaja en la planta de arriba, la abogada".

Ella era Alicia, una abogada w trabajaba en el piso superior de mi oficina con la que había fantaseado multitud de ocasiones y con la que coincidía en el bar a la hora del café.

Me disculpé y la dije que no tenía su teléfono y por eso no hice caso. También aproveché para explicarla que estaba ya en casa recogido y que hacía mucha pereza en ir.

A lo que ella contestó: "si te atreves tomamos un vino en tu casa".

Alucinaba, y aunque pensaba que era una broma de algún compañero no podía dejar pasar la ocasión de conocer mejor a Alicia así que la envíe mi ubicación y esperé…

Al poco rato sonó el timbre de casa y, efectivamente era ella, no había cámara oculta. Venía con uno de sus vestidos ceñidos y el pelo recogido en una trenza… Estaba espectacular.

Nos dimos los dos besos de rigor y la invite a pasar al salón, saqué algo de picar y unos vasos para el vino que había traído ella. Charlamos, bebimos y todo eran risas hasta que de pronto ella tomó el mando y me soltó: "no pensabas nunca en pedirme una cita?", "He notado que me miras con deseo pero no te acercas".

Yo no sabía dónde meterme, pero ante tal comentario decidí lanzarme.

Aproveche que volvía de la cocina para abrir otra botella y al acercarme cogerla por el cuello y buscar sus labios para besarla. Ella accedió y movió su cuerpo para utilizar sus manos, me cogió por la cintura y yo recorría su espalda.

Estuvimos un rato jugando con muestras lenguas y masajeando nuestro cuerpo hasta que se incorporó un poco y nos dirigimos al sofá.

Ella se tumbó y se subió la falda dejando a la vista un precioso tanga burdeos de encaje a la vez que sus manos cogían mi cabeza y la llevaban a su entrepierna.

Mis labios y lengua recorrieron su pelvis, pero el calor de su toto hizo que con uno de mis dedos apartará un poco el tanga y comenzará a lamer su húmedo toto.

Ella seguía tocándome el pelo con una mano y con lamprea descubrí sus preciosos pechos. Cuando rozaba su clítoris Alicia apretaba mi cabeza contra ella para que no dejará de lamer y así estuvimos hasta que comenzó a gritarme que no parara y se corrió…

Continuará…

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