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Tiempo de lectura: 3 minutos

Gozo el ver.

Me excita ver.

Me encanta ver pornografía y disfruto las lecturas eróticas; pero, es más delicioso verlo en vivo y que ellos no sepan que ahí estoy.

Soy maestra en una escuela preparatoria y tengo contacto con jóvenes de varias edades; pero, principalmente, aquellos que están listos para entrar a la universidad, de 18, 19 años.

Mi materia es historia y para preparar mis clases suelo estar hasta tarde en la escuela o en la biblioteca. Soy una maestra promedio, de hecho, un poco rellenita; eso no ha impedido que tenga mis parejas y con un divorcio a cuestas, tengo bastante libertad.

Una tarde de invierno, de esas cuando anochece temprano, cerca de las 7 de la tarde, estaba en mi aula terminando de preparar un examen; la escuela estaba casi vacía a excepción de unos cuantos alumnos entrenando en el patio y la biblioteca al otro lado del plantel, estaba yo prácticamente sola.

Terminé de trabajar y salí del aula. Caminaba por los pasillos y podía escuchar el eco de mis pasos. Entré al sanitario de maestros a lavarme las manos y escuché a alguien hablar en voz baja, eran un muchacho y una joven.

– Vamos por aquí, ya no hay nadie.- dijo el joven.

– Nos van a descubrir.- dijo ella.

– Ya verás que no. Ya se fueron todos y el guardia empieza a revisar hasta dentro de una hora. Vamos al salón de teatro.- dijo él.

Yo oí cómo caminaban hacia allá y decidí seguirlos para darles una reprimenda.

El salón de teatro estaba dividido en cuartos detrás del escenario y estaban conectados entre sí. Los vi escabullirse hacia esos camerinos. Recordé que en uno de ellos se había descubierto un orificio que habían hecho unos alumnos para espiar a las muchachas cuando se cambiaban. Estaba a punto de entrar a reprenderlos, cuando escuche la voz de la joven.

– Estás seguro que no hay nadie? No nos vayan a descubrir y nos expulsen.- decía preocupada.

– Ahorita ya no viene nadie por aquí.- dijo él con voz ansiosa.

Me acerqué a donde estaba el orificio y empecé a ver lo que sucedía.

Él la empezaba a besar en el cuello; ella se dejaba hacer; él acariciaba su cuerpo por sobre la ropa mientras ella comenzaba a gemir de placer. Saque mi teléfono y empecé a grabar un audio con lo que sucedía. Mi teléfono grababa y yo veía. Ella estaba sentada sobre una mesa y el de pie entre sus piernas; ella buscaba su boca y él acariciaba todo su cuerpo. En un momento, él metió su mano bajo su falda y ella gimió.

– Espera por favor; aún no.- dijo ella.

Él desabotonó su blusa y unos incipientes pechos, cubiertos con un brasserie blanco de encaje, salieron; tiernamente quitó la copa y un rosado pezón se levantó desafiante. Él comenzó a chuparlo con desesperación, ella gemía y jadeaba de placer; metió la mano bajo la falda y comenzó a acariciar.

– Ya por favor, no sé qué estoy sintiendo, por favor.- decía ella entre jadeos.

– Ya estás muy mojada; déjate llevar, mira cómo escurres.- decía él sin dejar de masturbarla.

Yo veía cómo le estaba dando placer a la joven y me toque mi vagina, también yo estaba chorreando.

El muchacho la hizo recostarse sobre la mesa con las rodillas colgando de la orilla; ella se dejó hacer mientras su cara reflejaba el placer que sentía. Él le quitó la pantaleta, ella reaccionó sin fuerza. Él metió su cara entre las piernas de la joven y comenzó a chupar. Yo podía escuchar la manera como mamaba el líquido de ella.

Yo me masturbaba mientras él se extasiaba con su jugo. De repente, ella desorbitó los ojos y jadeó más fuerte.

– Quítate, déjame, me estoy viviendo.- ella gritaba mientras con sus manos enterraba la cabeza del muchacho en su entrepierna.

Ella tenía la cabeza hacia un lado recuperándose del éxtasis, su respiración aún era agitada.

– Ahora me toca a mi.- dijo el muchacho mientras se abría el pantalón.

Una verga de buen tamaño salía de su entrepierna, apuntando al agujero de la joven.

– No por favor; soy virgen; me va a doler.- decía ella sin fuerza y sin convicción.

– Por eso mismo… estás muy rica y te va a gustar.- dijo él acercando su falo.

En ese momento, sentía como mi vagina soltaba fluido, como si me orinara; mi clítoris estaba tan duro que me dolía con tocarlo. Me acariciaba los pechos por encima de la ropa buscando el desfogue, quería venirme…

Al estar en la entrada, él movió la cabeza, arriba y abajo, untándose los jugos de ella; se acostó sobre ella y comenzó a mamar el pezón que estaba al descubierto; vi su cadera moverse hacia adelante enterrando la verga en ella; ella enterraba sus uñas en la espalda de él, sintiendo al intruso; él se detuvo un momento, echó hacia atrás la cadera saliendo un poco, después con un movimiento rápido, se enterró completo dentro de ella. Ella gritó.

– Sácala, me duele, no cabe, sácala.- decía ella mientras una lágrima corría en su mejilla.

– Estás muy apretada; que rico se siente.- decía él mientras estaba quieto, sus ojos estaban brillosos por el placer.

En el momento que ella gritó sintiendo toda la verga dentro, me vine a chorros, como nunca me había corrido y yo quería más.

Él inició el bombeo dentro de ella. No fue mucho tiempo.

– Me voy a venir adentro de ti; estás muy rica, no me puedo salir.- dijo él bufando de placer.

– Salte, no quiero quedar embarazada; salte, acaba afuera.- lloraba ella.

Pude ver cómo se quedaba quieto mientras se enterraba profundamente en ella. Ella recibía cada chorro con un suspiro y volvió a terminar.

Yo me volví a venir al ver su cara, extasiado por acabar dentro de ella.

Ya no pude más. Tomé mi teléfono y salí sin hacer ruido.

Aún hoy me masturbo escuchando ese audio de cómo desvirgaron a esa joven frente a mi.

Y busco cómo poder presenciar otra cogida cómo esa.

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