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Tiempo de lectura: 9 minutos

Mi nombre es Julián, y hace 12 años conocí a Ana, con quien he sido feliz desde entonces, sin embargó la rutina y la monotonía se fue instalando poco a poco en nuestra vida casi sin darnos cuenta.

Hasta que un día Ana me propuso hacer algo que cambiaría nuestra vida totalmente

– Deberíamos intentarlo algo diferente – Me dijo en tono serio

– ¿Algo como que? – Le pregunté

– No lo sé, ¿Por qué no nos vamos lejos, a un lugar en donde nadie nos conozca?

– ¿Te refieres a tomar un vuelo?

– Si, y solo por una noche, déjame invitar a nuestro cuarto a alguien más

– ¿A alguien más? – Pregunte confundido

– Si, alguien que no nos conozca y que no vayamos a volver a ver nunca

– ¿Te refieres a alguien que te parezca atractivo?

– Si, solo por una noche

Si he de ser sincero, al principio no me gustó la idea en absoluto y la rechace casi de inmediato. Los días y las semanas pasaban y nosotros seguíamos igual, aburridos en medio de la rutina, al grado qué llegábamos a tener discusiones. El sexo entre Ana y yo era cada vez más corto, convirtiéndose por momentos en un mero trámite para poder pasar a otra cosa más interesante.

No paso mucho tiempo sin que Ana volviera a tocar el tema intentando convencerme.

– Solo sería una noche y no volveríamos a verlo nunca mas, porque estaríamos lejos de aquí. Ni siquiera sabría nuestros nombres.

– ¿Estas segura de que no volveríamos a verlo? – Le pregunte

– Totalmente segura, tu estarías ahí, viendo todo lo que sucede desde que entra a nuestro cuarto hasta que se va.

Me quede pensativo por un momento. Estaba por rechazar su idea nuevamente, pero la crisis por la que atravesábamos me orillo a pensarlo de una forma más detenida. Días después, cuándo el tema volvió a surgir le dije lo que había decidido.

– Sé que hemos estado pasando por momentos difíciles y no quiero perderte. Si eso que me pides nos ayudará de alguna forma, estoy dispuesto a por lo menos intentarlo. Ana se acercó a mi, me abrazó y me agradeció por haber accedido.

– Gracias Julián, si te lo pido es porque pienso que qué necesitamos algo así, para reavivar la pasión entre nosotros.

– Soló quiero pedirte dos cosas si te parece bien. – Le dije

-Si, dime

– La primera es que el hombre que invitemos siempre use preservativo

– Eso lo entiendo perfectamente ¿cual es la segunda? – Me dijo

– Me gustaría que no vea tus senos. Quiero que esa parte quede reservada solo para mi.

– ¿Quieres conservar algún especie de privilegio sobre mi? – Me dijo sonriendo

– Si, algo si – Le respondí mientras acariciaba esa parte de su cuerpo

– Podría usar algo sexy aunque se alcancen a transparentar un poco mis pezones – Me propuso

– Si, por mi está bien – Le dije

Algunos días después, hicimos nuestras maletas y volamos a un sitio que nos pareció agradable. Una vez hospedados, salimos a buscar a alguien que le gustara a Ana. Vimos a varios posibles prospectos para esa primera noche y finalmente Ana se decidió por un joven delgado y bien parecido llamado Adrián.

Me acerque a él mientras Ana observaba a la distancia. Le hice la propuesta económica, qué no fue la gran cosa sinceramente, pero a él le pareció interesante. Le di las indicaciones de en dónde nos habríamos hospedado y a que hora debía llegar.

Adrián llego puntual y le ofrecí algo de beber. Al poco tiempo salió Ana en lencería negra y tacones luciendo absolutamente hermosa.

Fue entonces que los presente y ellos se saludaron en la mejilla.

Hablaron por unos momentos, como intentando romper el hielo, aunque el ambiente se sentía raro.

Mientras tanto, yo me senté en uno de los sillones guardando silencio. A partir de ese momento todo quedó en manos de ellos.

Ana lo supo y no tardó mucho en empezar a seducir a Adrián y a ayudarle a quitarse la ropa hasta quedar completamente desnudo. Ella se hincó, tomo su pene y comenzó a hacerle sexo oral, de forma lenta al principio pues apenas estaba entrando en confianza.

En ese momento empecé a sentirme incómodo pues mis celos surgieron dentro de mí como hacía tiempo no los sentía, pero sabía que debía controlarme.

Mientras Ana le daba placer a Adrián con su boca y su lengua, el acariciaba su cabello y jadeaba.

Después de un rato, Ana se levantó y Adrián le bajó las bragas dejando su vello púbico al descubierto. Adrián se acercó a su intimidad como buscando conocerla mas a detalle.

Cuando Adrián estaba debajo admirando la desnudez de Ana, ella dejo caer su bata de seda, quedando solo con un brassiere negro semitransparente tal como lo habíamos acordado. Había ciertas partes de Ana que Adrián no podría besar, por lo menos, no directamente y eso me agradaba.

Ana se acostó en la cama y se abrió de piernas lentamente, como invitando a Adrián a conocer sus sabores más íntimos.

Adrián se acercó a la vulva de Ana y la observó muy de cerca, como admirándola. La invitación de Ana era clara y Adrián no dudo en comenzar a usar su lengua recorriendo toda su vagina.

Adrián se tomo su tiempo conociendo la intimidad de Ana, asegurándose de que quedara muy bien lubricada. Adrián estaba haciendo tan bien, que Ana no pudo evitar que se le escaparon algunos gemidos haciendo gala de su experiencia sexual.

Cuando Ana sintió que estaba lista, le pidió a Adrián que se recostara en la cama y le ayudo a colocarse el condón. Ana se subió en el y algo en el semblante de ella cambio. Supe en ese momento que Adrián ya estaba dentro y Ana empezó a moverse de arriba a abajo haciendo gemidos muy sensuales qué llenaban toda la habitación. Si, los mismos que hace cada vez que le hago el amor.

Por momentos, Ana volteaba a verme, como queriendo averiguar lo que estaría pensando o sintiendo. Sin embargo, su principal interés era seguir disfrutando del coito y vaya que lo estaba haciendo. Momentos después note por sus gestos y sus gemidos que estaba por tener su primer orgasmo.

Ana sonrió, se bajó de Adrián y se volvió a subir, dándole la espalda. Desde donde yo estaba podía ver lo mismo que veía Adrián: las nalgas blancas de Ana. Adrián no perdió el tiempo y comenzó a acariciarle la nalgas mientras Ana se movía nuevamente de arriba a abajo. Desde donde yo estaba, podía ver con claridad como sus labios menores se abrían cada vez que se incrustaba el pene erecto de Adrián.

Al ver a Ana moverse de una forma tan sensual no pude evitar sentir una erección, por lo que me desnudé para estar más cómodo.

Ana se bajó de Adrián poco después y le pidió hacer una pausa. Ana se metió al baño pues siempre que tiene sexo, le dan ganas de orinar.

Mientras tanto Adrián y yo conversamos un poco:

– Gracias por aceptar nuestra invitación Adrián – Le dije

– Gracias a ustedes por invitarme – Respondido muy animado

– ¿Que opinas de Ana? ¿Te gusta? – Le pregunte

– ¿Que podría decir? Es muy bella – Respondió de nuevo

– Aquí entré nos, ¿que parte de su cuerpo te gusta más?

– Su trasero es muy hermoso

– Sabes que harás con ella cuando vuelva? – Le pregunte

– No realmente, no se que quiera que le haga

Fue cuando le hice una sugerencia de algo que le gustaba a Ana.

Al salir del baño Ana se acercó a mi.

– Gracias por todo esto, de verdad muchas gracias Julián. La estoy pasando muy rico – Me dijo en voz baja

Acto seguido, se acercó a Adrián y y empezaron a besarse. Poco después, Adrián siguiendo mis consejos, le pidió a Ana qué se recostara en la cama de espalda mientras el colocaba una pequeña almohada debajo de su vientre. El culo de Ana quedo bien paradito y Adrián no me perdió el tiempo. Ana volvió a gemir ante las primeras penetraciones de Adrián en esa posición.

De pronto, Ana tomo la iniciativa y empezó a mover el culo de arriba a abajo mientras Adrián se quedaba quieto. Las nalgas de Ana pegaban con los muslos de Adrián una y otra vez. Mientras tanto Ana no hacia el menor esfuerzo por ocultar que lo estaba disfrutando demasiado y por momentos dejaba de mirarme para concentrarse en su placer. Mientras Ana le daba el culo a Adrián, el empezó a gemir y supe qué estaba teniendo un orgasmo. Al salir de Ana, el condón estaba lleno de semen. Ana se lo quito y le ayudó a limpiar el semen qué había quedado en su pene usado su lengua y sus labios.

Como desde el inicio le había aclarado a Adrián que solo sería un solo acto, el se vistió, le pague y se fue.

Al acercarme a Ana, ella tapo su desnudez con la sabana. Su respiración aún estaba agitada y algunas gotas de sudor aún recorrían su rostro.

– Gracias por no juzgarme Julián, tu sabes que siempre he sido muy pasional – Me dijo un poco apenada

– No tienes que agradecerme Ana – Le respondí

– Me preocupa que pienses un poco mal de mi

– No, no pienso nada malo de ti. Es algo que habíamos acordado – Le respondí

– Note que tomaste fotos con el celular ¿Me las puedes mostrar?

– Si claro

– ¿Que harás con ellas después? – Me pregunto mientras las veíamos juntos

– No lo se, quizás podamos conservarlas por un tiempo. La verdad es que te ves muy guapa en todas esas posiciones

– Gracias Julián, esta bien, vamos a conservarlas por un tiempo – Me dijo

En ese momento me límite a abrazarla, era demasiado lo que acababa de suceder como para hablar de ello. Ambos supimos que esa experiencia nos sobrepasaba como pareja, y que íbamos a necesitar tiempo para asimilarlo.

– Será mejor que me de un baño rápido

– No es necesario Ana, se que hueles a sexo y no me incomoda. De verdad que no.

– Entonces ¿Me llevarías a cenar algo? – Me pregunto

– Si, claro – Le respondí

Durante la cena, tocamos varios temas, exceptuando el más obvio. Era como si no hubiera sucedido nada aquella noche sin embargo, yo luchaba por dejar de pensar en como Ana le abrió las piernas a un desconocido.

A pesar de eso, no deje que mis celos arruinaran la cena.

El día siguiente lo dedicamos a visitar algunos puntos que teníamos pendientes de aquel hermoso día destino turístico. Sin embargo, la noche llegó y con ello, la inevitable reflexión de pareja que teníamos pendiente.

– Ayer a esta hora, llego el chico – Le dije a Ana para abrir el tema

– Si, lo se

– Te veías contenta y muy hermosa- Le dije

– Gracias Julián, gracias por darme la oportunidad de experimentar algo nuevo. La verdad, es que, lo disfrute mucho.

– Si, note que lo estabas disfrutando

– No era mi intención gemir tanto, pero, no lo pude evitar… estaba sintiendo muy rico. Pero… no me has dicho tú que pensabas al verme con otro.

– Al principio, no sabía que pensar. Me sorprendió ver lo bella que lucias. Y cuando estabas con Adrián, si, los celos estaban ahí, pero también me sentía muy excitado de verte desde diferentes ángulos teniendo sexo.

– ¿Qué es lo que más te gustaba ver?

– Me gusta ver cuando tus labios menores se abrían durante el coito – Le aclare

– ¿Y eso te excitó?

– Demasiado, cuando te metiste a bañar me masturbe pensando en ti, en tu desnudes… en como gemías mientras… tú sabes

– ¿Sabes que es lo mejor? Que hoy seré completamente tuya – Me dijo en forma seductora

– Crees que te guste tanto como ayer?

– Estoy segura que si, tú me conoces mejor, tú sabes como hacer que me venga – Me dijo en voz bajar al oído

Ana y yo empezamos a besarnos y a quitarnos la ropa. Pase un rato lubricando su vulva con mis labios y mi lengua. Sus labios menores lucían semiabiertos, como invitándome a entrar y así lo hice. Coloqué mi pene en su entrada húmeda y me hundí en su interior haciéndole el amor como pocas veces se lo había hecho: con una gran pasión a lo cual Ana se entregó por completo.

Mientras le hacia el amor a Ana, no solo besaba su boca sino también sus pezones y recordé que Adrián no tuvo acceso a ellos y eso me hizo sentir especial. Los recuerdos de lo que había hecho sucedido ayer con Adrián aparecían una y otra vez en nuestras mentes excitándonos aún más.

Mientras estábamos recostados abrazados y desnudos, surgieron otras preguntas de lo sucedido:

– ¿Que es lo que más te ha gustado de la experiencia? – Le pregunté

– No lo sé, muchas cosas. El hecho de que estés ahí, conmigo, cerca pero a la distancia, es como si me cuidaras

– ¿Tuviste algún orgasmo esa noche? – Le pregunte por curiosidad

– Tuve uno pequeño al principio, antes de ir al baño y otro muy muy rico al final, poco antes de que Adrián se viniera

– Si, me di cuenta de ese porque te agarraste de las sabanas

– ¿Te hice sentir muy celoso?

– Si, mucho, desde que Adrián empezó a tocarte

– No tienes porque estar celoso Julián. Tu sabes lo que siento por ti y siempre hayas la manera de excitarme y de que me venga rico. Aunque esta vez lo haya disfrutado, tu sabes que mi corazón te pertenece a ti. Nadie me conoce tanto como tu – Me dijo

– Así es Ana, nadie te conoce como yo. Se cuando estás mal humor, se cuando quieres un orgasmo y ahora sé como eres en la cama cuando estas con otro

– ¿No te gusto conocer ese detalle de mi?

– A decir verdad, me gustó más de lo que me imagine. Es como si hubiera conocido tu pasado.

– Si, es verdad. Como tu sabes, antes de ti, tuve otras relaciones.

Intentamos dormir esa noche para al pensar en todo lo que había sucedido y sentir su cuerpo desnudo junto al mío no pude evitar desearla de nuevo por lo que abrace a Ana por detrás y volví a hacerle el amor hasta que me vine dentro de ella. Al terminar nos quedamos abrazados y ahora si nos quedamos dormidos.

Al día siguiente volamos de regreso, y al llegar casi no hablamos del tema. Intentamos hacer nuestras vida normal, como si nada hubiera pasado.

Cuando Ana no estaba en la casa, veía las fotos del encuentro que tuvo con aquel chico bien parecido y sentía tantos celos, quería reclamare a ella y preguntarle porque le gustaba darle las nalgas a otro… pero realmente esa era la pregunta equivocada. La pregunta correcta era porque me gustaba a mi ver como le daba las nalgas a otro. Esa era la verdadera pregunta que no podía responder. Sin embargo, siendo justo con ella, no es algo que me pidiera a cada rato. De hecho, en ese momento solo había ocurrido una vez.

Además, he de reconocer que nuestra dinámica sexual se sentía diferente, se sentía como… renovada y cada vez que le hacía el amor me sentía afortunado de tener a una mujer tan bella como ella a mi lado.

No podría explicar porque funciono en nuestro caso. Es como si nuestro nivel de confianza se hubiera incrementado, y eso fortaleció nuestra relación. Por supuesto que la amo y se que ella me ama a mi, y que esos encuentros sólo son por diversión.

Para algunas parejas algo así podría funcionar mientras que para otras sería simplemente un desastre. Paso algún tiempo de aquella experiencia, algo así como 3 o 4 meses y Ana volvió sugerirme hacer un viaje. Sabía exactamente a que se refería.

He de confesar que la experiencia con Adrián fue extraña pero interesante. Ver a Ana en esas posiciones era algo que siempre me perdía por estar sobre ella o detrás de ella. Repetimos la experiencia un par de veces más con otros muchachos y el resultado ha sido el mismo: Ana feliz de estar de viaje y de vivir nuevas experiencias y sensaciones.

Verla gemir y llegar al orgasmo es algo que he aprendido a apreciar, pues había olvidado lo sensual que ella es. Y cuando está conmigo, me responde con una gran pasión. Desde luego, seguimos siendo teniendo problemas de pareja, pero el deseo y la pasión nunca habían sido estado tan bien en mucho tiempo entre nosotros.

Mi relato no es un consejo de pareja, ni mucho menos. Es solo es eso, un relato de lo que yo he vivido con mi amada Ana.

FIN

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