Me llamo Joe. Les cuento que llevo tiempo queriendo escribir mis experiencias y finalmente lo haré. Soy un hombre de 37 años, de tez blanca, mido 1.91 de altura, de complexión delgada, cabello castaño oscuro y ojos miel, siempre llevo barba tupida. Para mi edad me suelo ver joven, así me dicen, y pienso que es porque llevo ropa de moda y varios tatuajes. Soy bien sociable y algo extrovertido. Aunque suelo pasar como odioso y misterioso de primeras impresiones. Sin más preámbulo iré al grano con el primero de varios relatos que espero hacer para ustedes.
Durante un invierno me encontraba de vacaciones en Italia. Para ese entonces tenía 25 años. Era una mañana de domingo nublada, desperté bien temprano porque quería salir a dar un paseo y conocer la ciudad. Milán es magnífica y tiene una arquitectura formidable, además como negarse a salir estando en la capital de la moda, todo es un espectáculo. Hacia bastante frio, aproveche para vestirme como de revista: use un sweater negro, un jean claro y unas botas altas, coloque un sobretodo bien grueso encima y una bufanda que tapaba toda mi cara y cuello, solo quedaban mis ojos a la luz. Me sentía muy feliz y emocionado de estar en otro sitio de paseo.
Salí del apartamento donde me estaba quedando, el cual se encontraba en el centro de la ciudad, camine par de cuadras y llegue a un café a desayunar, esperaba en fila para ser atendido en esa panadería cuando llego un grupo de chicas justo detrás de mí. Eran todas muy lindas, como si de modelos se tratara, hablaban italiano lo cual lo hacía un tanto seductor. Mientras me acercaba al mostrador a ser atendido note a través del gran espejo frente a mí encima del mostrador, que del grupo de chicas habían dos que me miraban; sabes cuando sientes que alguien te ve y sabes que hablan de ti pues así me sentía. Miraban de forma penetrante y luego se hablaban y se reían.
Continúe a hacer mi pedido y después de pagar procedí a sentarme en una mesa al final del café. Mientras esperaba saque un mapa y comencé a planificar mi itinerario, lo que haría ese día. Justo en ese momento el grupo de chicas se sentó en la mesa del lado y las chicas seguían mirándome. Muy de vez en cuando, yo miraba esta vez un poco más fijo, como con incertidumbre de saber que pasaba. En ese momento ya pude verme de tú a tú con una de ellas. Note su mirada, sus ojos me embelesaron, no podía dejar de ver sus ojos, eran bellísimos, ojos grandes con una silueta perfecta, de color marrón. De sus ojos baje mi mirada a su sonrisa, de verdad que esta chica era un bombón, ya mi café se había enfriado de tan fuerte conexión que había logrado con aquella extraña en ese sitio. Comenzamos a lanzarnos miradas picaras y provocativas.
Siento que el ya llevar 2 semanas allí disfrutando del paseo no había pasado ni un pensamiento morboso, algo raro en mí, pero ya con este encuentro sentía una pequeña necesidad de que algo sucediera, y creo que era clara oportunidad de sacarle el mayor provecho. De momento se acercó el mesero con mi comida. Iba a comenzar a comer cuando note que no me había dejado cubiertos y trate de hacerle señas y no prestaba atención. Volteo a un lado y noto que esta hermosa chica había notado lo sucedido y me estaba sirviendo amablemente los suyos. Creo pudo intuir que los necesitaba; no sé si era mi atuendo o más bien que el mapa me había delatado como turista, pero acto seguido ella se acercó a la mesa y comenzó a hablarme. Le dije enseguida que no hablaba italiano para evitar quedar como idiota, no tanto de no entender, si no de que no se me notara tanto que ella me gustaba, se rio, y me dijo que no me preocupara preguntándome de donde Yo era, le dije que hablaba español y entre los dos pues tratábamos de comunicarnos como podíamos. Me pidió permiso para sentarse y accedí, obvio como no. Ellas eran estudiantes de la universidad y estaban haciendo sus últimos días del semestre.
Hablamos brevemente de que me había motivado a ir a Italia, su edad (21 años), donde me quedaba, entre otras cosas. Nos reíamos y pasábamos rato agradable. En eso sus amigas se levantaron para irse, me desanime pensando que se iría, pero para mi sorpresa regreso a decirme que se quedaría conmigo. Me dijo: “he notado que estás viendo ese mapa con cara de perdido y no pienso dejarte recorrer la ciudad como un turista más. Te daré un trato especial VIP”. Me asombro muchísimo su actitud. Una chica aceptando salir con un desconocido, ¡wow! Pero a la vez me alegro mucho, salimos de allí y le pregunte qué hacía si su novio se enterara de que estaba allí conmigo? como para yo saber si estaba soltera o qué? a lo cual respondió: “no me importa si me ve, en realidad lleva ya tres días sin hablarme y creo que me es infiel. Lo que es igual no es trampa”, y me lanzo una pícara sonrisa mientras abrazaba mi brazo y me encaminaba por la calle. Es decir, quede más sorprendido aun cuando dijo eso. ¿Se me estaba insinuando?
Ya levantada y delante de mi note un cuerpo bien lindo. Era una chica delgada, de tez blanca, una hermosa cabellera castaña, no pude detallarla bien por su ancho atuendo, pero su cara, su mirada y su actitud emanaban algo excitante en ella. Me pregunto si conocía el Lago Di Como, le dije que no, me dijo que no podía irme sin conocerlo y que iríamos, pero me advirtió que era un poco retirado, me pregunto si confiaba en ella, le dije que sí que no habría problema, lo peor que podía pasar era que me sacara los riñones para venderlos, se rió y me dijo: “no hare eso, pero dependiendo de que tanta suerte tengas me podría ganar un beso suyo”. Otra anotación. Tamara, así se llama, llevaba 2 puntos y yo 0, Jaja!
Caminamos a la estación del tren y nos montamos en él. Yo estaba además de emocionado por todo lo que pasaba atónico de verla quitarse el abrigo dentro del tren. Llevaba una falda a cuadros con unas medias negras debajo y encima una blusa negra teñida al cuerpo que desfilaba un hermoso par de senos, tuve que disimular muy bien el resto del viaje en no mirárselos y mirarla a su cara, creo que lo noto porque las exhibía sin pudor, cada vez entrabamos en mayor confianza. Conversamos de muchas cosas y el tiempo paso volando, finalmente llegamos al sitio. Bellissimo! Exclamo. Un hermoso lago, grande, oscuro, mucha neblina, rodeado de montañas, como un cuento de hadas y yo con una hermosa y sexy damisela.
La pasamos genial toda esa tarde, era como una película, como si nos conociéramos desde siempre. Íbamos de la mano. De verdad que me sentía a gusto. Se hizo tarde y nos dispusimos a regresar a montar el tren, justo antes de partir de ese sitio se acercó a mí y me dijo: ha sido una linda velada, la he pasado genial, te has portado bien, creo que te has ganado un beso y sin mediar palabras me lo dio. Yo no entendía que pasaba, ¿así de fácil fue? éxito exclame. Después de besarme me dijo: “ya vuelvo, espérame acá, iré al baño”.
La espere, regreso y nos subimos al tren, le dije que todo era tan distinto, me sentía como en las nubes, nunca había estado en un tren, nunca había estado en un sitio tan lindo y nunca me había topado con una chica tan llamativa e intrigante como ella. Nos adentramos por los pasillos del tren. Notamos que los usuarios iban aglomerados en algunos pocos vagones, nos comentaron que algo había pasado con la calefacción y la electricidad del resto. Tratábamos de acomodarnos mientras caminábamos cuando el tren se dispuso a andar, haciendo que Tamara tropezase con alguien y cayera empujándome de espaldas a mí, la logre sostener y al rozar mis manos sobre ella, sobre su cuerpo, sentí una especie de chispa, de emoción, creo que ella lo sintió igual, nos quedamos juntos unos segundos sin saber que hacer y cuando volví en si no lo pensé dos veces y la bese, esta vez no fue un simple beso, esta vez las ganas de todo el día, el morbo de todo el viaje se habían juntado para hacer de mi un león tras su presa.
Ella correspondió el beso. Pude sentir sus carnosos labios chupar y saborear los míos, pude entrelazar mi lengua con la suya, recorrer su boca entera, el final de su paladar, pude probar su saliva y sentir su aliento. Entre nuestros cuerpos juntos ya se sentía el calor, era inevitable la necesidad de sexo entre nosotros. Ella me alzó del suelo con ella y me dijo: “te deseo aquí y ahora, tengo una idea, sígueme”. Me tomo de la mano y camino con velocidad por el pasillo que lleva de vagón a vagón.
Esta vez llevaba apuro. Miraba de un lado al otro moviendo su larga cabellera con cada giró, buscando con velocidad conseguir con suerte un espacio vacío donde consumar su deseo nuestro deseo. Al cabo de unos segundos paro, había dado con uno. Me miró a los ojos con brillo y deseo y dijo: “lo logré, aquí esta oscuro y no hay nadie, entra”. Me hizo pasar dentro hacia el asiento, me empujó a sentarme y con las mismas se lanzó encima de mí, sus manos se posaron en mi cabeza y las mías en su espalda, continuamos a besarnos con frenesí. Sabíamos que nos podrían encontrar y acabar con la fiesta, pero al mismo tiempo era excitante. Toda una aventura para devorarnos y vaya que lo hicimos. Mis manos bajaron lentamente hacia su falda y de inmediato busque debajo de ella y pude tener al tacto unas divinas nalgas las cuál toque por primera vez y se sentían tan suaves y voluminosas, estaban calienticas, vaya que culazo tan rico se gastaba está chica, era un culito pequeño, pero bien formadito mis manos apretaban y amasaban su carne y fue entonces cuando me dije, ¿pero si ella traía unas medias negras que pasó? Y entre el tocarle y el beso le pregunté, a lo cual respondió: “he ido al baño a quitármelas porque ya estaba mojada del deseo por ti y porque sabía que esto pasaría”. Uffff mi mente se sintió libre, volé a alzarle y como si fuera una pluma la moví súbitamente hacia arriba de mi cara y sin tardar mucho comencé a comerle su coño.
Era uno de esos chochos que clasificas como además de bello divino, ya estaba tan mojada que podía sentirla por toda mi cara, yo lamía de arriba a abajo con lentos lengüetazos a lo largo de la entrada de su raja y ella solo se sostenía con ambas manos posadas sobre mi cabeza al igual que su mirada se posaba en la mía, que rico poder ver su boca cerrada con la poca luz que entraba por el ventanal del tren, poder ver sus dientes su mordida de placer tratando de no dejar es capar altos gemidos que nos delataran, pero su cuerpo sí que no podía negarse, su cuerpo temblaba ya del deseo y su hermosa cueva comenzaba a crear un riachuelo con su néctar. Yo solo saboreaba con tanto gusto.
Ya para ese entonces Tamara comenzaba a hurgar por debajo de su blusa para tocar sus hermosas tetas, que por el momento no podía verlas, pero bien que me las imaginaba mientras ella las tocaba y yo me la comía a ella. Con el pasar los segundos comenzó a mover sus caderas al compás de mi lengua, su respiración se aceleraba y ya sus gemidos comenzaban a escapársele, no faltaba mucho para que entrase en clímax, era algo inminente y yo lo sabía. Apreté mis manos en sus nalgas para combinarme a ella con firmeza y aceleré el ritmo de mi lengua la cual ya giraba sobre su rica pepita, la cual había crecido hinchada de sangre y estaba lista para explotar. En par de idas y venidas pose mis labios sobre ella y comencé a chupar y con eso se soltaron sus primeras olas de placer y se dejó ir en un tremendo orgasmo clavando sus uñas en mi pelo y quedándose firme disfrutando de aquel escenario. Logro hacerlo y pasado los segundos bajo a besarme en la boca probando su desastre y diciéndome: “mira como me tienes”, al mismo tiempo que ya con su mano apretaba mi verga, la cual quería traspasar como un mástil en una carpa mi pantalón. Ufff madre santa ha suspirado a mi oído: “que clase de dura verga me voy a comer”.
Fue bajando lentamente su rostro a lo largo de mi torso, besando y lamiendo mi abdomen, sin quitarme la mirada ni un segundo, con sus ojos me decía todo lo que haría, todo lo que estaba por venir, esas ganas que me había tenido durante todo ese largo trayecto, hasta que ya ambas manos habían hecho con astucia malabares para despojarme de mis pantalones y sacar a libertad mi potente erección. Mi pene se catapulto hacia arriba y de vuelta abajo reboto en su frente tan pronto ella zafó con sus dientes mi bóxer. Mi duro miembro tapaba el centro de su rostro, hacia una división simétrica de su mirada. Ya no veía ni su boca ni su nariz ni su frente, pero si sus ojos que contemplaban con alegría y lujuria cada centímetro de mi rolo erguido y con el mismo gesto ya iba su lengua suave y húmedo untando con delicadeza toda mi carne desde la base hasta llegar lentamente al tope de mi glande. Fue introduciendo la mitad del mismo hasta yo sentir como topaba con la campanilla en su garganta. Lo hacía desaparecer con suma sensualidad en su boca lo más que podía, mientras seguía creciendo dentro de ella. Tuve que contenerme en no correrme tan pronto, se notaba que su boca había succionado la vida de otros bendecidos seres. Disfrutaba aquel momento a plenitud, hacía con magia movimientos de succión y su lengua abrazaba enrollándose en el grosor de mi pene. Solo cerré mis ojos por unos segundos y me dije a mí mismo: “como es que he sido tan suertudo en la vida?”. Pero agradecido de que eso estuviese pasando.
Al abrir los ojos para encontrarme con aquel hermoso panorama la cara de esa diosa ya bajando y subiendo mientras chupaba y chupaba con su boca, mamándome el bicho ya prácticamente entero, tan duro como un roble y brillante de tanto fervor, con cada subida sus manos me iban masturbando lo que salía de su boca y luego su lengua invitaba a la acción mis cojones expuestos; ya grandes y preparados para expulsar lo que era para mí ya imposible de contener. Sujeté su cabeza con ambas manos a través de su cabellera y sin pensarlo dos veces me dejé ir dándole una hermosa lechada en su estupenda boquita. Al sentirme ella apretó el paso y continuo a succionar cada chorro de semen que salía de mis entrañas, los cuales fueron tanto que comenzaron a colarse por la comisura de sus labios, chorreándose hasta mi entrepierna. Era indescriptible la sensación, era algo tan divino y tan increíble, mis espasmos me tenían en shock, pero eso no me dejó percatar que con las mismas ella se había posado encima de mi como jinete listo para cabalgar y tomar las riendas, puesto que con tal aperitivo yo seguía erecto como si no hubiese pasado nada aun, al contrario, más hinchado y grande que nunca. No es por nada, pero tengo un buen trozo y en ese momento me lo veía enorme, venoso y palpitante. Un fiel compañero de batalla listo para ir a la guerra.
Ni bien pude coger aire y relajar mi abdomen y aun tensas piernas cuando ella de una sola estocada con su mano llevo mi pene hacia su hermosa rajita y sentándose bruscamente lo hundió por completo hasta llegar a los pelos y que sus nalgas tocaran mis webos. Pensé que no podía tener mayor placer pero el sentir como llene su vientre, tan apretado y caliente además de ver el blanco en su mirada, cuando sus ojos se viraron de placer no tiene precio alguno. Pase a sentir como hundía sus uñas en mi pecho, para sin pena alguna dejar salir un sabroso gemido de placer cercana a mi oído. Toda una estupenda orquesta. Esto sí que era la gloria señores, un show inédito. Mientras el tren viajaba de retorno, a medio camino aquella italianita retumbaba en mi verga, clavándose ida y vuelta sin piedad alguna. Yo miraba cantando la zona por si alguien se acercaba, pero ya tan de noche, no había moros por la costa. Decidí a reponerme sentado mientras ella gozaba y ahora sí con toda libertad tomar esas hermosas tetas en mis manos. Alce su blusa y logré contemplar unos hermosos y grandes pezones, rosados, paraditos, divinos, los cuales apreté y pellizque con mis dedos sutilmente antes de llevarlos a mi boca.
Ya nuestros cuerpos se habían unido por completo, eran uno solo. Ya nada ni nadie importaba. Tamara se había unido a mí en aquel tren, el cual la había llevado junto a mí a un inolvidable viaje, no sé si era en venganza a su cabrón novio. O si era cuestión del destino, solo sé que fui suyo y ella mía, y cada segundo de mi dentro de ella valió la pena.
Ella continúo subiendo y bajando, meneándose de un lado a otro, disfrutándome tanto como yo a ella. Me dije a mi mismo: “cuando coges con alguien de otra nación debes demostrarle quienes somos como venezolanos para que cuando escuche Venezuela automáticamente se le venga a la mente ese momento”. Y como buen macho alfa que soy me levanté, y teniéndole cargada en el aire comencé a darle unas buenas embestidas. Le recosté junto al vidrio de la ventana y aquel paisaje fue testigo de tan pornográfica escena. Cada vibración del tren en esos rieles se sentía en mi pene chocando contra su raja: Una y otra vez le daba fuertes embestidas. Mientras la luz de la luna se iba dando paso, nosotros seguíamos comiéndonos.
Bajé sus temblorosas piernas al suelo y sin sacar ni un segundo mi verga de su divino chochito la fui girando hasta tenerla de espaldas a mí y poder contemplar ese carnoso culo a todo dar. Yo pensaba haber llegado a la gloria pero que va, lo bueno apenas estaba por llegar. Todo ese escenario desato una nueva fuerza en mí y creo que también en ella. Mi lado oscuro, mi lado obsceno y malvado se enfrentó al suyo. La tomé por la base de su cuello y apreté en mi puño su pelo y con la otra mano sujeté su nalga para tener amarre y firmeza entre ella, el cristal del ventanal y yo no tenía donde ir.
Gire su torso hacia mí, dejándome ver sus lindas tetas y su carita. Ya se había tornado traviesa y la bese al mismo momento que la taladraba. Su aliento empañaba el vidrio con cada respiración y yo con firmeza me enterraba más en ella. Era mucho placer, su inundado coño había hecho un charco en el asiento de aquel vagón. Ella apretando mis labios con sus dientes acerco su mano a mi verga la saco y la dirigió a su ojete y con par de roces lubrico su culo con sus jugos, hundiendo la punta de mi glande en él. Todo fue tan rápido, fue uno de los actos más morbosos que una mujer haya cometido en mi presencia, en mi vida. Irme hundirme de esa forma en tan estrecho agujero, de verdad ya no tenía sorpresa alguna, podía morir feliz. Ese día esa mujer cambio mi vida y yo la suya, ella había entregado toda su inocencia en mí, ella se convirtió durante ese viaje de tren en mi perra sumisa. Haciendo que su cuerpo fuese todito mío y yo con muchísimas ganas le devolví el favor. Quizás una de las mejores folladas de nuestras vidas.
A partir de allí, dedique todas mis fuerzas, todo mi enfoque en taladrar su hermoso culo. Y miren que si lo hice. Tamara tuvo un excelente segundo orgasmo, mientras yo tenía el mío y fue tal que caímos desmayados. Ni cuenta nos dimos y ya estábamos de vuelta en la estación. Rápidamente nos repusimos y nos vestimos, acomodándonos para salir rápido de tan cachondo escenario. Entre risas caminamos de la mano hasta su casa, donde amanecimos juntos. Al pasar los meses ya devuelta de mis vacaciones en mi país, acomodaba mis pertenencias en mi closet cuando guardando mi maleta, dentro del bolsillo del sobretodo conseguí las medias de Tamara, un hermoso recuerdo de tan inolvidable paseo.