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Verga extranjera
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Tenía 21 años cuando viaje por primera vez a Europa. Mi hermana tuvo un curso por parte de su trabajo en Ámsterdam y me invitó a acompañarla; ella viajaba mucho a esa ciudad por lo que ya tenía conocidos holandeses que me podían dar hospedaje mientras ella se quedaba en el hotel que le asignaran. Yo estaba saliendo de la universidad y tenía unos ahorros así que no dudé en aceptar la invitación.

Cora, mi hermana, me habló sobre Daan, un holandés que había conocido un par de años antes y era quien me dejaría quedar en su casa los días que yo estuviera de visita. Lo describió como un hombre tranquilo y confiable; y lo iba a conocer tan pronto nos encontrara en el aeropuerto para llevarnos a cenar y después ir a descansar.

Durante el viaje yo tenía varias emociones. Era la primera vez que cruzaba el charco y a una ciudad tan auténtica y tolerante como Ámsterdam. Quería conocer sobre el arte de Rembrandt, de Van Gogh; visitar la vitrinas e ir a fumar weed a un coffee shop; pero no sabía lo que realmente este lugar le traería a mi vida.

Después de dejar el avión y pasar los filtros de seguridad conocí a Daan. Mi primera impresión de él fue de alguien que te da confianza por su trato amable y su singular simpatía; yo le calculé unos 43 años de edad pero se le veían muy bien cuidados.

Dejamos a mi hermana en su hotel que estaba a unas cuantas calles del departamento de Daan, así que fue fácil encontrarme con ella durante la estancia que duraría unas dos semanas. Mi hermana estaría paseando conmigo la primer semana ya que a la segunda estaría de tiempo completo en su curso. Esos primeros días fueron la locura, casi solo llegaba al departamento de Daan a dormir para salir a turistear al siguiente día. A veces, a nuestro regreso, mi hermana se iba conmigo al departamento y nos tomábamos un café o una cerveza con Daan mientras le contábamos nuestro día y en alguna de esas ocasiones él recibió visitas de amigos que al conocernos nos hicieron la plática para saber más de nuestra cultura mexicana.

Llegó la segunda semana en que estaría haciendo el tour por mi cuenta. Con mi hermana ya había visitado gran parte de lo más conocido de Ámsterdam así que decidí encontrar lugares escondidos del turista común. Este deseo se lo comenté a Daan quien rápidamente me sugirió visitar algunos lugares; y entre sus sugerencias me contó sobre el club, del que él era miembro, y que contaba con gimnasio, alberca y saunas; me platicó que era muy usual que los holandeses fueran a clubs de ese tipo para relajarse. Yo le pregunté si me podía invitar ya que se me hacía buena idea ir a conocer algo de ese así y él aceptó.

Quedamos en ir al club una noche después de que él saliera de su trabajo, sólo me pidió que preparara una toalla que puse en una mochila con un traje de baño para meterme a la alberca o al sauna.

Llegamos al club y logramos entrar después de algunos trámites para ingresar como visitante de un solo día. El lugar era de primer nivel como debería ser en un país europeo, pasamos por el área de gimnasio, por los deportes extremos y finalmente al área de alberca en donde también se encontraban los vestidores, las regaderas y el sauna. Daan me dejó en los vestidores y me dio la llave de un locker para dejar mis cosas mientras él iba al baño. En ese momento me di cuenta que los vestidores eran mixtos, o sea que no había división entre hombres y mujeres pues cuando me estaba cambiando un hombre mayor llegó como si nada mientras yo me ponía el traje de baño, yo lo único que hice fue salirme rápido a buscar a Daan.

Al salir del vestidor y entrar en la zona de alberca vi que todas las personas estaban desnudas incluyendo a Daan, él me vio con mi traje de baño y me dijo que no podía estar vestida si quería usar los espacios. Yo me quedé asombrada pues no me imaginé que iba a estar en una situación así pero no me quise ver moralina y me desnudé como todos los que estaban ahí.

Obviamente fui la sensación por ser la única latina en ese lugar, aparte, la mayoría de las personas que estaban ahí tendrían entre 30 y 50 años aproximadamente. Yo sentía sus miradas sobre mi cuerpo, entre ellos hablaban en holandés por lo que no podía saber qué platicaban de mí.

Lo primero que me llamó la atención fueron los grandes miembros que colgaban de los cuerpos de los holandeses que se veían como para chupárselas en ese mismo momento. Yo trataba de disimular mis miradas ya que era como estar en un paraíso de vergas gigantes.

Entramos al sauna y ahí Daan se encontró con algunos amigos con los que estuvo platicando durante el vapor, parecía que hablaban algo sobre mi porque a veces me veían y sonreían; me llegaron a preguntar en inglés cosas básicas como mi edad y mi lugar de origen. Después de un rato de torpe y bochornosa comunicación entró al sauna un amigo de Daan llamado James que yo ya había visto en la alberca y que me había parecido bastante atractivo, y bueno ¡qué les digo del tamaño de su verga! ¡y sin erección!

James se portó cortés conmigo. Los hombres europeos no muestran interés de forma inmediata así que mis fantasías de tener su verga en mi boca se veían opacadas por su frialdad europea.

Salimos del club junto con James, y Daan lo invitó a acompañarnos a su departamento por un rato. Nos fuimos platicando durante el trayecto y comenzó a fluir un poco más la conversación ya que James sabía algo de español. Llegamos al departamento, Daan puso el café y James encendió una estéreo con música de jazz. Después de un rato de charla yo decidí que debía ir a dormir ya que estaba exhausta, me disculpé con ellos y me metí a mi cuarto. Ya en la cama no podía dejar de pensar en James y en todas las vergas que había visto esa día como la de Daan que también se veía antojable. Decidí empezar a masturbarme imaginando varias de esas vergas en mi boca y en mis manos; las quería todas al mismo tiempo. Estaba en plenos tocamientos cuando sin querer tiré unos libros que estaban en un buró cerca de la cama y Daan al escuchar el ruido fue a preguntarme si todo estaba bien.

Yo no sabía qué decir de forma inmediata pero mi inconsciente sí, le dije que me habían caído unos libros en el pie y que si podía entrar. Él abrió la puerta y al prender la luz se dio cuenta que yo estaba desnuda, nos quedamos mirando unos segundos y me preguntó si también podía entrar James a lo que yo afirmé con la cabeza. Mientras James entraba, Daan ya se había quitado el pantalón para encimarse en mí y con cierta desesperación frotar mis vagina con saliva en sus dedos y meterme su linda verga que sentí hasta el fondo. James entró a la habitación se puso a mi lado con su miembro bien duro; lo tomé con la mano y se la empecé a mamar como me lo había imaginado en el club. Estaba recibiendo una hermosa verguiza.

Daan y James me cargaron mientras uno me daba por delante y el otro me la metía por el culo. La verga de James era la que más me gustaba, la sentía tan adentro que me hizo venir unas cuatro veces, Daan besaba bien, también me hizo tener orgasmos deliciosos. Me cogieron durante la madrugada, Daan terminó en mi boca y me dejó un rato solo con James quien se puso sobre mi para meterme su extranjera verga alternando entre mi vagina y mi culo, me decía al oído que siempre había tenido la fantasía de tirarse a una latina y que yo era perfecta porque estaba en mi mejor momento para ser cogida. Terminó de penetrarme y Daan regresó a metérmela; así se estuvieron alternando las penetraciones a mi puchita, yo estaba extasiada de cumplir una fantasía de ese tamaño, los senté un rato y se las empecé a mamar de forma animal, terminaban en mi boca, pero eso no nos detenía a seguir cogiendo hasta que nos quedamos dormidos. Yo desperté abrazando a James y me di cuenta que Daan ya se estaba preparando la verga para metérmela a lo que yo le arrimé mi culo para que se excitara aún más.

Ya en el desayuno hablamos poco de la noche, entre ellos hablaron algunas cosas en holandés que jamás pude descifrar.

Faltaban cuatro días para que yo me regresara a México y cada noche de esos días James regresó a cogerme junto con Daan. Fue como si hubiéramos tenido un amorío de tres y estuviéramos como conejos que no se pueden separar. La doble penetración fue lo que más disfruté y tener esos pesados miembros en mi boca nunca lo voy a olvidar.

Jamás le platiqué esto a mi hermana y jamás volví a saber de Daan y de James, lo que sé es que fue de lo mejor que me pudo pasar en mi viaje a Europa.

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1 COMENTARIO

  1. Muy erotico, a mi esposa le gustó y nos hizo investigar sobre estás situaciones de clubs en Europa. Y vemos que si es real.

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