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Tiempo de lectura: 2 minutos

Lo había preparado todo con días de anticipación. Aquel día todos se habían marchado muy temprano y la casa estaba sola y ahora era toda para mí. Entonces me dispuse a vestirme. Elegí unos pantys negros transparentes y el corsé, también negro, que hacía juego con un par de medias veladas negras de seda que tenían una coqueta línea oscura en la parte trasera que llaman “vena”, una minifalda de jean, una blusa rosada en tonos pastel y zapatos de tacón alto. Cuando termine de vestirme me maquille y cuando termine y me mire al espejo para ver el resultado final, estaba sorprendida de los resultados de mi transformación pues nunca antes había quedado tan bonita. Me sentía plena y profundamente femenina.

De pronto sentí mucha sed. Necesitaba un vaso de agua. Para llegar a la cocina debía atravesar la sala y mi madre todos los días muy temprano corría las cortinas de las ventanas de la sala. Y así se podía ver todo desde fuera. Yo no me había percatado de cerrarlas antes de iniciar mi proceso de travestismo. Pero sentía sed, quería beber un vaso de agua. Entonces me atreví a cruzar la sala para llegar a la cocina y en el preciso momento en que atravesaba la sala vi del otro lado de la ventana a mi vecino. Un muchacho de unos 26 años. El me vio y cuando me miro yo lo mire. Me había reconocido y los dos sabíamos lo que estaba sucediendo.

Sonó el timbre de la puerta y me acerque para mirar por el ojo de cristal, era el. Abrí la puerta y entro, cerro la puerta y nos miramos fijamente, luego me miro de pies a cabeza, examino cuidadosamente toda mi indumentaria sin musitar palabra. Volvió a mirarme a los ojos y sin decir nada acerco sus labios a los míos y me beso intensamente introduciendo su lengua hasta mi garganta. Nos ahogamos en un profundo y excitante beso. Fuimos hasta mi habitación y nos sentamos en la cama. Seguimos besándonos iniciando una serie de caricias llenas de sensualidad y erotismo que nos llevaban a un estado de excitación suprema.

En un impulso me puso de pie y desabrocho el cierra de la minifalda y me la quito, luego me quito los pantys y beso mi pene desnudo, lo chupo con gran delicadeza y yo sentí morirme de amor. Se quito los pantalones y saco su pene erecto, húmedo y se la bese amorosamente, luego se la mame y se la chupe intensamente con fuerza una y otra vez.

La tenía terriblemente parada, mojada. Cuando no resistimos mas, me tomo por la cintura y me acomodo sobre la cama. Lubrico abundantemente mi culito con su saliva y sentí que había llegado la hora de entregar mi rosa, mi flor anal. Primero me metió los dedos, y en un impulso me penetro, primero con la cabeza de su pene erecto y poco a poco me la metió toda una y otra vez haciéndome gritar, gemir de éxtasis, sintiendo indescriptibles sensaciones de excitación maravillosas, extraordinarias; hasta que no resistió mas y exploto dentro de mi culito como un volcán, como un relámpago.

Se volcó en una terrible eyaculación que nos provocó un inmenso orgasmo. Sentí su leche arder dentro de mi y en ese momento me convertí en mujer.

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2 COMENTARIOS

  1. Muy bueno el relato espero algún día poder pasear por la sala vestida de nena bien sexi para que un buen hombre me haga suya

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