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Unas vacaciones con mis tías (P. 11): De vuelta a casa
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Tiempo de lectura: 8 minutos

Mi hermana parecía estar disfrutando de la situación y nos montamos de nuevo en los asientos delanteros. Me dijo que sólo me pusiera la camiseta y me puse a conducir medio desnudo con la polla al aire y por supuesto tiesa. Nada más arrancar se inclinó sobre mi regazo y dio unas largas lamidas a mi hinchado capullo que continuaba empapado de su propio flujo. Fue una sensación agradable mientras conducía más bien lento. Levantó la cabeza y me susurró.

– Seguro que te has hecho más de una paja pensando en mi culo!

Ya no era el momento de guardar mis fantasías y le contesté con sinceridad.

– Unas cuantas!

Volvió a inclinarse antes de que terminara la frase y se metió mi capullo en su boca dándole varias succiones.

– Joderrr! Así no voy a llegar! Ya te lo he advertido!

Dejo de chupar y continuó hablando.

– Y como me follabas en tus pensamientos?

– Quieres saberlo realmente?

– Por supuesto! Y con detalles!

– Pues… te agarraba por detrás y te embestía hasta reventarte el coño!

– Solo el coño?

Su pregunta me hizo pensar si también era capaz de leerme el pensamiento como hacia mi tía Candi.

– No sólo el coño! Después te empalaba el culo abriéndotelo como un tomate maduro, y después te agarraba de la cabeza y te metía la polla hasta el estómago! Le solté en plan bestia.

Mientras le soltaba todas las burradas de salido que hervían en mi mente, ella continuó chupándome la polla con delicadeza, y podría decir que con gran maestría, era capaz de darme un dulce placer sin sentir esas ganas de correrme que tenía siempre.

– Espero que esta noche me hagas todas esas cosas! Me dijo con su mirada felina.

Mi mente se desquicio pensando en lo que me había dicho, parecía estar dispuesta a que me la follara como en mis sueños, por el coño, el culo y la boca, era como estar viviendo el cuento de Aladino y el genio me había concedido los tres deseos. Ella conocía el efecto de sus palabras en mi mente y creo que su pretensión era ponerme tremendamente cerdo.

– Ya no aguanto más! – Dije a la vez que me desviaba por un estrecho camino que salía de la carretera.

Conduje unos doscientos metros, entre la espesura de los frondosos árboles y pare el coche. El sonido de los grillos era una perfecta música de fondo, y la luna menguante iluminaba lo suficientemente para ver nuestros propios cuerpos.

– Vamos fuera! Casi rugí lleno de deseo e invadido por la lujuria.

Mi hermana no puso objeciones, más bien parecía desear algo así, un polvo a lo bestia en medio del campo. Sin decir nada se quitó el vestido tirándolo sobre el asiento, se sacó las bragas por los pies y las tiró sobre el vestido. Se puso delante del coche y apoyo las manos sobre el capó que estaba algo caliente y se inclinó a la vez que abría las piernas.

– Vamos cabron! Demuéstrame lo salido que estás! Me dijo desafiante.

Me puse tras de ella y oriente mi capullo poniéndolo sobre los carnosos labios que afloraban entre sus muslos. Apreté con suavidad notando la humedad que mantenía su coño. Mi polla penetró lentamente hasta la mitad, y bombee despacio hasta que entro en su totalidad. Me agarré a sus dos anchas caderas y comencé a penetrarla a un ritmo lento pensando en la cantidad de ocasiones que había imaginado eso. Miraba su estupendo culo y como mi polla entraba y salía bajo él. El grillar de los grillos cercanos había enmudecido para oírse el choque de mis huevos contra los muslos de mi hermana. Comenzaron los jadeos pero ella no parecía totalmente conforme.

– No te gustaría darme unos azotes? Me dijo sin volver la cabeza.

Ni contesté! Le solté dos palmadas sobre su precioso culo y casi antes de que el sonido se diluyera me gritó.

– Más fuerte, joder!

Dos chasquidos sonaron ahora algo más.

– Más fuerte! Volvió a gritar mientras todavía vibraba la carne.

Ya no me corté y le solté dos buenas ostias sobre la tersa carne. Ahora ya no gritó, tan solo un suave quejido salió de su boca mientras seguía embistiéndola con fuerza. Sus jadeos aumentaron y mis penetraciones eran profundas y potentes, sentí que estaba cerca de soltarle un buen chorro de leche cuando note como sus piernas temblaban. Comenzó a bufar, como lo hacía una de mis tías, y volvió a empapar mi polla. Apenas unos segundos después, el que rugía era yo empotrándola como un animal salvaje, y soltándole varios chorros de leche caliente.

– Aghhh! Siiii! La quiero toda! Llénamelo, cabron!

Me gritaba mientras sentía cada chorretón de semen que impregnaba su vagina. No paré de embestirla hasta que salió la última gota. Mi cuerpo quedó apoyado sobre el de ella cuando paré. Mi respiración estaba muy agitada y jadeaba cerca de su oreja.

– Ya te has cansado, cerdo? Te recuerdo que te quedan dos agujeros más donde derramar tu leche!

Su voz algo ronca y gutural me sacó de la nube donde me había perdido. Mi polla seguía dura y si ella me retaba, yo estaba dispuesto a reventarle el culo y la boca, pero tenía que recuperar la respiración. Sentí que le gustaba el sexo duro, aunque nunca lo hubiera imaginado, pero esos azotes que me pidió lo demostraban. Pensé que a lo mejor también le iba la dureza en el lenguaje y mientras me recuperaba decidí soltarle alguna barbaridad.

– Eres una zorra y te voy a abrir el culo para meterte la polla y sacarte la por la boca! Era lo más fuerte que se me ocurrió.

– Venga cabron! A qué esperas? Estoy deseando ver cómo me lo revientas! Cerdo salido!

Su respuesta fue contundente y me hizo saber cómo apreciaba ese lenguaje. Saqué mi polla empapada y la dirigí al amarronado agujero de su culo, pero me paró. – Espera! – Dijo incorporándose. Se acercó hasta un fresno que había cerca y arrancó una rama, la despojó de las hojas de la punta dejando un recta y flexible vara de medio metro. Se dio un par de varazos sobre la palma de su mano y me sonrió con ojos felinos.

– Creo que he sido mala y me merezco una tunda de azotes! Enciende las luces del coche!

– Joder, a ver si nos va a ver alguien!

– Quien coño va a haber por aquí a estas horas! Llevamos casi media hora y no he oído ningún coche desde la carretera! Además, me gusta el morbo, joder! Quiero que veas cómo se me pone el culo rojo cuando lo azotes!

Se acercó hasta mi y me besó con un deseo casi incontrolado, cada beso que me daba, calaba más en mi mente haciendo que la lujuria recorriera todo mi cuerpo. Creo que puedo decir que hasta ahora nadie me ha besado como me besa mi hermana, sus besos son capaces de erizar todo el bello de mi cuerpo.

Cuando despegó sus labios metí el brazo por la ventanilla del coche y encendí las luces cortas y pude ver su cuerpo desnudo iluminado como si fuéramos a grabar una peli. Me ofreció la vara de fresno y se fue hasta un árbol cercano que quedaba frente a las luces, puso las manos sobre el y se inclinó levemente. Ahora su culo se veía blanco y hermoso y me pareció una idea excelente lo de las luces.

– Vamos cabron! Empieza ya el castigo!

Me acerqué con la vara en la mano y le di con suavidad.

– Vamos! Sigue! He sido muy mala y me merezco el castigo!

Le di el segundo. Zasss! Y el tercero. Zasss!

– Siiii! Más! Masss! Me gritó sin importarle que nadie nos oyera.

Le di varios varazos subiendo la intensidad, y pude notar como se mordía el labio, sus piernas comenzaron a temblar y su culo enrojecía claramente y su voz sonó gutural y profunda.

– Vamos! Reviénteme el culo con esa polla!

Solté la vara y agarré mi miembro que seguía erecto y empapado con los flujos de su coño, y lo oriente al centro de su culo. El capullo mojado penetró levemente al empujar con suavidad, el esfínter de abrió más de lo que yo pensaba y al tercer empujó la mitad de mi polla había penetrado. Varios movimientos más provocaron una gran dilatación de su esfínter abriéndose de una manera espectacular. Comencé a bombear ese preciso culo con mi polla, disfrutando de ese sueño que había tenido infinidad de veces. No podía dejar de mirar, como mi miembro penetraba una y otra vez, como esa deliciosa carne se expandía al penetrar hasta el fondo y se volvía a contraer cuando mi polla salía casi por completo. Miraba las curvas que formaban sus caderas y como las líneas se reducían formando una estrecha cintura para volver a expandirse hasta sus hombros, era una figura tremendamente sensual de la que mi mente depravada gozaba cada segundo. Decidí volver a utilizar ese lenguaje grosero que parecía haberle gustado.

– Como me gusta tu culo, zorra!

– Pues reviéntalo cabron!

– Como deseaba follártelo, diosss!

– Pues dale fuerte! Quiero que me lo llenes de leche!

Parecía tener una frase preparada para responder a cada una de las mías. Aumenté el ritmo sintiendo como fluían las hormonas por todo mi cuerpo, mi mente salida y depravada estaba en lo más alto cuando grité al sentir como mi polla estallaba.

– Toma zorra! Tomaaa! Tomaaa!

La leche comenzó a salir y al momento se desbordaba en su culo cayendo hacia su coño donde mantenía dos de sus dedos pajeándose como una loca. Ella volvió a bufar como una yegua desbocada a la vez que se corría de nuevo. Saqué la polla de su culo y me dejé caer al suelo alfombrado de una espesa hierba apoyando la espalda en el paragolpes del coche. Las luces enfocaban por ambos lados de mi cuerpo y pude ver cómo sus piernas todavía temblaban con fuertes estertores. Tardaron unos segundos los temblores, y cuando cesaron se incorporó dándose la vuelta hacia mí. Su cara parecía desencajada y sonrió de una manera extraña con la boca abierta intentando coger aire. Se sentó a mi lado y beso mi mejilla con suavidad.

– Que bien follas hermanito! No veas lo guarra que me has puesto!

Mi polla todavía daba latidos sin llegar a arrugarse del todo y le ofrecí mis labios para que me besara. Sus besos eran como una inyección de adrenalina para mi mente y volvió a besarme como solo ella sabía. Mi polla reaccionó de nuevo volviendo a enderezarse levemente y decidí responder a sus frases.

– Tu si que me has puesto cerdo y salido!

– Y más que te voy a poner! No sabes cómo me gusta verte tan salido!

No me preguntó si quería, o podía seguir, la decisión la tomó ella unilateralmente.

– Túmbate boca abajo! Me ordenó como lo hace una jefa.

No sabía lo que iba a hacerme, pero estaba seguro de que me iba a gustar. Me tumbé sobre la hierba frente a los focos del coche y sentí como se tumbaba sobre mi. Comenzó a sobar su cuerpo contra el mío cómo si fuera una serpiente, a la vez que lamía mi cuello con su lengua. Lentamente se fue deslizando hacia abajo, sin dejar de lamer el centro de mi espalda, hasta llegar al culo. Lo abrió con sus manos y metió la punta de la lengua haciendo que sintiera una sensación deliciosa. Metió una mano entre mis piernas y comenzó a sobarme los huevos mientras la punta de su lengua no paraba. Poco a poco hizo que levantara mi pelvis hasta ponerme de rodillas y sus lamidas pasaban del culo a los huevos y volvían a subir. Mi polla se puso enorme de nuevo, y la abrazó con sus dedos sin dejar de lamerme. Se fue girando hasta ponerse delante de mí y me hizo ponerme de pies mientras ella se quedaba de rodillas. Dio varias lamidas en mi capullo mirando hacia arriba para ver mi cara de salido, y con una mirada maléfica me dijo.

– Quieres follarme la boca?

La sangre se aceleró por mis venas y sentí un fuerte calor. Podía ver cómo se relamía los labios para provocarme más, aunque os puedo asegurar que no era necesario, la depravación de mi mente gobernaba como una dictadura. Acercó sus labios y succiono mi polla como si fuera un helado. Avanzó lentamente por el tronco surcado de venas encrispadas, pero de forma implacable hasta conseguir introducírsela entera. Todo mi cuerpo dio un respingo al sentir mi capullo penetrando en su garganta.

– Ufff, diossss! Que boca de zorra que tienes!

Creo que intentó sonreír con la polla llenando su boca. Puse mis manos en ambos lados de su cara y ella cruzó las suyas detrás de su espalda, me pareció un signo como si me dijera “ Hazme lo que quieras “. Sujetando su cabeza, saque mi polla lentamente y la volví a introducir sintiendo la misma sensación que cuando ella lo hizo. Lo volví a repetir, una vez más diciéndome mentalmente “ Vaya boca más rica que tiene mi hermana! “. Pensaba en las maravillas que sabía hacer con ella, en sus esquistos y sensuales besos, en cómo me había comido el culo, y ahora como me la ofrecía para que se la follara. Aumenté el ritmo sin pensarlo, manteniendo la cabeza sujeta para que no la echara hacia atrás. Estuve follándola un buen rato mientras miraba su cara, ahora parecía sumisa, algo que jamás hubiera pensado de ella. Aguantaba cada embestida, cada penetración que llenaba su garganta, sin apenas hacer ningún gesto. Creo que me puse bastante bruto poco antes de correrme, tirando de su nuca con una mano mientras con la otra apretaba sus pezones. Mi polla estalló en su boca y noté como engullía cada chorro de semen que salía hasta que no pudo tragar más y comenzó a rebosar entre sus labios. No movió su cabeza, no la hecho hacia atrás y dejó que yo decidiera cuando sacarla. La saqué despacio derramando más semen, que comenzó a caer por su barbilla, y volví a caer sentado sobre la hierba. Ella abrió la boca para coger airé y pude ver cierta satisfacción en su cara mientras dejaba caer mi espalda para quedarme totalmente tumbado. Sonia también se tumbó, quedándose de lado junto a mi.

– Dios mío, hermanito, cuantas veces eres capaz de correrte?

– Unas cuantas!

– Ufff! Que delicia! Tengo que confesarte algo!

La miré con cara interrogante mezclada con satisfacción. Ella se acopló mejor y me besó la mejilla de forma tierna.

– Mi discusión con Luis fue por el sexo, no era capaz de darme lo que le pedía y por eso rompimos. Lo mismo me ocurrió con mis dos novios anteriores, pero ahora me encuentro que el salido de mi hermano es capaz de darme lo que necesito con creces!

– Ah , sí? Te gusta como follo? Pregunté intentando poner un tono despreocupado.

– No me gusta como follas, me gusta como me follas! No sé si lo has notado pero a la hora de follar soy algo masoquista y ciertamente sumisa, y tú depravación me complementa totalmente.

– Ya he visto que te gusta que te den unos azotes! Sonreí.

– Eso solo ha sido un aperitivo. Creo que te gustarán más los platos fuertes!

Levante la cabeza con cierta sorpresa. “ ¿Pero es que había más? “ Pensé mientras la miraba.

– Bueno, vámonos que es muy tarde. Te irás enterando poco a poco de todo lo que me gusta!

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