Apenas dan las 10 de la noche en Tenerife. Un divertido día se está terminando. Y el recuerdo de los paseos por las playas desencadena el destello de una enorme sonrisa en nuestros rostros. Estamos juntos en tu departamento sentados sobre los almohadones de un cómodo y mullido sillon. Vos estás sentada sobre mis faldas, con tus brazos alrededor de mi cuello, y tu mejilla apoyada cariñosamente sobre la mía. Me besás de vez en cuando en el cuello, tocando mi piel con tus labios, y permaneciendo pegada a ella por algunos segundos. De pronto me mirás, y preguntás: "Mi príncipe: Querés algo de beber, puedo prepararte un trago?”. Yo te contesto que Sí, que tengo ganas de tomar uno de tus tragos. Tan servicial como es tu costumbre, te levantás del sillón y me traés tu trago. Yo lo bebo lentamente, detectando a cada sorbo el sabor dulzón de su contenido. Mientras tanto, y mirándome, vos pasás tus dedos formando suaves caricias sobre mi cara…
De pronto, y sin que yo lo esperara, me decís: "Mi Amor: Esperáme un momento, quiero mostrarte algo". Yo te contesto: "Está bien, corazón de mi vida, estaré aquí saboreando el trago que me preparaste". Pasan algunos minutos. Yo termino de beber el contenido dulzón de mi bebida y sobre el sillón me relajo, me pongo cómodo. Tengo un poquito de sueño y pienso en los planes para el otro día. Estoy sumido en mis pensamientos, planificando, y de repente, me sorprendo al verte!
Estás caminando hacia mí, y estás vestida con un hermoso conjunto de ropa interior blanco, con un portaligas puesto por encima que te hacer lucir estupendamente. Te acercás lenta y seductoramente hasta pararte frente a mí. Estás en silencio. Yo también conservo la misma actitud silenciosa, y no soy capaz de emitir palabras. No puedo hace más que mirar tu sensual cuerpo parado frente a mí. Y todavía sin emitir sonidos, me animo a tocar la tan seductora ropa que te cubre: Tu corpiño con puntillas que ajustan tus hermosos pechos: te toco primero uno con la mano derecha, lenta y superficialmente para sentir la suavidad de tu prenda, y luego empiezo a apretar un poco tu seno hasta poder agarrarlo: tu pecho es firme y eso hace que con mi mano izquierda también me decida a tocarte y a mover mis manos sobre tus Increíble senos. Y luego te acerco más hacia mí, trayéndote y empujándote con mis manos sobre tus glúteos. Me inclino sobre tu cuerpo, y comienzo a besar tu pancita. Lentamente. Muy lentamente. Con pequeñísimos besos desde arriba hacia abajo. Y pasando mi lengua infinita sobre tu cariñoso piercing. Vos, ante ese estremecimiento que se inicia en tu vientre, con tus dos manos me acaricias el cabello…
Ahora mis dedos han iniciado un recorrido destinado a la magia de tocar tus piernas: las acaricio en una zona neurálgica, muy cercana a tu vagina. Acaricio y beso los bordes de tu más preciada intimidad. Movimientos suaves y besos pequeños en tus piernas. Casi en la entrepierna. Allí en la zona cercana y prohibida. Elevando la temperatura corporal. Vos empezás a suspirar. Y exhalás una respiración que me indica, claramente, que lo que estoy haciendo te está gustando. Estás disfrutando el momento. Estás mojándote poco a poco. Pero de pronto, sorpresivamente, me tomás de la cara y con un movimiento firme me hacés entender que me detenga…! Me tirás hacia atrás en el sillón. Luego te arrodillás. Y de inmediato, sin que yo tenga tiempo a ofrecer alguna resistencia, me quitás el pantalón y la ropa interior. Tocás mis piernas…! Las recorrés! Las apretás con fuerza, las pellizcás y me besás los muslos hasta tocar el límite de mis redondas pelotas…!! Eso me hace estremecer. Me deja sin aliento. Tus besos en la zona de mi ingle están demasiado cerca de mis huevos. Y están muy cerca de mi ya “Despierto Instrumento”.
Luego de divertirte viéndome sufrir por tus desafiantes besos, finalmente tomás mi erecto miembro y empezás a acariciarlo. Lo acaricias suavemente primero. Explorás sus formas. Y luego, tras mirarme fijamente y con Dulzura, empezás delicadamente a masturbarme. Los dos nos sonreímos. Nuestras miradas cómplices validan ese acto sensual, tan erótico y elegante. Vos me masturbás mientras yo acaricio tu Preciosa Cara. Luego, vos acomodás mis piernas, te acercás y te acomodás con las rodillas sobre el suelo, inclinás tu cuerpo: un arco se forma en tu cintura, y luego de comprobar con tu mano el tamaño gigante que se aproxima y se afirma, empiezas a darle placer con tus labios a mi crecido miembro. Lo hacés dulcemente y de un modo muy tranquilo, suave y armonioso. A veces te detenés, y guardamos silencio. Y me mirás fijamente. Te sonreís y yo también sonrió.
Y el seductor silencio se rompe cuando yo hablo. Te digo, con voz extasiada: "Sos una mujer Increíble…" Vos te sonreís y no me contestás nada. Pero por tu gesto me doy cuenta que mi cumplido te ha llenado de orgullo y satisfacción. Y ese reconocimiento que te he hecho, te ha impulsado a seguir demostrándome que no estoy equivocado. Sos la mejor. Otra vez tu boca se traga completamente mi tremenda pija. Te tragás mi Lanza hasta el extremo. La soltás. Y luego otra vez, hasta el fondo!! Y vas cambiando de lado en tu boca, porque primero te la metés de modo tal que la punta de mi miembro toque y resbale por el lado derecho del lado interior de tu mejilla.
Y luego cambias de lado, y es ahora el lado interior izquierdo de tu boca la que saborea las mieles de mi enorme y caliente pene. Yo disfruto de tu práctica majestuosa y desbordante!! Yo disfruto y me siento orgulloso de la Mejor Novia del Mundo. El placer que me invade es Inigualable! Dos o tres minutos de tus perfectas prácticas orales me llevan al límite del estallido. Cada vez me pongo más tenso! Cada vez me quedo más quieto y rígido! Pero no quiero llegar todavía al final: Quiero recompensar a mi novia. Quiero hacer con ella lo mismo que ha hecho conmigo: Quiero llenarla de besos en su punto exacto de pasión.
Entonces yo me abalanzo y me acerco a ti, te tomo de las mejillas con mis manos, vos estás muy entusiasmada y atragantada con mi pija en tu boca y parece que no querés dejar de comerla. Tu entusiasmo me hace dudar, y vos te ves tan contenta tragándote mi miembro, que ahora no sé si dejarte hacer lo que vos estás buscando: hacerme estallar en tu boca y salpicarte con mi leche. Pero No! No quiero llegar al orgasmo todavía, no quiero eyacular sin antes comerme tu preciosa vagina rosa. Yo decido entonces inclinar tu cabeza hacia arriba, con un gesto firme pero delicado te hago entender que necesito que te detengas. Vos te resistís un poco. Parece que vas a soltar mi miembro pero cuando estás por sacarlo completamente de tu boca. Gluppp!!! Te lo tragás entero otra vez. Pero por suerte en una de tus retiradas hasta la punta de mi miembro, cuando tu boca está casi libre, aprovecho la ocasión y te saco tu juguete. Inclino tu cara para mirarte. Y vos me mirás muy sonriente. Contenta y divertida. Feliz por haberte devorado una fruta tan caliente. Yo me lleno de emoción con tus gestos. Me conmuevo. Porque me doy cuenta de que me amás sinceramente. Me amás tanto como yo te amo a vos.
Entonces te acaricio las coloradas mejillas, y empiezo a besarte. Te beso dulcemente con todo el amor de mi alma.
Ahora me levanto del sillón, y te levanto a ti también… te doy la vuelta y te siento ahora a ti sobre el mullido sillón. Yo me quedo arrodillado, y vos te sentás y te acomodás con la gracia y la delicadeza tan propia de una chica con mucha clase. Yo me acerco y sigo besándote en la boca, y en la comisura de los labios. Luego me arrodillo frente a ti. Me deslizo con las manos sobre tus piernas y te acaricio las medias. Esas divinas medias. Y luego beso las partes donde tu piel está libre. Y mis manos se deslizan hasta tu braga y te la quito prontamente. Sé lo te dejo las medias y las ligas ajustadas a la cintura. Ahora acomodo tus piernas sobre los bordes del sillón: quedan abiertas y mi mano acaricia y palpa la frontera más cercana de tus íntimos labios vaginales. Y empiezo a besarte lentamente desde los extremos cercanos hasta llegar al centro. Desde los labios mayores, a los menores. Lamo tu conchita y mi lengua llega hasta los puntos donde tu máximo placer se enciende. Una y otra vez recorro tus partes. Tus bordes. Tus finos y medianos bordes internos. Mmmm… Siiii… Vos estás muy excitada! Lo noto porque tus manos me toman muy fuerte. Y te aferrás fuertemente a mis cabellos. Poco a poco te voy calentando hasta llevarte al borde de tu abismo líquido! Y cuando sé que ya no soportás más porque estás por estallar. Dejo de chuparte…! Vos me Implorás con la mirada que siga chupándote la conchita!!! Me pedís por favor que siga en esa tarea de desenfreno y seducción.
Y como yo me debo ti completamente, como yo disfruto sabiendo que vos gozás con mis besos. Me deslizo nuevamente sobre tu privada perla que me implora. Me introduzco de lleno en la cavidad húmeda y caliente. Y vos exclamas: “Siiii Siii. Así me gusta… chupáme toda. Toda. Todaaa! Repito la sesión que acabo de darte, y vos otra vez llegás al punto más elevado de calentura y excitación. Los labios de tu vagina se hinchan notablemente, tu vibración corporal va en aumento. Tus gemidos son casi gritos de desespero. Hasta que un grito final y contundente es el signo más preciso de tu desbordante orgasmo. Ayyy!!! Ayyyy!!! Siiii!!! Siiiii!!!
Tu largo grito es acompañado de un torrente abundante de tibio líquido. Un constante fluido que me llena la boca y la desborda. Tus preciosos jugos se escurren entre mis labios, deliciosos jugos que saboreo al mismo tiempo que una sensación de plenitud me llena el alma: te he provocado un hermoso y largo orgasmo.
Pero apenas finaliza tu incursión liquida, veo en tu cara la necesidad de prolongar el juego. Todavía tu cuerpo emite esa vibración tan típica de una mujer ansiosa por sexo. Y yo no me opongo a esta propuesta, ya que mi pene es un fierro candente que añora una fuente donde enfriarse.
Entonces me acomodo nuevamente sobre mis rodillas, pero me levanto un poco, me acomodo y aprovecho la posición en la que estás ubicada: las piernas abiertas sobre el sillón y tu conchita humeante que todavía no está completamente satisfecha. Me preparo, me acerco, agarro mi miembro y lo pongo en tu vagina. Empiezo a penetrarte. Lentamente mientras me mirás, te penetro. Te penetro y te toco los pechos. Mi mano se mete por debajo de tu corpiño hasta correrlo: ahora tomo fuertemente tu seno. Pongo mi mano en tu seno y te penetro. Mi enorme pija se filtra hasta donde llega en el interior de tu vagina. Y vos estás disfrutando mucho…! Me ponés la mano en la cara, me pellizcás los cachetes, y tus gemidos hacen que yo me excite más y más. El ritmo de la penetración es constante. Constante y placentero. Pero luego me detengo. Me detengo un instante para poder acercarme y besarte en la boca. Nos besamos apasionadamente y con locura…! Entonces te levanto, te doy la vuelta, y quedás arrodillada sobre el sillón con tus codos apoyados sobre la parte superior del respaldo…
Yo me acerco por detrás, inclino un poco tu cuerpo hacia adelante y pongo tus glúteos junto a mis piernas, y luego abro un poco las tuyas y te penetro. Te penetro suavemente mientras mis manos están en tu cintura. Una y otra vez, te la meto desde atrás. Ahora mis manos bajan por tus piernas. Y la cintura otra vez, y luego la panza. Ahora subo la inclinación de tu cuerpo hasta dejarte en paralelo al mío. Seguís arrodillada sobre el erótico sillón, pero con tu cuerpo levantado. Entonces me acerco y me acomodo nuevamente. Y vuelvo a meterte la pija por atrás. La penetración se repite, se repite y se repite. Y mientras estoy dentro de tu cuerpo mis manos acarician tus pechos. Tus pechos, como me calientan tus pechos!! He corrido tu corpiño y tus pechos han quedado al descubierto…Y nos besamos porque vos girás tu cuello y con tu lengua alcanzás mi lengua. Y el movimiento de nuestras lenguas es estrepitoso y ardiente. Siii!!! Ardiente!!! Y el ritmo de la penetración se hace más fuerte. Más fuerte y profunda!!! Vos ya no podés besarme más porque necesitás gemir y gemir por tanto placer. Vos gemís y gritás pronunciando expresiones de placer. “siiiii. Adentro mi amor. Metémela más adentro!!!”
Yo estoy cada vez más excitado. Y mis manos siguen ahí firmes y fuertes prendidas a tus pechos. Pero ya hay signos en mi cuerpo que me anuncian el delicioso final… Y cuando sé que estoy por terminar, te agarro muy fuerte con mis brazos y te penetro muy profunda e intensamente. Te penetro y te penetro en un ritmo que aumenta con tus gemidos que ya son gritos. Introduzco mi pija hasta el fondo último de tu territorio, y me súper-caliento cuando tus nalgas hacen contacto con mi cuerpo. Duro contacto con tus nalgas calientes y mojadas. Este acelerado ritmo se extiende hasta que exhalo un muy contenido y prolongado gemido de satisfacción. Contenido grito que nos hace entender a los dos que he llegado al punto final de nuestro sexo. “ohhh ohhh si! Si! Siiii! Leticiaaa”
Cuando termino y lleno tu rosadita vagina de mi abundante y tibia leche, me quedo abrazado a ti por unos instantes, unos instantes destinados a la relajación y el reparador descanso.
Te beso apenas en el cuello y dejo apoyada mi cara sobre tu espalda. Luego te doy la vuelta, y sigo apenas besándote. Nos miramos, y no decimos nada. No emitimos ni siquiera una palabra. Te siento de frente en el sillón. Yo me arrodillo frente a ti y apoyo mi cara sobre tus piernas, como si me fuera a dormir. Y la noche se hace más noche mientras vos, dulcemente, me acaricias el cabello para enamorarme eternamente…
A pedido de Leticia, 18 años. Tenerife, España.