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Una secretaria muy especial
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Hace algunos años atrás, asumí la dirección en el trabajo que desempeño, y con los cambios, la anterior secretaria, dejó su puesto, pues ingresó a la Universidad, y ante la necesidad de contar con alguien que apoyara la labor administrativa, publiqué la disponibilidad. Al día siguiente, apareció Beatriz, una chica conocida, y que recién había obtenido su título de secretaria. Con apenas 18 años, supo pasar la prueba oficial, para quedarse con el puesto. Al tercer día, comenzó a colaborar, ordenando toda la documentación y apoyándonos en las funciones que nos tocaban desenvolver. Ella, con mucha picardía, trataba de acercarse, mostrando su lindo cuerpo, trabajado en el gimnasio cada noche, usando una minifalda negra, una blusa un poco escotada, medias y tacones altos… sus 155 cm de altura se veían muy bien así como andaba.

Antes de irnos, le recomendé que al día siguiente llegara preparada para levantar el inventario en la bodeguita de la oficina, sonriendo y diciéndome que con gusto, y que me llevaría una sorpresa.

Justo el día siguiente, después del mediodía, nos dedicamos a ordenar y a levantar el mentado inventario. A eso de las 5 de la tarde, se fueron retirando los demás empleados, 16 personas en total quedándose solo la ordenanza y nosotros. A las 5 y 30, la señora ordenanza, se despidió, y obvio que nos quedábamos solos. Le dije si nos íbamos a comer algo y terminábamos al día siguiente, y me dijo:

-No, si ya falta poco… en unos 20 minutos quizás terminamos.

Olvidaba comentar cómo había llegado: zapatillas tenis, una falda pantalón a media pierna, una blusa tipo polo, y se había amarrado el pelo con un pañuelo, se veía muy bonita.

-Está bien… entonces, al terminar te acercaré a tu casa- le dije, a lo que sonrió.

Había una caja un poco pesada, con equipo a desechar, y ella trató de moverla, diciéndole yo que me dejara hacerlo, pues era grande la tal caja. Se colocó detrás de mí, y al levantar la caja, ella me abrazó por detrás, y me dijo

-Ayer le dije que le daría una sorpresa- y justo ahí, me agarró el paquete, y me dijo- Quiero ver este amiguito suyo…

Me quedé mudo y perplejo… dejé la caja y me di vuelta… al hacerlo, me volvió a abrazar, y me dijo:

-Desde hace varios meses que lo vi por aquí, me sentí atraída por usted… por eso me apresuré para ser la nueva secretaria.

Y diciéndome eso, me dio un beso en la mejilla, con algo de pena, pero con mucho de picardía… alcancé a decirle:

-¿Estás segura de lo que haces?

-Sí, así es- me respondió, y acto seguido, se desabrochó la falda, quedándose en un micro bikini que usaba, y me dijo- verdad que me veo bien?

– Claro que si… muy linda- le dije sintiendo que mi miembro se comenzaba a levantar.

Se dio vuelta, colocando su culito pegado a mí, y se movió eróticamente… luego, se quitó la blusa, mostrándome sus dos lindos senos, algo así como talla 36.

Colocada así, movió sus manos para quitarme el pantalón, y tocándome dijo:

-Que gorda es su cosa- y se dio vuelta comenzando a frotarse contra mi pene. Se quitó bikini y bra, y me dijo:

-Quiero que me toque como quiera, pero sin hacer más que eso…

Y claro, sabiendo que no tenía a la mano preservativos y pensando muchas cosas, accedí a hacerle caso… sus pezones estaban duros e inflamados de la pasión, y su vaginita, depilada, estaba ya muy húmeda… ella jugaba con mi miembro, dándome una tremenda masturbada que me hacía sentir las bolas a punto de explotar. Aunque el deseo era enorme, no consideré apropiado pasar a más… en un momento, se volvió a poner de espaldas a mí, y frotándome con sus redonditas y respingadas nalguitas, me pidió.

-Solo frótela, sin meterla… y si acaba en mis nalgas, no hay problema.

Así lo hice, mientras jugaba con su clítoris, y después de frotar su botoncito, me chupaba los dedos con su humedad, lo que la hizo gemir y decir.

-A partir de mañana, andaré preservativos, porque mi jefe me dará muchos gustitos como este…

Y, en el mismo momento que ella llegaba a un orgasmo que la hizo temblar, yo le bañe sus nalguitas con un chorro de semen caliente, del que ella tomó unas gotas, y lamiéndolas, dijo:

-Esto es muy sabroso…

Me dio otro beso, y recogiendo su ropa, salió sin decir nada al baño, regresando ya, como si nada.

Unos minutos más tarde, cerramos todo, salimos de la oficina, le dije que la llevaría hasta su casa. Me dijo que ella sufría de esos deseos, pero que sentía que conmigo podría darse esos gustitos, pero que seria nuestro secreto, asegurándole que sería como ella dijera.

En próximos relatos les compartiré más aventuras con esta secretaria tan especial.

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