Dice Hannibal Lecter en la película The Silent of the Lambs "Todos empezamos a desear lo que vemos continuamente" y precisamente fue lo que sucedió.
Siendo adolescente convivíamos mis hermanos y primos en una finca de mi padre en las afueras de Cuernavaca y con mi prima Lili me la pasaba todo el tiempo.
Era un bombón, cabello largo negro, 15 años, piernas largas con muslos gruesos, pantorrillas musculosas, tobillos anchos y unas nalgas paradas y anchas que quitaban el aliento.
Cada vez que hablaba conmigo acercaba sus labios a mi boca, sentia su aliento tibio tocar mi cara, siempre morí de ganas de besarla, sin embargo nunca me atreví.
Años después coincidimos en la universidad, ella derecho yo contaduría y obviamente con más edad y experiencia.
Se había convertido en una mujer elegante, con un porte impresionante, sus grandes ojos cafés y sus labios delgados hacían resaltar la nariz recta que le daba personalidad y belleza.
Mi hermana se graduaba de la prepa e invitó a todos los primos, todos fueron, yo con mi novia y Lili sola.
Fue una fiesta de graduación normal, baile, risas, diversión y todo estaba bien hasta que mi novia me dijo que tenía que llegar temprano a su casa, aunque le rogué no quiso quedarse y la tuve que llevar, pero me estaba divirtiendo tanto que regresé a la fiesta.
De regreso, mucho baile, mucho alcohol y cuando empezó la música suave Lili me dijo que fuéramos a bailar y claro que acepté, ya en la pista abrazados me platicaba de muchas cosas que ni me enteré porque como cuando adolecentes me hablaba acercando su boca a la mía, su aliento me envolvía pero la diferencia fue que, cuando vi que nadie de la familia estaba cerca, la tome fuerte del talle la apreté hacia mi y la besé, largo, profundo, delicadamente y cargado de sexualidad, saboreando su lengua y sus labios como se saborea ese postre largamente anhelado.
Y cuando creí que me iba a abofetear, ¡¡¡milagro!!! Ella respondió a mi beso con la misma intensidad y deseo. Así estuvimos toda la noche besándonos hasta que terminó la fiesta.
Nos estábamos despidiendo cuando su hermano, mi primo mayor pidió que la siguiéramos en mi casa porque no estaban mis padres y nos fuimos para allá.
Todos con copas seguimos bebiendo hasta que cada uno fue cayendo dormido en diferentes habitaciones hasta que solo quedamos Lili y yo, aprovechamos para besarnos muchas veces más y le avisé que solo quedaba una habitación disponible y la llevé allí dando por terminada la noche pero cuando estaba por irme me acerque para despedirme se sentó y me sentó en la cama y me beso, para seguirnos besando, nos recostamos y ella quedó sobre mi.
Por la posición ella estaba incomoda y al acomodarse subió sus caderas en mi y sintió una gran erección que tenía yo desde hacía rato y abrió los ojos con sorpresa pero en lugar de moverse se acomodó para que su sexo quedara sobre mi verga.
Al sentir esto comencé a besarle el cuello, a lamérselo, saboree el sudor del baile y olí ese olor inconfundible que las mujeres producen cuando están excitadas y la moví lentamente para poder besarla con libertad y seguir arrimándole el miembro.
Me comí sus labios y su lengua con desesperación y ella respondía con la misma intensidad, mis manos comenzaron a tocar sus pechos turgentes y le bajé el vestido strapless, ¡no uso brasier esa noche! y por primera vez admiré esos grandes pechos, firmes coronados por un par de pezones morenos, pequeños, parados y no pude mas y los lamí los succioné mientras Lili se retorcía de placer.
Comencé a acariciarla y metí mi mano por debajo de su falda y acaricié su coño sobre la pantie y me di cuenta que estaba muy mojada y con la otra mano bajé el cierre del vestido y se lo quité sin que ella protestara.
Los zapatos los habíamos dejado en la sala y me quité los calcetines, (una señora madura de la que aprendí muchísimo me dijo que no hay nada mas desagradable que ver a un hombre desnudo con calcetines), me quité también el pantalón y en los bóxer se veía la gran erección que me causaba tener a Lili casi desnuda en la cama.
Comencé a besarle los pies y fui subiendo a las pantorrillas, lamiendo, besando, mordiendo y cuando llegué a sus muslos abrí sus piernas, ella las cerró y apretó pero su excitación ya no le permitía detenerse y fue cediendo ante el embate de mis dientes y mi lengua que lamia sus piernas hasta llegar a su coño y lamia el pantie que olía y sabia a sus flujos deliciosos.
Cuando por fin fue separando sus muslos sus piernas temblaban de excitación, yo daba pequeñas mordidas con los dientes en la entrepierna, le mordí el coño sobre el pantie durante un rato para disfrutar sus gemidos, después comencé a lamer su abdomen, seguí subiendo y volví a lamer esos pechos que me volvían loco por su tamaño y su firmeza.
Le quité muy lentamente el pantie y al irlo bajando despacio vi su coño peludo sin ningún arreglo que brillaba a la luz tenue que se filtraba tímidamente desde la ventana del cuarto y lo acaricié dejando que mi dedo medio se introdujera un poco entre sus labios vaginales, lento, de arriba a abajo, desde el clítoris hasta el ano y besé su abdomen y cuando iba a comerme su coño ella me dijo:
-cógeme te quiero tener adentro, ya no aguanto
Hasta ese momento no habíamos dicho una sola palabra y al oír su voz al verla desnuda y recordar quien era me excité más de lo que estaba, mi erección creció y ella lo vio y solo lamió sus labios, me quite el bóxer y me acomodé entre sus piernas y con mi verga comencé un masaje a su clítoris que estaba empapado en sus flujos, recorría todo lo largo de su coño una y otra vez, me acerqué y empecé a meter la cabeza de mi verga y repentinamente me agarró las caderas y me detuvo:
-que estamos haciendo, somos primos, ¿y si me embarazas?
-nos casamos –le dije.
Hasta ese día pensé que era virgen y cuando aflojó las manos en signo de aceptación, mi verga se deslizó hasta el fondo, ella grito gimió y comenzamos e movernos rítmicamente al unísono en un desenfrenado y excitante mete-saca, ella me abrazaba con sus piernas y mordía mi hombro, gemía y me susurraba al oído “sigue, más, sigue, sigue, no pares, soy tuya, sigue”, así estábamos hasta que explotó en un orgasmo increíble, temblaba de pies a cabeza, lloraba, me mordía y no aflojaba el abrazo con sus piernas, le pregunté “¿estás bien?” y solo me dijo “estúpido” y otra vez empezó el vaivén, yo estaba listo para venirme, no aguantaba, los dos volvimos a gemir, ella a gritar y cuando me iba a salir, ella lo notó y abrazándome fuerte con los brazos y las piernas me dijo al oído “vente adentro”, fue un susurro cargado de erotismo, de degenere, de sexo y los dos explotamos en un orgasmo espectacular que duró mucho tiempo, yo llenándole el coño de semen y ella mojando las sabana en un squirt continuo, imparable, eterno.
Cuando los dos terminamos nos quedamos abrazados sin movernos, besándonos hasta que mi verga fue reduciendo su tamaño y terminó por salirse de ese coño que desee durante años.
Me recosté a su lado, ella se recostó sobre mi hombro y después de unos minutos me dijo “te tienes que ir porque si nos encuentran así nos matan”, así que me levanté y me fui a mi cuarto a dormir.