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Una mentira piadosa
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Tiempo de lectura: 5 minutos

No podía creerlo, como había llegado a esta situación? Estaba a punto de realizar un trío con dos completos desconocidos. Todo por mi obsceno deseo de ser penetrada por dos penes. De querer experimentar como es sentir que todas mis cavidades sean llenadas por los miembros de dos varones.

Hace un par de semanas había conocido a unos chicos en una app de citas, Marco y Joel. Al principio las charlas eran amenas y solo tratábamos temas triviales sobre nuestras vidas, pero poco a poco las conversaciones con ambos subirían de tono hasta el punto de enviarnos nudes.

Tengo que confesar que una de mis fantasías más ocultas era hacer un trío con dos hombres. Ya había hecho uno con un hombre y una mujer, cosa que había sido de lo más sencillo puesto que en la aplicación se podía encontrar a un montón de parejas buscando a otra fémina. Lo realmente complicado era encontrar a dos chicos bisexuales dispuestos a un trío o que una pareja buscara como tercer acompañante a un chico. Nunca había visto este tipo de perfil en la app. Yo no tenía pareja, y dudo que en caso de tener pudiera convencerlo de meter a otro macho en su guarida. Así que pensé que no me quedaba otra opción más que mentir, y está sería la oportunidad perfecta.

Primero me folle a cada uno por separado. La polla de Marco no parecía gran cosa al principio, hasta que después de unos cuantos besos y tocamientos, lleve la grata sorpresa de ver lo grande que era cuando esta se mantenía erecta. Por otro lado, la de Joel tenía una medida promedio, pero era bastante gruesa. Tan gruesa, que incluso me causo algo de daño al principio. Aunque luego esto se logró mejorar…

Las sensaciones habían sido placenteras en general y por las conversaciones que manteníamos parecían chicos bastante abiertos de mente, con ganas de experimentar nuevas alternativas en el sexo. Así que, era el momento idóneo para llevar a cabo mi plan.

Conseguí citarlos a ambos con unos minutos de diferencia en una habitación de un hotel de la zona. Tenía miedo de que llegaran a coincidir si les hubiera dicho la misma hora, por lo que me las tuve que ingeniar. Ellos solo tendrían que recoger una de las llaves en el mostrador de la entrada, mientras yo los esperaría dentro con mi lencería preparada y encima de la cama de aquel dormitorio.

Escuché el sonido del cerrojo, lo que significaba que mi primer invitado ya estaba aquí. Marco entró y se abalanzó sobre mí nada más entrar.

-Tendrás que esperar un poco más. Esta noche tengo una sorpresa para ti… -señalé yo.

-Espero que sea agradable -comento él con una sonrisa picarona.

Unos minutos después se volvía a escuchar la cerradura de la puerta. Joel se adentró en la estancia y con una cara completamente de asombro, se quedó observándonos fijamente tanto a Marco como a mí.

-Que está pasando aquí? -Dijo Joel, con un tono entre enfadado y asustado.

-Eso mismo me pregunto yo. -Contestó Marco.

Estaba claro que esta no era la mejor manera de proponerle un trío a alguien, pero no tenía otra opción. Intenté explicarles de la mejor forma posible cual era la fantasía que ansiaba por cumplir. Total daño no le estaba haciendo a nadie, puesto que ninguno de los dos quería nada serio y tenían libertad absoluta para irse si así lo prefiriesen.

Mientras hablaba, comencé a caminar alrededor de ellos. Ninguno de los dos me detuvo, por lo que entendí que ambos estaban de acuerdo con lo que estaba proponiendo. Desabroche la camisa de Joel y lo comencé a besar apasionadamente, acariciando su abdomen hasta llegar a su paquete me giré para centrarme ahora en Marco. Lo empecé a desnudar lentamente, a la vez que mi lengua recorría su torso. Bajando, me acerqué a su bragueta y una vez que su pene estaba totalmente al descubierto acerqué mi lengua a sus testículos. Él se estremecía mientras yo lamía sus huevos y con mucho cuidado chupe uno de ellos. Sabía que esa era una zona muy sensible y no quería hacerle daño, por lo que se los trate con cariño.

Al rato comencé a subir hacia la cabeza dando pequeños besos, cuando llegué a la cima recorrí la punta dando vueltas con mi lengua y la comencé a succionar con mi boca. Poco a poco iba abarcando más terreno succionando, hasta que casi pude cubrir completamente su pene con mi boca. El resto lo estimulaba con mis manos, ya que aún me faltaba práctica y no era capaz de meter todo su miembro en mi boca sin provocar una arcada. Joel, por su parte, se cansó de ser espectador y se abalanzó sobre mí trasero. Sin molestarse tan siquiera en sacar mi ropa interior, deslizó a un lado mi braguita y rozó su pene entre mis labios logrando estimular mi clítoris.

Tras empezar su participación, me resultó mucho más complicado felar el miembro del otro chico. Al principio sus envestidas eran lentas, pero a medida que se acercaba al orgasmo sus penetraciones eran más bruscas y yo era incapaz de mantener el ritmo. Así que, Marco agarró mi cabello para guiar mi cabeza mientras él también se aproximaba al clímax. Joel se corrió primero dentro de mi vagina, haciendo que me distrajera notando los azotes de su semen dentro de mi y no lograra apartarme cuando Marco llegó a culminar. Su semen recorría completamente mi boca, era abundante y espeso. No lo pensé demasiado y me lo tragué, él me observaba y no logré ver ningún signo de desagrado en su rostro. Al contrario, parecía que se había excitado de nuevo.

Tras un breve descanso, cambiamos posiciones. Esta vez, yo fui la que logré correrme primero. Un estridente gemido ahogo los jadeos de la habitación y no tuve más remedio que detenerme por unos segundos, para poder disfrutar el orgasmo vaginal que Marco me habría proporcionado.

-Crees que puedes seguir? -me preguntó Joel.

-Sí, solo dame unos minutos -respondí.

Marco sujetó mi cuerpo, acariciándome y besándome al mismo tiempo. Al rato que lograba recuperarme, me acosté en la postura de misionero sobre un cojín para estar cómoda y a la vez más accesible, y poder masturbar a Joel que estaba tumbado a mi lado (ya que me resultaba muy doloroso hacer dos mamadas una misma noche). Sus rudos gemidos eran cada vez más fuertes y yo también estaba cerca de llegar al que sería mi segundo orgasmo. No sé si fue por la excitación del momento, que solo logré gritar lo primero que se me había pasado a la mente:

-Joel, por favor, córrete en mi pecho.

Él se alzó y rápidamente note un líquido caliente sobre mi piel. Mi fetiche por los fluidos me obligó a recoger un poco con mi dedo y llevármelo a la boca. Era más dulce que el semen de Marco. Ojala él se hubiera corrido en mi boca, pensé…

Aún quedaba por cumplir mi última fantasía, por la cual inicié todo esto, probar "la doble penetración". Intentamos encontrar la mejor postura. Marco me abrazó por la espalda, mientras Joel me sujetaba por delante. No voy a mentir, en ese momento estaba totalmente aterrada, pero Joel logró tranquilizarme con sus palabras.

-Si en algún momento te sientes incómoda, te hacemos daño o simplemente te agobias, grita la palabra "rojo" y no dudaré en parar -aclaró Joel. 

Yo simplemente lo miré a los ojos y sonreí aliviada.

-Se que es la palabra más común, pero es la más útil- contestó devolviéndome la sonrisa.

-En mi también puedes confiar, no te preocupes -dijo Marco, besando mi cuello.

Marco empezó penetrándome por detrás, y aún con lubricante resultó algo doloroso para mí. En el momento que Joel me introduzco su pene, un quejido emanó de mi boca y mis uñas se clavaron en su cuerpo. No lo pude evitar, pero no grité la palabra de seguridad, no quería que se detuvieran. Ellos siguieron y poco a poco podía sentir el placer que se generaba al sentir la presión de los penes en la parte posterior de la pared de mi vagina. El dolor y el gozo se unían, y no era para nada desagradable. La fricción, el frotamiento de sus dos miembros producían una nueva y satisfactoria sensación dentro de mí, que jamás había experimentado antes. Esta cada vez se hacía más y más intensa, coronando en una gran convulsión que hizo estremecer todo mi cuerpo a la vez que las lágrimas brotaron de mis ojos. Mi espalda se arqueó, sintiendo ese inmenso placer durante varios segundos para que después mi cuerpo desfalleciera abruptamente en los brazos de esos dos chicos.

Los tres acabamos realmente agotados, y no era para menos, estaba claro que hacer un trio con dos chicos era mucho más duro que hacerlo con una chica y un chico. Hubiera sido mucho más fácil si hubieran interactuado entre ellos. Igual eso se podría convertir en una nueva fantasía para mí, disfrutar observando a dos hombres teniendo relaciones sexuales entre ellos…

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