Se me hacía raro el no tener a Pedro al lado en mi cama. Mientras mis padres disfrutaban de su “idílico” viaje de trabajo, él había permanecido conmigo todo el tiempo; acariciándonos, besándonos, follándonos… Vamos, una relación en toda regla. Sus padres al igual que los míos se pensaban que nos pasábamos jugando el día entero a videojuegos, jejejej, sí sí, a videojuegos; eso les decía por teléfono. Creo que lo único para que tocamos la tele fue para poner porno en pantalla grande y pajearnos y follarnos como dos chicos más de la orgía. Pero nada, todo lo bueno al final se acaba y aquí estaba yo, a la hora de cenar, tumbado en mi cama sólo, avergonzado y sin ganas de salir de mi habitación para no tener que hablar con mis padres. Nunca pensé que el día pudiera acabar de esa forma.
El día había comenzado como cualquiera de los que habíamos tenido esa semana, era por la mañana y como siempre estaba desayunando con Pedro, bueno, más bien dicho, estaba desayunando “de” Pedro. Ya era rutinario, un buen pirulo untado en miel y para acabar una dulce leche caliente y espesita para llenar un poco la panza. Es que ya ni nos lo preguntábamos; el que primero se despertara… a tragar se ha dicho. Era una auténtica delicia despertarse boca arriba con los orgasmos que me provocaba Pedro con su succión y su garganta profunda. Incluso uno de los días me desperté corriéndome, que por un instante hice el auto-reflejo de aguantarme como cuando tenía un sueño húmedo, pero aun así me salió todo descontroladamente en la garganta y cara de Pedro. Al final, con la tontería, acabé acostumbrándome y ahora, cuando tengo sueños húmedos, soy incapaz de controlarme; lo suelto todo. La de sábanas que habré puesto a lavar para eliminar el manchurrón mañanero.
Ya no quedaba habitación ni cama ni trozo de suelo donde no hubiésemos follado, incluso en el jardín de la parte frontal de la casa, que los árboles no llegaban a tapar del todo. Vamos, llega a asomarse por la ventana el vecino pajero de enfrente y nos pilla con el culo al aire. Hablando de culos al aire, os vais a reír, pero ya por casualidad, me puse a mirar mi casa con la aplicación google earth, que para los que no lo saben permite ver fotos por satélite de todo el mundo, y… ¿a que no adivináis qué se veía en mi jardín por satélite?, sí, así es, durante un año estuvo mi culo dando vueltas por google earth hasta que se decidieron a actualizar las fotos. Que puta casualidad. Si llego a jugar a la lotería, me toca seguro. Además, con todo detalle, no es que digas que se veía un manchurrón color marrón…. No, no, no, se me veía a mi claramente abierto de brazos y de piernas boca abajo y a Pedro con su cabeza en mi culo chupándomelo. Menos mal que tienen poca definición esas fotos porque llegan a ser 4k y me pillan incluso con los ojos bizcos de placer. Una locura. Mira que no soy de rezar, pero durante un año estuve pregando que a nadie le diese por mirar mi casa por google earth, pero bueno, al final todo esto se quedó en una anécdota.
Volviendo a la mañana del día trágico, me fui a cepillarme los dientes después de chupársela a Pedro. Al volver allí seguía él, en la cama, mirando mi móvil.
-¿Y este video?- me dijo girando la pantalla hacia mí.
Era el video del primer día, cuando aún no éramos nada más que vecinos. Ese día que escondí el móvil mientras nos duchábamos pensando que sería la última vez que tendría la oportunidad de ver a Pedro desnudo.
-Ejeeee, ¿no te lo había dicho?- Le dije avergonzado rascándome la cabeza.
-No me suena- Me contestó mirándome pícaramente- Pero me gusta. Pillaste un buen plano de mi culo.
-jajaja, eso intenté.
Entonces Pedro pasó el video accediendo a otro de mí masturbándome frente al espejo. Era una de las primeras veces que me pajeaba, poco después que pasase lo de los vestuarios justo antes de empezar el verano. A penas era de un minuto y en verdad era lo que duraba esas primeras veces.
-Mira esa carita de placer, seguro que es de tus primeras porque mira esa mano apresurada. Ahora te lo tomas más en calma- Decía Pedro burlándose e intentándome avergonzar.
-Anda, déjame tu móvil, que me extrañaría que no tuvieses de estos.- dije cogiéndoselo de la mesita de noche.
-Tranqui ¿Quieres que te muestre el primer video que me hice pajeándome?- dijo recuperando su móvil y poniéndolo.
Se veía los vestuario del campo de fútbol donde entrenaba Pedro y a él dejando el móvil en uno de los bancos, cogiendo jabón y pajeándose.
-Tío, ¿pero cuantos años tenías?- Le dije riéndome y viendo que claramente habían pasado algunos añitos de eso.
-Pues debe tener dos o tres años este video- me dijo.
-Pues amigo, dime qué comes, porque de lo que tenías a lo que tienes ahora… Jopé. Eso no daba ni para merendar y ahora tengo para hacerme una baguette.- Le dije riéndome.
-Pues mucha paja. Cuanto más se ejercita un músculo…
-Pues al ritmo con el que vamos nos va a tocar hacer la inversión de comprarnos un carrito con ruedines en el que descansar el amigo- Le contesté claramente exagerando entre risas.
Aun habiendo pasado tanto tiempo, en el video ya se le veían esas nalgas respingonas que tanto placer me habían dado y esos dientes con brackets que ahora le hacían lucir una sonrisa perfecta.
-¿Y ahora qué? ¿Dónde quieres que follemos hoy?- Le pregunté apartando el móvil de su vista.
– ¿Folleteo en la piscina bajo el agua?
– No tío, que luego tengo irritado el culo todo el día.
-¿Un poco de fisting?
-Bueno, si te dejas… La última vez me dijiste que cambiaríamos los papeles y aún sigo esperando.
-Bueno… Si quieres esta vez pongo yo el culo y tú la mano, pero deberás ser paciente. No es fácil meter un puño entero.
-No te preocupes cariño. Tu marcarás los ritmos.- Le dije besando su frente y frotándome las manos para darle un poco de miedo y bromeando.
-Pero esto ya por la tarde. Ahora vayamos a pasear y a comer por allí.
No muy convencido acepté salir, porque hacía ya varios días que no pisaba la calle. Llamamos a unos amigos y compañeros míos de entreno de waterpolo y compis de futbol de Pedro para socializar un poco y divertirnos por allí. Fuimos a la playa a jugar a voleibol (equipo de waterpolo contra los futbolistas). Les pegamos una paliza… Nadamos un rato y finalmente fuimos a comer a uno de los restaurantes de por allí (a un lugar donde sirven hamburguesas y que comparte el mismo nombre que el pato de Disney). Nos lo pasamos tan bien que el tiempo nos pasó volando y ya era hora de volver. Nos despedimos de todos y nos subimos en la bicicleta (pedro y yo en la misma) yo sentado en el sillín y pedro de pie sobre los pedales.
A medio camino, cuando pasábamos por una calle vacía, moví mis manos de la cintura de pedro a su paquete agarrándolo fuerte y diciéndole…
-Ahora vas a ser mío
Se le puso dura, pero continuó pedaleando ya que su camiseta playera le tapaba el bulto y no le preocupaba que le pudiesen ver.
Llegamos a casa donde dejamos la bicicleta y nada más atravesar el portal y cerrar la puerta nos despojamos de la ropa y empezamos a besarnos.
-¿Estás listo Pedro?- Le dije levantando una ceja. – ¿Listo para convertirte en la rana Gustavo?
-Anda, ¿me estas llamando rana?
-Sí, pero si te beso te convertirás en príncipe-
-Venga, prefiero que me metas el brazo entero antes que escuchar más cursiladas.
-No te preocupes amigo. Ahora mismito… ¿Cuál prefieres? – Le contesté riéndome mostrándole los dos puños
Entonces fue cuando Pedro salió corriendo despavorido buscando que fuese tras él.
-No huyas ranita.- Le dije corriendo tras él por la cocina y el salón.
Corrimos por todo el salón hasta que Pedro se tiró en plancha boca abajo sobre el sofá.
-Vale, vale. Me rindo. Pero trátame bien.- Me dijo
-Yo nunca te trataría mal- le contesté tirándome sobre él y diciéndoselo al oído acompañado de un beso en la nuca.
Fue en ese momento cuando seguí besándolo por la espalda bajando poco a poco hasta su culo. Cuando llegué al agujero, empecé a lamerlo y degustarlo poco a poco.
-mmmm. Ranita, estas saladita.
-No se si nos deberíamos haber duchado antes- Contestó él
-Luego ya nos duchamos juntitos. Ahora vamos a la acción.
Me levanté, fui directo a la habitación y saqué el lubricante. Volví al salón donde seguía tumbado Pedro y después de lubricar su culo empecé a meter un dedo poco a poco metiéndolo lo máximo posible y con un vaivén constante. Pedro parecía más tenso de lo normal, pero en apenas unos minutos de empezar se relajó ejerciendo menos presión anal.
Meter el segundo dedo no supuso ningún problema ya que los dos se introdujeron fácilmente e imbatibles abriendo ese orificio. Pedro suspiraba al ritmo del vaivén de mi mano, pero fue al meter el tercer dedo cuando realmente empezó a gemir.
Antes de meter el cuarto le hice girarse bocarriba para ver su cara de placer con sus mejillas rojas y pene medio erecto. Una vez empecé a meter la mano sin incluir el pulgar veía su expresión tornándose a una expresión de dolor. Cada milímetro que iba entrando le provocaba un espasmo de dolor. Fue entonces cuando me tome un buen tiempo lubricando y dilatando poco a poco con un movimiento de mete-saca rotando la muñeca en ese ano apretadito, intentado que le doliese lo menos posible.
Finalmente, sin decirle nada a Pedro fui metiendo el último de los dedos con delicadeza hasta que mis nudillos sobrepasaron el orificio. Fue entonces cuando empecé a notar que su culo me succionaba la mano haciendo que ella misma se introdujese toda hasta la muñeca. Pedro gemía y lloraba como un crío.
-Ya está, Ya está dentro.- Le dije consolándolo y empezando de nuevo el vaivén tras unos segundos de respiro.
-Duele mucho.- Me dijo
-Relájate. En unos segundos dejarás de sentirlo.
-Ve despacio Fran.
En apenas unos minutos Pedro se calmó y dejó de dolerle. Mientras yo seguía metiendo más el puño poco a poco hasta que me llegó al codo. Veía mi mano moviéndose en su barriga.
-Mira Pedro. Tienes un alien, le dije empujando mi mano ligeramente hacia afuera para que se marcase en su barriga y provocándole un poco de dolor.
-AAAA no hagas eso.- Me dijo quejándose e intentándose no reír.
Poco después saque todo el brazo de su interior de golpe para ver su culo abierto. Pedro pegó un chillido de dolor. Pero yo conseguí mi objetivo, veía su interior sin necesidad de abrirlo. Era espectacular.
-Venga, ¿a qué estas esperando?- Me dijo aun dolorido.- Fóllame hasta el fondo.
No me lo pensé dos veces. Coloqué a Pedro de lado en el sofá con una pierna estirada y otra levantada y le metí el pene todo lo hondo que pude de golpe. No encontré ningún impedimento, se deslizó de la punta a la base como el que corta mantequilla.
Pedro pegó un gemido grave y con mucho aire pero sin ninguna señal de dolor.
-Follame duro Fran.- Me dijo muy excitado
Le pegaba tales nalgadas duras y secas que mis huevos rebotaban contra su pierna. Se la metía y sacaba a una velocidad inhumana. Hasta me dolía la cadera.
Cuando ya me ardía la punta del pene y él mostraba síntomas de necesitar un descanso fue cuando decidimos besarnos unos segundos y cambiar de posición a 4. De nuevo se la metí de golpe.
-Por Dios, como te entra ranita. Cuanto más te doy más rápido se desliza.
Pedro él no podía decir nada. Gemía descontroladamente.
Le cogí su pene y empecé a pajearle sin parar de taladrarle el culo. De un momento a otro sentí que su respiración se aceleraba, que sus gemidos eran más fuertes y de un momento a otro noté como mi mano se mojaba y resbalaba más.
-¿Te has corrido ranita?
Oí un “sí”, flojo, aireado y cansado.
-Tranquilo. Ahora acabo.-Le dije continuando penetrándole hasta que empecé a sentir ese cosquilleo.
-Me voy a correr Pedro dentro.- Dije gimiendo.
Fue entonces cuando de golpe se abrió la puerta de la calle y entraron mis padres por el portal. Mi primera reacción fue sacar rápidamente mi polla del culo de Pedro mientras él pillaba un cojín con el que taparse. Puse mis manos en mi pene para tapar, pero la corrida era irreversible ya no podía pararla; me corrí en mis manos goteando en el suelo mientras mis padres me miraban desde el portal. La escena se quedó congelada. Mis padres no decían nada ni se movían y nosotros más de lo mismo. Sólo se oía el goteo de mi semen en golpeando el suelo. El primero en romper el stop temporal fue Pedro que lentamente se desplazó hasta el portal donde estaba su ropa recogiéndola sin dejar de taparse con el cojín y sin dar la espalda para que no se le viese el culo.
-Bueno, yo me voy.- Dijo saliendo por la puerta aun desnudo, avergonzado, mientras mis padres lo miraban y mi padre cerraba la puerta tras él.
Me quedé sólo frente al peligro. No sabía que hacer o qué decir, así que mi madre dio el primer paso mandándome a mi habitación sin hacer ningún otro comentario.
Y aquí estaba, toda la tarde sentadito en la cama, bloqueado, asustado, avergonzado…
-Fran baja a cenar- Me dijo mi madre desde el piso de abajo.
La primera impresión al bajar las escaleras era de simple normalidad, pero al sentarme a la mesa empezó el interrogatorio.
-Fran no te estamos recriminando nada que hayas hecho o algo que eres o que te puedas sentir, pero queremos hablarlo contigo porque es nuestra obligación como padres.- Me dijo mi madre seria pero con seguridad.
-Vale.- Contesté asustado
-¿Por qué hacías eso con Pedro?
-Porque nos gusta hacerlo. Es lo que hace todo el mundo.
-No hijo. No es lo que hace todo el mundo.- Dijo mi padre claramente enfadado mientras mi madre lo pellizcaba y le ponía caras.
– ¿Y quien te lo ha enseñado? ¿Alguien te ha obligado a hacerlo?
-Mamaaaa- le dije claramente evitando esas preguntas- Nadie me ha violado si es lo que preguntas. Sólo estábamos divirtiéndonos.
-Sabes que nos lo puedes contar si pasa algo.
-No mamá, no pasa ni ha pasado nada.
-¿Y por qué con Pedro? ¿Te gusta Pedro?
– Claro que me gusta.
-Los chicos como vosotros estáis en la época de experimentar. Nos pasa a todos, pero luego cambia y nos avergonzamos de lo que podamos haber hecho.
-Mamá yo no me avergüenzo de nada de esto. Sé lo que hemos hecho y no me avergüenzo.
– ¿Y te gustan otros chicos o sólo él?- Me preguntó con cautela
-Sí, creo que sí, me gustan otros chicos. No es algo que piense sino que me pasa. Creo que soy Gay- Contesté con la misma cautela mirando con timidez a mi madre y la cara de mi padre que claramente parecía como si le estuviese clavando un cuchillo en la barriga.
Fue la primera vez que lo dije y creo recordar que fue la más dura, ya que después de eso volvió un silencio incómodo hasta que mi padre estalló.
-Así que eres gay, un maricón de los que se restriega con otros tíos. Pues yo te digo que no. Mi hijo es un tío normal, un macho, no una nena. Y ya te digo, a Pedro no le vuelves a ver el pelo. Mañana hablaré con sus padres.- Dijo claramente soltando todas las perlitas posibles mientras mi madre se rompía a llorar.
Fue entonces cuando fui más maduro de lo que nunca he sido. Me levanté de la mesa y serio pero con los ojos llorosos y la voz temblorosa le dije…
-Sí papa, soy un tío normal y un macho, pero me siguen gustando los tíos y eso no me hace menos hombre. Cuando lo sepas entender, tú también serás normal. Y Pedro no ha hecho nada más que quererme; cuando verdaderamente lo hagas tú entenderás cómo soy- me levanté de la mesa y me fui a dormir sin cenar. Bueno “dormir”.
Mis padres estuvieron discutiendo a gritos hasta las tantas sobre el tema y en ese momento no sabía que me deparaba el futuro, pero la cosa no pintaba bien.
Al día siguiente, con la cosa más en frio fue cuando conversamos más calmados. Mi padre se disculpó por los comentarios, aunque un poco reticente a aceptar lo que era. Y mi madre, intentándome dar afecto y cariño para lo que estaba por venir. Fue entonces cuando me dijeron algo que iba a cambiar toda mi vida hasta el momento.
TO BE CONTINUED…
Relatos anteriores:
2-Una juventud madura (II): Más allá del conocimiento
3-Una juventud madura (III): La mejor mañana para despertar
4-Una juventud madura (IV): Pasión de venganza
5-Una juventud madura (V): Ojos que solo ven lo que el corazón siente
6-Una juventud madura (VI): Campamento de verano 1
7-Una juventud madura (VII): Campamento de verano 2
8-Una juventud madura (VIII): Fin del campamento
9-Una juventud madura (IX): Carne que crece no puede estar si no mece
10-Una juventud madura (X): Pedro me enseña su guarida secreta