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Una joven de 18 años paga viaje de Uber con otra cosa
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Tiempo de lectura: 6 minutos

No diré mi nombre. Soy un hombre casado de 32 años. Llevo trabajando para Uber 4 años y en este trabajo me ha tocado de todo, pero el día de hoy contaré la historia más rica que me tocó vivir en todos mis años en esta aplicación.

Durante un día de verano, subí a eso de las 6 de la tarde a una joven de 18 años. Desde el momento en el que me paré a lado de ella para recogerla admiré lo deliciosa que estaba. Llevaba un pantalón de mezclilla azul, no se veía nalgona, de hecho, noté que era de pompis pequeñas. Se veía que estaba tetoncita, de aproximadamente talla 38B. En la parte de arriba usaba una blusa de tirantes negra que le dejaba ver una rica rayita divisora de las tetas de aproximadamente 3 cm, de esos escotes que se marcan bien deliciosos cuando los ves desde arriba. Su blusa la acompañaba con un suéter super ligero gris que usaba para protegerse del sol. En su cara usaba un labial rojo bastante sabroso y unos lentes de sol como los de los pilotos.

Desde el momento en que se subió fue toda una tentación para mí. Repito que estaba casado, pero no podía evitar tratar de sacarle plática mientras la llevaba a su destino. Esto es algo que hacía siempre que se subía una delicia a mi auto; aunque yo sabía que nunca se haría nada, me estimulaba el hacerme a la idea de que algún día se me haría algo con una de mis pasajeras.

Para mi suerte, este día fue diferente. Pasados la mitad del recorrido, ella comenzó a decirme apenada que no tenía dinero, que se lo había gastado en la salida con sus amigas y que si se lo podía perdonar. En mi mente retorcida, vi esto como una oportunidad única en la vida, así que obviamente le hice la mítica pregunta de “¿Y cómo me lo vas a pagar?” a lo que ella respondía haciéndose la santita diciendo “no sé… tú dime como”.

Me esperé hasta estar cerca de su casa y terminé el viaje, luego, me desvié a un estacionamiento que quedaba en un centro comercial que quedaba cerca. Busqué el lugar más escondido: en un rincón. Detuve el auto, la volteé a ver y le dije “Pásate para adelante”. Ella se bajó del carro y se pasó al asiento delantero. No podía creer que esto estaba basando.

-Como fueron 232 pesos, el beso debe durar 2 minutos- Dijo en tono burlón.

-Lo que tú digas ricurita- Respondí bastante excitado.

La tomé suavemente de la nuca con mi mano derecha, asegurándome de sentir su liso cabello mientras lo hacía; Y puse mi mano izquierda en su hombro derecho, metiéndola por debajo de su suéter para sentir su joven piel y jugar un poco con el tirante de su blusa.

La acerqué hacia mí lentamente, los dos cerramos los ojos, abrimos las bocas y con mis labios abracé su labio superior, estirándolo poquito en un beso que duró a lo mucho 2 segundos, pero fue tiempo suficiente para sentir su rica juventud en mí.

-Pero pon el cronómetro- Me dijo en tono burlón.

Saqué rápidamente mi celular y puse el temporizador exactamente en los 2 minutos con 32 segundos que acordamos. Puse el celular en su soporte y devolví mis manos a la posición antes mencionada.

Nos comenzamos a besuquear, sus besos eran tan suaves, tan ricos. Sus labios se sentían exquisitos, como un verdadero fruto prohibido. En este momento, no pensaba en otra cosa más que en mi joven amante de 18 años; tan inexperta, adentrándose apenas en la vida adulta, sentada aquí, en mi auto, besuqueándose con un hombre 14 años mayor que ella.

Entre besos, también me puse a pensar en su familia. Yo no tengo hijas, pero trataba de imaginarme al papá en su casa esperando a que su hija llegue, sin saber que “la niña de papi” se anda besuqueando con el conductor del Uber sólo para no pagarle. Si al llegar a su casa veo a su padre de lejos, no sé si pueda verlo sin pensar “Me acabo de besuquear bien rico a tu hija”.

Los besos fueron subiendo poco a poco de intensidad. Comenzamos a besarnos más rápido, con mayor pasión que antes. Yo sentía como ella pegaba más y más mi cabeza contra la suya, mientras yo hacía lo mismo con mi mano derecha en su nuca. Entre tanto beso, comencé a sentir su lengua chocando contra mis labios. Sabía perfectamente lo que ella quería y yo también lo anhelaba. Abrí de más mi boca y asomé poquito mi lengua, la cual chocó con la de ella.

En el siguiente beso, lo hice de nuevo, esta vez haciendo un rápido movimiento de abajo hacia arriba con mi lengua para lamérsela. Sentí tan rico cuando mi lengua lamió la punta de la suya. Para el tercer beso, los dos hicimos el movimiento y nuestras lenguas se frotaron bien rico en una fracción de segundo. En el cuarto beso, abrimos más nuestras bocas y nuestras lenguas chocaron como si fueran dos carros yendo a máxima velocidad, hicimos unos cuantos círculos con las lenguas para enredarlas rico antes de cerrar los labios y terminar con este beso tan fogoso.

Para este punto, nos estábamos besuqueando bien rico de lengua. No sabía lo mucho que me hacía falta un beso de lengua hasta ese día. Era tan rico, sentir su lengüita rica y suavecita enredarse tan apasionadamente con la mía, mientras nuestros labios tronaban bien rico con cada beso que nos dábamos. Entre tanto beso, comencé a bajar mi mano izquierda por su pecho hasta que mi dedo índice llegó a ese rico escote de 3 cm que se asomaba por su blusa.

Deslicé mi dedo por la deliciosa rayita de sus tetas hasta llegar a la blusa, abrí mi mano lo más que pude y le di un buen apretón a su teta derecha mientras nuestras lenguas se enredaban bien rico. Esto ocasionó que ella soltara una pequeña risa, por lo que se despegó del beso un segundo. Yo creí que me quitaría la mano de su pecho, pero solamente tomó aire y me siguió besuqueando, mientras yo obviamente le seguía apretando su rica teta con cada lengüetazo que nos dábamos.

De lo rico que sentía su teta, deslicé mi mano por debajo de su suéter para bajárselo por debajo del hombro y sentir su brazo, gesto al que ella respondió sacando el brazo del suéter, para después hacer lo mismo con el brazo derecho y ahora estar únicamente con su rica blusa de tirantes, mientras yo aprovechaba para ahora manosearle los ricos brazos que tenía.

No pudimos contener la pasión, nos estábamos besuqueando de lengua con tanta intensidad que ignoramos por completo cuando el cronómetro del celular terminó, Nuestros besos y manoseos escalaron tanto que al final nos terminamos yendo a los asientos traseros de mi auto y… me la terminé cogiendo.

Me era increíble pensar en lo que acababa de hacer. Yo, un hombre de 32 años cogiéndose a una joven de 18 recién salida de la adolescencia. Una joven cuyos padres la esperaban en casa sin saber que estaba siendo cogida por el conductor de su Uber.

Cuando nos metimos en los asientos de atrás nos seguimos besando. Yo le quité primero su rica blusa de tirantes, dejando ver su delicioso cuerpo tan suave y rico. Luego le quité el sostén y cayeron sus sabrosas tetas que me comí con mucha pasión, antes de quitarle su pantalón y terminar por medio acostarla, terminando con su cabeza y hombros apoyados en la puerta, mientras que su cuerpo yacía acostado recorriendo todo el asiento trasero de mi auto. Como sus piernas ya no cabían, las flexionó y traté de acomodárselas en los reposa-cabezas de los asientos tratando de que quedaran lo más abiertas posibles.

Admiré su cuerpecito desnudo; sus ricas tetas, su ombligo delicioso, su panochita cerradita y limpiecita. La tomé suavemente de las caderas y a como pude me la cogí bien rico. A pesar del poco espacio que teníamos me di un buen festín con el cogidón delicioso que le di. Sólo escuchaba sus ricos gemidos mientras sentía como se movía el auto. Miraba su cara; con sus ojos cerrados y su boca bien abierta soltando unos gemidos de ensueño, luego veía como sus tetas rebotaban bien sabroso y como su ombligo se flexionaba con cada cogida que le daba. Aunque no me lo decía tal cuál, sabía por su forma de gemir, de moverse que estaba disfrutando bastante con la cogidota que le estaba dando.

Durante la cogida, escuchamos como su celular sonaba, traté de asomarme al asiento delantero ya que ahí lo había dejado y alcancé a leer que eran mensajes de su papá. Ella me preguntó de quién eran y le dije que de él, luego le pedí que respondiera, pero ella me dijo que no, que nos olvidáramos de eso. En ese momento hice caso y lo ignoré por completo, pero ahora pienso en retrospectiva y me calienta pensar que al mismo tiempo que su papá sostenía su celular para escribirle a su hija, yo me la estaba cogiendo y él ni en cuenta. Pobre señor, imagínate estarle mandando mensajes a tu hija para conocer por donde viene, sin saber que mientras escribes en tu celular, a tu hija le andan dando una buena cogida.

Después de una larga y deliciosa cogida, terminé viniéndome en su abdomen. Sentí bien rico echándole toda la leche en su deliciosa pancita y su ombliguito rico. Nos sentamos y nos volvimos a dar un rico beso de lengua, esta vez completamente desnudos. Aproveché para manosearle toda la espalda y un poquito las pompis durante este beso, no quería dejarla ir, no quería que mi amante de 18 años se fuera.

Nos comenzamos a vestir mientras nos seguíamos manoseando y besuqueando. Estiré mi mano para alcanzarle su celular. Lo primero que hizo fue darme 5 estrellas y luego le respondió los mensajes a su papá mientras yo le besaba el cuello. En este momento, me acordé de como se veía hacía una hora, cuando la recogí, en lo que pensé cuando la vi por primera vez y a la vez me decía "¿En serio me la cogí?", no podía creer lo que acababa de pasar.

La llevé a su casa y nos despedimos. como si nada hubiera pasado; me quedé esperando unos segundos a que entrara a su casa y después me fui. No vi a su papá, aunque la verdad, me habría gustado decirle desde la comodidad de mi auto “Me cogí a tu hija” sin que él me pudiera escuchar. Yo guardé su número y unos días después le escribí, tratando de acordar otro rico encuentro con ella.

Al principio, la veía dispuesta a hacerlo, pero después cambió de parecer y me dijo que lo que habíamos hecho estuvo mal, que no debió ser y básicamente arrepintiéndose, diciendo que todo fue un error. Yo no insistí más, simplemente me causó gracia que ella se hiciera la santa al final pero no me importó, por más que ella quisiera hacerse la desentendida y pensar que nada pasó, la rica cogidota que le di en la parte trasera de mi auto nadie se la va a quitar. Ahora, estoy seguro que cada que se suba a un Uber, ya sea sola, con amigas, familia o algún futuro novio que tenga, se acordará del día que cogió bien rico con un conductor de Uber.

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