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Una historia de sexo (II): Un trío inesperado
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Tiempo de lectura: 9 minutos

Dos días después de aquella tardes deliciosa con Virginia me llamó para volvernos a ver y al día siguiente y al otro y así empezamos a quedar de forma habitual para tomar unas cervezas después del trabajo. Me presentó a sus amigos con los que íbamos a cenar, al cine o al teatro y después siempre acabábamos en la cama, eso era cuando Virginia no tenía turnos de noche, porque entonces se pasaba a las 7 de la mañana con unos churros, un ramo de rosas y se metía dentro de mi cama para follarme, habían pasado dos meses y ya prácticamente vivía en mi casa, de hecho le tuve que dejar parte de mi armario para su ropa, parecíamos… éramos de hecho una pareja o por lo menos yo lo veía así.

Virginia era una mujer verdaderamente enigmática, tenía mucha personalidad, era muy liberal en todo gracias a su familia como siempre me recordaba, era divertida, alegre, cariñosa y guapa, tremendamente guapa, aparte tenía ese punto de locura que realmente me volvía loca, nunca llegué a pensar que me masturbaría con otra mujer en unos probadores de unos grandes almacenes, o que en el cine de repente me subiera la falda, me quitara las bragas y lamiera mi sexo hasta incluso llegar a correrme teniendo que taparme la boca para impedir que mis gemidos salieran al exterior, dejando el asiento del cine mojado de mis flujos, o que en un portal cualquiera de la calle de camino a casa desplegáramos toda la lujuria acumulada de la noche para terminar cogiendo un taxi, calentado al pobre taxista cuando me empezaba a meterme mano, subiendo por el ascensor mientras nos quitábamos la ropa y llegar de milagro vestida a casa.

Para cuando cerraba la puerta estábamos ya desnudas y tiradas en el suelo besándonos, recorriendo nuestros cuerpos con caricias, frotándonos y terminando en sendos orgasmos en la cama, al día siguiente alguna que otra prenda interior habíamos perdido por el camino olvidado en el ascensor y por las mañanas al bajar la encontrábamos tirada en el suelo.

– Es tuya o es mía. Me decía Virginia muy seria mirándome a los ojos antes de empezar a reírnos a carcajada limpia.

Estaba loca y yo más por seguirla en todas sus locuras, un día me convenció y empezamos a ir a correr por el retiro cuando el sol ya se acostaba, me sorprendió ver tanta gente corriendo, estábamos a finales de septiembre y había mucha gente haciendo deporte a esas horas, empezamos a correr con un grupo de chicos, dos de ellos se fijaron en nosotras, se notaba que hacían deporte de forma habitual, con unos cuerpos de infarto, me había fijado en uno de ellos, era guapo, simpático, atento, quizás un poco tímido, el otro sin embargo muy lanzado llegando a ser antipático con sus insinuaciones.

Antonio era el tímido y Jesús el lanzado como les empezó a llamar Virginia, el tímido y el lanzado solía decir, Jesús nos hacía continuos comentarios como “venga chicas, dos vueltas más” “vamos a mover esos culitos” luego otros más subidos de tono haciendo mención a nuestros pechos y a más partes de nuestros cuerpos, sin embargo Antonio siempre muy respetuoso y queriendo ayudar pero también ligar todo sea dicho. Virginia se empezó a cansar de Jesús de que la llamara culona, era algo que no soportaba y del "vamos a ver como botan esas tetitas" ni te cuento como la enfurecía pero sobre todo de un comentario que nos hacía todos los días nada más vernos mientras clavaba sus ojos en nuestros coños, era un comentario realmente soez y de mal gusto, "que otra vez vais a dar de comer a vuestro chochito, porque se está comiendo vuestras braguitas", así de esa manera fueron pasaron los días y al ver que no le hacíamos ni caso, empezó a meterse con nosotras de otras formas siempre intentando rebajarnos y por ahí Virginia ya no paso, empezó a meterse con él dándole de su propia medicina, aunque Antonio el pobre hombre también salió escaldado sin comerlo ni beberlo, se metía con ellos con su forma de correr de marchitos cuando pasan junto a unas chicas, cuando no era más que un pato mareado y otras lindezas bastantes más fuertes, quizá ese fue el detonante final a lo que sucedió más tarde.

Virginia les había dado pie a los dos para que subieran más el tono de sus comentarios, algunos graciosos como los que empezó hacer Antonio y otros realmente ofensivos como los de Jesús, a mí me empezó a dar vergüenza y me pare un rato haciendo unos estiramientos y Antonio queriendo escapar de aquella guerra me acompaño, Virginia siguió corriendo y ahora sus comentarios empezaron a ser incluso con tono casi agresivo con Jesús, en la siguiente vuelta cuando volvió a pasar este ya no estaba, le pregunte a Virginia que donde lo había enterrado y no me contesto, estaba realmente furiosa, al final Jesús simplemente dejo de venir a correr, me acuerdo que pregunte a Antonio por él y no me supo que decir, tampoco se conocía mucho y así desde ese día solo corrimos con Antonio.

Un día serían las nueve y media de la noche cuando paramos en una zona muy apartada de parque en el interior, me senté para descansar y beber un poco de agua, Antonio y Virginia estaban compitiendo a ver quien se estiraba más y mejor el cuerpo, veía como Antonio le cogía de la cintura para ayudarla y Virginia se arrimaba frotado su culo contra él, Antonio se apartaba y esta se reía, yo empezaba a ser testigo de una nueva locura de Virginia, ahora ella le ayudaba a estirar y llegaba casi a tocarle los huevos, Antonio se apartaba nuevamente pero se le empezó a notar su erección, Virginia se arrimó nuevamente a él frotando su culo sobre el pene ya empalmado por completo, Antonio ya no se separaba, le veía disfrutar de aquello, sorprendido pero disfrutando, se le veía tremendamente excitado y al final se abalanzó contra Virginia estrujándole los pechos con fuerza mientras le daba empujaba su pene contra el culo de Virginia con fuerza, esta empezó a gemir como una perra rozando su culo con el bulto impresionante que tenía Antonio entre las piernas.

Yo les miraba un poco cohibida, sabía cómo era ella y aunque me importaba sabía que solo eran los juegos a los que ya me estaba acostumbrando, juegos que luego quedaba en nada, le gustaba hacerlo para mosquearme un poco pero sobre todo, para calentarme y más tarde follarme apasionadamente en casa. Pero aquel día se nos fue de las manos, más bien se le fue de las manos a Virginia, aunque yo fui parte importante fue ella la que empezó a calentar al pobre hombre que ahora quería más y más cuando Virginia se acercó al banco donde yo estaba mirándoles, empezó a besarme a tocarme los pechos mientras le miraba lascivamente, Antonio nos miraba, estaba tan caliente que se sacó la polla y empezó a meneársela delante de nosotras y eso fue con lo que Virginia no contaba.

La zona del parque donde estamos estaba un poco alejada de las rutas habituales, aunque oíamos perfectamente como la gente seguía pasando cerca de nosotras, ese morbo que alguien nos viera, nuestros besos, nuestras caricias y ver a Antonio tocando aquella enorme polla, masturbarse delante de nosotras nos excitó más de cuenta, nos acariciábamos y besamos sin parar, mirándole de reojo las dos, esperando a que se decidiera al final y saltara sobre nosotras, empecé a meter los dedos por debajo de la maya de Virginia, estaba ya muy húmeda, la notaba muy excitada, más de lo normal, empezó a gemir y apartándome me bajo la maya por debajo del culo, se agachó y me empezó a lamer mi sexo, Antonio por fin se acercó a mí por detrás y frotando su polla en mi culo me levanto el top dejando mis pechos al aire, los acariciaba, pellizcando mis pezones que se empezaban a hincharse.

Notaba como su polla atravesaba mi cuerpo sin metérmela, desde el culo hasta mi coño, Virginia le chupaba el capullo, el roce de su polla me estaba volviendo loca, estaba tremendamente mojada, eche el cuerpo para atrás, mis pechos estaban cubiertos por sus manos, girando mi cabeza buscaba sus labios para besarle mientras daba pequeños gemidos, Virginia me quito por completo la maya dejándome desnuda, los dos me acariciaban sin parar, sus manos recorrían suavemente mi cuerpo, abrí mis piernas y Antonio dirigió su pene hasta mi vagina introduciendo solo el glande, apretando mis pechos desde atrás y con un buen empujón su polla se metió muy dentro de mí, no pude impedir que un grito de placer envolviera el lugar, me empezó a follar allí mismo, y mis gemidos ya no cesaron, Virginia me chupaba el clítoris por delante, Antonio se movía una y otra vez, sus penetraciones cada vez más profundas y al cabo de un rato empecé a gritar como una loca, mis gemidos y mis gritos se oían en el parque entero sin que yo le pusiera ningún remedio, el orgasmo fue tan intenso que mis flujos envolvieron su pene, mientras Virginia bebía de ellos.

Ni los gemidos, ni los gritos que hacía poco había estado emitiendo y a pesar de estar en el parque rodeado de gente que iba y venía pudo con nuestra lujuria, parecía no importarnos nada, Antonio se acercó a Virginia y de un tirón le bajo y quito por completo las mayas, Virginia me abrazo besándome, me dijo "has disfrutado como zorrita, esto es un regalo que te hago hoy" me sentó en el banco abriéndome bien de piernas para meter su cabeza y lamer toda mi corrida, Antonio la puso con el culo en pompa y la penetro hasta el fondo, gemía con su cabeza metida entre mis piernas, lamiéndome mis labios, mi clítoris, Antonio no paraba de empujarla metiendo su polla aún más al fondo, cada vez que la penetración era muy profunda Virginia paraba de lamer y me miraba con cara de placer, diferentes espasmos atravesaban su cuerpo, se estaba corriendo a la vez que Juan que había aumentado el ritmo, sacándola justo cuando se corrió, su leche salió disparada por encima de la espalda de Virginia, impactando en mi cara.

Antonio estaba feliz, no era para menos nos había follado a las dos, los tres nos miramos y empezamos a reír, habíamos montado una pequeña orgía dentro del parque y lo raro que nadie nos dijo nada por qué vernos seguro que alguien nos vio pero sobre todo nos oyó.

Minutos después nos vestimos y quedamos en tomar una copa de vino ya en mi casa, me fui a dar una ducha para estar más cómoda, para cuando llegue Virginia estaba tonteando otra vez con Antonio hasta que la envié a ducharse llamándome aguafiestas, me quede con Antonio que ya estaba otra vez cachondo y se acercaba a mí con la intención de besarme, me resistía pero la verdad que me apetecía follar otra vez con él, pero ahora más tranquila y más cómoda, así que claudique ante él me levante del sofá y cogiéndole de la mano suavemente le invite a mi cama, empezamos a besarnos lentamente, recorriendo mis labios con cariño, nos abrazábamos, me besaba el cuello por detrás de mis orejas causándome escalofríos, me había entregado por completo a él, mi mano recorrió todo su cuerpo hasta llegar a su pantalón, mientras yo descubriría nuevamente su pene, él me quitaba la camiseta que me acababa de poner y empezaba a besar mis pechos.

Cuando Virginia salió del baño, llevaba la toalla cubriéndose el cuerpo y dirigiéndose a mí con una sonrisa me dijo “pero que puta que eres, para eso querías que me fuera” “pero no te ha servido de nada” soltó su toalla dejándola caer al suelo y se quedó desnuda ante nosotros, “que, no me invitáis o tengo que saltar sobre vosotros” le hice una mueca de desaprobación, la verdad que lo quería para mi sola pero no tenía opción y al final le hice un sitio junto a mí, empezamos a besarnos los tres.

Virginia en el parque me lo había vendido como un regalo para mí, pero ahora era para las dos o más bien era un regalo para él, seguro que cuando se levantó ese día, nunca habría imaginado como lo terminaría, teniendo sexo con dos mujeres preciosas, mientras a lo que se refiere a nosotras, pues bien, estando con Virginia sabes que todos los días pueden pasar algo sorprendente que nadie se espera, por eso me gustaba tanto.

Antonio nos tumbó a las dos en la cama y empezó a lamer nuestros clítoris, nuestros labios, metiendo su lengua en nuestras vaginas, sus dedos empezaron a explorar nuestros cuerpos una vez más, estábamos otra vez tremendamente lubricadas, jadeábamos y nos besábamos, yo estaba tremendamente caliente, nos miramos a la vez, nos sonreímos y nos levantamos tumbándole, era nuestro y le íbamos a enseñar quien mandaba allí, recorrimos todo su cuerpo con nuestras lenguas, llegamos hasta su polla, lo empezamos a lamer Virginia por abajo y yo por arriba succionándole el glande y metiéndomela hasta la garganta, Antonio gemía de placer, hasta que nos dijo que no podía más y como las guarras en que nos habíamos convertido esperamos lamiéndole el glande a que corriera, Antonio exploto con un grito lanzando su leche hacia nosotras, impactando en nuestra cara, las dos reíamos y nos empezamos a besar, lamiéndonos el semen de nuestra cara mientras le seguíamos meneando la polla.

Virginia se metió la polla en la boca y empezó subir y bajar su cabeza, no quería que se bajase y al final lo consiguió, a poco que hizo ya estaba nuevamente empalmada y nosotras súper calientes que necesitábamos que nos follara una vez más, nos cogió por la cintura y nos puso a las dos juntas a cuatro patas, nos dio una orden tajante, "no hagáis nada y disfrutar" nos la iba a meter por turnos primero a una y luego a la otra.

Virginia no podía estar callada, le gustaba mucho el juego así que le invito a correrse dentro de una de las dos, la corrida tendría premio y la agraciada que se quedara con su leche dentro de su coño le invitaría a cenar un día, los dos solos un día y noche que estaría dispuesta a realizar todos sus sueños, como si lo estuviera viviendo ya.

El juego consistía en ir metiendo su polla hasta tres veces seguidas por tuno y yo fui la elegida para comenzar, me penetro con suavidad al principio llegando muy profundo debido a lo mojada que estaba, una, dos y tres estocadas hasta el fondo, en cada penetración mis gemidos pasaron a pequeños gritos mientras le apretaba la mano a Virginia, el turno de Virginia, uno, dos, tres, me apretaba la mano fuertemente cuando la penetraba y me empezó a besar.

Allí las dos con el culo en pompa empezamos a besarnos, estuvo un buen rato metiendo y sacando la polla de nuestros coños, el orgasmo estaba cerca, lo notaba, al igual que él, que gemía como un oso, su ritmo se aumentaba perdiendo la cuenta, ahora eran cinco y hasta seis penetraciones en cada una de nosotras, Virginia empezó a gritar, estaba teniendo un orgasmo, yo estaba tan excitada, tan mojada que cuando su polla empezó a meterse, la sentía deslizarse hasta el fondo de mi vagina, retirándose y rozando con tanto placer que al volverse a meter, ¡¡¡aaahhh!!! el orgasmo me sobrevino en ese momento.

Otro orgasmo impresionante, mis paredes vaginales se contrajeron apretando su polla, como si no lo quisieran soltar, Antonio se olvidó de Virginia y empezó a metérmela una y otra vez sin parar, supongo que la sensación de mi vagina inundada y su polla aprisionada hicieron el resto, Antonio empezó a soltar toda su leche dentro mi, inundando de semen toda mi vagina, mezclándose con mis flujos, ¡¡¡aaahhh!!! los dos gritábamos de placer, él seguía metiendo su pene con fuerza, tanto que me llego a tumbar, entrando y saliendo de mí, nuestros gritos inundaron la habitación, los dos sudorosos nos olvidamos de Virginia que seguía allí mirándonos, Antonio me dio la vuelta, pensaba que todo había terminado pero me abrió de piernas y me la volvió a meter, me follaba a gran velocidad, yo no paraba de gritar apretaba las muñecas de Virginia que estaba como mera espectadora, Antonio seguía metiendo y sacando aquella polla que en ningún momento dejo su estado de dureza, Antonio se tumbó por completo sobre mi cuerpo sudoroso, mis pechos presionados sobre su cuerpo, nuestros labios se unieron, nos besamos apasionadamente, su cadera subía y bajaba con rapidez, minutos más tarde los dos nos volvimos a corrernos hasta que los dos caímos exhaustos.

Virginia que nos miraba fijamente, la sentía enojada, metió su dedo en mi vagina y sacándolo se lo llevo a la boca, mientras que nos decía enfadada que habíamos hecho trampa.

Al día siguiente… ya os contaré lo que paso al día siguiente.

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