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Una fiesta sorpresa
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Tiempo de lectura: 5 minutos

Mayra es su nombre, ella es una chica de piel blanca, cabello largo negro azulado, ojos café claro, tetas medianas y nalgas firmes, en aquel entonces ella tenia 21 años y es que despues de coger con Karina unas cuantas veces mas me comencé a volver mas aventado y a tener más suerte.

Ella era la recepcionista de donde trabajaba, su novio era un mensajero, aunque en realidad ella era casada y tenía ya una hija, pero bueno, el mundo laboral y sexual así es.

Comencé a hablarle desde el día que entré a trabajar, de hecho nos juntamos a tomar café y compartimos galletas y pan, era buena su compañía.

Los compañeros de trabajo decidieron hacerle una fiesta sorpresa por que cumplía años laborales, así que nos pusimos de acuerdo y le caímos en su casa, la cual nos quedaba cerca de la oficina.

Ella nos recibió contenta y nos pasó a su casa en donde también vivían sus padres los cuales se llevaron a su hija y se fueron con una hermana de su mamá dejándonos la casa para la celebración, Mayra se fue a arreglar saliendo de su cuarto con un mini vestido floreado y sus zapatos abiertos enseñando sus perfectas y blancas piernas.

Obviamente estaba con Victor su novio y él no se despegaba, yo decidí entrar en ambiente así que bebía y bailaba con las demás compañeras pero no dejaba de mirar lo rica que se veía Mayra.

M: Oswaldito, que bueno que viniste.

O: No quería perderme tu celebración, oye te ves ¡espectacular!

M: Yo siempre corazón, yo siempre.

Después de esa breve charla segui divirtiendome con los demás compañeros, todo estaba de lujo hasta que Víctor y ella discutieron y ella lo corrió, pensé que todo terminaría ahí pero ella decidió que siguiéramos celebrando.

De hecho se veía más relajada y disfrutaba más, bailaba con todos, era el centro de atención pero sobre todo de mi atención, ya que no podía dejar de verla y mucho menos sus piernas.

M: ¡Vamos a bailar Oswaldito!

O: ¡Como no!

Bailamos merengue, en aquel entonces apenas aprendía y la verdad esa mujer me bailo, pero no me importo ya que aprovechaba cada vuelta o cercanía para sentir su rico cuerpo.

O: ¡Qué bien bailas!

M: ¡Me defiendo!

O: No me quiero imaginar cómo haces ¡otras cosas!

Ella me miró y sonrió, no dijo nada pero mi comentario no la incomodó y continuamos bailando.

Conforme pasó el tiempo el alcohol se nos subió, yo la abrazaba y tocaba su rodilla mientras brindamos, ella se recostaba en mí, fue entonces que me comenzó a hablar de su relación.

Mientras yo le acariciaba su pierna ella me decía lo mal que le había ido con su marido y que con Víctor era más sexo que otra cosa, pero que ya estaba harta de él.

O: Pues que tontos, eres una princesa y no te saben tratar.

M: Así es esto, ni hablar, ahora sere lesbiana.

O: No jaja, mejor deja que un hombre como yo te aprecie bien.

M: Oswaldo, jaja, tú eres aún un niño.

O: Y eso que, también se tratar a una mujer.

Antes de que me dijera mas le di un beso en sus labios, ella al principio se quito, pero cuando la tome de la cabeza y la volví a besar lentamente fue cediendo.

Honestamente no recuerdo si estaba alguien más ahí con nosotros, solo la música a alto volumen y mis manos apretando sus muslos por debajo de su vestido.

Ella besaba riquísimo, nuestras lenguas se entrelazaron rico, nunca había besado a alguien de esa manera por lo cual mi excitación fue notoria y mis dedos lentamente fueron a su coño por encima de su trusa.

M: ¿Qué haces?

O: Me encantas, ¡te deseo!

M ¿Así? ¿y qué quieres?

O: ¡A ti!

Le comencé a besar su cuello y su pecho, no me atrevía a ir a sus tetas medianas aun pero sí moví su trusa y rozaba sus labios vaginales carnosos y húmedos.

Mayra cerraba sus ojos y gemía mientras mi boca saboreaba sus orejas y su cuello, esa mujer era un volcán y estaba por estallar.

Mire alrededor y solo vi a dos personas en la mesa, metidas en lo suyo y la música a volumen alto, con adrenalina, le quite el vestido a Mayra, le saque las tetas del brasear y comencé a saborearlas con fiereza, mientras ella me quitaba la camisa y el pantalón.

M: ¡Oswaldito, eres un canijo!

O: ¡Tu me pusiste asi!

Se acostó en su sofá y recorrí mi lengua de su cara a sus pies, lamía sus dedos con sus uñas pintadas, le baje la trusa y descubrí un peludo pero hermoso tesoro el cual no dude en chupar.

Mayra gemía rico mientras mi boca besaba sus labios vaginales, le metía dos dedos a su coño y ella me tomaba la otra mano y me chupaba los dedos, demostrando lo bien que trabajaba con la boca.

O: ¡Qué rica pucha!

M: Chupas rico, uhm, ¡ah!

O: Espero que hagas lo mismo.

Mayra se levantó y me puso de pie, lentamente recorrió cada parte de mi cuerpo hasta bajarme el calzón e ir directo a mi verga dura y mojada.

Mayra chupaba fenomenalmente, me tenia gimiendo y acariciando su cabeza, ella tragaba mi verga de una rica manera, su lengua saboreaba mi tronco y succionaba los fluidos de mi cabeza, ¡qué rico lo mamaba!

O: Qué rico, así, comételo cariño, ¡uhm!

M: Qué rica, uhm, ¡¡agh!!

O: Mayra, uf, ¡eres fantástica!

M: ¡Penetrame ya papi!

La senté en sillón y le levanté las piernas abriendolas como compás y se la meti de golpe, así sin condon, valiéndome todo.

O: ¡Oh! Mayra, que rico!

M: ¡Ah, uhm, dios, agh!

Comencé a moverme suave, ella era más alta que yo por lo que tenía que agacharme un poco para quedar más a su altura, pero aun asi mi verga entraba muy rico en su húmeda vagina.

La verdad olvide si había alguien solo quería seguir penetrándola, levante sus patotas y las puse en mis hombros cogiendomela riquismo.

O: ¡Uhm que rico, que ricas piernas nena!

M: Que bien coges, uhm, te siento, te siento.

Me senté en el sillón y ella de frente subió a cabalgarme, se acomodo bien rico y mi verga entraba por completo en su coño, le apretaba las nalgas, le mordía sus pezones, nos besabamos, sudamos la gota rica.

M: Me gusta, uhm, ¡dios!

O: ¿Te gusta mi verga?

M: Me encanta, la usas a la perfección, uhm, ¡agh!

O: Aunque no esté dotado?

M: Eso no importa, Victor lo está y no me dura ni 5 minutos, ¡¡agh!!

Si dio la vuelta y se daba unos ricos sentones, a mis 19 años estaba gozando a una hembra salvaje, joven y llena de sexualidad, me sentia con muchisma suerte en ese momento.

Gemiamos y gritabamos de lo rico que la pasabamos, la puse a cuatro patas en el sofá, y ahí mirándole sus ricas nalgas comencé a meterla suavemente, acariciando sus muslos, besando su espalda, apretando sus ricas nalguitas.

O: Que ricas estan tus nalgas.

M: ¡Son tuyas mi rey!

O: Mayra, ¡eres la mejor!

En aquel tiempo a mi temprana edad y con solo 3 experiencias sexuales Mayra si era lo mejor.

Continúe con el mete y saca, acariciando su hermoso cuerpo y metiéndosela hasta el fondo, luego solo me quedaba quieto y ella solita movía bien rico sus nalgas, yo me retorcia del placer, sabía moverse muy rico.

O: ¡Me voy avenir nena! uhm, ¡me voy a venir!

M: Si, agh, yo también papi, ¡me vengo, agh!

La tome de la cintura y aceleradamente la penetraba, ambos babeabamos del placer, sentía que estallaba me sentía venir, hasta que no pude más y comencé a venirme ¡dentro de ella!

M: ¡¡¡No!!! agh que rico, ¡¡agh!!

O: Tómalos, uhm, que rico, ¡¡¡ah!!!

M: Me vas a embarazar, agh, pero que rico se siente tu semen dentro.

Me vine hasta dejar de gotear, se la saque y ella se acostó boca abajo reposando el rico orgasmo que le había dado.

Me senté a su lado acariciando su ricas nalgas, fue entonces que menos acelerado reaccione y me di cuenta que aún había dos tipos ahí, pero ellos ya se habían quedado dormidos en la mesa por tanto alcohol.

Mayra y yo jamás volvimos a coger pero cada que me veía una enorme sonrisa se dibujaba en ella, una sonrisa que delata lo rico que la había pasado conmigo.

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