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Una fiesta, alcohol, mi hijo
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Hace unos meses fue la fiesta de cumpleaños de una muy amiga mía y siempre hace enormes fiestas –ya publicaré varios relatos sobre mis travesuras en esas fiestas- y me acompañó mi hijo. Para variar hubo mucho alcohol y como es una casa bastante grande, había mucho espacio para lo que sea. Había gente en la alberca, en un par de barras que tiene, en las salas, en todas partes; y como siempre, te encontrabas con gente fajando o de plano cogiendo en lugares más o menos escondidos. Yo me puse a fajar con un güey en una de las salas y luego me cogieron discretamente cuando me metí a la alberca.

Ya muy tarde, además de pues ser muy tarde, yo no estaba en estado como para manejar, así que Adriana, mi amiga, me insistió en que nos quedáramos a dormir mi hijo y yo; por supuesto acepté. Nos quedamos en la misma habitación porque había más gente que se quedaría y ocuparían los demás cuartos.

Era un sola cama -matrimonial- y pues mi hijo -Beto- y yo nos acostamos. Ambos en ropa interior; bueno, yo una playera que me prestó Adri, sin bra y con mi tanguita. Beto, solo con sus boxers. Ambos estábamos tomados; yo me dormí enseguida, pero me desperté cuando sentí un bulto duro en mis nalgas y las manos de mi hijo agarrándome las tetas -estábamos de cucharita- me desperté, pero no reaccioné, me quedé quieta, haciéndome la dormida.

-Estás bien buena, mamá. Tienes unas tetas y un culo de infarto; siempre te me has antojado. Un chingo de veces he visto cómo andas de puta, cómo te meten mano y quisiera ser yo -su verga se endurecía- quiero mamarte las tetas y la concha, quiero cogerte y llenarte de mecos. Hace rato vi como te estaba metiendo mano a placer, hasta te dedearon, seguro te mojaste de a madres -empecé a excitarme, la verdad es que el incesto ha sido común en mi familia.

Beto bajó su mano a mi panochita -me gusta que te rasuras la papaya- me moví simulando que me estaba despertando -ya sé que estás despierta, mamá; también sé que estás caliente, estás mojada; sé que vas a dejar que te coja, sé que quieres que te coja, mamá -en ese momento metió la mano en mi tanga y empezó a masturbarme- me tienes bien pinche caliente, Ana.

-No, Beto –le dije entre gemidos-.

-¿Qué? ¿Solo andas de puta con otros? ¿Solo se las das a otros? Se me hace que hace tiempo que quieres que te coja, Ana. Por eso siempre que voy a verte andas medio encuerada por tu casa.

-Siempre ando así por la casa.

-Sí, pero te gusta provocar, mamá… quieres que te cojan, quieres que te coja su verga estaba cada vez más dura y grande-.

-No, Beto, ya párale.

-Te voy a meter mi verga, Ana –me susurró, entonces me abrió las piernas y me la metió-.

-¡Beto, no! ¡Ay, no mames! –ahogué mi grito y gemía en silencio para que no nos oyeran-.

-Estás bien pinche buenota, mamá –me bombeaba fuerte y rápido, me agarraba las tetas y pellizcaba los pezones-.

-Puta madre, la tienes durísima, Beto.

-Te gusta, ¿verdad? Te gusta mi verga, Ana –asentí– dímelo, dime que te gusta mi verga, dime que eres una puta.

-No hables tan fuerte, Beto.

-¡Dímelo!

-Me encanta tu verga, Beto, la tienes súper dura…

-¿Qué más? ¿Eres una puta, verdad, mamá? Te encanta que de ten verga.

-Sí, sí, me encanta que cojan; me encanta la verga, Beto –me volteó, me puso de misionero, me dijo que me quitara la playera, me abrió las piernas y me la metió; me estuvo dando duro-.

-Le pusiste los cuernos a mi papá, verdad, ¿Ana?

-Sí, Beto.

-¿Y a Gabriel?

-Sí, también.

-¿A Bernardo?

-También.

-Qué rico rebotan tus tetotas, mamá. Te cogías a los vecinos, ¿verdad? –asentí.

-M-hm… sí.

-Eres una puta… muchas veces oí como te cogían, cómo gemías, cómo pedías verga, cómo pedías mecos y me la jalaba imaginando que me lo pedías a mí. Por fin se me hizo.

Después de unos minutos que me dijo que se la mamara, se paró al pie de la cama y me cogió la boca.

-Te he visto mamar vergas; te vi mamársela a mi papá, a Miguel el vecino de Coapa; te vi mamársela al de la tienda; al del agua; a Gabriel, a amigos suyos… ay, qué rica boquita tienes, mamá.

-Mmmm…

-Te vi saboreándole la verga a Bernardo, a su cuate Omar, a su tío… y a otros culeros… y cómo se me antojó que me la mamaras, Ana.

-Mmmm…

-Ah, quiero que te tragues mis mecos –en ese momento me cogió la boquita más rápido, sentí cómo palpitaba su verga en mi boca y entonces me la llenó de su leche calientita; era bastante y me la fui tragando y seguí mamándosela-.

-Putísima madre, ¡qué rico! Por fin se me hizo.

Nos acostamos y él se durmió enseguida, la verdad yo sí tardé en dormirme; ya había tenido relaciones con familiares, pero nunca pensé que mi hijo me viera de esa manera.

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Autor
AnaOG1984
AnaOG1984
40 años, tres parejas, tres separaciones y varios amantes en mi haber. Independiente, sexosa.

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Comentarios

6 COMENTARIOS

  1. Ana mencantan tus relatos y por ende mencantas tú, este tiene frescura y mucho morbo. Yo también tengo relatos publicados y me gustaría, si quieres, tú parecer. Besos

  2. Que buen relato. Me gustaría saber más de ti. Si quieres escríbeme ***no se admiten datos personales en los comentarios***

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