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Una deliciosa fijación
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Todo empezó en Bogotá hace 1 año, la difícil situación y las bajas ventas me llevaron a cerrar mi salón de belleza y dedicarme a trabajar como empleada, soy una mujer divorciada 38 años caderas anchas, cabello corto y unas tetas que atraen a los ojos curiosos.

Mi aspecto es impecable y muy educada, pero soy una mujer normal para mi edad. Por esas vueltas de la vida termine trabajando en un centro de estética haciendo depilaciones en cera, como se imaginaran el trabajo en si ya es poco monótono y de a poco cada vez se hace más fácil ver tanta gente desnuda, vergas de todos los tamaños, formas y grosores, al principio les confieso que la timidez la disfrazaba con seriedad, pero en este trabajo no sirve mucho así que dé a pocos he podido soltarme y entablar charlas amenas aunque los clientes siempre buscan la forma de intimidarme.

El día empezó de manera normal don Armando un señor como de 40 años que viene mensualmente tenía el primer turno y pidió que le hicieran el bikini lo cual me venía muy bien porque es muy caballeroso y huele muy rico, cosa que me encanta.

Al despedirse en la sala de espera estaba un joven delgado y muy buen mozo, como de unos 22 años, le pedí que pasara y al preguntar que se quería depilar lo note muy tímido casi como si quisiera devolverse, trate de hacerle conversación para que se soltara un poco, me dijo que se llamaba Johan y quería depilarse todo, me pareció algo extraño, pero me venía bien más dinero así que le pedí que se desnudara, mientras lo hacía me ruboricé un poco al notarme mirando sus glúteos redondos y que me parecieron los más lindos de la vida, redondos y blancos, por lo general los chicos ni nalgas tienen pero este…

Empezamos por las axilas tumbado boca arriba me conto que quería ser modelo y por eso debía estar impecable pero le asustaba mucho la cera y me pedía que por favor lo tratara con mucho cuidado yo me sentía nerviosa y me esmeraba porque no sintiera dolor, aunque mi mente solo tenía la imagen de su culito redondito, no sabía que me pasaba.

Cuando pasamos a su zona genital esperaba ver si como otros clientes me mostraría con orgullo su verga mirando al techo pero no fue así, creo que era su timidez así que pase mis manos suaves hasta dejar esa verga prolija aunque se veía más bien delgada (en realidad no veía la hora de que se diera la vuelta y volver a ver ese sexy duraznito).

Él no hablaba casi pero me dijo que estaba muy contento con el trabajo y que no sentía dolor para nada, al ponerse boca abajo tuve que pasar saliva sus nalguitas blancas y paraditas no tenían ni un pelo así que cruzando los dedos le pregunté, la zona perianal también? a lo que contesto con la voz entrecortada que sí, eso me daba una hora completica para manipular esas nalgas que de verdad no entendía porque me causaban tanto agrado así que afán no tenía.

Empecé separando sus nalgas para ver qué tanta cera debía usar y me encontré con una fila a lado y lado de su ano de unos vellitos largos y negros pero me parecieron tan sexys que mi vagina empezó a producir jugos, hace rato que no me sentía así de excitada y me encantaba, la cosa es que estaba como hipnotizada quería meter mi cara y oler y lamer su ano, pero no entiendo porque yo tan pulcra y tan normal en la vida pensaría en hacer eso y menos a un hombre… normalmente son menos prolijo que nosotras.

Mientras untaba la cera acariciaba sus nalgas y acariciaba sus pelos incluso llegue a quitar los guantes para poder sentirlo, el no hacía nada pero con el pasar de los minutos no sé si es mi impresión o por el calor de la cera sabe pequeños respingos yo quería creer que me ofrecía sus nalgas, que le estaba gustando mi mano que lo rozaba, mi mente era una fábrica de lujuria idee mil planes para manosearlo más, para devorarlo me sentía hambrienta, sedienta la lujuria se apoderó de mi así que al arrancar la cinta con cera ya no lo hice delicado espere unos minutos más de lo debido y tire con fuerza, eso a él le dolió así que gimió quedo yo puse mi mano en su ano y le dije que si lo había lastimado que era una parte muy sensible, que le daría algo para refrescarle el dolor y sin pensarlo le pase mi lengua por toda la rayita de su culo… ashhh eso fue la gloria que delicia, tenía la necesidad de olerlo de sentir ese olor de macho olía raro entre fuerte y dulce, me encanto…

Todo pasó en cuestión de 3 segundos, él se volteó, pero yo ya buscaba crema para aplicarle. Le dije que debía separar sus nalgas por unos 5 minutos para que todo quedara en su punto, pero no podía dejar de pensar en su sabor quería meter mi lengua en ese agujerito, recorrer su culo con mi lengua completa, que me pasaba estaba como loca y ni hablar del brillo en mis ojos y el rubor de mis mejillas o el rio en mis tangas y yo sentía que mi olor impregnaba la sala y me asustaba un poco.

Él se levantó se vistió y sonriendo dijo que de ahora en adelante pediría turno conmigo… me dio un beso en la mejilla y se fue y yo… encantada y… confundida.

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