Me gustan los cómics desde que yo recuerdo y ya en mi adolescencia, después de visitar varias convenciones y ver la manera de cómo mucha gente vive su pasatiempo, me animé a usar los trajes que mis héroes usaban en sus historias, los mandaba hacer o los hacía yo misma; me convertí en una cosplayer.
Siendo una joven de 22 años, delgada, pero con bastantes curvas; algunos amigos que comparten mis gustos, me motivaron a disfrazarme por primera vez.
Nunca he sido nerd; tengo mi trabajo en atención al cliente y nadie se imagina mi pasatiempo.
Me encanta cómo los trajes ajustados de las heroínas de anime y superheroinas resaltan mi cuerpo y hacen voltear a todo el que me ve es una convención.
He recibido toda clase de invitaciones de los asistentes a las convenciones; un hombre mayor que le gustaba el sexo con botargas; toda clase de nerds y geeks; pero yo tengo a mi novio y él se vuelve loco cuando estoy en disfraz.
La primera vez que me vio en mi traje, fue una experiencia salvaje.
Habíamos quedado de vernos para ir a comer y el pasaría por mi a mi departamento. Acababa de terminar mi traje de gatúbela y me lo estaba probando; el látex negro se adhería a mi cuerpo como una segunda piel, por eso decidí usarlo sin ropa interior; mis senos, mis pezones, mis nalgas mi vulva se marcaban de modo obsceno; la capucha, el látigo y una botas de tacón de aguja, completaban el traje; le puse un cierre en la entrepierna por motivos prácticos y que daba oculto con lo elástico del disfraz.
Admirarme en el espejo de cuerpo entero, me estaba poniendo caliente; el imaginar la manera como me verían todos en la próxima Expo, me estaba mojando.
Oí la puerta y vi a mi novio con los ojos desorbitados; su mirada era vidriosa, se mojaba los labios como un ente salvaje; se comenzó a mover lentamente hacia mí; el bulto en su pantalón era evidente, parecía que su verga quisiera romper el cierre.
Le pedí que me diera un minuto para cambiarme; pero, parecía no escuchar, lo que me ponía más caliente.
Al estar junto a mí, sus manos tomaron mis senos y los masajearon bruscamente, lo que provocó que los pezones fueran aún más evidentes. Volteé mi cara hacia un lado, sacó su lengua y lamía mi cuello y mi oreja por encima de la máscara; esa humedad, que no podía sentir por el traje, me excitaba aún más; sus manos se movían por todo mi cuerpo; el tacto del látex parecía excitarlo más… y a mí también.
Mordía mis pezones por encima del disfraz, haciéndome temblar de deseo. Tocó mi raja y parecía sentir la humedad que yo tenía. Encontró el cierre y lo comenzó a abrir; mis labios estaban tan hinchados que sobresalían del cierre.
Se bajó el pantalón y su verga estaba más hinchada y parada de lo que yo recodaba; líquido goteaba profusamente.
Puso mis piernas en sus hombros; le dije no traía condón; nunca lo habíamos hecho sin condón; me vio directamente a los ojos, sus ojos estaban inyectados de pasión infrahumana; me contestó que hoy lo sentiría todo, todo.
Le dije que no; movió la cabeza de su verga por toda mi vulva, al llegar a mi clítoris, sentí una corriente eléctrica; sus jugos se juntaban con los míos; metió la cabeza y sentí que me estaba viniendo.
Cada centímetro que me metía, mi orgasmo se estaba intensificando; al tenerlo todo adentro sentí que golpeó el fondo de mi vagina. Me preguntó si quería que lo sacara; le gritaba que no, que me cogiera; lo sacó y lo volvió a meter de un golpe.
Mi vagina palpitaba, estaba mareada; mi mente se nublaba; sentía que me estaba desmayando; tuve el orgasmo más intenso de toda mi vida.
El me besaba y me acariciaba, todo lo sentía magnificado, estaba en éxtasis.
Comenzó a bombear y yo me volvía loca; tenía un orgasmo tras otro. Mi vulva hinchada, su verga enorme; él gozaba extasiado.
Sentí que estaba a punto de venirse; empujaba más rápido y más profundo; le pedí que se saliera; me contestó que gatúbela tendría su leche muy adentro. Tuve otro orgasmo al oír aquello. Empujó hasta el fondo y se quedó quieto; bufaba desesperado, mientras yo sentía las pulsaciones de su verga dentro de mi y su jugo ardiendo entrando; parecía como si se orinara de la cantidad que me estaba inyectando.
Cuando terminamos, se disculpó por su deseo desenfrenado; le di un beso y le dije que también lo había gozado.
Siempre me dice que es una suerte tener una cosplayer por novia, que puede coger con la fantasía que se le ocurra… y se le ocurrió…