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Una buena merienda
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Tiempo de lectura: 2 minutos

¿Sabes? Uno de mis hobbies favoritos es colocarme entre tus piernas. Pero no como piensas, follándote no, aunque también…

Me encanta poner mi cabeza entre tus piernas y deleitarme con mi lengua.

Y es que la lengua es increíblemente sensible, mucho más que mi polla tiesa. Cuando me dejas explorarte entre tus piernas y la punta de mi lengua toca tus suaves labios vaginales, un paraíso abre sus puertas.

Acabo de acercarme a tu coño…, huele muy bien, y aún no estás mojada, lo que significa que hay bastante trabajo para mí, mmmh, delicioso.

La punta de mi lengua abre cuidadosamente tu coño y se abre camino hasta el clítoris.

Una vez que llego a ese punto mágico, empiezo a lamerte con toda la anchura de mi lengua, quiero que todo ahí abajo se humedezca

Luego me ocuparé de tu clítoris. Ahora mis labios se apoderan de los tuyos, pero los de tu coño. Cierro los labios y empiezo a chuparlos; noto que tu clítoris está cada vez más grande y caliente. Empiezas a gemir. Meto tu clítoris completamente en mi boca, y lo empiezo a trabajar con la lengua. Te tensas y no puedes evitar empujar mi cabeza entre tus piernas. Eso me encanta. Quieres más, lo noto, y te lo voy a dar.

Y voy a recoger los frutos de mi trabajo. Porque con el masaje de la boca y de la lengua te has puesto muy húmeda, muy cachonda, y, la verdad, me apetece probar tu dulce jugo.

Vuelvo a lamerte el coño con la lengua de arriba abajo, alargo un poco el recorrido y rozo tu dulce culo también, para saborear el gusto de todos tus fluidos.

Me pides mis dedos…, ya tardabas. Noto tu respiración entrecortada por tus gemidos. Me encanta notarte desesperada de mis caricias. Empiezo a masajearte el coño desde dentro, mis dedos navegan en tu mar interior mientras sigo chupándole el clítoris con mas fuerza, mas intensamente.

Con mis dedos recorriendo todo tu interior y presionando cuando no lo esperas tu punto G, noto cómo tus músculos vaginales se van contrayendo cada vez más; todo entre tus piernas está mojado, caliente.

Noto el temblor que recorre tu cuerpo. Tu clítoris es grande y rojo, y duro, muy duro; no quiero dejar de chuparlo, me encanta notarlo vibrar en mi lengua.

Gimes cada vez más fuerte y, mientras mis dedos siguen estimulándote por dentro, me doy cuenta de que estás a punto de estallar. Tu respiración se acelera y te descontrolas…, alguna palabra soez que se te escapa me indica como vas perdiendo el control…; y es que de eso se trata.

Ha llegado el momento y te ordeno que te corras. Dame mi premio…, me lo he ganado a pulso.

Tu coño vuelve entero a mi boca. Lo engullo todo, muerto de hambre y sed de ti.

Segundos después, gritas una risa, y te corres intensamente; todos tus fluidos corporales, el sudor, los jugos de tu coño, llenan mi boca, que lo absorbe y traga todo con avidez.

Tu cuerpo sigue retorciéndose mientras tratas de sacar mi cabeza de entre tus piernas. Te retengo un momento y me suplicas una tregua.

Me apiado de ti, pero es una pena, porque te prometo que podría quedarme aquí para siempre y seguir lamiendo…

Por favor, dime cuando me invitas de nuevo a merendar(te). Ya sabes, siempre me quedo con hambre.

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