Todo empezó como un juego tonto, nadie sabía hasta donde podía llevarnos. Unos cuantos amigos, unas cuantas botellas y algo de aburrimiento son malos cuando se juntan o a veces muy buenos.
No recuerdo quién propuso lo de la botella, verdad o atrevimiento, ni en que película lo habría visto. En realidad ni siquiera me acuerdo de todos los que estábamos allí, ni desde luego de algunas de las pruebas o preguntas. Pero otras cosas si que las tengo clavadas en la mente, como grabadas a fuego.
Al principio la cosa no pasó de las habituales cuestiones tontas y retos de tanteo para ver hasta donde estábamos dispuestos a llegar.
Pero el ambiente se fue caldeando, las preguntas fueron tomando un aspecto mas sexual y las pruebas mas carnales.
Descubrí algunas cosas sorprendentes de nuestros amigos. Quien de ellos había ido de putas o se masturbaba constantemente, algunas fantasías o fetiches que todos llevábamos muy escondidos. Sería el alcohol lo que nos había soltado las lenguas. Pero las verdades parecían salir solas. In vino veritas como decían los romanos.
Yo por entonces era aún muy inocente y no tenía gran cosa que contar. Apenas me habían desvirgado en un polvo mas bien decepcionante. Eso no tenía nada que ver con mis deseos y fantasías, que eran muchas. Me hacía muchos dedos en esa época.
Pero cuando llegaba mi turno respondía como podía o bebía como decían las reglas. Así que para cuando la cosa empezó a ponerse caliente de verdad yo ya iba bastante alegre.
Alguien empezó a pedir prendas cuando tocaba atrevimiento y como en el chalet donde estábamos hacía calor y no teníamos mucha ropa puesta mas de uno empezó pronto a exhibir mucha piel.
Yo misma tuve que quitarme el sujetador muy pronto y dejar mis pechos cónicos y duros a la vista de todos. A esas alturas no me importaba, de hecho, hacia top less en la playa ante mis padres sin problema. Así que estaba encantada exhibiéndome. Cuando miraba alrededor veía a mis amigos y amigas en el mismo estado de semidesnudez.
La siguiente vez que me tocó elegir a mí se me ocurrió una pequeña maldad, dos de mis amigos, dos chicos, estaban ya con sus ajustados boxers y nada mas. No es que tenga muy desarrollado el radar gay, pero siempre había sospechado que se gustaban y les pedí que se besaran.
– Mario y Juan podrían besarse. Pero algo serio, de verdad, que nos de morbo.
Nada mas decírselo un coro de asustadas protestas, temiendo por su heterosexualidad, surgió alrededor de ellos. Pero bajaron la cabeza y con tímidas sonrisas indicaron con gestos que no les desagradaba la idea del todo.
Una amiga que aún conservaba el sujetador puesto me apoyó diciendo que así eran las reglas. Yo sospechaba que lo hacía por que le daba tanto morbo como a mí ver ese espectáculo.
– Venga, las reglas son así. Si no quieren hacerlo siempre pueden beber, todavía más.
Los dos chicos, cerrando los ojos, se dieron un dulce beso en los labios y Mario de pronto sacó la lengua y todos los demás vimos como Juan abrió la boca y se la dejó meter hasta el fondo de la garganta.
Incluso empezaron a acariciarse pero tuvieron que parar cuando sonó el cronometro ante el coro de los demás que los miraban cada vez más calientes. Para entonces todo el mundo estaba más caliente que borracho. Ya querían seguir por el camino del morbo y pasar del alcohol.
– Ahora os toca a vosotras. Queríais un beso y nos debéis uno vosotras, uno lésbico.
En la siguiente prueba como venganza me hicieron besarme con Yolanda que me había apoyado antes. Si querían verme en acción con otra chica no pensaba cortarme. Les iba a dar rollo bollo a poco que ella me apoyarse.
Me coloque frente a ella, cogí sus manos y las puse en mis tetas pequeñitas, duras y desnudas mirándola a sus bellos ojos negros. Quería dar un buen espectáculo a la vez que ella me gustaba.
El que apenas tuviera experiencia no quería decir que no fuera morbosa o que no tuviera ganas de buen sexo, que las tenía y muchas. Yoli me devolvía la mirada con sus felinos ojos entrecerrados.
Cuando comenzó a retorcer mis durísimos pezones entre sus dedos supe que la tenía, me fui acercando a ella con mis labios entreabiertos buscando los suyos. Fue ella la que puso la lengua la primera y yo llevé mis manos a su espalda y le solté el sujetador.
Mientras nos besábamos con mas pasión, mas lengua y saliva me quedé con el escaso trozo de tela que había cubierto sus tetas hasta entonces entre los dedos. Nuestros pechos juntos se frotaban y me parecía notar en mi piel la dureza de sus pezones. El resto nos coreaba excitados.
Cuando nos separábamos de reojo me fijé en los dos chicos que no se habían soltado las manos y se acariciaban con disimulo. Mario rozaba el vientre depilado de su amigo cada vez mas cerca de la cinturilla del slip.
– Que buen besas, nena.
– Contigo merecía la pena poner ganas.
A la siguiente prueba otra amiga tuvo que sacarse las braguitas. La primera que llegaba a ese punto. Sin cortarse nos enseñó a todos el precioso felpudito de vello rubio recortado y los finos labios que salían un poco por debajo.
Se giró y sus nalgas bien duras y respingonas fijaron todas las miradas como si hubieran tenido cianoacrilato. Después de eso ya nada podía pararnos. Fue coreada por todo su entregado público por supuesto.
– ¡Vaya culo!
– ¡Preciosa!
– ¡Que xoxito más lindo!
A la siguiente ronda le tocó elegir a una chica que quería ver polla y eligió al que la marcaba mas grande en sus ajustados calzoncillos. Le pidió a su víctima que se desnudara del todo. Al oído otra chica le preguntó si podía probarla, aunque lo oímos todos. Asintió y la victima fue el chico mas feliz de la fiesta, hasta ese momento.
– Ya es hora de que veamos rabo y ¡te ha tocado!
– ¿Puedo probarla?
– Déjate hacer lo que ella quiera.
Sin que hicieran falta mas pruebas hubo gente que se desnudó del todo. Aunque las rondas del juego continuaban.
Alguien pidió un baile sexi, sensual y la chica que lo estaba haciendo nos paseó su precioso culo por la cara a todos, ellos y ellas. Y algunos aprovechamos para besarlo y pasarle la lengua por las nalgas. Alguno de los chicos, mas atrevido, consiguió separarlas y llegar a lamer el ano de la chica.
A esas alturas yo quería mas carne. El chico que tenia sentado al otro lado, el opuesto al de la rubia había pasado la mano por mi espalda hasta acariciarme el culo.
Yo le tocaba el muslo, cada vez mas arriba. Aprovechando cuando alguien le ordenó desnudarse del todo para hacerme con su polla ya bien dura y rodearla con mis dedos.
Masajeándola con suavidad notaba como aún se ponía mas dura entre mis dedos, cuando acaricié sus duros huevos. Notaba su mano acariciando mis nalgas suavemente giré la cabeza y lo besé.
Nuestras lenguas se enredaron y una de sus manos pronto encontró uno de mis firmes pechos que también acarició. Yoli nos miraba con una expresión de lujuria en su bello rostro y se decidió a actuar.
De pronto noté otra mano entre mis muslos y me parecieron demasiadas para una sola persona. Ella acarició los húmedos labios de mi depilada vulva. Seguía siendo mi amiga, la rubia, y su recortado vello del pubis. Parece que le habían gustado mis besos y mis tetas y que volvía a por mas.
La mano que no tenía en la polla del chico la desplacé hasta la franja de fino vello púbico que se dejaba por encima de los labios de su vulva. Enredé mis dedos en ella. Giré la cabeza para mirarla y le supliqué que se uniera al beso. Notamos su lengua uniéndose a las nuestras con deseo.
– Ven. Bésanos.
Justo enfrente los dos chicos estaban enzarzados en un sesenta y nueve. habían olvidado todo disimulo. Sus pollas desaparecían en la boca del otro. El sensual espectáculo me excitaba aún mas, nos excitaba a todos.
Sin que nadie pensara ya que ver esos dos preciosos cuerpos masculinos amándose atentara contra su heterosexualidad. Dos chicos que se deseaban cediendo a sus deseos de carne prieta y dura. Que yo sepa a día de hoy aún están juntos.
Poco a poco sin abandonar la boca de mi amiga, sus besos. Fui subiendo sobre los muslos del chico, para sentarme sobre ellos. Para entonces ya se había enfundado un condón. Dándole la espalda deslizaba su polla en mi interior.
Yoli tan solicita me ayudo guiándola con sus finos dedos. Subiendo y bajando despacio. Ella tampoco paraba, agachándose a lamer mis tetas, mis axilas, el ombligo.
Deslizando su juguetona lengua por mi piel hasta situarse entre nuestros muslos. Tuve que inclinarme hacia atrás hasta apoyar las manos en el pecho del chico. Como estábamos sentados en un sofá tenía hueco para ponerse entre nuestras piernas.
Ambos tuvimos que separar las piernas todo lo que pedimos para dejarle sitio. Pero notar su boca en mi clítoris y en sus testículos mientras yo misma me follaba despacio con el rabo del chico era maravilloso.
– Dejadme sitio quiero lameros.
Aquello ya se había convertido en una orgía en toda regla. Nadie conservaba la ropa puesta y se acariciaban y besaban.
En esa posición a cuatro patas el culo de Yolanda en pompa era una tentación que otro de nuestros amigos aprovechó. Se clavó en ella con suavidad. No quería perderse el espectáculo que tenia delante por ser demasiado brusco.
Yo notaba los empujones del chico en aumentos de la presión de su lengua en mi coño y en la base de la polla que me taladraba.
Acariciando la espalda de la rubita las sensaciones se multiplicaban y se concentraban en mi vulva. Las manos de él agarrando mis pechos, las de ella aferradas a mis nalgas entre los dos cuerpos para no separarse de nosotros.
Sus suaves gemidos, que se confundían con los míos y los de los chicos. Prodigados entre lamidas como refrescantes soplos de aire en mi ardiente pubis. Mis ojos clavados en los del chico que se la follaba viendo su expresión de pura lascivia.
Rodeados de cuerpos desnudos y de pieles que se frotan y acarician. Estaba a punto de correrme ya por no se cuantas veces esa noche y las contracciones de mi vulva llamaban al orgasmo de mi amante.
En ese momento noté como su lefa inundaba el condón y su polla comenzaba a aflojarse dentro de mi coño. Con un último empujón el otro chico se corrió en el xoxito de la rubia.
Sabía que Yolanda aún me deseaba y yo le correspondía. Mientras los chicos recuperaban fuerzas a un lado, me dejé caer a la alfombra y repté bajo su voluptuoso cuerpo.
Ahora nosotras estábamos en un sesenta y nueve. De su coñito rezumaba el semen de quien se la había follado y me relamí saboreando la mezcla de semen y jugos vaginales.
Ella estaba encima de mí y tenía una vista privilegiada del xoxito y el culo que estaba lamiendo. Pero no mucho más, así que cuando una polla bien dura sin pellejito se acercó a penetrarla dejé el hueco en sus labios. No era ninguno de los anteriores, sino un chico nuevo pero también parecía dulce y cariñoso.
La polla fue entrando despacio. Y me dediqué a lamer sus huevos. Sin dejar el clítoris de mi amiga naturalmente. Aunque yo también recibía las atenciones de una lengua o dos solicitas en mi coñito y culito. En ese momento todo eran sensaciones.
Cuando se corrió dentro seguí lamiendo disfrutando de su semen y de los jugos de mi amiga mezclados saliendo de su preciosa vulva depilada.
Había perdido la cuenta de las veces que me había corrido. Pero ni eso me importaba, lo genial era el ambiente de puro sexo y lujuria que se había desatado entre nuestros amigos.
Así sabía que a partir de entonces podría disfrutar y follar sin complejos. Hacerlo con mis amigos, al menos los que no eran exclusivos con otros chicos y con mis amigas, las que compartirían mis gustos por otras mujeres.