A veces tengo la necesidad de experimentar cosas nuevas para no caer en la rutina de una relación. Sin embargo, nunca imaginé lo que podía suceder.
Soy casada, con una relación estable de 15 años. Amo a mi marido y nuestra vida íntima está bien; tratamos de probar cosas distintas y nos va bien.
Ambos trabajamos y no tenemos hijos. Tengo necesidad de viajar por mi trabajo y cuando regreso, gozamos de una noche de sexo salvaje.
Cierta ocasión, tuve necesidad de viajar por unos días fuera de la ciudad; estaba en mi cuarto de hotel, viendo páginas para adultos y encontré una categoría donde la gente narraba sus experiencias con la aplicación en citas de una sola vez. Empecé a imaginarme como sería una noche de sexo con un desconocido.
Bajé la aplicación, puse mis datos y a los pocos minutos, varios candidatos aparecieron, pidiendo una solicitud de amistad. Contesté los que me parecieron más atractivos, diciendo que sólo buscaba una noche de placer; aparecieron aún más. Escogí el que me pareció más guapo y quedamos en un bar.
Llegué al lugar, ya estaba esperándome; era muy parecido a las fotos del sitio, nos pusimos a charlar. Después de un par de tragos, me sugirió ir a un lugar más privado. Al salir, pude notar que no quitaba los ojos de mi trasero y mis piernas, el vestido que yo traía no dejaba casi nada a la imaginación.
Llegamos a su hotel, al tomar el elevador, se abalanzó sobre mi, besándome y recorriendo sus manos por todo mi cuerpo; sus labios chupaban y mordían delicadamente mi cuello excitándome lentamente.
Al llegar a la habitación, me ofreció una copa; empecé a tomarla y el escarceo continuó. Comencé a sentirme mareada y por un momento ya no supe de mi.
A los pocos minutos, desperté sobre la cama, atada de pies y manos de las esquinas, no podía moverme y estaba solo con mi bra y mi panty. Un hombre mayor pasado de peso había echado mi panty a un lado y me chupaba mi vagina; lo hacía con maestría y me humedecía rápidamente, recogiendo con su lengua todo lo que salía de mi. A pesar de excitarme tanto, cuando estaba a punto del orgasmo, de detenía y no me dejaba llegar. Eso lo hizo varias veces, mi respiración estaba muy agitada y mi cuerpo exigía ya el orgasmo.
Aquel muchacho entró a la habitación.
– Mi tío no consigue muchas citas y de esta manera, yo le ayudo a conseguirlas; pero tú te me antojas mucho y también quiero disfrutarte.- me decía mientras se quitaba la ropa.
El saber que iba a ser “violada” por 2 hombres comenzó a excitarme. El hombre mayor se quitó su trusa y un falo grueso y largo salió, aún no estaba erecto y me pareció gigantesco; el muchacho terminó de desnudarse, su verga era grande y no se comparaba con la del otro.
El anciano se subió a la cama y puso su verga cerca de mi boca, una gran gota de líquido empezaba a asomarse en la punta; el muchacho retomó el sexo oral en mi vagina, concentrándose en mi clítoris, sentí un escalofrío cuando su lengua golpeteaba rápidamente, luego siguió chupando y libando solo el clítoris, en un momento de excitación, yo quería que me mordiera para sentir aún más. El anciano me tomó de la cabeza y acercó más su verga a mi boca. Lo que sentía me hizo abrirla y recibir ese gran cilindro de carne caliente; movía la cabeza adelante y atrás, mi lengua jugueteaba con la gran cabeza, líquido salía más y más, con un sabor muy fuerte, de hombre que necesitaba que una hembra le sacara todo lo acumulado.
La verga crecía con cada movimiento de mi cabeza, llegó un punto en que yo no abarcaba ni lo grueso, ni lo largo; él empujaba, queriendo meterse todo, la cabeza de la verga traspasó mi garganta; él resopló con satisfacción, sabiendo que me había desvirgado la garganta, yo tenía arcadas, pero las trataba de controlar, sintiendo toda mi boca llena de verga cómo nunca lo había sentido. Saliva y líquido salieron cuando el enorme falo abandonó mi boca, pude ver líquido aun saliendo.
Mi cabeza daba vueltas, teniendo la urgente necesidad del orgasmo que hasta ese momento, me habían negado. El anciano bajo un poco mi bra, dejando al descubierto un pezón erecto y necesitado de atención; su lengua comenzó el trabajo; metió todo en pezón dentro de su boca y comenzó a succionar como si quisiera sacar algo; sus dientes encontraron el pezón y lentamente apretaba, provocando un dolor delicioso; su mano había atrapado el otro seno y lo masajeaba excitándome aún más. Sus dientes apretaban más, dolía y el muchacho había atrapado el clítoris y ahora lo mordía firme, pero delicadamente.
Yo estaba en el éxtasis total; necesitaba sentir un falo dentro de mí; mi vagina chorreaba y el jugo anegaba todo, mi recto estaba lleno de mi propio jugo.
Me desataron, yo no me podía mover de la excitación y el cansancio. El muchacho se acostó sobre la cama y me ayudó a montarme sobre su verga; me la iba metiendo lentamente, hacia yo la sintiera toda, cada centímetro, cada vena; la cabeza abriendo mi vagina a pesar de estar completamente dilatada. Cuando tuve la verga completamente dentro de mi, sentía mi vagina completamente llena y me lastimaba que aún necesitaba mas espacio para entrar más; comenzó a hacer su verga palpitar, como si estuviera a punto de eyacular; al sentir esas palpitaciones, comencé a temblar, no podía controlar mi cuerpo, un orgasmo enorme me llegó, largo, intenso; como nunca lo había tenido.
Caí exhausta sobre su pecho, con su verga dentro de mi, saboreando el orgasmo y dejando mi trasero al descubierto; el anciano acomodó su falo en mi entrada y comenzó a empujar; nunca había aceptado el sexo anal, era virgen y ese monstruo me estaba abriendo. El muchacho me sostuvo para evitar que me moviera; el anciano se enterraba despacio; para no lastimarme tanto y para gozar el apretón de un culo virgen.
Yo pujaba para expulsar ese tubo de carne ardiendo que me partía en 2; el bufaba de placer al invadirme poco a poco; su sudor caía en mi espalda por el esfuerzo y la excitación. En un momento, algo dentro de mi le impidió seguir avanzando, sólo empujó un poco más, sentí que algo se rompió dentro de mí.
– Está virgen ya es mía… y está muy apretada y rica.- dijo el anciano con satisfacción.
Se quedaron quietos un momento para gozar de lo apretado de mis orificios; yo sentía las 2 unirse dentro de mi. El bombeo comenzó lento; a pesar del dolor, otro orgasmo empezó a llegar. El sonido de sus gemidos de placer me excitaba aún más; nunca 2 hombres habían gozado de mi cuerpo de esta manera; éramos 3 animales gozando del sexo.
El primero en terminar fue el anciano; su verga se hinchó expandiendo mi recto haciéndome gritar, se enterró hasta el fondo para depositar su semilla y sentí su leche derramarse dentro de mi estómago; ardiendo, quemando mis entrañas. El muchacho seguía con el bombeo; el bombeo y las palpitaciones del anciano me provocaron otro orgasmo. Cuando terminó, se salió lentamente, disfrutando de mi agujero recién estrenado; un poco de leche salió de mi, cayendo en la verga que aún me penetraba; al sentir el líquido caliente, el muchacho bufo, se enterró hasta el fondo y terminó dentro de mi.
Siguieron usándome por varias horas, perdí la cuenta de mis orgasmos y sus venidas; mis orificios estaban adoloridos pero yo me sentía satisfecha.
No se como mi marido podrá hacerme venir de la misma manera alguna vez.