Continuación de "Tu virginidad es mía”.
El primer encuentro con Christian había sido corto y bastante apresurado. Él debía irse a la universidad y yo tenía que trabajar, pero nos prometimos un segundo encuentro. Encuentro que se dio mientras mi marido estaba de viaje.
Debido al trabajo de mi esposo, de vez en cuando tiene que pasar algunos días fuera de casa. Momentos en los cuales yo me aburría a muerte, pero en esta ocasión supe aprovechar muy bien.
Le avisé a Christian con tiempo de que iba a estar, al menos, tres días sola en casa. Que era hora de darnos ese segundo encuentro. Pese a estar bastante ocupado con la universidad se acomodó para que, al menos unas dos horas y media, podamos estar juntos.
Le di la dirección de mi casa y le pedí que cuando llegue me saludé como "profe", ya que mis vecinos son muy chismosos y lo último que faltaba eran que le digan a mi marido lo que pasaba.
Christian llegó a horarios lo hice pasar y le ofrecí algo que tomar, pero como no quiso, y se notaba que ya estaba deseando el encuentro, apuré el trámite fuimos derecho a la acción. Lo primero que hice fue besarlo. Lo besé como si nunca hubiese besado a nadie, permitiéndole que explore todo mi cuerpo a su gusto y ritmo.
Empezó a acariciarme y a tocarme. Le gustaba pasarse sus minutos masajeando mis pechos, pero como todavía es bastante inexperto en esto del toqueteo le tenía que ir enseñando y guiando, sobre todo cuando se obsesionaba con mis pechos y tocaba nada más. Le enseñé como masajear mi culo, como tocarlo y acariciarlo, como me gustaba que me toquen para encender mi temperatura y como tenía que hacer para arrancarme un par de gemidos.
Christian me quitó la blusa, hundió su cara en mis pechos y ahí se pasó unos minutos: besando, lamiendo, acariciando… Me quitó el sostén y le dedicó tiempo a mis pezones. Degustándolos y disfrutándolos.
Con cuidado fui guiándolo hacia abajo. Quería que vaya acostumbrándose aunque no todo en la vida era recibir, pues también había que dar.
Me quité lo que me quedaba de ropa, y me dije que se acercara, que se venga a la cama conmigo. Así que me hizo caso y siguiente que le enseñé fueron las partes de mi vagina. Se me quedó viendo un buen rato como me masturbaba, como excitaba mi clítoris… Tenerlo ahí viendo todo me hacía excitar mucho.
Le dije que ponga su boca en mi vagina, que iba a aprender sexo oral. Hizo caso, aunque es obvio que no iba a hacerlo bien a la primera, su lengua y labios eran muy inexpertos todavía, pero hizo su mejor esfuerzo.
—Ahora me toca ir arriba —le dije. Lo agarré del cuello, hizo que se acostara y me monté sobre él.
¿Quieren saber cómo continúa?