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Un rapidín en el estacionamiento con Hugo
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Hace unos meses, cuando empezábamos a tener sexo Hugo y yo, la verdad yo andaba muy ganosa; Bernardo casi no me cogía, solo se la mamaba o se la jalaba; mis jefes de viaje y con pocas opciones para coger por mi cuenta, que no fueran conocidos de Bernie, así que Hugo era mi principal opción, pero como era casado y su novia trabajaba en la oficina también, no era fácil que se escapara o escaparnos para coger. Ese día le mandé fotos mías en ropa interior para irlo animando, esperando que hubiera oportunidad de al menos un rapidín.

A la hora de la comida nos dijeron que tendríamos que quedarnos algunos para terminar unos reportes, entonces Hugo dijo que iría por la comida y yo me salí unos minutos antes para que no sospecharan. En realidad, yo lo esperé en mi coche y él le dijo a los de seguridad que iba a llegar un pedido de comida, que se lo guardaran, que no avisaran a la oficina; entonces me alcanzó en mi coche, que estaba en el estacionamiento del edificio.

Yo estaba en el asiento de atrás, obvio, estaba con un blusón azul y me había quitado los leggins, sólo estaba en tanga. Se subió Hugo al coche.

Hugo: Andas calientita, Ana.

Yo: Bastante –me abrí un poco más el blusón para que viera mejor mis tetas; él me lo abrió más-.

Hugo: Me encantan tus tetas, canija.

Ana: ¿Ah, sí? Pues date gusto –él me manoseaba las tetas, abriéndome el blusón y bajándome el brasier y yo le agarré el paquete, se le puso duro rápido; me mordí los labios– mmm se está poniendo bien dura.

Hugo: Así me la pones, Ana.

Yo: Pues hay que aprovecharla, ¿no?

Hugo: Toda tuya, mamacita –entonces le abrí el pantalón, le saqué su verga dura y me incliné para mamársela-.

Yo: La tienes bien rica, Hugo… -se la lamí, le di unas chupadas y después empecé a mamársela poco a poco.

Hugo: Ay, pinche Ana, la mamas delicioso, canija –él solo me levantó el blusón para poder verme las nalgas-.

Yo: tienes una verga muy rica…

Hugo: ¿Te gusta? Saboréala, Ana.

Yo: sí, me gusta cómo sabe…

Hugo: Pinche, Ana, tan mamona que te pones y tan puta que eres. La neta jamás pensé tenerte así; mamándomela en el estacionamiento. Creía que solo ibas a dárselas a los jefes; pero ya vi que eres bien zorrita, canija.

Yo: ¿Te gusta que te la mame, Hugo?

Hugo: Cómo no, mamacita; además tienes una carita de puta, que no chingues –se la estuve mamando unos minutos, después lo monté poniéndole mis tetas en la cara; él me abrió por completo el blusón pero sin quitármelo, por suerte el brasier se abrochaba por el frente, así que liberó mis tetas sin problema-.

Yo: Estás bien rico, Hugo.

Hugo: Y tú estás bien buenota, Ana.

Yo: Me calienta que me lo digan.

Hugo: Pinches culazo y tetotas, canija –me senté en su verga dura, metiéndomela poco a poco-.

Yo: Ay, no mames, qué rica verga; cómo necesito una buena cogida, Hugo; ¿cuándo nos echamos un hotelazo?

Hugo: ¿Tanto así, putita? ¿No te atienden en casa?

Yo: No, para nada; la tiene bien flácida, no se le para a menos que le cuente cómo me cogen.

Hugo: ¿No mames, en serio? –asentí-.

Yo: Me pide que le cuente cogidas que me han dado –empecé a montarlo moviéndome en círculos y de atrás hacia delante-.

Hugo: ¿Y ya le contaste que te cojo, putita?

Yo: Le conté la primera vez que me cogiste y las veces que te la he mamado.

Hugo: ¿Y se le pone dura?

Yo: Mucho; y yo me caliento recordando… mucho.

Hugo: ¿Le vas a contar esta? –asentí.

Yo: Sí; le voy a contar lo dura que se te pone y lo rico que me das verga –me bajó el blusón descubriéndome los hombros y las tetas; le acerqué las tetas a la cara mientras él me agarraba fuerte las nalgas-.

Hugo: ¿Y no tiene ganas de ver cómo te cogen, Ana?

Yo: Sí; ya me dijo que quiere verme coger con alguien –no teníamos mucho tiempo, así que empecé a apretarle la verga con mi panochita-.

Hugo: Canija, me encanta que me la aprietes.

Yo: Ah, ¿sí? Y a mí que me comas las tetas mientras me la metes –le puse mis tetas en la cara para que me las comiera-.

Hugo: me enloquecen tus tetas, Ana…

Yo: Son tuyas, papito.

Hugo: pues cuando quieras te doy verga frente a Bernie, putita; que vea cómo se debe atender a una zorrita como tú, Ana.

Yo: ¿En serio me cogerías frente a Bernardo? ¿Se te antoja? –aceleré mis movimientos para que se viniera-.

Hugo: Agüevo que sí, putita; que el cornudo vea lo que es atenderte como la puta golosa que eres, Ana. ¿Y le cuenta que se las das a los jefes? –asentí- que se las mamas en su oficina, putita? –asentí de nuevo- ¿y se la jala cuando le cuentas?

Yo: Yo se la jalo… me voy a venir, Hugo… vente tú también, quiero tus mecos.

Hugo: Vente, putita, vente culona, ándale –me dio una nalgada-.

Yo: Vente ti también, Hugo.

Hugo: No, quiere venirme viendo tu culote, Ana –segundo después tuve mi orgasmo-.

Yo: ay, me vengo, Hugo, me vengo… puta madre, ¡qué rico! ¡Ay, cabrón!

Hugo: ¿Rico, putita?

Yo: Ay, delicioso, no manches, cómo me hacía falta que me la metieran rico.

Hugo: Ahora móntame de espaldas, culona –me acomodé como me dijo, entre los asiento de enfrente para poderme inclinar más y me viera mejor las nalgas- puta madre, qué culazo tienes, Ana.

Yo: ¿Así se te antojaba?

Hugo: Un chingo; todos los días antojas tu culo y tus tetas, canija –empecé a darme sentones en su verga-.

Yo: Qué bueno que se te antoje, Hugo.

Hugo: De madres, Ana –me dio una nalgada-.

Yo: Y por qué a veces eres malo conmigo, ¿eh?

Hugo: Para que no sospechen que cogemos, putita.

Yo: Sobre todo tu novia, ¿verdad?

Hugo: Agüevo, putita, sobre todo ella y para que no chismeen en la oficina. Pinche Ana, que culo tan más rico tienes; cuándo me lo vas a dar, ¿eh?

Yo: ¿Quieres darme por el culito? ¿Se te antoja?

Hugo: Tengo un chingo de ganas de darte por el culo, putita. ¿Se lo das a Bernie?

Yo: Casi no doy el culo –mentí-.

Hugo: Pero a mi sí, verdad, ¿Ana?

Yo: En un buen hotelazo te lo doy, papito –sentí cómo se le ponía más dura su verga-.

Hugo: Ahora sí me voy a venir, putita; me vas a sacar la leche a sentones, culona.

Yo: Sí, papito, vente; ¡échamelos!

Hugo: ¿En dónde los quieres, Ana?

Yo: En dónde quieras, papito –me jaló hacia él, me agarró las tetas fuerte y sentí cómo se vino adentro de mi panochita; se vino bastante- ay, sí, vente, Hugo, vente, ¡ay qué rico!

Hugo: Ay, no mames… puta madre me estoy vaciando, pinche Ana… ay, no mames… qué rico –me dio embestidas fuertes mientras acababa de venirse-.

Yo: Ay, ¡qué rico te viniste… necesitaba esto!

Hugo: Cuando quieras, putita.

Nos vestimos y regresé a la oficina, él salió en su coche y solo le dio la vuelta a la manzana para que lo vieran volver a entrar los de seguridad. Por suerte nadie sospechó, pero como me enteraría después nos había grabado una cámara de seguridad. Pero gracias a mi buena relación con mis jefes no hubo problema alguno.

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AnaOG1984
AnaOG1984
40 años, tres parejas, tres separaciones y varios amantes en mi haber. Independiente, sexosa.

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3 COMENTARIOS

  1. Justo eso hacen mis jefes conmigo en la oficina, claro cada uno en su privado. Me fascina que se la jalen con mis relatos. Yo me masturbo cuando recuerdo esas cogidas y cuando leo mis relatos.

  2. Los rapidines siempre son ricos, ya se que te encanta el sexo y tus narrativas asi lo indican. La verdad es que he leido ya varios de tus relatos, he puesto mis comentarios; ahora que te escribo estoy en mi oficina y pienso en lo rico que seria tenerte aca arrodillada mamandome la verga, luego yo te sentaria en el escritorio y te comeria la panocha antes de meterte la verga hasta hacerte estallar de placer y darte mi leche. Te cuento que me estoy masturbando Anita, leo y leo tus relatos y en cualquier momento me saldra la leche.

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