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Un rabo joven de 25 centímetros
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Hay en mi barrio un chaval de 18 años que juega en el equipo juvenil de la localidad.  Suele ir con ropa deportiva por la calle y bajo ésta se adivina un enorme paquete que no deja de ser mirado por mujeres de todas las edades.

Yo lo conozco porque en tiempos fue compañero de estudios de mis hijos. Un día coincidimos en el autobús que lleva del centro al barrio. Él iba en la zona de atrás y aunque el vehículo iba prácticamente vacío yo me senté a su lado. Él miró extrañado pero no dijo nada. A poco de arrancar puse mi mano en su muslo y la retiré rápido pidiendo perdón para hacer ver que solo había sido un accidente. Él sonrió y no dijo nada. Eso me animó a hacerlo por segunda vez, pero cuando iba a quitar la mano él la cogió y la introdujo bajo el pantalón

Yo empecé a tocar su pelo rizado y su polla, que era cómo la había supuesto, larga y gorda. Empezó a empalmarse y tuvo que ponerse una chaqueta de chándal encima para que no se notara, mientras muy flojito me dijo que lo pajeara. Yo empecé a hacerlo pero los sonidos de su placer nos podían delatar, por lo que me hizo sacar la mano y me preguntó cuando me follaba.

Yo le dije que ese mismo día y quedé en recogerlo cuando oscureciera en una zona apartada del barrio. Lo hice así con mi coche y él me indico un sitio donde dijo que iban parejas a follar. Una vez allí me desnudé y el también. Mi cabeza bajó hacia su polla y me la metió en la boca. Meter es un decir porque no cabía entera y cuando profundizaba me provocaba arcadas. Me cogió del pelo y comenzó a marcar el ritmo de la mamada, que duro más de 20 minutos hasta que se corrió en mi boca pidiéndome que le enseñara la leche antes de tragármela y así lo hice.

Entonces él se dirigió a mí coño y comenzó a comerlo con gran habilidad casi impropia de sus 18 años. Al tiempo pegaba fuertes tirones del pelo de mi pubis, lo que me hacía experimentar dolor y placer al tiempo y correrme pronto en su boca

Ahora venía la penetración. Aquellos 25 centímetros y unos 10 de grosor tenían que entrar en mi. Decidimos hacerlo a pelo, la humedad de mi vagina recién comida hizo que entrara sin apenas problemas, aunque un buen pedazo quedaba fuera. Yo le pedí cabalgarlo, y así entraba más, produciendo un poco de dolor que no e importo cuando nos corrimos a la vez y me llenó de una leche muy abundante

Descansamos un poco y me dijo que me iba a dar por el culo. Yo le dije que me daba miedo, pero él me dio una bofetada y dijo que el hombre era él y que se haría lo que le dijera, lo que me puso a cien. Comenzó a masajearme con saliva y a ir introduciendo un dedo, luego dos, después tres y enseguida la punta de su polla, durante unos minutos fue trabajando para que entrara más y consiguió dejarme, literalmente, empalada. Sus movimientos y azotes en el culo me hicieron correrme pronto y él no fue menos y me echó otro chorrazo de leche.

Así folle con la polla cartagenera de 25 centímetros y joven por la que sé suspiran muchas vecinas, aunque otras muchas también la han probado.

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