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Un plomero que conocí en el autobús me destapó la tubería
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Hoy es día de asueto, pero ya está muy cerca la fecha límite para la declaración de impuestos, como ya les había comentado soy auxiliar contable, por lo tuve que verme forzada a ir a trabajar para sacar las facturas a tiempo.

Me doy una ducha y me preparo para salir, yo no soy de tangas, rara vez uso, pero hoy decido usar una tanguita blanca, unos shorts casuales azul cielo de tela flojita y una blusa blanca pegadita con encaje en las mangas, como tengo pocos senos nunca uso sostén, me es más cómodo.

Salgo de casa para tomar el autobús, es aproximadamente un trayecto de cuarenta minutos, subo y está casi vacío el autobús como es habitual en los días de asueto, solo hay dos pasajeros en la parte delantera, decido sentarme en uno de los asientos dobles de la parte trasera. Iba arrancado el autobús cuando se oye el grito, ¡Suben! ¡Suben!, era una voz gruesa y roca, de esas que como mujer te hacen estremecer.

Al detenerse el camión sube un sujeto alto, fuerte, robusto, de facciones toscas, traía puesto un overol y playera blanca, una bata de loneta gris, paliacate rojo en la cabeza y una mochila que parecía muy pesada.

Después de pagar se detiene un momento para después caminar hacia el lugar que deje a mi lado, deja caer la mochila y se escuchan fierros, herramienta supongo, se quita la bata y se sienta a mi lado.

No creí que fuera casualidad que se sentara junto a mi, lo mire de reojo y noté que su cuerpo estaba muy bien trabajado con gimnasio, tenía unas manos muy grandes y muy maltratadas, una cara dura, inexpresiva. Eso me bastó para tener algunas fantasías sexuales con ese sujeto, incluso mi vagina comenzó a escurrir un poco, pronto todo dejaría de ser fantasías.

El sujeto rascaba su pierna, no sin aprovechar para rosar mi pierna, un clásico, yo estaba un poco caliente y para la tercera vez que se rasco decidí abrir un poco las piernas para ver si se animaba a algo más, lo hizo.

Comenzó a acariciar la parte interior de mi muslo, sus dedos tan gruesos y ásperos hicieron que la sensación me calentara aún más, mis pezones marcados en mi blusa fueron los delatores de como me iba excitando, abrí lo más que pude las piernas, mis shorts flojitos no le dificultaron el acceso a mi vagina, quedó a su merced.

El acariciaba mi vagina por encima de la tanga, ya muy mojada, cuando con su otra mano tomó su bata y la extendió sobre sus piernas, metió su mano debajo, estiró un poco el cuerpo y se escuchó el cierre de su overol bajar para liberar su pene.

En la bata se notaba el movimiento de su mano arriba y abajo, su otra mano hizo a un lado mi tanga para que por fin pudiera sentir sus dedos recorrer mi clítoris, me sujete con ambas manos del asiento de enfrente para poder levantar mi cadera un poco, el sujeto entendió mi movimiento, al instante clavo dos de sus dedos hasta el fondo de mi vagina, la textura en ellos me provocó un orgasmo que no pude contener el gemido, apretar las manos y chorrearme por completo, los pasajeros de adelante voltearon al instante, se me quedaron viendo por un momento hasta que les hice una leve sonrisa.

A estas alturas sentía que mis pezones iban a explotar, el sujeto me miró a los ojos para después dirigir su mirada hacia su pene, entendí sin palabra alguna, me recosté sobre su regazo y el tapo mi cabeza con su bata.

No alcance a ver su verga, pero al metérmela a la boca note que era como un champiñón gigante, una cabeza muy grande y tronco un poco corto pero muy ancho, comencé a recorrer su tronco con mi lengua, la pasaba por la cabeza y de regreso, el mantenía sus dedos dentro de mi vagina a la vez que me pellizcaba los pezones, así estuvimos un rato cuando sentí como presionó muy fuerte mi cabeza contra su verga, al parecer era más larga de lo que imaginaba, la sostuve en mi garganta por un rato hasta que me sentí ahogar y comencé a toser, entonces me dejo de presionar y así a ratos.

Escuché los pasos de una persona que se acercaba, era uno de los pasajeros del autobús que tocó el timbre para descender, no dimos importancia y seguimos en lo nuestro, el dedeandome la vagina y yo mamando verga.

Decidí poner fin al encuentro, me concentre en mamar su cabeza y pasar la lengua por la punta de su verga, no pudo evitar dar espasmos de placer, estaba dispuesta a tragarme su semen cuando de repente, me retiro mi boca de su verga y saco sus dedos de mi vagina.

Metió sus manos bajo la bata y comenzó un sube y baja muy intenso hasta que su rostro reflejó una expresión de alivio, sacó su mano y ahí estaba toda su lechita, inmediatamente me la embarró en toda mi vagina y me acomodo la tanga.

Mi vulva, mis labios y mi clítoris estaban llenos de su semen, esa simple acción me hizo tener un orgasmo, yo quería más pero desafortunadamente el sujeto se preparó para bajar del autobús.

Antes de bajar, sin cruzar palabra me dió su paliacate junto con una tarjeta, con el paliacate limpie la lechita que me escurría por las piernas y leí la tarjeta:

«SE HACEN TRABAJOS DE PLOMERÍA»

Vaya que destapa muy bien las tuberías ese sujeto.

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