Mi nombre Niquino, cuento con cincuenta años, alto, moreno canoso y de buen ver. Era el verano pasado cuando me pasó algo inesperado, el caso que me dio por ir a pasear por el campo, entre árboles y unas briznas de hierbas verdes, parecía una alfombra. Yo vestía un pantalón corto de baloncesto a conjunto con una camiseta de los Newyork, pues el caso es que me dio por tumbarme sobre aquella fresca hierba a relajarme pero elegí un sitio entre matorrales para estar más tranquilo.
Me tumbo y no se cuánto tiempo llevaba allí ya que estuve con los ojos cerrados cuando de pronto los abro porque sentí algo raro y no sé como pero ante mis ojos encuentro un culo redondo, regordete y peludo, oigo una voz que murmura por lo bajo:
-Te vas a comer mis gūevos cabrón, ya verás y luego voy a follarte este culito.
Miro más adelante de su ojete y veo unos cojones bien gordos camino de mi boca, la cierro pero se aplastan contra mis labios. Joder por el volumen de lo que veo de su cuerpo es un hombre grueso y peludo, no alcanzo a ver su cabeza, ya que la tiene echada hacía adelante y me agarra sin hacerme daño por los tobillos.
Lo que si siento es la polla apoyada en mi pecho, tiene un largo de 21 cm por lo menos y la noto gorda. A todo esto yo inmóvil, entonces el gordito agarra la goma de mi pantalón corto entallando la de mis bóxer también y a trompicones me los empezó a bajar hasta los tobillos y agarrando estos con sus manos fuertes levantó mis piernas haciéndome flexionar las rodillas, luego deprisa hundió la cabeza entre mis muslos, pude sentir que era calvo, con barba; alcanzó como pudo mi ojete y entonces ya no pude resistir, abrí bien la boca atrapando uno de aquellos gordos gūevos succionándolo, el gordo al sentir mi boca en su cojón cambió de postura poniéndose a cuatro patas para ofrecerme lo que sentí en el pecho, una enorme y gorda verga venosa, la tragué con ansia metiendo más de la mitad en mi boca mamándola y utilizando mi lengua para acariciarla, que rica estaba, no sabía a jabón si no a pura polla de hombre, a sudor, todo el, su ojete, sus güevos y su gran rabo venoso olían a sudor como a mi me gustan los hombretones. Entonces le dije sacando su vergajo de mi boca:
-Quiero verte bien.
Entonces nos incorporamos, era feo, gordo y peludo. Me empecé a desnudar por completo y le dije que hiciera lo mismo, ya desnudos me arrodillé ante su barriga y agarré su tiesa vergaza, tragándomela, mamándola bien, ensalivándola.
-Como la tragas, casi toda mamón, nunca me la han comido así tío, eres una puta y guarra.
Ya me gustaba más pues me encanta que me traten como a una puta zorra.
-Fóllame puto gordo, méteme ese pedazo de verga por el culo, ábreme el ojete gordo feo.
Me había desatado, me arrodille al estilo perro abriéndome la raja del culo ofreciéndole paso a mi ojete. El gordo se arrodilló detrás de mí y metió su gordo capullo en mi ojete a modo de tapón para ir metiendo el vergajo poco a poco, así y todo apreté los dientes pues dolía bastante de lo gorda que era, saltaron mis lágrimas pero aguanté hasta que su rabo duro estuvo todo dentro de mi ojete.
-Ahora sí, ya está, follame fuerte, trátame como a una puta, dame bien por culo gordo feo.
Yo estaba cachondo como puta, el gordo empezó a follarme duro, mi polla estaba dura y me la empecé a menear, joder tenía el culo lleno de polla dura, que gusto me daba el gordo.
Después él se tumbó para sentarme sobre el vergajo, me lo metí hasta el fondo y lo cabalgué. Me folló de varias posturas y me dio su leche dos veces en bastante cantidad, una en la boca viéndomelas para tragar y no dejar caer ni una gota y mi culo si fuera el coño de una puta lo dejó con el ojete bien preñadito como a mi me gusta.