Ya es hora, una hora para ti… entras en una cálida habitación con algunas velas y aromas de aceites, una leve música que te tranquiliza. Mientras, cae la toalla que te cubre y me entregas lentamente tu cuerpo desnudo. No pienses en nada. Abandónate a las preocupaciones y concentra tu sensibilidad a mis manos sobre tu espalda. Comenzaremos suavemente entregando calor a cada centímetro descubierto, sientes que se alivian las tensiones, suavemente voy desde tu cuello, tu espalda, recorro cada vértebra, sigo con tus brazos y manos, tu aroma me llama y me acerco a tu piel.
Me tomo firme de tus caderas, mientras, sientes mi respiración recorrer en tu espalda, te recorre un escalofrío caliente pero no abres los ojos, tu respiración cambia, mis manos aceitadas bajan y toman tus muslos, recorren tus piernas y disfrutas de un calor inusual. No puedo evitar aumentar mi respiración que te recorre junto con mis manos. Tu aroma de mujer me cautiva y me transporta. Tú sigues con los ojos cerrados, relajada, y con las manos que cada cierto momento se aprietan al sentir una suave caricia en nuevos lugares de tu piel.
Oigo tus leves quejidos, lo disfrutas, te excitas lentamente, tu calor te libera, sientes las manos sobre tu piel, ardientes y sin detenerse, no quieres que se detengan. Emites un nuevo sonido de placer que energiza mis sentidos concentrados en ti, me gusta, me excita, veo tu perfil como sonríes de placer. Separas los labios para exhalar una sensación que no aguantas más.
Mis labios se fusionan a tu espalda no puedo dejar de recorrer tus muslos. Tu aroma dulce de almendras flores y placer me transporta, no existe espacio o tiempo.