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Un grato encuentro durante un viaje (Parte 2)
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Tiempo de lectura: 6 minutos

Después de nuestro primer encuentro en la alberca, comenzamos a enviarnos mensajes, en esos primeros mensajes me enteré que se llamaba Esteban, que tenía 29 años, que trabajaba en un lugar en el que se dedican a hacer prensas para autos, la verdad ni idea, pero ese era lo de menos, lo importante era que estaba guapísimo y habíamos tenido una sesión de sexo muy rica, en fin, ya saben los generales, igual le compartí de donde era, que estaría ahí por un par de semanas y que el motivo de mi estancia era implementar unos cambios en un sistema informático ya que nuestro cliente la ha ido bien y necesitaba ampliar un poco su plataforma.

En fin, me comentó que por su trabajo iba a estar saliendo tarde, de cualquier forma yo seguí visitando la alberca en las últimas dos horas que eran de 6 a 8 de la noche, finalmente dos días después me envió un mensaje diciendo que podíamos ir a cenar a lo que accedí muy ilusionada de verle de nuevo, quedó de pasar por mí al hotel a eso de las 7:00, ese día por supuesto que tuve que suspender mi sesión de natación así que me apure a ducharme y estar lista cuando él llegara.

De camino al restaurant, la plática fue un tanto ligera ya saben, aprovechamos para terminarnos de conocer. Ya en el lugar que estaba a casi 40 minutos, un poquito lejos, pero valió la pena ya que es un restaurant bastante agradable, me encantó la decoración de las mesas, el arreglo que tenían de las servilletas, en fin, le daba un ambiente muy romántico. La cena estuvo riquísima, él ordenó algo para compartir, botella de vino tinto la chica que nos atendió prendió un par de velitas que estaban en el arreglo al centro de la mesa y yo estaba encantada. Durante la cena me comentó que él tampoco era de esa ciudad pero que la visitaba con frecuencia porque era una sucursal más y que a él lo enviaban para supervisar un poco. En fin, ninguno de los dos estaba en una relación y acordamos que aprovecharíamos el tiempo y la fortuna de habernos conocido.

Durante el camino de regreso ya un poco con más confianza recargué mi cabeza sobre su hombro como toda una damita enamorada, me sentía un poco nerviosa, pero al final decidí preguntarle si aceptaba pasar a conocer mi habitación, a lo que él respondió:

-¡Claro cariño!, dijimos que tenemos que aprovechar el tiempo.

-¡Perfecto! -le dije- porque la cena estuvo muy rica y todo, pero yo tengo ganas de un postre de arroz con leche que no veas, ¡eh!

-No te preocupes, traigo suficiente para dejarte más que satisfecha

Para esto yo ya le venía masajeando la verga que no tardó en despertar y en ponérsele bien dura. No pude resistir la tentación de aflojar su cinturón para poder desabotonarle el pantalón y bajarle la cremallera.

-¡Uhm!, estaba ya que ya no te cabía dentro del pantalón cariño.

-¡La verdad si! -respondió- Gracias por el masajito, lo acaricias bien rico.

Noté entonces que el siguiente tramo de carretera era recto así le pedí que levantara un poco las caderas y me ayudara a bajar sus pantalones, una vez hecho lo anterior, acomodé el asiento y todo para poder agacharme y empezar a saborear esa verga, primero le di unas ligeras mordiditas, (siempre tengo ansias de morder), después empecé a recorrerlo todo con la lengua, ¡uhm! Lo tenía bien rico, el empezó a gemir y acariciaba mi cabello, yo continué jugando con mi lengua sobre su glande que lo tenía bien hinchado, le di varias vueltas con mi lengua y el dio unos gemidos más fuertes, me separe un poco para mojar mis labios para luego empezar a rozarle la puntita de la verga así con labios cerrados, finalmente con un movimiento suave fui bajando muy lentamente mi cabeza para meterme ese trozo de carne por completo, acompañe mi movimiento con un largo gemido de placer. Ambos estábamos locos de placer en este punto, yo no podía pensar en otra cosa que llegar y entregarme a mi hombre, a entregarle mi cuerpo, mis besos, mis caricias, a someterme a sus más bajos instintos sin ninguna reserva, sin ningún pudor. Finalmente atinó a decir en medio de sus gemidos -ya estamos llegando cariño.

Así que tuve que suspender esa degustación de verga que me estaba dando, entonces me acomodé de nuevo en mi asiento como niña buena y solo le medio subí un poco el bóxer.

-¿Qué lástima que estábamos tan cerca? Me hubiera gustado continuar

-A mi también cariño -respondió-. Pero tranquila ahorita le seguimos

Apenas pasaban las 11:00 de la noche y el lugar era muy tranquilo ya todo se veía apagado y silencioso. Tan pronto se estaciono en el hotel, se apresuró a arreglar sus pantalones, bajamos del auto, me tomó de la mano y yo lo guie hasta mi habitación, una vez dentro, nos desvestimos apresuradamente, tan pronto pude empecé acariciarlo y besarlo, mi instinto de hembra en celo dirigió mis labios a su enorme y delicioso pene, se lo mamé con mucha pasión y lujuria unos segundos, él se inclinó un poco hacia mí y me ayudó a ponerme de pie, al principio me resistí porque no quería dejar ese jugoso postre, pero insistió así que me fui levantando mientras continuaba besado su cuerpo.

Continuamos besándonos apasionadamente, me recostó sobre la cama y recorrió cada parte de mi cuerpo con sus besos, yo estaba loca de placer, gemía, jadeaba y le decía:

-Papito me encantas, me vuelves loca.

El continuó besándome yo hacía lo mismo cuando podía, de pronto el se incorporó y llevó su verga hasta mi cara, entendí lo que quería y no tardé en metérmela hasta el fondo, se la empecé a mamar despacio para ir subiendo el ritmo poco a poco, la acariciaba sus nalgas que las tenía bien redonditas y firmes, de pronto me la sacó y me acomodó en la cama boca arriba de tal forma que mi cabeza colgaba por la orilla. Se bajó de la cama y me dijo:

-Ahora si te la vas a comer completa cariño

Diciendo y haciendo, me acercó de nuevo su bella verga mientras yo abría mi boca para recibirla, el empezó a menear sus caderas mientras yo encantada saboreaba sus líquidos y disfrutaba con gran placer ese vaivén, estaba completamente entregada a mi macho, usaba mis manos para acariciar sus nalgas, sus muslos, sentía como sus testículos rozaban mi cara lo que me excitaba y me ponía a mil. Sentía un gran placer ver y sentir como me la empujaba hasta el fondo, yo misma jalaba sus piernas para darle a entender que la quería toda adentro. Así estuvimos un par de minutos más hasta que la sacó y me puso sus testículos, que yo sin dudar comencé a chupar, lamer y acariciar con mucho gusto. Unos momentos después le dije:

-¡Ya métemela papi, quiero sentirte dentro de mí!

-Claro que sí cariño -me respondió.

Yo solo me acomodé bien sobre la cama, esperando recibir instrucciones de mi macho, quería que me cogiera de todas las formas posibles, él se acercó, tomó ambas almohadas y me las colocó debajo de la espalda baja, lo que me hizo quedar un poco arqueada, pero luego él se arrodilló y levantando mis piernas las colocó sobre sus hombros mientras acercaba su rica verga a mi culito, no tardé en sentir cosquillas y empecé a gemir, el continuó jugueteando con su verga entre mis nalgas y me preguntó:

-¿Ya quieres que te la meta cariño?

Solo alcance a asentir con la cabeza mientras me mordía un dedo y gemía, pero esa no era la respuesta que él esperaba. Así que volvió a preguntar:

-¿Ya quieres que te la meta cariño?

-¡Sí! -le respondí.

Yo estaba loca esperando sentir su verga adentro pero el solo seguía restregándomela entre mis nalgas, entendí que una vez más no era la respuesta que él esperaba. Yo no veía la hora de sentirme en la gloria y por más que empujaba mis caderas hacia las suyas no conseguía ensartarme en ese rico y delicioso trozo de carne. Él respondía mis intentos moviendo sus caderas hacia atrás. Finalmente me dijo:

-Quiero que me la pidas, ¡pídeme que te la meta! -me ordenó y volvió a preguntar:- ¿Ya quieres que te la meta?

-¡Sí, papito! -le respondí-. ¡Métemela por favor, quiero sentirte! ¡Cógeme papito! ¡Métemela!

No tardó en empezar a empujarla y con esto yo empecé a sentir la gloria, había extrañado esa verga durante apenas un par de días que se me habían hecho como semanas. La sensación de tenerlo otra vez dentro de mí fue indescriptible, acompañe su penetración con un largo y lujurioso gemido de placer, estaba loca gozando de su enorme verga. No tardó en empezar el vaivén y cada embestida me volvía loca, fue muy lindo al empezar a darme embestidas suaves, largas y profundas, sentía con cada embestida como su verga recorría la entrada de mi culito y como su cabecita tocaba mis paredes internas, era una delicia, un placer inmenso que me tenía a mil.

-¡Uhm!, ¡Que rico estás papito! ¡Ay, que rico me coges!

Con tanta excitación que tenía, comencé a mover las caderas para ensartarme con más fuerza, el usó sus manos para ayudarme y poco a poco las embestidas que me daba se hacían más fuertes y por supuesto más ricas.

-¡Ay, que rico siento papito!, ¡me vuelves loca! -le dije.

-¿Quieres más? -me preguntó

-¡Sí!, ¡Dame más papi!, ¡Dame duro! -le respondí.

-¿Más duro?

-¡Sí!, ¡Dame más papito! y ¡Dame más duro por favor!

-¡Uhm! -alcanzó a gemir

Sus caderas respondieron muy bien a mis peticiones y solo me dejaba coger por ese macho que resultó ser un gran semental. Entonces bajó un poco el ritmo, usando sus manos me dobló las piernas mientras él se inclinaba hacía mi y me empezó a embestir de nuevo suavemente mientras el comenzó a girar hacia los lados, yo sentía bien rico como esa verga me llegaba a cada rincón y como mi culito le respondía con gusto.

Dejó de girarse y ahora tomó mis piernas así dobladas por mis rodillas e hizo que me girara a mi derecha, mi culito quedo aún más abierto y a toda disposición de mi macho, me puso a mil esa posición y más enloquecí cuando empezó a embestirme fuerte mientras me decía:

-¡Así se te ve más bonito el culo!

Estaba loca y entregada a él sin reservas, empecé a gemir con fuerza, mis manos apretaban con fuerza las almohadas mientras me concentraba en abrir bien las nalgas y parar el culo para entregárselo a mi macho, me concentraba en mantener mis caderas firmes y duras para aguantar sus embestidas, no pasó mucho tiempo cuando empecé a sentir que mi cabeza alcanzaba la cabecera, así que aproveche para usar mis brazos y empujarme contra el con todas mi fuerzas, al notar esto bajo un poco el ritmo y me ayudó jalándome de las caderas para mantenerme bien ensartada.

Aprovechó esta ligera pausa, tomó un poco de aire mientras sus manos hacían que me girara de nuevo, igual que antes con las piernas dobladas, pero ahora me hizo girar hacia mi izquierda, culito bien parado y abierto. Empezó de nuevo a embestirme suave pero conforme aumentaba el ritmo su respiración se hacía más agitada lo que me hizo notar que no tardaría en soltarme toda su leche. Así que me adelanté a pedírsela y le dije:

-¡Vente papito!, ¡Dame lechita papi! ¿Sí?

La única respuesta que tuve fueron los empujones de verga más fuertes de esa noche, y los más placenteros también. De mi parte apreté el culito y empecé a menearlo para acariciarle la verga y darle todo el placer posible a mi macho, después de unos minutos soltó un fuerte gemido de placer y sentí como su verga se ensanchaba y se contraía mientras su leche me llenaba toda de un inmenso placer.

-¡Ay!, ¡Que rico papi! -le dije.

-¡Uhm!, ¡Si… que rico culito tienes!

-¡Me encantó la cogida que me diste! ¡Me volviste loca!

-¡Uhm, tú también estuviste maravillosa!

Nos duchamos rápidamente, nos despedimos con varios besos y a pesar de mi insistencia en que se quedara esa noche me dijo que no podía, pero que a la noche siguiente que ya era viernes se quedaría conmigo el fin de semana, acepté y le di otro beso para despedirlo y esperar nuestra siguiente noche…

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