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Un fin de semana cogiendo con Marcelo y Sandra
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Tiempo de lectura: 12 minutos

Y en ese momento empezó el comienzo del fin. No podía sacarme de la cabeza mi imagen en los Smart, ver como gozaba sin límites, como disfrutaba ser yo. Mi pareja con mi marido, no iba todo lo bien que nos mostrábamos. El no poder tener hijos, su negativa a adoptar, un sexo de bueno a mediocre, pocas actividades juntos. Y ahora, descubrirme tan sexual. Y no encontré muchos puntos a favor de seguir con nuestra pareja. Pero, tampoco estábamos casados, la casa era suya y con mi sueldo, alquilar un buen lugar y tener un buen pasar… era muy difícil.

El lunes en la oficina todo el mundo me decía lo linda que estaba, lo radiante que me veían. Les juro que llegue a pensar que me cargaban. Con Marcelo apenas nos cruzamos, y los dos sonreímos cómplices. En un momento me mandó un mensaje: “En serio que estas radiante”.

“Debe ser por el champagne… o la botella o un hijo de puta que me lleno de placer.” Fue mi respuesta y la suya, una carita feliz.

El martes, vino Sandra a la oficina y cerca de las 11 me paso a buscar para ir a tomar un café.

– No puedo Sandra, salgo a comer a las doce. Dije.

– No te hagas problema por eso. Vamos. Me dijo.

– Pero… tu marido…

– Vamos Marcia.

Fuimos al bar y nos sentamos. Las dos sonrientes.

– Estas…

– No me digas nada, radiante. Ayer me volvieron loca con eso. Dije.

– Totalmente radiante. ¿Te dijo algo Marcelo o Sergei?

– No… nada en absoluto.

– A mí tampoco. Creo que a esta altura podemos hablar en confianza Marcia.

– Por supuesto. ¿Qué te pasa?

– Varias cosas y desde diferentes lados. Haber estado con Marcelo hizo que me replanteara muchas cosas.

– Lo mismo yo… Dije.

– Mi pareja con el boludo, está detonada, no de ahora, hace rato. Seguimos… porque yo no lo hecho. Es un tarado, un imbécil. ¿Sabías que se coge a la secretaria?

– No, para nada, creo que nadie lo sabe.

– Pues alguien lo sabe, y me mando fotos. De los dos besándose y entrando a un hotel.

– A la mierda… ¿Sabes quién te las mandó y por qué?

– Creo que sí… una amiga que trabaja en la empresa. Y que el boludo no sabe que es mi amiga.

– ¿Qué vas a hacer?

– Echarlo de la empresa, y de mi casa, por supuesto.

– ¿De la empresa?

– Soy la dueña Marcia, y él es tan inútil que ni de Gerente General lo pude poner.

– Ah bueno…

– Por eso te dije que vengas tranquila, nadie te puede tocar si estas tomando un café conmigo. ¿Y vos?

– Yo replanteándome que hacer con mi pareja, y creo, bah, no va más, solo que no creo poder bancarme vivir sola.

– ¿También con quilombos anteriores?

– Si… y descubrirme como me descubrí con Marcelo, fue el detonante.

– Lo mismo que yo… mira quien viene. Dijo en el momento que entraba Marcelo al bar.

Paso saludando y Sandra lo llamó.

– Dos preguntas: ¿Cómo ves a Orestes Fernández de gerente de tu área?

– Muy bien, tipo muy capaz. Tapado por el inútil actual.

– Segunda: Sergei ¿Podemos estar juntas antes de estar con vos?

– Pueden, pero sería más divertido si no lo hacen.

– Hijo de puta. Dije.

– Marcia me conto de los Smart. ¿En serio que no tenes nada grabado?

Marcelo se sentó y nos miró a las dos.

– Si tengo, pero no de Uds. y les explico porque. No quise arriesgarme a que me entren en la computadora y roben las imágenes. Sandra, Marcia, ni loco las metería en un quilombo de ese tipo. Las que tengo son de otras mujeres, que igualmente, no las subo a internet.

– Te dije, que pena. Me gustaría volver a verme gozar como goce. Dije.

– No queres que nos juntemos… ¿Vos cuando nos vas a juntar? Preguntó Sandra.

– Que calientes que son las dos… las desafío: sábado al mediodía, almorzamos juntos y estamos juntos hasta… que queden saciadas…

– Eso con vos, nunca. Dije.

– Domingo a la noche. Pongamos un límite. Dijo Sandra riendo.

– Ok. me avisan el viernes donde quieren que las pase a buscar.

Se despidió y se fue.

– Sandra, vamos el sábado a la mañana al shopping, y que nos pase a buscar por ahí, quiero comprarme algo.

– No hay problema. ¿Le avisas?

– Yo le aviso.

Los días siguientes, cada vez más se confirmaban mis deseos de separarme… ya soportaba tenerlo encima de mí, cogiéndome sin siquiera preocuparse por excitarme. El viernes a la noche discutimos por una pavada y le avise que me iba sábado y domingo a lo de mi hermana, que volvía el lunes después de trabajar. En la oficina… “echaron” al marido de Sandra y pusieron a quien ella le había consultado a Marcelo. Con Marcelo, miradas, sonrisas, y nada más. El viernes, por mensaje le avise que nos pase a buscar por un café en el shopping al día siguiente.

Con Sandra nos encontramos a las diez de la mañana, ni bien abrió.

– Acompáñame que me quiero comprar ropa interior. Le dije.

– Buena idea. Dijo.

Fuimos y yo fui la que primero compró. Dos conjuntos espectaculares.

– Lo que daría por tener tu cuerpo y ponerme eso. Dijo Sandra.

– Sandra, escuchame, no sos fea mujer, para nada. No te niego que si te cuidaras un poco, bajases unos kilos, estarías mucho mejor. Ahora que vas a estar sola… es un muy buen momento para generar cambios.

– Cambios… sí, quiero generar cambios. Ayudame, aconséjame un par de conjuntos.

Entre las dos elegimos un par y ella se sintió bien comprándolos.

– Ahora… si queres, quédate afuera. Dije en la puerta del sex shop.

– Mmm… no… quiero entrar… Dijo.

Entramos y lo primero que elegí fue un consolador, de muy buen tamaño.

– Este me sirve para los tres agujeros. Dije riendo.

– Nena, sos tremenda. Dijo Sandra.

Lo siguiente fue un plug anal, en realidad dos, uno con una cola de zorro roja.

– Marcia… ¿Eso para….?

– Sandra, mi culo lo ama. ¿Lo probaste?

– No… nunca mi culo… ni se usarlo.

– Es más fácil que mandar un hombre a la luna. Y para que veas que soy buena amiga, si te compras uno, vamos al baño y te ayudo a ponértelo.

– Hija de puta…

La chica que nos atendía se sonrió y nos dijo:

– Chicas, pueden usar nuestros probadores…

– Sandra… Dije.

– Dame uno. Dijo Sandra poniéndose colorada.

– Mira Sandra… dije señalándole un consolador largo, para dos mujeres.

– Uff. Me estas pervirtiendo, soy una mujer muy… muy… pelotuda. Lo llevo.

– Y a mí dame esa tanga con cierre en el culo, para el plug con cola de zorro.

Pagamos y fuimos al probador que estaba separado por unos metros del salón de ventas. La chica nos dio un frasquito de aceite para lubricar los plugs. Yo, ya mojada, me lo metí en la concha y luego lo chupe un poco y finalmente le puse una gota de aceite y me metí el que no tenía la cola de zorro. Me sorprendió la facilidad con que entro. A Sandra, más.

Luego fue su turno. Hice que lo chupe, le puse aceite, y se lo metí de a poco. Ella no se quejó, solo gimió. Puse mi mano en su concha, y estaba empapada.

– Parece que las dos estamos muy calientes. Dije.

– Ni que lo digas, y con esto en el culo… estoy cruzando fronteras…

Nos arreglamos la ropa, saludamos con un beso a la chica y fuimos a tomar café.

– Sandra, te juro que quiero besarte toda.

– Me encantaría, no sabes las veces que me he masturbado pensando en vos y en lo que me harías.

– Y yo en todo lo que te haría. Parece que tenemos bien definido los roles antes de empezar. Dije.

– Totalmente, y me encanta que sea así. Vos la dominante.

– Escuchame, quiero pedirle a Marcelo que grabe todo. Para nosotras, para verlo juntas o hacemos copia nosotras.

Te imaginas verte en la cama, yo chupándote la concha y Marcelo cogiéndote el culo. Dios.

– Hija de puta… me vas a hacer tener un orgasmo. No sigas. Sí que grabe.

Un rato después vino Marcelo, fuimos al auto y a almorzar a su departamento.

– Antes de empezar a gozar… ¿Algún límite que no quieran cruzar, algo que no quieran hacer?

– Marcelo, ya me hiciste cruzar todos mis límites de papel… nada. Dije.

– Al contrario Marcelo, quiero cruzar todos los límites, confío en tu criterio y en que no me vas a lastimar.

– Entonces no dudo que vamos a gozar con todo los tres. Dijo él.

– Marcelo, una cosa: Queremos que grabes todo lo que hagamos.

– Eh… No tengo problema, solo una cosa. Voy a poner tarjetas de memoria en las cámaras, pero yo les voy a dar esas tarjetas antes que se vaya. Y Uds. se hacen responsables. Ni las quiero bajar a mi PC. Si quieren, también les dos una copia de un soft muy fácil para editar videos, pero no me pidan que lo haga.

– No hay problema. Y gracias por cuidarnos. Dije.

Con Sandra fuimos a la habitación, nos duchamos juntas, entre besos y caricias, nos secamos, yo me puse el plug con cola de zorro y la tanga, haciendo que la cola salga por el cierre abierto. Sandra se puso el conjunto de ropa interior nuevo y una bata de raso que saco de su bolso. Las dos fuimos al living. Marcelo nos esperaba solo con su bóxer y dos copas de champagne. Le mostré la cola de zorro y se rio.

Tomamos la copa de champagne y el llevo el balde de hielo con la botella a la habitación y nosotras las copas. De la bolsa del sex shop tome el consolador de dos puntas y se lo mostré a Marcelo.

– Ah bueno… empezaron a comprar juguetes.

– Si… dije tímidamente.

– Vengan… Dijo y fue al vestido.

Lo seguimos, abrió un cajón y el tipo tenía un sex shop entero en un cajón.

– Dios mío, es un sexópata. Dijo riendo Sandra.

– En cualquier momento, vienen y agarran lo que quieran. El cielo es el límite. Dijo Marcelo.

Fuimos a la cama y él se acostó en el medio. Sandra se puso a su lado y comenzó a besarlo, yo fui directamente a su pija, a chuparla con todas mis ganas. Como siempre, ni un segundo demoro en tener su pija bien dura. Chupe por un rato y tome la mano de Sandra, para que le agarre la pija a Marcelo. Ella lo masturbaba, yo lo chupaba y me metía dedos en la concha.

– Vení Sandra, ayudame.

– Yo… Marcia… nunca.

– Mira, y cópiame.

Me sorprendió que no hubiera chupado nunca una pija. Lo empezó a hacer y poco a poco se fue soltando y empezó a metérsela toda en la boca. Lo mire a Marcelo y me guiño un ojo. Sandra estaba chupando de costado, por lo que aproveche para ir chupándole despacio los pechos gordos y hermosos que tenía. Ella me miró y gimió para seguir chupando luego. Hice que separe sus piernas y le comencé a acariciar la concha y le metí dos dedos. Sandra gemía, me miraba y no dejaba de masturbar a Marcelo. De tanto en tanto lo chupaba un poco, estaba entregada al placer que yo le daba.

Lleve mi boca a su concha, y le dije a Marcelo que prenda los SMART.

– Mira como estas gozando Sandra. Dije.

Mi boca empezó a chuparla y ella gemía con todo, soltó la pija de Marcelo y acariciaba mi cabeza mientras se apretaba los pechos. Tuvo un orgasmo y me pidió que me detenga. Lo monto a Marcelo, metiéndose la pija en la concha.

Marcelo le dio una cachetada en los pechos y ella se puso como loca a galoparlo, yo me pude detrás de ella, Marcelo vio mi intención y me alcanzo la crema. Fui al cajón de los juguetes y busque un consolador chico. Puse crema en el orto de Sandra que me miro mordiéndose los labios. Introduje un dedo y ella resoplo con todo. El dedo entraba fácilmente por lo que metí otro. Sandra era una máquina de coger a Marcelo, clavando sus uñas en el pecho de él, que cada tanto castigaba sus pechos.

Fui metiendo el consolador en el culo de Sandra, que ya gemía sin parar, lo miraba a Marcelo y me miraba a mí.

– Así quiero gozar, como una verdadera mujer. Dijo

– Pues así vas a gozar. Dije y fui a buscar un arnés al cajón habiendo dejado el consolador en el culo de Sandra. Me pare al lado de ella y le di a chupar el consolador.

– Hija de puta. Me dijo.

Y se puso a chuparlo con todo, apretando sus tetas y estirando el brazo para que el consolador no se salga de su culo.

– Que mujer por favor, que placer cogerla. Dijo Marcelo trabajándole la cabeza.

– No te creo, pero me encanta que me lo digas. Dijo ella.

– Pues tenes mi pija bien dura en tu concha, quiere decir que está contenta de cogerte. Callate mujer, y seguí cogiéndome. Le contesto mientras le daba un chirlo en el culo.

Sandra se puso como loca, se acostó sobre el pecho de Marcelo y me miro. Entendí perfecto. Puse crema en el consolador del arnés, saque el otro consolador de su culo, y lo lleve al mío. Lentamente fui metiendo el nuevo consolador en el otro de Sandra, que me miraba por sobre el hombro.

– Marcia, demostrémosle que es una yegua caliente, cojámosla con todo. Dijo Marcelo.

– Te aseguro que va a ser un placer.

Los dos nos pusimos a cogerla con todo, el en la concha desde abajo y yo en su culo mientras me daba de igual forma en mi culo con el consolador.

– Hijos de puta… Dijo Sandra y dio un grito de placer.

Estuvimos un rato dándole con todo, hasta que estallo en un tremendo orgasmo. Se tiró al lado de Marcelo y nos miraba totalmente exhausta. Yo lo mire a Marcelo con los ojos prendidos fuego.

– Rompeme el culo, haceme mierda, tírame del pelo, golpéame, lo que quieras.

Marcelo me puso en cuatro patas en el borde de la cama y me fue a poner crema.

– No… no… haceme mierda. Quiero ser una puta total en tus manos. Dije.

El apoyo su pija en mi orto y me estremecí. De un empujón venció la escasa resistencia de mi esfínter y di un grito de placer al sentir como me penetraba. Otra vez sentir sus movimientos brutales, violentos, dándome placer sin pedir nada a cambio. El primer golpe que me dio en el culo fue fuerte, y me puso muy loca. Sandra se tocaba y me miraba asombrada como gozaba. Los golpes, los tirones de pelo, siguieron y yo no paraba de tener orgasmos y gozar.

– Sandra, esta puta tiene la boca libre, que te la chupe. Dijo Marcelo.

Sandra se puso frente a mí y abrió sus piernas. Yo lo mire a Marcelo y sonreí.

– Sandra, si no chupa, una cachetada y entiérrate su cabeza en tu concha. Dijo Marcelo

– Yo… Dijo Sandra.

La mire y me sonreí.

– ¿No te animas boluda? Le dije.

El sopapo que me dio me dejo la cara ardiendo, y tirándome de los pelos me puso a chupar su concha. Yo estaba loca de placer, disfrute ese sopapo tanto como las embestidas de Marcelo. Así me tuvieron un rato. Hasta que Marcelo tomo un consolador y me lo metió en la concha.

– Si… soy una yegua muy puta y muy caliente. Grite mirándome en el Smart.

Ya estaba por desmayarme de tantos orgasmos cuando sentí que Marcelo acababa en mi orto, llenándome de semen. Tome de los pelos a Sandra y casi la arrastre para entre las dos chuparle y limpiarle la pija a Marcelo. Entre las dos la dejamos impecable. Yo no dejaba de masturbarlo y su pija seguía dura.

Mis ojos, mi mirada me delataban, estaba completamente desquiciada.

– Parece que vos mandas Marcia, mi pija esta dura, ¿Cómo sigue esto?

– Hijo de puta, te doy dos opciones. Me coges la boca mientras me doy con la botella, o le coges la boca a Sandra mientras le rompo el culo.

– Ni se le ocurra. Dijo Sandra.

– Acordate lo que hablamos, quiero que seas tan puta como yo. Dije.

Marcelo la tomo de la cabeza y empezó a cogerle la boca. Yo de una corrida, busque un consolador más grande para el arnés y lo puse. Apenas crema y se lo fui enterrando en el culo a Sandra. Yo le daba con todo en el orto, Marcelo lentamente aumentaba la velocidad y la profundidad que le metía la pija en la boca. Sandra se ahogaba, tocía, arqueaba la espalda.

Estuvimos un rato hasta que le dije a Marcelo que mirara como le rompía el culo. Él se acercó y le hice una seña para que cuando yo saque el consolador él metiera su pija. Sandra no tuvo tiempo de espantarse que estaba siendo sodomizada con todo por Marcelo. Dio un grito y apoyo la cabeza en la cama. Me fui poniendo debajo de ella, haciendo un 69 y mientras le chupaba la concha tenía una vista espectacular de como él le rompía el culo.

Estirándome, hice que Sandra se ponga a chupar el consolador. Ella gritaba de placer con el consolador en la boca. De pronto, Marcelo saco la pija del culo de Sandra y fue a cogerle la boca nuevamente, yo no pare de chuparle la concha y le metí cuatro dedos en el culo.

Cuando Marcelo le acabo en la boca ella tuvo un orgasmo fuertísimo y me lleno la cara de flujo mientras su esfínter apretaba mis dedos.

Me corrí, le di un beso tremendo a Marcelo y Sandra cayo en la cama. Su cara, era un espectáculo.

– Marcelo, va a tener que operarse para sacarse la sonrisa. Dije.

– No lo dudo.

– Son dos hijos de puta, degenerados, mal nacidos. Solo falto que traigan un perro para que me coja. Dijo Sandra.

– Ya vengo, mi vecino de abajo tiene un gran danés.

– Marcelo pará, ni se te ocurra. Gritó Sandra.

Fuimos al baño, Marcelo paro las grabaciones y las dos volvimos a la cama.

– ¿Cómo estás? Le pregunte a Sandra.

– Increíble. ¿Esto es ser una puta Marcelo?

– Sandra, puta es una palabra hermosa, mal empleada. Puta es una mujer que disfruta con todo su sexualidad, que se permite gozar, que se permite dar placer sin límites a su pareja, sea hombre, mujer o como en este caso Marcia, que nos daba placer a los dos guiándonos.

– Entonces, soy una tremenda puta. Dijo Sandra.

– Cambiaste mucho desde que estuvimos juntos. Le dijo Marcelo.

– Sí… Sabes, tu relato sobre el encuentro con Marcia, aunque según ella fue muy edulcorado, me hizo pensar, pensar en que si una mujer que yo conocía podía gozar así, yo también podía. Y… te perdí el miedo… me di cuenta que te había tenido miedo… miedo a que te rías de mí, de mi cuerpo, de una vieja boluda buscando el placer. Y finalmente, Marcia, ella es más libre que yo… y me fue llevando. Vos lo dijiste, ella mandaba.

– ¿Cómo que me voy a reír de vos? Ni de tu cuerpo, ni de que busques placer. Nunca lo haría Sandra. Y sinceramente, me gustó mucho estar con vos aquella vez. Como con Marcia, disfrute mucho mostrándoles que son tremendas mujeres, que no importa la edad, el físico, nada, para dar y recibir placer.

– Sos hermoso. Dijo Sandra.

– ¿Champagne? Aprovechemos que Marcia no lo uso… Dijo Marcelo.

– Basura. Dale.

– Por favor. Dijo Sandra.

Nos sirvió y nos preguntó:

– ¿Se animan a cruzar una puerta? Una puerta que quizás marque sus vidas.

– ¿Te parece que algo más puede marcar nuestras vidas más que lo que hemos hecho? Pregunté.

– Estoy seguro. Dijo Marcelo.

Con Sandra nos miramos e instintivamente nos tomamos de las manos.

– Me animo. Dijo Sandra.

– Y yo. Dije.

– Bueno, saquemos esto a un costado, voy a buscar algo y les explico.

Fue al vestidor, busco un frasco y se sentó en el borde de la cama. Tomo el consolador que nosotras habíamos comprado y lo puso en medio de las dos.

– Yo voy poner a grabar las cámaras, y las voy a dejar solas. En este frasco, hay un aceite especial, aromatizado, es para mujeres. Si quieren, úsenlo. Por las sabanas no se preocupen, es lavable, y sobre todo, es comestible. Y aquí tienen juguetes.

– ¿Vos no vas a participar?

– No… creo que no me necesitan por un rato. Dijo.

Prendió las cámaras, y se fue. Las dos quedamos sentadas en la cama, mirándonos. Fui yo la que luego de varios minutos acaricio la cara de Sandra y la bese. Wow. Besaba a una mujer y era… distinto. Sandra me tomo de la cabeza y no me dejó separar. Nos volvimos a besar, muy tiernamente las dos.

Busque el aceite y le pedí a Sandra que nos pongamos de rodillas. Puse aceite en mis manos y la empecé a acariciar. Era una delicia hacerlo. Ella me imitó y las dos nos acariciábamos sin parar. Nos dejamos caer, pegamos nuestros cuerpos y los besos se fueron transformando en más calientes, las dos nos acariciábamos nuestros pechos y llevamos nuestras manos al sexo de la otra. Lentamente nos masturbábamos, y nos pusimos nuevamente de rodillas, ahora con estas separadas. Eran momentos geniales, las dos dándonos placer.

Estuvimos un rato, hasta que me dijo de hacer un 69. Nos comimos las conchas con una pasión increíble y las dos nos sacamos orgasmos varias veces. Vi el consolador doble, me quite de encima de Sandra y se lo mostré.

– ¿Cómo se usa? Me pregunto.

Yo había visto un video, y la guie para ponernos concha contra concha, las dos con el consolador metido allí.

Nos empezamos a frotar, primero lentamente, sorprendiéndonos del placer que nos daba, luego cada vez más fuerte.

Hasta que las dos tuvimos tremendos orgasmos. Sin decir nada, nos pusimos de rodillas, nos abrazamos y nos dimos un tremendo beso.

– Por favor, eso fue… hermoso. Wow. Que mujer que sos Sandra.

– Hermoso es poco. Tremendo, nunca imagine que estar con otra mujer pudiera ser tan hermoso, tan distinto, tan placentero.

– Tenía razón Marcelo, cruzamos una puerta…

Sin lavarnos, tomadas de la mano fuimos al living. Marcelo nos miró sonriendo. No necesitó preguntar nada. Las dos le dimos un beso tremendo.

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