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Un extraño en el cine
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Me gusta ir al cine sola desde los 22 años. Aquel invierno fui a ver una película porque estaba aburrida más que porque me interesara la película. Debo aclarar que soy muy morbosa y cuando se trata se sexo no me puedo resistir a las experiencias más inusuales posibles, pero nunca las planeo, solo aprovecho cuando tengo la oportunidad.

Ese día se estrenaba una película poco interesante, pero con muchas escenas bastante eróticas y yo fui a sentarme a la última fila. Al rato se acercan un par de muchachos y se sientan en la misma fila que yo con una butaca de distancia y se reían de la incomodidad cada vez que aparecía una escena sexual o un desnudo. No habían más de 20 personas en la sala y yo no podía dejar de pensar en el chico que estaba más cerca mío y como su jean ajustado le ceñía el paquete dejándomelo ver bien apretado cuando pasó en frente de mi para llegar a su asiento.

Luego de unos 30 minutos de película se extiende hacia mí para ofrecerme de sus pochoclos y yo se los acepto y me muevo al asiento junto a él. Nos rozamos las manos varias veces y con cada roce y cada gemido proveniente de la película yo me excitaba más hasta que casi ya no había más en la bolsa y tuve que extender mi mano hasta el fondo. Como el sujetaba la bolsa sobre su regazo pude sentir su paquete a través de la bolsa de papel. Por fin, tan cerca y tan lejos, se me hacía agua en la boca, no lo pensé dos veces y empecé a frotarlo disimuladamente, él me miró para asegurarse de que yo realmente lo esté haciendo y yo me muerdo el labio inferior sin quitar mi mirada de la pantalla. Acto seguido se quita la campera y yo, asustada saco rápido la mano de dentro de la bolsa mientras el coloca su campera sobre su regazo y me mira invitándome a continuar.

Miré a su amigo que estaba luchando por mantenerse despierto y deslice mi mano por debajo de su campera, bingo! Ahí lo tenía, aún con el jean se sentía su enorme paquete en mi mano, quería verlo, sentirlo, montarlo, pero tuve que mantener el control hasta que vi que su amigo se había rendido por completo y cayó dormido. Entonces él se desabrochó el cinturón y bajó el cierre, tenía un bóxer negro y podía sentir la curvatura de su verga entre mis dedos. Primero lo frote con los dedos y cuando sentí como crecía aún más en mi mano no lo pude aguantar más, lo saqué de una vez y él apretó los dientes con calentura.

Su verga estaba dura y caliente, podía sentir sus venas palpitando, me escupí suavemente en la mano y lo agarré con fuerza empezando a pajearlo: abajo, arriba, abajo, arriba, abajo, arriba al ritmo de los gemidos de la protagonista y de mi corazón. Podía sentir mi concha toda mojada palpitando caliente igual que su verga. Él extiende su brazo y me agarra de la nuca tirándome hacia su boca y nos besamos frotando nuestras lenguas como si nos estuviéramos haciendo sexo oral con un beso, así que me aparto y mientras él me besa el cuello le susurro al oído que me quiero tragar toda su leche. Inmediatamente él me empuja hacia su regazo y yo abro la boca lo más que puedo. Ahí viene, no podía creer que me esté comiendo esa flor de verga.

Podía sentir ambas manos en la parte posterior de mi cabeza empujando hacia él como si quisiera que me comiera todo y bolas, yo lagrimeaba al sentir como todo eso intentaba caber en mi boca llegando a tope hasta la garganta, era ancha y larga, podía sentir las venas con mi lengua y entonces él empieza a mover sus caderas hacia arriba, como si quisiera penetrar mi garganta con su verga y yo me ahogaba en placer. Estaba tan excitada que olvidé donde estábamos, sólo quería tragarme su leche y así lo hice, el chorro salió disparado con tanta fuerza que casi me ahogo pero me la tragué toda, se sentía caliente y deliciosa, el segundo chorro y los que siguieron no tenían tanta fuerza así que le pasé la lengua por toda la cabeza para no dejar caer una sola gota. Cuando levanté la cabeza para mirar a su amigo seguía dormido, pero vi que tenía su mano sobre su paquete. No estaba dormido, se hacía el dormido pero no me importó. Yo había conseguido cena gratis. Pochoclos y lechita.

Él me miraba agradecido y exhausto, podía ver la gota de sudor cayendo por su frente y yo aún con su pija en la mano lamí la gota de sudor y le di un pico en los labios antes de salir de la sala.

No habían pasado ni 15 minutos en lo que sucedió todo esto, pero tenía que correr al baño a masturbarme.

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