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Un domingo (1)
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Tiempo de lectura: 26 minutos

Un domingo desolado y lluvioso. Sin aviso alguno recibes un mensaje en tu teléfono del número que has guardado para mi. Habíamos acordado no escribirnos a menos que fuera algo estrictamente necesario. Para prevenir malos entendidos y evitar riesgos!

Leas la notificación y te alarme pero mantienes la calma y en pocos segundos disimulas y abres el mensaje.

Frio, siempre y desolado, es el cuerpo de mi mensaje, que se reduce a tres letras sin explicación alguna; VEN. Te altera la forma tan misteriosa de escribir y te cuestionas atender mi demanda por los compromisos que te atan a tu casa sin mencionar los que temes ser inoportuna acudiendo a mi llamada sin explicación alguna.

Escribes varios mensajes intentando saber más de los que sucede, pero ni siguiera alcanzo a leer los mensajes.

Pasan un par de horas y no respondo. Y las dudas empiezan a rondar tu cabeza. Te llenas de inseguridad y preocupación.

Todas las luces están apagadas, sin una sola ventana abierta. La lluvia resuena afuera como un diluvio y la quietud de la casa es lúgubre pero cálida. Una chimenea encendida refuerza el confort en la habitación.

Una botella de wisky a medio empezar con un vaso solitario del líquido amarillo e hielo.

Una silueta entre sombras y el reflejo del fuego confinado denotan una impaciente bestia esperando su momento. Mis manos sostienen a ratos el vaso y lo llevan a mis labios con calma y casi adoración. El teléfono móvil descuadra la escena oscura y calmada, con un aterrador ruido al vibrar en una mesa de madera a un costado del sillón de cuero que alberga al hombre paciente!

Solo miro el fuego mientras escucho la música de fondo y el crujir de la madera en la candela. Impávido aspecto ante el brillo y las vibraciones del aparato sobre la mesa. Llamadas y mensajes empiezan a llegar y cada vez se hacen más repetidas. Pero yo, solo disfruto del wisky y el ambiente dramático y tenebroso.

La casa parece estar recién desalojada con visas por terminar a donde voltees a ver, típico de rutinas familiares en medio de un domingo cualquiera. Sillas movidas y cómoda a medio terminar, mesas con cosas de la semana y las cartas sin abrir recién llegadas del buzón.

Abrigos en las sillas y algunas cosas acumuladas de un proyecto de arquitectura en una mesa del estudio.

Sin embargo, ninguna luz compite con el brillo de la hoguera en la chimenea, todo está oscuro y en silencio. Solo el diluvio sobre el techo de la acústica casa llena las paredes de vida.

El molesto ruido del timbre rompe la calma en aquel lugar. Me levanto con calma… estando de pie sorbo un trago antes de partir a abrir la puerta. Dejo el vaso a medio beber en la mesa junto a la botella abierta

Y me dispongo a caminar a la entrada bajo las sombras de la casa.

En ese momento, el olor que predomina es la madera y agradable olor a la lluvia que se cuela por todas las rendijas hasta el centro de la casa.

Me detengo de alta de la puerta y me dispongo abrir! El móvil empieza a sonar nuevamente justo antes de descubrir el misterio del visitante.

La luz de la ciudad lluviosa entra en la casa al abrir la puerta. Tu silueta se dibuja en mi pecho con la sombra y me dispongo a recibirte solo para darme cuenta de tu condición.

Estas goteando agua en cada centímetro de ti. El umbral de mi puerta carece de cobijo ante la tempestad y te has mojado enteramente para llamar a mi puerta.

El cabello empapado y las ropas aún más! Tu cara chorreara de angustia y sorpresa me demoran tus intenciones por descubrirme. El teléfono en tu oído seguido de tu brazo sosteniéndolo impaciente y en la otra mano las llaves de tu coche.

Estas ahí! En un instante alcanzo a descubrir tus intenciones de venir hasta mi y comprobar que estoy bien.

Segundos pasan sin decir nada! Solo viéndonos a los ojos complacidos en lo que podemos ver del otro.

Llevo camisa de algodón muy gruesa y vaqueros azules sin calzados o medias, mientras tú, llevas una camisa negra y un sweter empapada y con pantalones de casuales chorreando hasta los deportivos empapados. Tus clásicos adornos de mujer que te realzan la feminidad y que te caracterizan. Tu anillo de casada brilla en tu mano al sujetar el teléfono. Que vas bajando poco a poco después de verme a la cara.

Mi teléfono deja de resonar y vibrar al fondo de la habitación. Tu mano baja desde tu cara.

Y sin ninguna palabra te abalanzas sobre mi directa a mis labios, dejando todo mojado con cada movimiento y a mi. Tus manos se agarran de mi rostro y las mías de tu cintura.

No se nota nada de amor! Solo una increíble pasión y frenesí en un beso que no se acaba entre ruidos y sabores de nuestras lenguas y labios en la entrada de mi hogar.

Sostengo tu cuerpo para sentir el imperio de tus labios mordiéndome y susurrando gemidos casi nudos. Ambos buscamos la posición perfecta para degustar lo máximo de la boca del otro. Ambos besamos con pasión y sin temor al otro llenos de lujuria.

Te arrastro hasta adentro sin despegarme de ti. Un charco indiscreto nos sigue en un tropezar de piernas y de roces provocativos entre amantes que se conocen. La oscuridad nos invade nuevamente al batir la puerta con fuerza y sin cuidados.

Mis manos ya no están en tu cintura, se han colado debajo de tu ropa y te acarician la espalda, caderas la parte superior de las nalgas sistemáticamente mientras manejas mi cara con fuerza y arrebato para poner mi boca en la posición más cómoda para los caprichos de tu lengua.

Doy un pequeño giro y te empujo contra una pared sin despegarme de ti, pero aplastándote como si quisiera encerrarte contra mi.

Mis manos ya no te acarician, ahora sostienen tus muñecas contra la pared y me impongo con firmeza delante de ti por el tamaño de mi cuerpo sobre el tuyo como una avalancha. Nuestros cuerpos buscas el compás y la integración en movimientos pélvicos y de cabeza que se hacen muy estríalos por el contraste seco/mojado de los cuerpos.

Parece una metáfora hecha realidad sentir como mis pieles se enfrían con el agua que empapas con las ropas y a la vez lo aguosa de mi lengua con cada segundo que me besas. Aún con la lluvia fría sobre ti, se siente tibia al tacto y deliciosa como un manjar Gourmet!

Los gestos y gemidos se van haciendo más cómplices cada vez! Tus ojos no pueden ver a los míos que te observan mientras presiono con fuerza en tu ingle con las caderas solo porque no te importa verme en ese lugar, te basta con sentirme y eso me eleva cada vez más.

Seguimos en ese juego unos minutos hasta que se hace embarazoso para ambos seguir como adolescentes calenturientos y es cuando te libero de las muñecas para tomar tu cara y susurrar entre tus labios, que ya no sé si van mojados por mi o por la lluvia.

-Por qué tardaste tanto? Alcanzo a enlazar elocuentemente entre tus labios en medio de mordiscos suaves y chapadas!

Pero la casa sigue en silencio total. Solo chasquidos de nuestras bocas interrumpen a la lluvia y las brazas en la sala

Bajo las manos a tus caderas y te acaricio más despacio ahora y sin desenfreno.

Logras respirar mi escénica en cada bocanada de aire entre beso y beso que dejamos para no morir de asfixia. Con la cara delante de ti obediente y valiente ante ti.

-Estaba ocupada! Respondes con la misma dificultad de la pregunta! Sin hacer especial énfasis en que te escuche.

Mis manos te acarician la cara después de parar de curiosidad en tus labios y me quedo inmóvil viéndote a los ojos

Alcanzas a ver la lujuria reflejada en el celeste de los ojos a pesar de la terrible oscuridad de aquella sala. Amarrados como esclavos del deseo nos quedamos inmóviles por unos segundos solo para hablarnos con la mirada.

Veo tus gestos, labios y ojos solo para asegurarme de que estás complacida de verme y de estar ahí justo como deseamos los dos.

Me separo de ti solo un poco, para acariciarte desde atrás en la espalda y llevar con mi mano hasta tu cuello y hacerme a un lado.

Susurro, -ven te estaba esperando querida! Para hacerte seguir adelante en medio de mi casa, tu primera guiada por mi mano en el cuello como si fuera el timón de tu piel! A través de la oscura casa que vas encontrando cálida a medida que te pierdes en las habitaciones dejando un hilo de hitas por donde pasamos…

Al pasar por el estar, te cautiva el fuego que reina en medio de una oscura sala. Tu mirada se torna caprichosa pero siguen como si fuera indiferente ante mi guía severa. Porque es como si supieras lo que va a pasar entre nosotros en aquel oscuro lugar que me pertenece.

Las ropas pesan y tu paso entre las cosas de mi familia dejan una estela de humedad. -Me pregunto si solo estas húmeda por fuera después de semejantes besos! Reflexionó sin hablar.

Te llevo hasta mi habitación y te hago entrar sin titubeo, mi cama está desarreglada y te causa rechazo al ver el desorden donde he dormido, aún se ven los rastros de dos personas acomodadas en esa enorme cama. Aun así, sigues sin emitir opinión ni gestos! Pero ambos sabemos que te incomoda.

No detengo mi marcha y te llevo hasta el oscuro rincón donde encuentras abierta la puerta de un enorme baño. No me detengo hasta llevarte frente a la ducha donde te suelto para abrir las llaves sin pronunciar una palabra y climatizar la temperatura hasta hallarla agradable al tacto.

Me vuelvo a ti y te veo con ojos abiertos, tu cara es de simpatía y la mía es de misterio. Te beso suavemente como si fueras mi amada sin decir nada.

La oscuridad reina en aquella habitación, es difícil saber moverse, pero yo puedo recorrerlo todo sin problema alguno lógicamente. Te ofrezco mi mano para que te apoyes y guiarte hasta estar frente a las muchísimas líneas de agua que bajan de la ducha, abarcando un radio mayor al que ocupa una persona regularmente.

Me despego de ti y enciendo una pequeña vela en una esquina más alejada de ti, pero que es suficiente para iluminar el lugar y no permanecer en la incómoda oscuridad casi total.

Me regreso y me quedo detrás de ti aún vestido. Tu igual solo que tú estás totalmente mojada y chorreando. Yo solo tengo las marcas de tus besos en la ropa!

Ambas manos abiertas y estiradas te sostienen de la espalda y te empujan suavemente invitándote a quedar bajo la ducha!

Una sensación de alivio al sentir el agua tibia. Cayendo sobre ti te distrae de mi. Lo placentero y reconfortante de sentir calor en todo tu cuerpo se compara a la felicidad.

Notas como el frío huye de tus ropas desde tu cabeza hasta llegar a los zapatos deportivos que se inundan desde abajo, de a poco tu cabeza se agacha para sentir el agua recorrerte y ambientar tu piel a una temperatura agradable. Aun así, mis manos no se han despegado de tu espalda y te hacen recordar que aún sigo ahí!

Es abundante el agua y rápidamente se llena tu rostro de una cascada agradable que te obliga a respirar por la boca!

Te dejo en esa posición unos segundos sin moverme ni decir nada. Hasta que mis manos rebuscan en tu ropa con un amague de despojo.

Rápidamente entiendes mis intenciones y me ayudas con tu silueta a levantar la tela pensada y tosca que se escurre sobre ti. Como si te estuviera protegiendo de mi y quisiera impedir que viera tu espalda desnudar Como si tu ropa tuviera miedo de que continúe.

Me ayudas a deshacerme de tus prendas aparatosamente y por la cantidad de agua que cae sobre ti se dificulta respirar normalmente. Pero es un alivio cuando al fin sientes las gotas caer en tus hombros desnudos. Aún con el sujetador puesto, te sientes más libre y cómoda a pesar de que sabes que es un estorbo para mi.

Alcanzo a lanzar la ropa lejos de nosotros que se desinfla en silencios como muriendo. Mis dedos poco hábiles y precisos agarran tu sujetador desde atrás y te lo empujo para arriba como queriendo desenfundarte. A pesar de no ser la forma correcta de quitarlo te sorprendes al recordar la sensación de que te quite la camiseta tu madre de pequeña y sin pasar demasiado ni incomodar de más, tus pechos ahora están libres y bajo la misma dosis de calor que el resto de tu tronco!

Estar desnuda de la cintura para arriba y dándome la espalda solo puedes merecer una cosa:

Suavemente aparto tu cabello a un lado y sin titubeo me pego a ti como un amante deseoso, solo para acariciarte el vientre y las partes menos pensadas de tu desnudez sin alcanzar a sujetar tus pechos.

Mi cara se clava en tu cuello como si quisiera besarte pero solo me quedo dando suaves mordisco desde la nuca a los hombros tratando de respirar con tanta agua sobre nosotros.

Mis manos abiertas y seguras te recorren con vicio hasta que logran hacerte cerrar los ojos para enfocar tu atención cuando dígito tus ungidos pezones bajo la ducha. Solo unos instantes hacen falta para que mi ropa emule a la tuya.

Ahora somos dos bajo las lluvias de mentira. Mis manos te acarician como si buscaran algo perdido en tu piel en medio de la oscuridad. Es como un ciego leyendo en braille tus poros desde el cuello hasta el inicio del pantalón.

Mis manos se asoman a la fosa en tu vientre y sin demasiada urgencia acarician el pubis tímidamente como un acto de un niño curioso, solo para retroceder y con determinación desabrochar el pantalón sin más remedio que despojarte de el, no sin antes arrodillarme detrás de ti y quitar casi con rabia los molestos zapatos que te cubrían.

Sin darme cuenta me encuentro en una posición privilegiada y bendita. Justo donde tus glúteos acaparan mi rango de visión y me someten en un encanto visual al alcanzar rebajar la tela de tu talla hasta alcanzar las rodillas, que de puro impulso alcanzo quitarla de ti. La arrojó con fuerza y me quedo lelo admirándote casi toda desanuda. El agua me distrae a segundos de mirar como te mojas las nalgas frente a mi con pocos lumen de espectro y que solo reacciono llenando mis manos con ellas.

Parece no incomodarte

a pesar de ser con fuerza,

con decoro y desenfreno

degusto tu deseado manjar

Más no sin olvidar,

Acercar mi cara un poco

Para tantearte y apreciar

La curvatura con mi rostro

(No sé, me provocó escribirlo así!)

Me aseguro de no demorar y decir en voz alta.

-déjame ver como te lo quitas delante de mi.

Y me suelto de tu piel, como un mago ante una ilusión. Solo para poder apreciar tu maroma.

Mis manos se cuelgan y te dejo de tocar pero sigo a la altura de tus nalgas.

Tú tienes un repunte de intriga por demostrarte apetitosa delante de mi. Noto como imprimes actitud a tu sexy cuerpo casi desnudo solo porque conoces mi adición por observarte. Sabes que me tienes cautivo, preso y debilitado por las ganas de estar contigo.

Acaricio tus muslos como invitando a tu tanga a bajar hasta mis manos. Los meneos de tus caderas me dejan con ganas de tocar pero no lo hago. Se resaltan las ganas que tienes de quedarte sin vestido y la maravilla de verte hacerlo solo a centímetros de ti. Juguetonas golpeas mis mejillas y nariz como provocándome, pero soporto la invitación con pesar y placer.

No dejo que caiga tu tanga al suelo de la ducha para ponerme de pie! Me notas ofuscado y ansioso pero te pido de forma educada aunque un poco impositivamente;

-Pon tus manos en la pared y abre un poco tus piernas por favor. Lo que te sorprende y te desencaja pero obedeces en silencio.

El agua cae sobre tus hombros, lo suave y tibio del agua te reconforta. Puedes sentir como resbalan por tu piel mucha agua que golpea suave en tu piel!

Acaricio tu rostro suavemente como señal de agradecimiento, pero no digo nada! Los gestos a veces pueden expresar más que las palabras.

Estrujo tus hombros como masajes y puedes ver el reflejo de la vela entre las gotas que caen en tu espalda. Sientes como me empiezo a extender por tu espalda. Y susurro!!!

-te voy a limpiar… quiero que te quedes quieta para que pueda lavarte entera.

Tomo un jabón en barra que luce nuevo con olor muy femenino. Y bajo el agua cayendo por tu espalda, empiezo a enjabonarte muy despacio empezando por el cuello. Mis manos te frotan gentil y preciso con cuidado de no dejar ningún espacio libre.

Tiene la midas del cuerpo debajo de las aguas y yo sigo vestido y mojándome detrás de ti.

Me apresuro a acariciarte la piel menos mojada con el jabón dejando la superficie babosa y con rastros de espuma. Notas como poco a poco mis manos abiertas te estrujan la piel todo y sin pedir permiso, llegando a partes muy poco comunes para un amante, aun así tus pechos se esponjan cuando poso sobre ellos con indiferencia y despojo.

Noto como tu espalda se arquea suavemente e irremediable sentir tus caderas empinarse delante de mi. Los brazos y la espalda están cubiertas de la grasosa espuma y sin más te hago pegar a la pared con arrebato y calma, como si no pudiera hablar y nos gestos fueran suficientes para hacerte entender.

Tu cara colapsa con la pared, pechos y manos igual! Pero tu norte está todo espumoso y escurre lentamente. Notas como me quito la camiseta debajo del agua y la dejo caer a un costado para después seguir enjabonando tu piel.

Casi sin cuidado acaricio cada una de tus nalgas y las limpio con demasiado afán, puedes notar las sombrías caricias que denotan meramente la intención de limpiarte a pesar de alcanzar las zonas delicadas entre tus nalgas y debajo de ti. Sientes como mis dedos gruesos te estrujan inofensivos los labios vaginales sin recrearse demasiado en ellos para seguir a tus muslos y abarcar uno a uno las piernas con cada mano.

A estas alturas ya estoy agachado para poder limpiar y llegar a cada pie. El que queda de último marca mi puesta de pie nuevamente y susurro.

-da la vuelta.

Por fin viéndonos frente a frente, notas mi mirada inspeccionado tu figura. Yo bajo el agua y tú no.

Es la primera vez que ves mi pecho desnudo esa noche.

La habitación está lleva de vapor y tus pezones me invitan a comerte entera. A lo que reacciono dejando el jabón a un lado y agarrándote la cara con las manos para acercarme hasta tus labios y decirte:

-te he estado esperando. Me sientes decir esto rozando tus labios levemente con mis manos aplastando tus mejillas haciendo que tu boca se respingue por la presión.

Puedes ver una mirada profunda y animal en mis ojos al decir aquellas palabras. Lleno de deseo por ti, te como la boca como si fuera a un delicioso manjar chupando, mordiendo y besando tus labios sin parar para llevarte poco a poco debajo de la ducha.

Es calor del agua sobre nuestros cráneos adornaban al beso más húmedo de la historia, nuestras bocas se dejaban solo para respirar. Un ambiente intenso y febril se apoderaba de las manías de nuestras lenguas.

Mi cara protege a la tuya del agua incesante, mientras las horas resbalan por nuestra tez acariciándonos como si quisieran acompañar semejante beso.

Ambas manos te sujetaban el rostro, solo para asegurarme de que estuvieras justo ahí, donde pudiera probarte y sentir tu aliento entre mis labios. Sin pensar me perdí en el tiempo y no pude reaccionar a tiempo cuando tus manos acariciaron dulcemente mi espalda.

Fue cuando recordé que había un plan, un libreto en mi memoria que debía cumplirse sin excusas. Entonces tomé calor y me separé de ti.

Te aparte de la cascada y puse tu cuerpo desnudo a un costado. La luz es tenue pero puedo disfrutar de la silueta de tus hombros y la corteza piel de durazno de tus delicados glúteos. Tu pelo se acuesta sobre tu espalda obediente como una manta de seda. Y exclamo!

-arrodíllate! Con voz suave y algo de autoridad. Lo que obedeces con dulzura y sin saber lo que viene.

Aún llevo puesto la ropa de abajo y una vez encontrarte arrodillada te dejo a la espera mientras quito la ropa que queda. Solo unos centímetros separan tu torso de mis muslos que ahora acompañan a mi pene colgado y paciente en la desnudez.

Intentas moverte y te indico que no lo hagas!

-por favor espera. Debes hacer algo!

El agua sigue soñando a un costado de nosotros como fondo musical perfecto. La luz acompaña la escena dándole un ambiente teatral y poético que a ambos nos inspira y emociona. Me ves dar la vuelta y quedar de espaldas a ti y me ves hacer algo que no entiendes, hasta que vuelvo con un envase común en una de las manos que al voltearlo vierto líquido espeso sobre tus ungidos pechos con un aroma a lavanda leve pero refrescante.

Notas tus pechos untados y sin explicación! Lógicamente están limpios por lo que acababa de pasar, pero mis palabras aclaran el panorama.

-Quiero que enjabones todo mi cuerpo con tus pechos, quiero que lo hagas desde abajo para arriba y no dejes nada sin asear.

Me ves desde abajo con asombro pero no dices nada y dejas colar una sonrisa cómplice y me puedes que suba uno de mis pies a tu rodilla para que puedas empezar.

Noto el esmero de tus acciones al iniciar con uno de mis pies desde la planta, poniéndolo entre tus pechos y sobándome suavemente para subir por el tobillo y hasta la rodilla.

Debes abrir las piernas para poder completar la tarea, que repites con la otra pierna, te ofrezco el envase para recargar jabón sin mezquindad.

Tus pechos se notan suaves y jabonosos, pero firmes y complacientes. El empeño de tu labor me derrite el alma y me hace sentir afortunado y agradecido. Tus senos se tropiezan torpemente con mis muslos y tu cara me roza otras partes sin limpiar, pero respetas la distancia a fin de cumplir tu misión.

Me doy vuelta para que puedas llegar a todos los lugares de mis extremidades y poco a poco caemos en cuenta de las dificultades que se avecinan al estar casi terminada mis piernas.

Recargas enguanto en tus pechos y sigues decidida y firme, pero se dibuja una sonrisa tonta en tu cara cuando has de llegar a mi pene. Ambos nos reímos por la situación incómoda pero graciosa que supone continuar. A lo que respondo subiendo mi pierna sobre tu cabeza y apoyándola en la pared detrás de ti lo que te sorprende.

-Debe ser en todos lados. Repongo sonriente y feliz

Tu sonríes y respondes amable y sin pensarlos dispones tus pezones casi juntos para acarícienme la ingle y si se sin remedio mis testículos y pene.

Para sorpresa de ambos no resulta tan incómodo como se veía, solo tu cara debe encostares sobre mi vientre para poder alcanzar lo bajo de mi blande.

Un pedazo de carne suave y caliente está en tu pecho y que rápidamente gana firmeza al sentirte tan cerca de mi. Tomo tu cabeza con una mano y te acaricio en mi abdomen desnudo, lleno de pasión y deseo. Pero me despego y volteo mi cuerpo a ti. Dejándote hacer el trabajo en mis nalgas.

Es delicioso como solo podía sentirte detrás frotando tus pechos en mis nalgas y muslos con afán. Concentrado en notar la dirección de tus endurecidos pezones dejando un rastro de espuma y pasión.

El agua no cesa y el ambiente es agradable al tacto, pocos grados más fríos que la piel de ambos. Noto te reincorporas y vuelven tus pechos a frotar mi espalda pero ahora con más libertad. Ahora de pie los movimientos son más rápidos y voraces.

Puedo sentir tus puertas tropezar con las mías al alcanzar mis vistillas y completar el torso con las masas endurecidas de tus senos por la excitación y el deseo.

Ahora ambos pechos enfrentados pero son los tuyos los que asechan y se enciman con voluntad. Ahora he perdidos el rastro de tus dulces pezones desde que tu cara se revela para mí.

Me he quedado admirando la expresión de vicio y pasión que sale de tu rostro. Tu actitud de ganadora al casi completar la tarea con destreza y disfrute me distrae de sentir tus delicioso cuerpo agasajando al mío de aquella manera.

Una mujer perdida en la pasión estaba a punto de poner sus pechos sobre los míos dejamos su boca al alcance de mis besos.

Ninguno cede pero ambos sabemos que el otro también quería perderse en más besos furtivos.

Pierdo la mirada en tus ojos juguetones y mirada tentadora mientras masajear lascivamente el torso con tus manos puestas a cada costado de tus endurecidos senos.

Nos vemos y nos comemos a besos en fantasías pero nos quedamos inmóviles hasta que rompes el silencio con una exclamación autoritaria.

-deme tus brazos. Haciéndote para atrás esperando que haga lo debido

En efecto me vuelvo y te ofrezco un brazo el que agarras con tus manos y lo llevas a pasearse entre los jabonosos montículos.

Me asombra como rellenas todos los espacios desde el hombro bajo hasta casi llegar a las muñecas.

Ahora podía ver y sentirte los pelones recorrerme y el momento final ha llegado.

Dejas una pequeña brecha entre tu labor y mi deseo, porque estás segura de que es lo que más he esperado desde que me quedé callado.

Disimuladamente sueltas mi mano después de ponerla abierta sobre uno de tus senos y me sujetas de la muñeca. Al fin tengo entre mis dedos aquella parte de ti que deseaba pero me castigas pidiéndome cambiar de lado y hacer lo propio con la otra parte.

Esta vez me dejas acariciarte con ambas manos después de que terminaras el brazo entero.

No puedo verte a la cara, me pierdo en el vicio de tocarte y masajeaste sin poder ocultar mi deseo. Tú sonríes al verme disfrutar con ganas de aquella escena tan cargada.

Notas como has logrado hacer casi todo mi cuerpo porque la espuma va resbalando de casi todo mi cuerpo.

-te gustan? Preguntas convencida de la respuesta y envío respondo. -me encantan, lo has hecho genial.

-pero falta lo mejor. Dices agarrándome de la cabeza y llevándome a tus pechos

Encoges los hombros brotándote frente a mi y estrujando mi cara contra semejantes cumbres. El jabón hace que tu piel se sienta resbalosa y suave pero aún noto como juegas rozando tus pezones por mi rostro de un lado al otro. Es como si enjabonar no fuera suficiente y jugarás a sentir el relieve de mi rostro en tu pecho ardiente.

No dejas atrás el cuello y los hombros, a los que llegaste porque me ordenabas inclinarme mientras esperaba frente a ti.

Con la cara llena de jabón me llevas bajo el agua como un lazarillo a un ciego. No te veo, pero imagino tu cara de satisfacción y la sonrisa que tendrías en ese momento.

Rápidamente desaparece el jabón de mi cara y va cayendo por mi cuerpo y al abrir los ojos te veo ayudarme a quitar el remanente y lo que sobra en ti.

Cuando todo está enjuagado me besas acalorada y me susurras. -nos vamos de aquí?

-si ya es hora! Respondo y cierro la ducha sin dudar.

Te beso apasionado y sin secarnos te levanto timándote de cada nalga para levantarte y subirte a mi pecho mientras me rodeas con las piernas y abrazas por el cuello.

Goteando y sin parar, escurrimos unos segundos mientras tus labios y los míos saboreaban el agua que quedaba en los labios del otro hasta que se pierde y solo queda el sabor a sexo que exhalamos contentos.

Doy pasos lentos y seguros contigo en brazos y me dirijo a la habitación donde nos espera una cama fría sola. Con sábanas limpias y recién puestas.

Mis manos te sostienen tembloroso por saber lo que nos espera. Los brazos por mi cuello te aportan al dejarte resbalar por mi cuerpo hasta dejarte de pie frente a la enorme cama que para ti es ajena.

Mis manos se separan de ti al final y mis ojos disfrutan del contraste de tu cuerpo frente a un paisaje inapropiado para un hombre casado

El silencio nos rodea, pero por dentro, las voces me piden que te tome. Me atormenta la indecisión sobre el futuro de nuestros cuerpos. Es como querer todo y no tener bocas suficientes para besarte en ese instante caliente.

Por tu lado, aprecias el lugar donde otra mujer asume mi presencia cada noche y te pasan por la mente varios pensamientos encontrados, lo que te pone distante de lo que sentíamos hace pocos segundos.

La piel sigue húmeda y los cabellos gotean sobre la alfombra, pero ninguno parece importarle dejar marcas en aquella habitación.

Finalmente mis manos deciden romper el silencio y se posan en tu espalda justo detrás de tus senos, mi cuerpo se pega al tuyo y anido los labios en tu cuello oliendo tu pelo intentando llegar a tu respiración.

Rápidamente notas el calor que se aloja entre tus nalgas frías y mojadas, acompañado del sentir de los mulos y el tórax que escoltan a un indecente pene que se endurece rápidamente al sentir las fronteras entre tus glúteos.

Tu cuello se torna para darme acceso a tus labios que me regalas inmediatamente y nuestras lenguas juegan a atraparse, los besos no habían sido tan salvajes y las ganas tan severas. Tu mano se apoya en mi rostro como evitando que escape de tus fauces. Sutilmente arqueas la espalda para provocar roce contra mi y al sentirte empinada no puedo hacer más que sujetarte de las caderas y con mucho cuidado te acomodo enfundando mi pene entre tus nalgas en pompa.

Es aterrador como tu boca y la mía se tratan con aquel beso y los movimientos leves de tus caderas provocan deseo y pasión que se imprimen directamente en lo erguido y duro de mi pene, pero que contienes entre las nalgas. Siente llamar a tu puerta con ocasionales espasmos del glande que te dejan en claro que estoy preparado.

Mis entrañas se vacían cuando por fin tu boca se escapa de la mía y susurras casi en un gemido. -que quieres de mi? Pídemelo. Reclamas con tu mirada clavada en mis ojos.

Las piernas me tiemblan al sentirte servil y dispuesta a dejarme hacer sin prudencia sobre ti. Mis pensamientos se desordenan y no se como empezar a gozarte, pero con un hilo de voz te señalo:

-párate sobre la cama y sube los brazos hacia arriba y quédate de espalda.

Me ves a los ojos y segura me dejas claro que obedecerás pero no sabes que tramo. Aun así, cumples no sin darme un beso en los labios.

Haces lo propio y puedes notar como es que mi calor se aleja de ti al subir a aquella cama ajena. Sientes como pongo música en altavoces pero no puedes verme.

La melodía de un saxofón asemejan un zigzag gracioso al ritmo de compases claros y no demasiado lentos. Tus brazos se elevan con la música y sin decirte nada tu cuerpo empieza a zumbar de lado a lado liderado por tus caderas como si de una ofrenda se tratara.

-que bien lo haces, no te detengas. Exclamo.

Puedes sentir como me pego a ti pero aún sin tocarte desde atrás. Bailas con discreción y sensualidad. Hasta que te desorienta un soplo de brisa cálida en las caderas, que te sorprenden y te hacen mirar lo que pasa.

Una sonrisa se escapa al notar mi cara seguir tu cuerpo al tiempo que mi boca sopla sobre ti desapareciendo la humedad.

Tus pechos brincan juguetones y tus muslos se contorneasen y yo solo alcanzo a ver la piel que derrito con lo aliento.

Te has de sentir alargada por mis caricias porque sin dudar llevas el baile a ofrecer tus nalgas a mi, notas como el aire caliente de mi boca se te mete entre las piernas y alcanza a calentar entre tus nalgas y llegar a tu vagina.

La música sigue el compás y tu mano me dirige detrás de ti obligándome a tocarte con los labios. Tu cadera se levanta ofrecida para que pueda encontrar el camino.

Es entonces cuando saboreo la delicia de tu piel. Las ricas carnes donde hasta hace poco estaba un ungido pene me parecen un abreboca.

Debiste haber cerrado los ojos y dejar tu cabeza para atrás pero sin dejar de bailar, porque note tu pelo largo casi en las nalgas al separártelas con las manos y dejarte clavado un beso negro que no se te borrara jamás.

Una pierna se te levanta automáticamente para dejarme lugar y no quedarme ahí. Lo que aprovecho para besarte y morderte los pliegues de las nalgas como si te dibujara a besos.

Ya mis manos solo pueden estar sobre tus muslos y te acarician firmes y con aplomo.

Noto tu olor de mujer despertar mi sentido más animal y me apresuro a sujetarte las nalgas desde la base para dejarte ver el final del sexo abundante de ganas.

-Arrodíllate Gaby. Y déjame verte bien. Digo al retirarme mientras me aseguro no perder ningún movimiento.

Tu mirada pícara y cómplice me confirman que quieres eso y más, por lo que te apoderas de aquel lugar y adoptas una postura lasciva y desenfadada dejando tu cara sobre aquella sábana.

Solo te apoyas en ella y tus dos rodillas ya que las manos ahora me dejan ver claramente donde deseas que ponga mi lengua.

Sin pensarlo más me arreglo las ganas saboreando los surcos de tus labios babosos, el sabor de tu estado me provocan ansias y delirios de poder a la vez que mis oídos se deleitan con un suave quejido largo y placentero que me indica que lo hago bien.

Tu vagina me pone la boca aguada, salivando como si probara un dulce lleno de ganas de comerte más y más.

Tu postura me encanta, abierta y ofrecida para que me sirva de ti sin miedos ni temores, solo el puro deseo encarnado en ti.

Me deleito lamiendo desde dónde el vello crece, pasando por los surcos de un sexo brotado de ganas con mi lengua plana, como si se tratara de una paleta hasta llegar muy atrás de ti y devolverme.

Solo unas cuántas veces hicieron falta para exprimirte jugos adornados de gemidos y chillidos ahogados en la cama de mi esposa.

Mis manos acarician tus piernas porque las tuyas no me dejan andar hasta tus nalgas para mantenerlas abiertas delante de mi. Y yo sigo feliz de encontrarte así.

(Me ha provocado escribir esto ahora)

Hembra entera y voraz

Incapaz de dejarme fingir

Me incitas y pierdo La Paz

Por devorarte entre las piernas

(Solo escribo así para ti Gabriela)

Me acostumbro a ser feliz escuchando tus gemidos al tiempo que me vuelco a hurgarte con la lengua desde la vagina hasta el ano sin dejar nada sin probar.

Pareces estar anginosa de tener algo entre los labios y por eso estiro la mano hasta tu boca y sin cuidados te hago callar con mis dedos dentro de tu boca. Parece que te vuelve loca y me chulas con esmero.

Es ahí cuando entiendo lo egoísta que he sido y repongo viéndote una última vez en aquella pose.

Inmediatamente entiendes y te volteas con rapidez y decidida y sin dudar demasiado vas por mi pene endurecido. Que te causa vicio y ganas de ponértelo en la boca.

Sujeto tu cabello y lo arreglo desde la nuca para sostenérselo antes de que pase lo inevitable y cuando te encuentras sujeta con una de mis manos en la nuca solo puedes abrir la boca y sacar un poco tu lengua para dejarle El Paso libre a mi glande enrojecido de ganas y palpitante de placer, que ahora gotea algunas ganas de besarte.

Te llevas el pene a la boca y sentirte tragártelo entero de un solo movimiento me revuelve el morbo que siento por ti. Los ruidos no se hacen esperar a llegarte de mi Carme todo el tracto a la vez que te aprieto desde la nuca para que puedas oler mi vientre y sentir tu cara contra mi.

Las arcadas aparecen y liberarte es natural, pero ambos sabemos que volverán. No sé si es lo estrecho de tu cuello o lo ancho de mi glande, pero cada arcada me succiona el pene desde lo más profundo de ti y me da mucho placer y lo sabes. Al sacarlo cedo con mi mano detrás de ti aunque no suelto la cabellera y te dejo sentir mi humanidad en toda la cara. Sentirte restregarte mi pene por la cara me complace.

Sientes el calor de mi miembro en todo el rostro y el olor que tengo cuando me excito te llena los sentidos.

Me ves

Te veo

Y sin temores repetimos la indudable escena de sumisión donde me consumes enteramente con una pose tranquila y sensual mientras yo parezco usar tu cara como si fueran tus caderas y penetrarte a voluntad como si se tratara de tu vagina. Todo eso viéndonos a los ojos con complicidad y llenos de pasión

Te salgo de ti para ir directamente a tu boca y besarte, descubriendo la fiebre causada por el maltrato y lo caliente de mi piel. Siento tu sabor mezclado con el mío y me excita. Me como tus labios con desespero mientras te llevo jalada del pelo hasta ponerte de espaldas en la cama.

Donde me acuesto sobre ti y sin problemas alcanzo a meter mi pene en ti.

Sin quejas ni retrasos, sin saludos ni bienvenidas. Tu vagina se estrecha con el pasar de mi pene que te calienta las entrañas y te arranca gemidos.

Gemidos que emites con mi boca de por medio que me elevan y me consumen la cordura haciéndome menear las caderas solo para frotarte contra ti.

Estamos ladeados en la cama abres las piernas como puedes para dejarme entrar y mis manos ahora te sujetan del cuello y los hombros.

Las manos te mantienen quieta mientras me empujo contra ti para arriba.

Tus manos se cuelan entre mis bazos y me sujetan desde las nalgas solo para poder notar como es el meneo vertical sobre ti, como olas colorándote el vientre. Hasta que logramos acomodarnos mejor y tu vagina recibe a mi pene en lo más profundo y con cada hincada sientes el glande en el útero.

Los gemidos son bestiales y las fuerzas se gastan por los intensos meneos y las caricias pesadas de ambos. Es como si no pudiéramos ser sutiles.

Me acomodo en tu oído y susurro: -eres mía? -te siento solo mía. No lo podrás negar jamás.

-dame duro, escucho. Solo para obedecerte instantáneamente y aplastarte el clítoris con el vientre y notar como los huesos de la pelvis son los que nos impiden que no te pueda atravesar más…

Te aferras a mí y con alevosía te obligo a tener un orgasmo producto del roce y las caricias. Seré paciente hasta notar que tu vagina se contrae y me humedece tanto que no me cabe la menor duda de que te chorreas de gusto para mí, como una hembra ha de hacerlo con su macho.

Así se siente y así es como más me complace. Pero aún no ha acabado.

Te veo jadear y buscar paz dentro de una marea de sensaciones intensas y ráfagas de placer. Solo apartarme y ponerme de pie en el borde de la cama

Tus latidos vuelven a su cauce rápidamente y tu cara se encaja con una mirada cuerda y tranquila aunque en búsqueda de lo que pueda ofrecerte yo!

Te arrodillas y te sujeto del cuello y con destreza te guío hasta donde estoy pero acostada en la cama boca arriba, tu cabeza queda en el abismo de la cama y cuelga para tener una imagen revés de mis piernas acercándose a ti en un mundo de cabeza.

Sabes perfectamente lo que va a pasar y mi cara de vicio no oculta las intenciones de buscar placer en tu boca.

Me deleita ver tu desnudez extendida delante de mi con tu cara lista para aceptarme sin condiciones.

Mi movida es rápida, acomodando tu cabello que llega al suelo cayendo como cascada dejando ver lo largo y hermoso que lo tienes. Pongo en posición tu cara en el borde de la cama y sin pedir permiso ofrezco mi glande endurecido por los actos anteriores a lo que respondes abriendo tu boca y darme cabida en ti sin oposición.

Aún sabe a ti la extensión de mi pene y que va desapareciendo poco a poco al mezclarse con lo húmedo de tu boca. Sostengo amablemente tu cabeza como si se tratara de tus caderas confundiendo mis intenciones de recibir y dar.

Mis caderas saben lo que hacen y se balanceas como olas enfrente de tu rostro que acepta las embestidas fuertes, pero no incómodas cediendo ante la dificultad de tu posición.

Te dejo tomar aire periódicamente con ademanes de rudeza y lleno de cuidados para no lastimarte y poder siguiendo en mi juego. Es entonces cuando logras la comodidad al recibirme muy adentro de tu garganta y me complaces aceptando tu papel con rastros de espasmos que siento retumbar entre mis testículos, cuando los dejas escapar sin escapatoria.

Mi enteridad alcanza te produce espasmos en el cuerpo como arcadas pero noto que estás decidida a complacerme sin pedir nada a cambio. Eso me calienta y me deja claro que estamos haciendo esto juntos.

Tus manos se posan en mis muslos sujetándote para esperar recibirme. Hasta que te sujeto cada mano con las mías y las llevo a mis nalgas y te las pongo abiertas a cada lado y acoto:

-guíame tu con tus manos Gabriela. Llenándote de sorpresa y morbo, al notar que mis caderas obedecen a los impulsos de tus manos que se aferran fuertes a mis nalgas, llenándote la boca a voluntad.

Es morboso sentir como llenas la boca de mi con ímpetu y vicio, tal y como yo desearía hacer, pero tú me guías. Al sentir tu ritmo vuelvo a mis magreos sistemáticos de tu cuerpo hasta que tengo la certeza que tus ganas se han recuperado y es entonces cuando te sostengo de los muslos y te abro las piernas para poder acariciarte por adentro y eventualmente frotarte los labios mayores con la mano abierta y estirada.

Te sacas mi carme de la boca tirando de mis nalgas como si fuera un control, solo para respirar y sentir lo que sucede en tus partes bajas. El pene queda a un costado de ti y reposa pesado en tu rostro mientras jadeas. Gimes en la base provocándome un morbo increíble por notarte ahí, debajo y pisada, pero a gusto. Mis dedos se cuelan entre tus pliegues. Me dejas involucrar ambas manos para separar los labios mayores y hacer brotar el clítoris dándome mucho placer al verlo.

La escena se torna morbosa por el simple hecho de que puedo hacer lo que quiera con tu cuerpo y aun así me disfrutas como si hiciera lo que quieres. No pones reparo en cumplir mis fantasías y lo que más me gusta es que te ves ganosa de que siga.

La boca se me hace agua al verte disfrutar del tacto, que te hacer volver a humedecer rápidamente. Lo que me hace reincorporarme y quedarme de pie justo a ti. Te extiendo la mano como invitándote y justo al tomarla te jalo y te hago caer entre mis brazos solo para devorarte la boca con vicio y pasión. Poco a poco me escurro para atrás dejándote entender que sigas mi sendero tomada de mi mano como enamorados en la playa a través de rastros de mi familia por toda la casa en juegos de miradas y risas por el alto contenido erótico de nuestro juego!

Solo sigues mis pasos viendo mi cuerpo desnudo llevarte por un sendero morboso y traicionero. Hasta que notas llegar al final del sendero cuando me detengo delante de la encimera de una cocina amplia.

Sientes mis manos llevarte entera delante de mi para besarte de nuevo pero esta vez menos apasionado distraído por el tacto de mis manos investigando tus nalgas y acomodándose cautelosas pero seguras en la unión entre los muslos y las carnes de tu bonito trasero.

Inmediatamente notas que te tomo con ambas manos sin pedir permiso y alcanzas a comprender mis intenciones cuando tus pies se despegan del suelo y te asocias a mis deseos rodeándome con tus piernas tersas.

La imagen es tremendamente caliente, al subirte a mi torso con alevosía, trepándote sobre mi y escalando tu placer al notar las intermitentes caricias de mi pene es tu parte más baja y expuesta. Notas mis maniobras para acabar con los brazos debajo de tus muslos y mis nalgas aferradas a tu trasero que ahora es la parte más baja de ti.

Las luces están apagadas y las sombras de la cocina le dan un sabor a secreto y escondido al instante en que alcanzas a tantear el grosor de mi órgano abriéndose paso dentro de ti con suavidad y sin ninguna complicación.

Ambos nos sentimos como niños escondidos haciendo una travesura aunque ninguno se lo dice al otro. Solo nuestras voces se comparan en gemidos silenciosos y en coro para romper el silencio de aquella cocina enorme.

Te aferras a mi cuello como si fuera un faro en las tinieblas y tus caderas se acomodan para rodearme la cintura. El relieve de tu figura me hace vibrar de placer al sentirte empalada y contenta sobre mi. Dándome permiso para tomarte de las nalgas y apretarte contra mi buscando llegar cada vez más adentro.

Gemidos finos en mi oído hacen que me enorgullezca de mis acciones y tu complacida susurras.

-te gusta papi. Sabes que lo hago pero deseas que te lo deje en claro en medio de la cocina de mi casa.

A lo que respondo testarudo. -si pero quiero que me lo des todo Gaby. Aquí y ahora!

Mis palabras taladran tu ego y me dejas claro que cumplirás al sentir como empiezas un meneo de sirena sobre mi, haciendo que tu vagina y mi pelvis se froten como si quisieras hacer chispas para encender una hoguera. Mis manos apoyan tus faenas empujándote y soportando el peso de tu pasión volcarse sobre mi pelvis.

Tus piernas abiertas y tus caderas suspendidas obligan a que el fervor de tu placer recoda en las carnes de tus labios al quedar aplastadas contra mi y casi moliendo tu botón sensible se empiezan a manchar de ganas mis testículos con las acaloradas oleadas.

Ya no nos besamos. No hay cabida para besos cuando ambos llevamos al máximo las arrebatadas caricias e involuntarios meneos solo para buscar sentir más del otro.

Mis manos se transportan lentas en tus nalgas a cada caída y se acomodan periódicamente para abarcarte mal Carme y dejarte muy manoseada.

Como un hilo de cordura, tus ojos encuentran algo anormal en el paisaje.

En medio de una cocina común con objetos naturales al acto te llama la atención un arreglo de flores modestas acompañadas de una bolsa y un vestido en el fondo de la encimera. Apartada y escondida esperando el momento de triunfar.

Te sientes agasajada e inmersa en un juego de misterio. Sabes que esos objetos no pertenecen aquí y por el contrario se asemejan al domingo 23 de mayo.

Todo en UN DOMINGO. Se acelera tu corazón al descubrir mi sorpresa y el detalle después de haber sufrido y gozado toda la faena a través de mi casa y comprendes mis acciones y calculas la intención de mis miradas y sabes que algo más hay detrás.

Todo eso sucede en tu cabeza mientras tu cuerpo ya no admite que llegue más a fondo en ti y tus piernas se abren solas involuntarias.

Ahora la curiosidad de descubrir tu presente se suma a la ansiedad de explotar mientras ves sobre mi hombro tu regalo entre gemidos y caricias. Me dejas saber que lo has descubierto con una mirada cómplice pero ambos decidimos acabar lo que hemos empezado. Como si leyeras mi mente y acordaras derramarte en mi mientras yo haga lo propio en ti.

Ahora solo nos vemos a los ojos y me inclino un poco incapaz de dejarte caer buscando golpearte contra mi con las piernas abiertas. Tu cuelgas de mi cuello y en un respiro mis ojos se ponen brillosos al notar que empiezas a tener un delicioso orgasmo entre mis brazos y rápido desbloqueo mis sentidos y me permito empezar a eyacular en tus entrañas con mucha confianza y pasión, unos segundos después de tu partida alcanzo el estruendo máximo en medio de gemidos y meneos lascivos.

Alcanzó a sentir el final de ti donde me deposito enteramente mientras succionas con espasmos el tallo que sin dejar de estar firme pierde dureza y volumen.

Casi derrotado te dejo de pie mientras terminas tus oleadas de placer sin poder moverte y casi en un acto de sacrificio me vuelvo a la misteriosa bolsa y la tomo como apuro pero determinación.

De la manera más grosera y atrevida rompo el envoltorio sin tu permiso y lo dejo caer a un lado. Solo para revelar un conjunto muy sexy de ropa interior de color negro y de corte señorial y fino.

Pongo la parte superior en la encimera a la vez que me atrofio delante de ti desnudó y con el pene aún interesado.

Sin perder tiempo y con dificultades para respirar hago colar tus piernas por aquella pieza y sin palabra alguna la subo cortes hasta su punto fina encajándolo perfecto en tu figura.

Ves que me apuro por ofrecerte el complemento mientras aún jadeo y te miro desde abajo invado ante ti. Como un peón a su reina.

Lo entiendes y te pones el brazier rápidamente descubriendo que encaja perfecto en ti y te sienta muy cómodo y sexy.

Aún así me observas con incredulidad de lo que hago y dudosa de seguir.

Recuperando la vitalidad alcanzó el vestido y te lo ofrezco para ayudarte a ponértelo. Tú estás más calmada y lista para seguir si se pudiera, pero voy en reversa y solo consigo vestirte.

Te emociona que todo te ajusta perfecto y que te agrada mi elección para ti, que te resalta la figura sin ser vulgar o escandaloso.

Me quedo de pie delante de ti y te digo entre los labios.

-Sabia que te verías radiante con este vestido.

-vas tarde a tu cena de cumpleaños. Ve a arreglarte y no olvides los tacones que te he dejado en la entrada. Usa tu perfume, le he regalado uno a mi esposa para que puedas usarlo aquí.

Usa un labial que he dejado en los tacones y disfruta de tu velada.

Todos estarán ahí! Y eres la estrella más brillante esta noche. Ve y celebra tu cumpleaños sin mí, pero sin olvidarme con cada elogio de tu noche.

Ahora entiendes porque había sido cuidadoso limpiándote y te sientes usada en medio de mi juego de placer, engañada para cumplir el morboso propósito que había planeado para tu noche de celebración de cumpleaños.

Te retiras en silencio hasta el baño donde estuvimos antes y terminas de arreglarte apurada. Sales sin avisar y descubres los tacones en la entrada con una nota que dice.

GRACIAS POR COMPLACERSE ASÍ!

DISFRUTA Y HAZ DE TU NOCHE INOLVIDABLE

FELIZ CUMPLEAÑOS

Sonríes al ver la nota, pero te arreglas en silencio y te vas sin despedirte. Solo me regalas una sonrisa sin dejarme saber si iras así vestida a tu cena de cumpleaños.

Fin…

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