back to top
InicioGaysUn deseo oculto: La noche de infidelidad

Un deseo oculto: La noche de infidelidad
U

el

|

visitas

y

comentarios

Apoya a los autores/as con likes y comentarios. No cuestan nada.

Después de aquella última travesura, decidí vivir mi vida en paz, tratando de apartar los momentos de gozo y placer que había experimentado aquella noche. Me sumergí en una nueva etapa, consiguiendo una novia hermosa a quien amaba con una pasión sincera.

A pesar de la conexión con mi nueva pareja, la calma en la que me sumergía no era completa. Los recuerdos de aquel deseo oculto comenzaron a resurgir de manera sutil. Fragmentos de aquellas experiencias emergían, evocando emociones enterradas y sensaciones que luchaba por entender.

Una noche, cuando le hacía el amor a mi novia antes de partir por trabajo, ella toco mis nalgas por un momento mientras acariciaba mi espalda y me clavaba sus uñas. Sentí un casquillo en cola que me puso más excitado y comencé a desquitarlo con ella. Mi novia estaba encantada y quedó satisfecha sin saber qué me había provocado. Aun cuando ya habíamos terminado, y ella estando recostada en mi pecho, yo seguía con ese cosquilleo. Mi novia había reanimado esos deseos que había intentado dejar atrás de tal modo que reaparecieron con una intensidad abrumadora. Pensé en confiarle todo, en compartir esa inquietud con ella, pero en cambio, callé, tratando de reprimir ese deseo que me consumía desde adentro, aun cuando ella me había preguntado en qué pensaba, yo solo atiné a decirle que era por cosas del trabajo.

El siguiente día viajé con un compañero que se me había asignado como apoyo. Durante el viaje descubrí que él era homosexual y no lo ocultaba. Charlamos un poco acerca de eso mientras me contaba como había sido su autodescubrimiento y lucha. La llegada a nuestro destino fue agotadora, con una búsqueda infructuosa de hospedaje que nos llevó a compartir la única habitación que encontramos.

Ya acostados, comenzamos a charlar mas a profundidad, y poco a poco, armándome de valor, abordé el tema de aquellas prácticas que consideraba inmorales. Para mi sorpresa, mi compañero lo hablaba con naturalidad, lo que avivó una química inesperada entre nosotros. Me sentía seguro al hablar de mis pensamientos con él, y el momento se volvió cada vez más íntimo, así que antes de que la cosa fuese más allá, me volteé dándole las buenas noches para que pudiésemos dormir, yo caí en sueño profundo casi al instante. Mi compañero de tanto compartir sus experiencias conmigo se quedó algo excitado, tenía el pene erecto y las ganas poco a poco lo consumían. Fue entonces cuando desperté y sentí algo en mi cola, mi compañero se atrevió a frotarse con mis nalgas, de modo que traté de no distraerlo pues me estaba gustando lo que hacía.

Yo correspondí a sus movimientos, trataba de imitarlo; él ya había notado que estaba despierto y al rato me pregunta si quería que me la metiera, no dije nada, no estaba completamente seguro de lo que estaba sucediendo, pasó unos segundos, cerré los ojos y tal cual alguien da un salto de fe, me baje los pantalones de la pijama junto con la ropa interior dejando mi anito al descubierto, estaba nervioso, sentía los latidos de mi corazón, pero también estaba excitado, mi miembro estaba duro y palpitante. Mi compañero me tomo de la cintura dispuesto a meterme su sexo, le dije que fuera despacio a lo que respondió que me relajara. Empezó a acariciar mi ano con su pene tratando de untarme su líquido pre seminal, mientras yo sentía el calor de su miembro cálido, algo delgado y de buen tamaño.

Cada vez estaba más ansioso, sentir las palpitaciones de su miembro entre mis nalgas me hacían sentir mas excitado, quería que me la metiera ya, pero no decía nada para no avergonzarme. Luego de un rato de estar lubricando mi cola con su pene, metió un dedo dentro de mi ano produciéndome un placer enorme, de modo que me estiré acercando mis rodillas al abdomen para que me entrara mas fácil. Estaba gozando mientras él jugaba con mi ano tratando de dilatarlo. Pronto el agarró su falo y me la empezó a frotar entre mi surco buscando la entrada de mi orificio.

El momento había llegado, yo estaba ansioso, su sexo lentamente empezó a colarse dentro de mi produciéndome dolor y placer, era una sensación extraña pero deliciosa. Con su toque experto, su mano acariciaba mi muslo, al tiempo que me la metía con delicadeza, deleitándome con esa exquisitez en mi cuerpo. No sabía si dejar que me la metiera toda de una vez o parar, por momentos el dolor era intenso pero me lo aguantaba, la lujuria del momento solo me hacía pensar en lo rico que sentía. Él casi adivinando mis pensamientos paro un poco y preguntó si podía metérmela toda.

No dije nada, solo empecé a mover mi cola cómo una punta; el entendió el mensaje y me la clavo toda. Sentí todo su pene dentro, palpitante y caliente, sentía dolor y gozo. La dejó ahí por un momento mientras me susurraba cosas al oído. Luego de un momento él dolor bajo y solo sentía el placer de estar lleno, moví la cola para meterla y sacarla yo mismo, el no se contuvo más, me tomo con fuerza por la cintura y me comenzó a embestir, no podía más y comencé a gemir del puro placer.

A medida que el aumentaba la velocidad, mi placer aumentaba y mis gemidos se hacían aún más intensos, los cuales me esforzaba por retener para no llamar la atención; aún me costaba creer lo que estábamos haciendo y me fascinaba. La idea de ser penetrado por alguien no lo había concebido hasta ese momento. Cada embestida la disfruté al máximo, de modo que perdí la noción del tiempo tal que no recuerdo cuanto estuvimos así, hasta que se detuvo, entonces sentí su caliente elixir dentro de mí; yo aún no me corría, seguía con el pene erecto aún como un sable. Pasado unos segundos, mi compañero me la saca y se voltea como insinuando que ahora era mi turno, sin embargo, casi como volviendo en mí, toque la realidad, le estaba siendo infiel a mi novia, a mis valores y mis principios. Me levante de la cama pidiéndole que me disculpara y me metí a la ducha donde acabe corriéndome.

Tras regresar a nuestras labores, el viaje de regreso transcurrió en silencio, sumado a ello, tenía picazón en la cola, dolor e irritación. La confusión me atormentaba. Descubrir que había mucho de mí mismo que desconocía me aterraba, especialmente porque amaba sinceramente a mi novia y no quería lastimarla.

Compartir relato
Autor

Comparte y síguenos en redes

Populares

Novedades

Comentarios

2 COMENTARIOS

DEJA UN COMENTARIO

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Los comentarios que contengan palabras que puedan ofender a otros, serán eliminados automáticamente.
También serán eliminados los comentarios con datos personales: enlaces a páginas o sitios web, correos electrónicos, números de teléfono, WhatsApp, direcciones, etc. Este tipo de datos puede ser utilizado para perjudicar a terceros.