Tenía una amistad hermosa con mi maestra de secundario llamada Melody, éramos muy unidas, ella era profe de matemática, tenía el pelo dorado, un muy buen cuerpo y ojos verdes.
Salíamos juntas a cenar, a tomar helado y una vez hasta fuimos a la iglesia a la que ella iba todos los domingos a las 10 de la mañana, fue esa visita a la iglesia la que ha quedado en mi memoria y de la que les voy a hablar en este relato.
Era un día primaveral, había sol, pero no hacía una temperatura inhumana, hasta había una ligera brisa.
Melody estaba vestida con un vestido blanco con flores rosas que apenas le cubría el trasero, si la brisa se lo levantaba un poco le podía admirar su hermoso culo que no me cansaba nunca de observar y de escote lo tenía muy abierto, así de esa manera fue vestida a la iglesia.
Entramos en la iglesia, había poca gente, luego llego el cura y se colocó al frente, me quedé sorprendida en cuanto vi a ese hombre, ya que no parecía un sacerdote en absoluto.
El cura era alto, algo musculoso, cabello oscuro rapado en los costados, tenía un poco de barba y ojos marrones, un hombre muy atractivo.
El padre empezó a hablar, comenzaron las oraciones y vi que mi amiga se subía un poco el vestido dejando al descubierto sus muslos, me di cuenta de que el padre le dirigió una mirada para nada discreta a sus piernas y ella sonrió ¿le estaba coqueteando al sacerdote en la mismísima iglesia o eran fantasías mías?
Después sé bajo el escote del vestido y se dejó los pezones al descubierto, aquí en este momento pude ver una mirada llena de lujuria del sacerdote, ya no me estaba imaginando cosas, además la situación en sí me daba mucho morbo por lo cual empecé a humedecerme.
Cuando Melody se dio cuenta de que nadie la podría ver hizo algo totalmente inesperado, se sacó un seno completo del vestido, a mí me dieron ganas de lanzarme a lambérselo ahí mismo delante de toda esa gente sin que me importara nada, aunque no pude verlo me he podido imaginar con detalle la gran erección que debía de tener el cura que clavo sus ojos en el pecho desnudo de Melody.
Después se volvió a introducir el pecho dentro de su vestido, todos tomamos asiento de nuevo y Melody abrió sus piernas, se levantó el vestido, corrió su tanga de hilo y se abrió con sus dedos su vulva para que el cura tuviera una muy buena visión.
-Emily- me dijo.
-¿Qué?.
-Mastúrbame- fue su pedido.
Yo hice lo que me dijo sin dudarlo y la empecé a masturbar con movimientos lentos y circulares, le abría su clítoris después la volvía a frotar hasta que aumenté la velocidad, ahora el sacerdote tenía la vista fija en las dos, su mirada era la de un hombre prendido fuego por la excitación.
-Méteme los dedos- me dijo mi amiga con su respiración agitada.
Le metí mis tres dedos en un solo movimiento, los empecé a mover y ella se corrió con un gemido apenas audible.
Se quedó con sus piernas abiertas y después me dijo -Enséñale tus senos.
-¿Qué?.
-Solo será unos segundos.
Sin que yo me lo esperará me quito ambos de mis pechos dejándolos al aire libre para que el cura pudiese verlos y se deleitó por completo con la visión que ambas le estábamos dando.
Cuando se hicieron las 12 del mediodía el encuentro llego a su fin, todos se levantaron de sus asientos y se fueron.
-Melody- le susurré a mi amiga.
-No nos podemos ir todavía, el padre Luis es un muy buen amigo mío- me respondió ella.
Solo quedábamos nosotros tres en la iglesia, el cura Luis se acercó a nosotras, tomó a Melody de la cintura y la beso apasionadamente metiéndole la lengua en la boca con mucha fuerza, las manos de él bajaron a sus nalgas y se las apretó con mucha fuerza todo lo que duro el beso.
Se separaron, dirigieron la mirada hacia mí.
-Ella es Emily, es una de mis mejores amigas- le dijo a Luis.
-Eres una belleza Emily, pero te verás más hermosa saltando sobre mi verga- fue la respuesta inesperada del sacerdote.
No me dio tiempo a responder porque vino hacia mí y me beso más apasionadamente que lo que había besado a mi amiga, yo le devolví el beso en todo momento y él con un movimiento de sus manos me quito mi falda.
Cuando terminamos de besarnos, demoramos unos segundos en poder desnudarnos por completo los tres, observe al hombre y su belleza masculina aumento estando sin nada de ropa.
Ambas miramos esa verga erecta que nos esperaba, nos llamaba, nos hipnotizaba, nos pusimos de rodillas al mismo tiempo nuestras cabezas casi chocaron de la desesperación que teníamos por chuparla, así que por lo tanto nos turnamos, se la chupe durante diez minutos yo luego iba mi amiga y así hasta que nuestras salivas se mezclaron en el miembro de Luis, mientras Melody chupaba su pene yo me dedicaba a sus testículos, después se la chupamos las dos juntas y cuando nos detuvimos mi amiga y yo acabamos besándonos apasionadamente en la boca, fue un beso lleno de morbo que nos sorprendió a las dos por igual.
Después ambas nos pusimos de pie, pero el cura Luis no demoro en poner a Melody en cuatro, le escupió abundante saliva en el agujero de su culo y la penetro con una sola embestida, ella hizo un solo gemido, luego no pudo gemir más porque yo me senté con mis piernas abiertas y Melody empezó a chupar mi vulva mientras la penetraban duramente por el trasero.
Luis aumentaba la intensidad de sus embestidas, las hacía cada vez más duras, le estaba destrozando el trasero a Melody, ella disfrutaba mucho con la rudeza en el sexo y me chupaba cada vez más rápido la vulva a mí que ya me había corrido como dos veces por la estimulación que ella me daba y además ver a un sacerdote hacer el amor así de delicioso tenía su morbo, así que por lo tanto a mí también se me antojo la verga de ese hombre.
Cuando termino de penetrar el trasero de Melody, ella pensó que le iba a dar descanso, pero pareciera que las energías de este hombre nunca se agotaban, le puso ambas piernas en sus hombros y la volvió a embestir con toda la potencia, me dirigió una mirada llena de lujuria y me dijo: -Luego seguís vos preciosa.
Después ella se sentó a horcajadas sobre el hombre y empezó a saltar muy rápido sobre su miembro, sus senos se movían sin parar y el trasero también se le movía de una manera deliciosa.
Luis puso una mano en el cuello de Melody ejerciendo suave presión y con la otra mano no dejaba de darle nalgadas, los gemidos de ambos llenaban toda la iglesia, unos minutos más tarde él le apretó el cuello un poco más fuerte de lo normal y eyaculo dentro del agujero de su culo.
Luego finalmente llegó mi turno la posición en la cual me coloco fue igual como estaba mi amiga, pero quede dándole la espalda sentada arriba de él y con mis piernas bien abiertas, luego los movimientos que hizo para penetrarme fueron con su pelvis hacia arriba moviéndose muy rápido y dejando que me entregará a un placer infinito.
Me tomo fuertemente de los senos lo cual hizo que sus embestidas se hicieran más intensas y más rápidas.
Después vino Melody a mi lado para besarme apasionadamente en los labios y me acarició mi vulva a pesar de que tenía la verga de Luis clavada bien adentro.
Las caricias de mi bella amiga combinada con las embestidas del sacerdote hicieron que me viniera otra vez terminando agotada sobre aquel apasionado hombre, pero él no estaba agotado en lo más mínimo porque no me dio ni un minuto y me puso en cuatro para darme por el trasero, antes de penetrarme me tomo del cuello con fuerza y puso su otra mano en mi cintura, después de eso cuando comenzó a hacerme el amor en esa posición conocí lo que es que te den verdaderamente fuerte, hasta sus testículos entraron en mi interior así que imagínense con la rudeza que ha tratado a mi trasero, supe que luego de esto iba a quedar con dolor de cuerpo, pero no me importo porque lo estaba disfrutando muchísimo.
Después de darme por el trasero, Luis nos dio lo último de su semen, ya que eyaculo en la boca de Melody y en la mía también.
Después nos dio un beso en la boca a ambas
-Vuelvan cuando quieran hermosas- nos dijo antes de vestirse e irse.
Nosotras nos pusimos nuestra ropa y también nos fuimos de la iglesia.
-Ese hombre- le dije a Melody, no me salían las demás palabras.
-Si, ya lo se Emily, hace el amor de una manera espectacular para ser cura y antes de que me lo preguntes también se lo hace a todas las monjas.
-Qué suerte la de las monjas.
-Y la de nosotras también- fue la respuesta final de Melody.