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Un atardecer en buena compañía
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Para escribir este relato me inspiré en una de las innumerables historias que he escuchado de uno de mis mejores amigos. Prestar atención a sus interminables dramas, a veces tiene sus ventajas jejeje. ¡Espero que lo disfrutéis!

Estaba como cualquier otro día aburrido, buscando en la app de citas que podría encontrarme. Echando un vistazo logré visualizar el perfil de un chico madrileño bastante mono, llamado Hugo, que estaba veraneando por la zona. Como tenía el enlace a sus redes sociales en la descripción, decidí entrar y cotillear un poco sus fotos. Y efectivamente, tal como corroboraban las imágenes que tenía colgadas, el tío estaba buenísimo…

No solo su rostro era bello, sino que además se podía observar que gozaba de un portentoso y musculado cuerpo en sus fotografías de la playa. Que por cierto, varias de sus publicaciones eran de ese estilo, por lo que se notaba que estaba satisfecho con su físico y yo estaba encantado de verlo.

Tras tranquilizarme un poco, ya que hacía bastante tiempo que no me encontraba a un semental así, logré sacar fuerzas y me atreví a mandarle un mensaje. Los días pasaban y el chico seguía sin responderme. Esto era muy típico, anda que no me había pasado ya en otras ocasiones, pero él realmente me gustaba. Así que comencé a reaccionar a sus fotografías para llamar su atención, pensando que igual no me respondía por no poder estar atento a la aplicación. Pero fue en vano, el verano terminó y él regresó de nuevo a la ciudad.

Paradójicamente, unos años más tarde volví a encontrarme a ese muchacho en el velatorio de un familiar. Él venía acompañado por su novio, Damián. Del cual, yo sabía de su existencia por seguirlo aún en redes y prestar atención a las fotos que subía. Si, soy un cotilla, lo admito. Pero es que estaba realmente frustrado con este tema. Por qué él podía encontrar el amor y yo aún seguía a dos velas. Además si Hugo me parecía guapo, su novio le daba ochenta mil vueltas. Era mi prototipo ideal de hombre: alto, con un buen cuerpo (aunque reconozco que no tan trabajado como el de Hugo), ojos verdes claritos y una barba bien recortada que le daba su punto. Yo me derretía muy fácilmente por los chicos que la llevaban…

Por otro lado, me seguía preguntando ¿que estaría haciendo ese chico aquí? Me acerqué a mi madre y a mí abuela para preguntarles, ya que conocían a toda la familia por muy lejana que fuese. Ellas me explicaron que estaba aquí porque también era pariente nuestro y que sería al menos primo quinto mío. Me quedé totalmente en shock con esta información. Solo podía pensar en que "de menuda me había librado", aunque en su momento su rechazo me fastidió bastante.

Lo gracioso es que no era la primera vez que me topaba a un primo en la aplicación. Hace un tiempo otro chico, que solo tenía la foto de su abdomen en el perfil, comenzó a hablarme. Si hubiese tenido alguna otra fotografía, lo hubiese reconocido al momento y os aseguro que otro gallo cantaría… Hablando sobre temas cotidianos como ¿De dónde eres? ¿Dónde vives? Descubrió mi identidad (no lo había dicho antes, pero yo tampoco mostraba mi cara allí).

-Ya sé quién eres jajaja -dijo él de repente.

-¿De qué me conoces? -pregunté yo.

-Madre mía, menudo disgusto se va a llevar la abuela cuando se entere de que tiene dos nietos gays -respondió.

Y en ese instante, después del susto, logré darme cuenta de que era pariente mío. Era gracioso saber que había tantos homosexuales en la familia, y que todos eran por parte de madre.

Volviendo al presente y tras pasar unos cuantos días desde la ceremonia, me encontré a Damián en un bar. Yo estaba tomando un café en la barra y él venía en busca de tabaco a la máquina que había dentro. Supongo que decidieron quedarse un tiempo, aprovechando el viaje que se habían pegado hasta aquí. Después de recoger la cajetilla, se sentó a mi lado y pidió el periódico del día para echarle un ojo acompañado de un café. Mientras esperaba que el camarero le sirviese, se fijó en mi y empezamos a mantener una conversación.

-Me suena tu cara, nos hemos visto antes? -preguntó él.

-Si, coincidimos en el funeral de un familiar. Acompañabas a un primo mío -respondí yo.

-Vaya, lo siento mucho. Creo que mi novio no lo conocía mucho -añadió.

-No era un familiar cercano para mí tampoco. En verdad, fui por mí abuela -dije.

-Te cuento algo gracioso? Yo no sabía que tu pareja era mi primo hasta hace unos días y lo peor de todo es que hace un tiempo intenté ligar con él, sin éxito alguno claro está -comenté para romper el hielo, aunque creo que esa información solo salió de mi boca porque me acabaron ganaron los nervios.

Damián estalló en carcajadas. No me esperaba que fuese tan gracioso, pero por lo menos ahora estábamos menos tensos.

-No me lo puedo creer jajaja. Por lo menos tuviste suerte y no pasó a mayores… -añadió entre risa y risa.

Seguimos hablando hasta el punto de que la conversación se hizo tan amena, que incluso me atreví a comentarle que me gustaba ir a playas nudistas. Damián no se horrorizó, todo lo contrario me confesó que le gustaría acompañarme, pero que vendría él solo ya que a su chico no le molaban ese tipo de cosas. Así que quedamos en avisarnos…

Tras intercambiar mensajes, llegó el esperado día. Lo recogí en mi coche y conduje hasta el lugar, ya que yo conocía el trayecto. Al llegar, aún tuvimos que caminar bastante para llegar a aquella paradisíaca playa natural. En la arena había varias parejas conformadas por dos chicos disfrutando de la soleada tarde. También había alguna que otra pareja hetero por allí y algunos señores que habían venido solos. Yo nada más pisarla y colocar las cosas, me saqué todo sin pudor alguno. Damián al verme no se acobardó e hizo lo mismo. Con el calor que hacía, no aguantamos mucho en la toalla y decidimos bajar a refrescarnos en el agua. Nadar desnudo era la mejor sensación del mundo y notaba como el novio de mi primo lo estaba disfrutando también.

Mientras los dos estábamos en el agua, nuestras miradas llegaron a cruzarse y él comenzó a mirarme fijamente. Acercándose lentamente hacia mi, acarició mi cara para luego decirme "que me veía muy guapo con mi pelo mojado". Yo inmediatamente me sonrojé y él al darse cuenta esbozó una sonrisa. Luego bajo su mirada hacia donde estaban mis labios, y sin detenerlo comenzamos a besarnos. Su barba me hacía daño en la piel, pero no lo suficiente como para sugerirle que parase. Su lengua se adentraba en mi boca una y otra vez, excitándome cada vez más. Así que antes de que esto pasara a mayores, le propuse algo. Le comenté que podríamos ir a una zona al pasar las piedras y seguir. Sabía que mucha gente hacía cruising allí y a él le moló la idea.

Por un momento dude sobre lo que estaba a punto de hacer. Damián tenía pareja y además era mi primo, pero una parte de mi seguía buscando venganza. Además, aunque no sea una buena excusa, me resultaba sumamente difícil no caer rendido ante sus encantos.

El sol bajaba rápidamente y la gente comenzaba a recoger sus cosas para marcharse, por lo que decidimos salir del agua o de lo contrario nos acabaría atrapando la noche y por desgracia el camino de vuelta no estaba iluminado. Dejamos nuestras pertenencias en la playa y nos adentramos por un pequeño sendero.

Debo admitir que estaba un poco preocupado de verme en la situación de encontrar a más parejas por la zona. La idea de practicar sexo en público me daba mucho morbo, pero no sé si estaría cómodo si alguien más estuviese cerca. Por suerte logramos estar los dos solos, así que aproveché y me abalancé sobre él detrás de unos arbustos. No había nada que desabrochar o apartar, todo estaba totalmente expuesto. Así que, después de un largo momento de besuqueos y tocamientos, comencé a bajar poco a poco desde el cuello hasta su entrepierna. Mis labios y mi lengua recorrían ampliamente su torso, y una vez llegado a su miembro acerqué mi boca a sus testículos. Parecía que a Damián esto le estaba dando mucho placer, aunque creo que al principio le provoqué algunas cosquillas…

Al rato comencé a lamer todo su pene, enfocándome sobre todo en la punta al mismo tiempo que la succionaba. Poco a poco lograba cubrir todo su falo acompañándolo con las manos en la parte posterior para poder estimularlo completamente. Al principio comencé lento, pero a medida que sus gemidos se aceleraban mis movimientos se hicieron mucho más rápidos. La fricción que generaba aquella gruesa arena en mis rodillas provocaba en mí un inmenso dolor, pero ya no podía parar, solo quería satisfacerlo… Notaba como él estaba disfrutando la felación, podía percibir los espasmos de su pene en mi boca a la vez que observaba detenidamente sus seductoras expresiones. Sentía como Damián estaba cada vez más cerca del orgasmo, y menos mal porque yo ya no creía poder aguantar más en aquella posición. Agarró mi cabeza para acompañarlo a llegar al clímax, y yo no podía parar de contemplarlo mientras sus fluidos recorrían toda mi boca. Tras recomponerse, se aferró a mí y mientras nos abrazábamos pudimos observar la majestuosa puesta de sol.

Los últimos rayos recorrieron nuestros cuerpos, envolviéndonos antes de despedirse de nosotros para luego dar lugar a la hermosa luna y a la oscura noche llena de estrellas.

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