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Un anal de otro mundo con mi doctora
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Tiempo de lectura: 9 minutos

Unos amigos me invitaron a jugar un partido de futbol, me encontraba algo ocupado, pero como hacía rato no jugaba y quería distraerme, fui con ellos a jugar.

Todo transcurría normal, los dos equipos parejos, íbamos empatando 2-2 y el que perdía debía pagar unas cuantas canastas de cervezas, así que prácticamente jugábamos a tope para no perder. En una de las jugadas, uno de los contrincantes le robó el balón a uno de mi equipo, y venía atacando, yo estaba en la defensa, así que salí directo a chocarlo y me lancé con la pierna, lo que comúnmente en mi país se conoce como “barrer” o “plancha” y el pie se me quedó en un hueco pequeño de la cancha, lo suficiente para generar un esguince de primer grado

Fue algo no tan grave, ya me había sucedido antes y lo que siempre hacía era aplicar hielo y hacer terapia en casa, pero al pasar los días el tobillo se hinchó más, parecía una pelota, así que fui al hospital y había tenido unas fisuras leves según entendí, algo dentro de lo normal y el tobillo hinchado era que no lo había sabido cuidar, lo había sobrecargado, por lo cual necesitaba reposo y terapias más tarde.

Ya me sentía mejor, pero quería acudir a las terapias, tenía muchas cosas que hacer en la oficina, pero estas terapias me ofrecían llegar más tarde e igual pago y quería desahogarme de tanto trabajo, así que fui.

Al llegar esperé en una sala grande con muchos casos más graves que los míos, la mayoría eran más graves, pero igual quería hacerme mis terapias, me llamaron y primero entré a un consultorio para una valoración, entré y no había nadie aun, vi el nombre y noté que era mujer quien iba a atenderme.

—Hola joven, buenos días, mi nombre es Diana y yo estaré encargada de su recuperación –era una fisioterapeuta muy bonita, su uniforme no dejaba ver mucho, pero era delgada y un rostro de princesa

—Buenos días –dije algo atontado y nervioso al ver lo bonita que era– mi nombre es Andrés y espero recuperarme pronto, con su ayuda claro

—así será Andrés, solo debe seguir mis indicaciones y ya, las terapias las haremos dos sesiones por día para agilizar ¿está bien? –yo solo asentía con la cabeza– es que tenemos muchos pacientes y no está mal que haga varias terapias al día, con el correcto apoyo le irá bien –me dijo mientras sonreía, por mi podía cobrar todas las terapias que quisiera y no iba a decir nada, solo que si quería verla más tiempo.

Pasamos a otro salón donde habían varios pacientes, y me dijo que las terapias serian algunos masajes circulatorios, electroterapia, estiramientos, fortalecimientos de musculo y más cosas y en otro orden que ni recuerdo ni me importaba, solo iba por no ir a trabajar y ahora por verla a ella.

Al pasar los días nos íbamos conociendo más, le hacía preguntas típicas para entrar en calor y ella a mí, muchas veces la notaba distraía, tal vez mucho trabajo la tenía así de cansada, uno de los temas fue que si tenía novio a lo que ella enseguida contestó que no y sonrió.

—¿Y tú? Tienes novio señor tobillos flojos –solté una carcajada.

—No, no tengo –y para no decir las estupideces que todos dicen, que tan bonita, que tan agradable y no tener pareja y bla bla bla le dije– has de ser muy pesada o gruñona para no tener novio –ella me miró mal, sé que me miró feo, además de apretarme el robillo– ahhh me lastima –le dije.

—Eso es para que no andes diciendo bobadas.

—Lo siento, solo molestaba, es que…

—Jajaja –ella se rio de mi– solo te molestaba, a decir verdad creo que si soy muy gruñona y me da igual, si me van a querer que me aguanten también.

Era alguien muy divertida, hasta el momento anda de gruñona, por un momento pensé que la había embarrado con ella y no me había dado esperanzas de nada, pero sería perder mucho terreno si se hubiera tomado en serio lo que le dije.

Al terminar la terapia, pasé por su oficina, se veía estresada y llenando papeles.

—Hasta luego tobillos flojos –me dijo sacándome de nuevo una sonrisa.

—Hasta luego gruñona –le dije cerrando la puerta rápidamente.

—Cobarde –me gritó ella, así que volví y…

—Te tomas algo más tarde –ella no supo que responder, pensó que vendría a molestarla, pasaron unos segundos eternos para mí y dijo claro, te veo luego del trabajo.

—La espero mi doc. –le dije y salí.

Esa noche la espere ahí hasta que ella salió, tan sol o quedaban dos horas para terminar y volver a mi casa sería ir y devolverme prácticamente de una vez.

—¿Me esperaste hasta salir?

—No quería llegarte tarde jajá –solo me reí a lo que ella respondió con risas igual.

Fuimos a una cafetería muy conocida en la ciudad y charlamos un buen rato, nos conocimos mejor, vi que tenía ciertos problemas con sus familiares y su vida amorosa no le había ido bien, pero intentaba animarla o molestar a lo que ella me correspondía muy bien, hubo silencios pero no incomodos, solo silencios en donde nos mirábamos y ya.

-mañana es tu ultima terapia.

-wow, no lo había notado –le dije algo triste porque tal vez no la volvería a ver– tendré que partirme esta vez un hueso para volverla a ver y más tiempo.

-jajaja no seas tonto, no debes hacer eso para vernos –me dijo algo sonrojada y yo internamente feliz.

Charlamos más tiempo y la acompañé a su casa para que no fuera sola.

—¿Deseas pasar? –me dijo mirándome fijamente a los ojos.

—Si, por supuesto –con voz entrecortada.

Al pasar vi que era bastante ordenada y en sus cuadros vi que tenía buenos gustos, me senté en el mueble y ella dijo que esperara que se iría a poner más cómoda. Estaba ahí sentado, nervioso, sin saber que iba a suceder. Pasaron unos minutos y ella me llamó.

—¡Andrés, Andrés! ¿Puedes venir? –gritaba ella.

—Claro, en seguida voy.

Al entrar en la habitación vi que estaba solo en ropa interior, mirando hacia la cama y dándome la espalda.

—Quédate ahí –solo pasé saliva e hice caso.

—Emmm…

—Cállate, no digas nada hasta que yo te diga, después de lo que te diga puedes decir o hacerme lo que quieras, pero hablaré primero.

Yo estaba algo confundido, nervioso y contento, tenía unas nalgas muy paradas, eran preciosas, se notaba que iba al gimnasio, una cintura pequeña que hacían que sus nalgas se vieran más grandes.

—¿Deseo que seas cruel conmigo, que así te diga que no, tú sigas y me trates como desees, puedes?

—Si –solo supe decir eso, no bastaba decir nada más, prácticamente vivía un sueño al oír esas palabras.

Me acerqué a ella, le di unas nalgadas.

-anda, más duro, déjalas marcadas.

La chica tierna que había conocido, en este momento no estaba presente, era una situación muy confusa, no tenía nada que ver a lo mostraba, pero no era momento de pensar y solo seguí nalgueándola.

Me quité mi cinturón.

—Ha llegado papi y te va a castigar –le dije mientras me quitaba el pantalón y tomaba la correa y una parte la enrollaba en la mano.

—Si papi, lo merezco, me he portado muy mal.

Hice que se pusiera en cuatro en la cama y comencé a darle de latigazos con la correa, sonaba duro y le dejaba marcada sus nalgas.

—He hecho muchas cosas malas, debes castigarme más fuerte –a lo que ella se enderezó y llevó su cabello hacia adelante, quitándose el sostén y dejando su espalda descubierta para tal castigo.

No había hecho antes tal cosa, así que con cierto miedo le golpeé la espalda, ella gemía, ya tenía algunas marcas que apenas estaba notando, como si ya la hubieran castigado tantas veces antes, me acerqué a ella y la volteé, vi que el uniforme le tapaba tantas cosas y atributos, sus senos hermosos, redondos, paraditos, rosaditos, sus pezones en punta de lo excitada que estaba y no dudé un segundo y ahí estaba chupándole las tetas, mordiéndole los pezones como un niño hambriento, subí con lamiéndola por el pecho hasta llegar a la boca.

—Pero tremenda zorrita me he encontrado –ella me miró y sonrió, se mordió el labio y me labio mi boca.

—Puedo ser tu perrita, solo debes alimentarme y cada que vengas a visitarme, saldré corriendo a lamerte y también sacudiré mi cola de lo feliz que estaré porque me darás lo que quiera.

Tremenda puta me había llevado a encontrar esta situación, la tomé del cabello y la jalé para que su cuello quedara libre y fui directo a él y lo lamí y mordí, la tiré fuerte a la cama, ella se extendió toda, abriendo sus piernas.

-no no perrita, ven para acá –yo estaba al borde de la cama– camina por la cama en cuatro patas como lo perra que eres y ven.

Ella se acercó rápidamente como perra obediente, me bajé mi ropa interior y vio que salió mi verga, bien tiesa y gruesa, a lo que ella babeó en seguido, abrió sus ojos sorprendida y me miró.

-abre esa boquita perrita –le dije mientras me llevaba mi verga bien tiesa hacia mi ombligo y la solté sobre su lengua– ¿ves lo dura que está? –me la tomé con mi mano y golpeé sus cachetes, eso pareció excitarle tanto que quitó las manos de mi pene y ella la metió en seguida a su boca, no tenía que decirle nada, ya era un espectáculo, su garganta profundo y metía mi verga hasta el fondo y sacaba su lengua para lamer mis bolas, y no dejaba de verme, sus manos en sus tetas, pellizcando los pezones, así que puse mis menos en sus cachetes y apretaba más.

—Así mi perrita, mira como me masturbo en tu boca –ella a veces blanqueaba los ojos de lo profundo que lo sentía, lo chupaba muy bien– anda muérdelo zorrita –y ella siempre obediente me hacía caso, era una delicia verla chupando mi verga.

Aceleró el paso y me tomó de las nalgas y empujó más fuerte, la tenía toda dentro de su boca, con sus manos ayudaba para jalar más y más rápido y sentí que me venía y ella lo notó cuando levanté mi cabeza y suspiré fuerte, al inicio tragó parte de mi semen.

—Mírame –me dijo ella mientras me venía.

Ella estaba con la boca abierta y mi semen saliendo a chorros, caía en su cara y tetas, ella se bañaba con mi semen, sacaba su lengua para lamer lo que le caía en los labios.

A ese punto estaba feliz, fue tremenda venida, a lo que lleva fue al baño y oí la ducha

—Ven Andrés, acá tu perrita te espera.

Pensé que ya había acabado todo, cuando oí lo que ella me gritó desde el baño, así que fui directo a ella, se estaba quitando los rastros de semen en la ducha, entre junto a ella, se giró y me tomó mi verga con su mano y la enjabonó, bien desde las bolas hasta la punta, me estaba lavando la verga, así que puse jabón en sus tetas y comencé a darle un buen baño también, ya los dos estábamos de nuevo activos, mi verga con sus masajes no se bajó ni un poquito.

—Veo que si eres buena con las manos –le dije mientras disfrutaba sus manos en mi verga.

—Soy tu fisioterapeuta personal, debo cuidarte mi amo.

Fue oírla decir eso y mi verga estaba en puta de nuevo.

—Así quería tenerla de nuevo, grande para mí –me dijo con cara de deseo.

La volteé y la puse contra la pared del baño, ella me miró y sonrió.

—Ya sabes lo que deseo mi amo.

Abrió bien sus piernas y puse mi verga en ano, empuje un poco y la punta ya estaba dentro.

—Ahh siiii, la quiero más adentro –me dijo mientras cerraba los ojos, vaya perra como disfrutaba tener una verga en su culo, tanto que agarró mi mano y la llevó a su boca y la lamía.

Comenzó a sacudir su culo, lo tambaleaba como si estuviera bailando, yo abría mi boca de lo rico que se sentía, mi pene vibraba con sus sacudidas, luego comenzó a sacudirlo de arriba abajo y de un jalón puso toda mi verga dentro suyo, gritó tan fuerte que sentí que los venimos oirían.

—Oh por dios si, que verga más rica, me has roto el culo mi amo, pero que delicia, sentí como se me abrió y rompió –me dijo tomándome de la cabeza, quedando su espalda en mi pecho y sacando su lengua para lamer mi boca, era una zorra incontrolable.

Sus tetas al aire se veían tan rica desde acá arriba, que jalé sus pezones, las masajeaba pero solo fue hasta bajar mi mano a su clítoris y con mi verga dentro de su culo, comencé a masturbarla. Sus piernas tambalearon y tuve que sostenerla con mi otra mano en sus tetas, apretándola hacia mí, y comencé a mover mi mano en su clítoris, lo sacudía rápido, ella parecía estar llorando y eso me excitaba más.

—Por favor, por favor dame más –me decía llorando y gimiendo, era una combinación demasiado excitante.

Llevé mi mano a su cuello y la ahorcaba.

—Así mi amo, apretarme más fuerte, soy solo tuya.

Intentaba bombearle ese culo mientras sacudía su vagina con mi mano y comenzó a chorrear demasiado rico, era increíblemente delicioso oír caer su orgasmo y ella mojaba bastante, mi mano estaba empapada, estaba tan excitado que la llevé a mi boca y lamí. Mi verga aún estaba tiesa en su culo, así que la tomé de las caderas y comencé a bombearla, ella se sacudía toda de lo ida que estaba.

—Apenas termine dentro de ti debes dejarme la verga bien limpia ¿entendiste?

—Si mi amo, lo que ordenes.

Esta perra parecía ser insaciable, era como si tomara otro respiro, ella se fue acercando a la pared y me tomó de las nalgas y me llevó con ella.

—Bombéame fuerte.

Comencé a darle tan duro que mi pelvis se oía chocar fuerte con su culo que se sacudía de tremendas embestidas, mis bolas se sacudían y chocaban con su vagina, ella llevaba sus manos por debajo de su vagina y tomaba mis bolas, las acariciaba, pero solo fue hasta que las apretó tan fuerte que sentí algo que hasta ahora no lo había hecho, una calentura en un punto así sería imposible, pero esto me encendió mucho más.

—Te gusta mi amo, te gusta como tu zorra te trata.

—Siii, así mi zorra – era lo único que podía decir.

Las apretaba y golpeaba dándole palmadas.

—Anda, quiero mi culo lleno de leche.

Saqué mi verga de su culo, la giré y la alcé, sus tetas en mi pecho mojaditas me excitaban demasiado, la puse en la cama boca arriba, ella se veía confundida, sus piernas las doblé, abriéndolas y llevándolas junto a sus tetas, para no perderme lo deliciosa que eran sus tetas, su culo se levantó y metí mi verga en ese rico ano, ella abrió sus ojos y me tomó de los brazos, apretándolos y arañándolos fuerte, su cabeza se movía para todos lados como sintiendo algo que no había sentido antes, como desesperada mientras mi verga entraba enterita.

Ella pasó sus brazos por debajo de sus rodillas, para jalarlas más hacia arriba mientras bombeaba sin parar dentro de su culo, la miré y de un momento a otro comencé a partirle ese culo tan rápido como pude, ella gritaba:

—Siii, por dios, que delicia mi amo, que delicia.

Yo bombeaba y bombeaba, la miraba y a punto de venirme la tome de los cachetes y la apreté, se veía sodomizada, con cara de placer y sufrimiento, la cacheteé unas veces fuerte y ella se excito más, comencé a venir.

—Me vengo mi puta, me vengo.

—Lléname mi culo de leche, llénalo por favor.

Comencé a sentir como me venía, no me había venido así antes, salió más leche que la primera, lo sentí como salía y salía.

—Mmmm que delicia –me decía ella apretándose los labios, al terminar caí rendido en su cama.

No sé qué hizo ella, pero ese culo estaba muy delicioso, yo solo me dormí y al amanecer ella ya no estaba, hoy era mi último día de terapia, en la mesa había una nota que decía, te espero en terapia mi amo, pero no fui, llamé a un sitio de juegos sexuales que llegó a la casa de ella esa misma mañana, le había comprado un plug anal con cola de zorra, lo recibí en su casa para volverlo a enviar a la oficina de ella con una nota que decía.

“para mi zorrita, espero lo tengas puesto al llegar cuando te visite esta noche para que sacudas tu culo de lo feliz que estarás de verme”.

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