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Un amanecer junto a la mujer que me cautiva
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Sonó la alarma a las 10 am.  Me volteé y me quedé observando a Camila mientras dormía. Digamos que la luz entraba y le daba a contraluz. Sus cabellos castaños se iluminaban. Sus facciones eran fascinantes. Tenía una tierna y perfecta nariz. Una delicada y adorable piel. Mientras descansaba casi podía imaginarle las alas.

E inclusive su aroma era mágico y dulce. Una mujer maravillosa, expresiva, hermosa e inteligente.

Ella era Camila mi novia. La mujer que me hipnotizó y desde la noche anterior, quise que todo fuese perfecto para el momento en que despertase. La contemplé así por horas.

Podía ver semi descubierto sus hombros. Luego sus ojos se abrieron. Y nos sonreímos, le besé la frente y le di los buenos días.

Mientras le acariciaba el rostro no podía dejar de observarle y ella a mí. No nos quitábamos los ojos de encima.

Luego ella y yo nos besamos y fue allí cuando en el desenfreno comenzamos a besarnos nuestros cuellos, procedíamos a mordernos y lamer la parte posterior de nuestras orejas.

Ante esa eventualidad comencé a girarla y besarle la nuca. Tomé el encuadre del perfil y la sonrisa perfecta y lo guardé en el registro de mi memoria.

Le quité la blusa tierna y lentamente a lo que fui besando cada centímetro cuadrado de su espalda mientras la piel de sus piernas se erizaba. Fui besándole cada vez más abajo. Sus mejillas se tornaron rojizas. Le retiré con bastante pasión e intensidad el sostén, no así con su ropa interior levanté sus caderas y puse por debajo una almohada. Se los retiré con los dientes con el apoyo también de mis manos y los dedos que se perdían en su entrepierna.

Le besé y mordí las nalgas, abrí la piel de su trasero y lentamente me fui acomodando hasta lamer su intimidad con ternura de comienzo, luego con pasión y terminé con toda la intensidad, mis dedos moldeaban y se introducían en su universo, describo esa piel como lisa y fina como una orquídea. Y su vagina como una rosa. En el entramado de sus pétalos le introduje la lengua y busqué su clítoris con movimientos circulares y pinceladas hasta que así pudiese acabar una primera vez.

Los dedos entraban, iban y venían, mi boca, mi nariz y mi cara estaban humedecidos, sus labios, las sábanas, la almohada.

Todo húmedo. Cuando su mano hacia más presión hacia mi cabeza y esta hacia su clítoris se produjo esa explosión de sensaciones aleatorias que le produjo una sonrisa y esa expresión facial fascinante que nunca olvidaré.

Presioné sus muslos, su cadera, su cintura, y sus pechos los besé uno a uno. Y fui lo más tierno que pude. Pues ella es muy tierna y adorable. Mis dedos no la penetraron solo traté de dilatar y humedecerla. Besarle la frente y besarla pasionalmente fue maravilloso. Le encantaba que le mordiese. Le encantaban las caricias, que le suspirara, que le susurrara palabras al oído.

Ella fue quien me quitó el bóxer e introdujo el glande hacia el interior de su vagina humedecida. Y me presionó a introducirlo lentamente hasta que me dijo “ya hazlo”, y fue allí cuando entendí que me pedía la penetrase con más intensidad, el placer para ambos era intenso explosivo e inigualable. Le mordía el cuello. Le besaba el cuello, le susurraba mientras la penetraba. Fuertemente y gemía, gemía demasiado.

Sus expresiones eran suficiente para guardarme y no venirme hasta que acabase ella conmigo.

Pero me detuve, lo retiré y la coloqué en 4, allí fue cuando experimentó y puso el grito en el cielo, sudaba tiritaba y acabo con una intensidad en que los fluidos rebalsaban, goteaban y caían hacia sus piernas. Cuando ya se venía la tercera quise venirme con ella.

Mientras le presionaba los pezones y penetraba profundamente acabamos juntos su tercera vez. Se salió y cayó a la cama. Sudada y extasiada.

La contemplé, la cubrí y me recosté junto a ella, la abracé y la besé. Y me sonrió y volvió a dormir, pero esta vez con la fuerza ejerciente de sus abrazos sobre mi pecho…

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