Me despierto confundido. A medida que me desperezo noto que mis brazos están inmovilizados. Levanto la cabeza buscando cerciorarme, pero me encuentro con algo que llama más mi atención y me hace olvidar mis extremidades.
Veo tu cola desnuda. Sentada a mi lado. Tu única prenda son las medias negras con liguero Estás de espaldas a mí. Veo tu pelo negro caer justo hasta el comienzo de tus nalgas. Mi miembro también se despierta ante la visión. Te siento sonreír cuando me sabes despierto.
Te acomodás sobre mis piernas, dejando mi ya duro pene rozando tu maravilloso culo. Busco en mi mente tu imagen, tratando de saber quien sos. No te conozco. A pesar que la situación debería alarmarme estoy tranquilo. Y caliente. Muy caliente.
-Nunca me viste –tu dulce voz me habla leyendo mi cerebro– no nos conocemos –empezás a moverte despacio, lo que nos hace a ambos gemir con suavidad, disfrutando sin apuros– nos cruzamos en la calle y tuve la necesidad de hacerte mío –Tus palabras siguen sin ponerme nervioso. Sé que estoy donde debo estar. Gimo de placer al dejar escapar la última preocupación que tenía.
Notando mi completa entrega acomodás mi miembro entre tus cachetes, acelerás tus movimientos y empezás a tocarte. Gemís con la boca cerrada. El roce cada vez más rápido me acerca a mi límite. Nuestros jadeos siguen siendo suaves. Olvido que tengo los brazos atados y que, en otra situación, o con otra mujer, te hubiera tomado de la cintura y marcado el ritmo. Simplemente disfruto. Tu subida y bajada tiene un ritmo medio. Ni muy rápido ni muy lento. Sin embargo, es sumamente placentero. Siento mi leche agolparse en la punta de mi pene y hacer cada vez más presión por salir. Cuando siento que te olvidaste de mi presencia vuelvo a oír tu hermosa voz
-Cuando te corras serás completamente mío. Solo vas a pensar en obedecer y complacerme. Tenés la posibilidad de no hacerlo, pero si ante mi palabra decidís hacerlo no volverás a tener posibilidad de irte. Ahora correte y sella nuestra unión.
Al escucharte sentí que el tiempo se detenía. Procesaba tus palabras a toda velocidad. Una paz extraña me recorría. No pensaba con la calentura. Quería con toda mi alma entregarme completamente a vos. Con ese sentimiento tuve la mejor eyaculación de mi vida.
Cuando el primer chorro tocó tu espalda y tu pelo también acabaste. Expresamos nuestro gozo otra vez juntos. A pesar de la intensidad los gemidos fueron bajos. Seguimos acabando por minutos. Al terminar estoy agotado pero muy feliz.
Después de recuperarnos me mirás a los ojos. Puedo ver tu cara por primera vez. Me sonreis y me das un beso. Luego desatas sin apuro mis manos y te sentás sobre mi rostro. Sin que me digas nada empiezo a lamer, sorber y chupar tu vagina. La más rica que nunca he probado. Me apretás contra tu ser a medida que un nuevo orgasmo se acerca. Siento tu corrida, pero no me detengo hasta que tu mano suelta mi cabeza. Te bajas de mi sonriendo. Te miro enamorado. Te veo salir del cuarto y con tu imagen en la cabeza me quedo dormido.
Muchas gracias por el comentario. Me alegra que disfrutaras la historia y la narración
Una delicia de historia, y un lujo de pluma