Enlace al relato anterior al final. Rodrigo se había convertido tanto en mi amante como el de mi esposa, a mí me cogía varias veces cada tres semanas y a mi esposa una vez al mes, encuentros que grababa sin que mi esposa se diera cuenta.
Esos videos los tenía en mi computadora portátil y los reproducíamos antes o durante nuestros encuentros sexuales en una enorme pantalla que tenía Rodrigo en su recámara, era muy morboso ver como Rodrigo se cogía a mi esposa y me cogía viendo esos videos, en cierta ocasión acepté que grabara uno de nuestros encuentros, video que formó parte de nuestra biblioteca erótica, era increíblemente excitante ver cómo me rompía el culo y me hacía gemir de placer.
A los pocos meses nuestro jefe fue transferido a otra ciudad y el elegido para ocupar la vacante fue Rodrigo, lo cual me dio mucho gusto y a todos en la oficina también, excepto a Victor, un hombre mayor de 58 años, divorciado, alto y de complexión robusta, con una abultada panza y velludo de todo el cuerpo, próximo a jubilarse, había pedido el ascenso, pensando en su retiro, pero era una persona vulgar y libidinoso con las mujeres, con fama de pervertido, se decía incluso que varias veces lo habían visto en compañía de jovencitos homosexuales.
De pronto me convertí en el favorito del jefe, el que lo acompañaba a todas partes, si bien eso facilitaba nuestros encuentros, ya que podía comisionarme o enviarme a algún lugar y el desaparecerse con cualquier pretexto y cogerme, también levantó algunas envidias, principalmente de Victor, quien me miraba con recelo.
Como Jefe, Rodrigo solicitó un curso de integración de equipos de trabajo, con la finalidad de mejorar el ambiente laboral, se lo autorizaron para todo el personal, el cual se llevaría a cabo en la ciudad de Palenque, dos días a tiempo completo, viernes y sábado.
Se rentó un autobús y todo el personal viajo en él, nos hospedamos en un bonito hotel con amplios jardines, Rodrigo pidió habitaciones para ambos, juntas, al terminar el primer día del curso, muy cansado por todas las dinámicas de los instructores, nos dimos un baño y todos fuimos a cenar, después de la cena la mayoría se fue a dar una vuelta al pueblo, pero Rodrigo dijo que estaba cansado y prefería quedarse, tampoco acepté salir, un rato después llegó Rodrigo a mi habitación, y me pidió pasar, así es, quería aprovechar y cogerme, no estaba seguro ya que era riesgoso y tenía miedo de que nos descubrieran, pero como siempre pasaba, me convenció y accedí a dejarme coger, me dio una cogida memorable que aunque intenté no hacer mucho ruido, algún gemido se me escapó, en la madrugada se regresó a su habitación para no levantar sospechas.
Al otro día, continuó el curso y en el receso que nos dieron para comer, Victor se acercó a mí, me extrañó un poco, pero pensé que era consecuencia del curso, ya que los instructores fomentaban al personal a conocerse mejor.
Me empezó a hacer plática.
– ¿Que tal anoche?- Me dijo.
– Bien Gracias – Contesté escuetamente.
– Ya lo creo que bien, rebien, ja ja, por lo que alcancé a escuchar en mi habitación.
– No sé a que te refieres- contesté nervioso
– Creo que si lo sabes, ja, ja, me tocó la habitación al lado tuyo y escuché gemidos y como rechinaba la cama, que cogida, ufff, me tuve que masturbar.
Mi cuerpo se estremeció, mi corazón empezó a latir de prisa, mi cara se puso roja como un tomate, me puse muy nervioso, no alcanzaba a articular palabra, hasta que se me ocurrió decirle:
– Disculpa, es que Rodrigo y yo fuimos al pueblo a echarnos una copa y de regreso nos conseguimos un par de putas.
– Si, escuché también la voz de Rodrigo, pero no escuché a las putas que mencionas, me pareció que los gemidos eran tuyos.
– Ja, ja, ja, como crees, – sonreí nervioso, intentando parecer tranquilo.
– Es en serio, más bien parecía que Rodrigo te estuviera cogiendo.
– Ja, ja que imaginaciones tuyas- contesté con voz temblorosa y me levanté, escapando de su interrogatorio
Después de la comida el curso continuó y al atardecer regresamos todos en el autobús a nuestra ciudad, todos estaban cansados y muchos dormían, pero yo no podía dormir, mil pensamientos pasaban por mi mente, ante la posibilidad de que nos hayan descubierto, incluso Rodrigo se acercó y me preguntó si tenía algún problema, ya que estaba muy serio, lo negué y le dije que sólo era un pequeño dolor de cabeza.
El lunes noté que Victor me miraba diferente, sus ojos recorrían mi cuerpo, lo que me incomodaba y sonreía en forma maliciosa.
En la tarde, me quedé un rato, atendiendo asuntos pendientes, la mayor parte del personal se había marchado cuando Victor se acerca a mi escritorio y me dice:
– ¿Que tal coge el jefe?
Molesto le reclamé:
– Estás loco, demente, soy un hombre de familia casado…
– Ja, ja, pues no sabes a cuantos hombres de familia casados me he cogido, vamos no te hagas pendejo, sé que eres la putita del jefe.
– Ya párale, respétame, Rodrigo y yo solo somos amigos y te puedo denunciar por difamación- respondí al tiempo que me marchaba molesto para terminar con la incómoda conversación.
Esa noche no pude ni cenar, ni conciliar el sueño, mi esposa se preocupó y le dije que sólo era stress por algunos pendientes, nada grave. Al otro día, en la oficina no me podía concentrar, hasta que en un momento veo que Rodrigo queda sólo en la oficina y entré cerrando la puerta con seguro para contarle todo.
Rodrigo me escucha y me dice que no debo preocuparme, ya que Victor no tiene pruebas de nada y si dice algo sería despedido y acusado de difamación.
Pasa una semana y Victor ya no vuelve a molestarme, pero no deja de mirarme y sonreir burlonamente cada que me ve, en cierta ocasión veo que me mira y parece pronunciar la palabra Pu-ti-to, sin emitir sonido alguno, todo me tiene muy nervioso.
Más tarde recibo un mensaje por Whats app, que dice: ¡Mira lo que me encontré! y adjunto me envía un video de Rodrigo y yo cogiendo, ambos estamos mirando la cámara y Rodrigo me está empalando recostado sobre mí, haciéndome gemir de placer.
– Ya ves que no estaba equivocado.- Terminaba el mensaje.
Al ver el video siento que todo el mundo se derrumba, casi caigo de la impresión, mi corazón parece salirse de mi pecho y me pongo pálido, si ese vídeo se hiciera público estaría expuesto al escarnio de la sociedad, sería el final de mi matrimonio, de mi reputación como hombre de familia, estaría en boca de todos, sería el blanco de todos los chismes, mi virilidad estaría en entredicho. Me pongo a pensar y recordé que en varias ocasiones me había levantado de mi lugar para atender algún asunto y había dejado mi computadora portátil desprotegida sin clave de acceso, no podía creer lo descuidado que había sido, seguramente Victor aprovechó esos breves instantes para ir a mi equipo portátil y compartir electrónicamente mi disco duro, maldije el haber sido tan descuidado y no haber protegido la información con alguna clave.
Una vez que me repuse un poco de la impresión fui a la oficina de Rodrigo a contarle todo, era el jefe y seguramente sabría que hacer.
Rodrigo me dice que me tranquilice, que hablará con Victor y averiguará cuales son sus intenciones, seguramente algún chantaje económico, pero que no me desespere, ya que el haber entrado a mi equipo sin mi autorización y obtener información personal era un delito y si lo daba a conocer perdería el empleo y podría ir a la cárcel.
Sentía que me hervía la sangre de coraje y me contuve con no ir a golpearlo.
Más tarde, una vez que se había ido el personal, me habló Rodrigo a su oficina y me informa:
– Mira hablé con el desgraciado y le hice ver que si daba a conocer el video todos perdíamos, ya que tenemos pruebas de que él fué quien extrajo el video sin tu consentimiento y además de despedirlo, iría a la cárcel, pero es un cabrón difícil de convencer y al final aceptó borrar el video con una condición.
– Y cuál es esa condición- interrumpí.
– El cabrón quiere cogerte, prometió que solamente sería una vez.
– ¿Que, qué?, no, que ni lo sueñe, maldito pervertido, está loco si cree que voy a aceptar.
La verdad, le tenía tanto odio que era algo inconcebible dejarme coger por él, además de su feo carácter y lo poco agraciado.
– Te entiendo, pero creo que no hay otra opción, si llegara a salir ese video, sería el final de nuestra reputación y familia.
– Esta bien, déjame pensarlo- expresé.
Marché a casa y pasé toda la noche sin saber que hacer, intentando buscar alguna solución, no la encontré, la única forma de evitar que ese video saliera a la luz era dejarme coger por ese viejo pervertido y libidinoso.
Al otro día hablé con Rodrigo y este a su vez con Victor, y en la tarde me informó que ya estaba todo acordado, la cita sería en su casa el siguiente lunes, ese día Victor no iría a trabajar con la concesión de un permiso especial y yo saldría a la hora de comida con la excusa de una reunión con algunos clientes.
Fui a casa de Rodrigo quien me prestó las llaves de su casa para asearme y salí rumbo al domicilio de Victor, me sentí como una puta barata.
Una vez que encontré la calle busqué su domicilio, me encontré una casa con una barda alta con una puerta y cochera de color blanco que no dejaba ver el interior, tenía un intercomunicador y con voz temblorosa anuncié mi llegada, inmediatamente se abrió la puerta en forma automática, crucé la cochera a paso lento, mis piernas temblaban a cada paso que daba, hasta que llegué a la puerta principal y toqué. Salió a abrirme, vestido sólo con una bata de baño
– Adelante nena, te estaba esperando-
Me hizo pasar y entramos a una amplia sala, se sentó en un sillón y abriéndose la bata dejó al descubierto su cuerpo, peludo, desde el pecho a las piernas, su verga destacaba, un miembro moreno con una cabeza descapuchada de color rojizo, estaba morcillona, aun así era de un buen tamaño.
– Quítate la ropa- ordenó sin previo aviso.
Fue una orden tajante y al mismo tiempo humillante, dudé en obedecer, todo mi cuerpo temblaba.
– Vamos, ¿no me oíste?, te ordené quitarte la ropa, obedece, o quieres que mande el video a todos mis contactos- amenazó.
Estaba en sus manos, tenía que obedecer, así que me fui quitando la ropa muy lentamente, hasta que solamente quedaron mis calcetines puestos, me moría de pena y nervios y eso causó que mi verga quedara reducida a su mínima expresión.
– Toda la ropa, también los calcetines, pero hazlo sin flexionar las piernas y de espaldas a mí.
Me dí vuelta y obedecí, mis nalgas desnudas se entreabrieron al agacharme, me sentí humillado, expuesto, mis manos sudaban y torpemente me quité los calcetines.
Al levantarme y dar vuelta tapé nuevamente mi disminuida verga con mis manos, al contrario de la suya que había aumentado de tamaño considerablemente.
– Quita las manos, quiero verte completo cabrón.
No podía hacer otra cosa que obedecer a ese desgraciado pervertido y quité mis manos de mi verga, humillado.
– Con razón te la tapas, más que verga parece un clítoris, serás mi hembra y ese es tu clítoris. Entendido.
– Si- respondí con una tenue voz.
– Bien cabrón, así me gusta, acércate más y date vuelta, quiero ver tu culo otra vez.
Me acerqué hasta donde me dijo, quedé a centímetros de su cara y dí media vuelta.
– Wauuu, tienes culo de hembra, blanquito, redondito y lampiño, con razón el cabrón de Rodrigo te hizo su putita.
– Empinate hacia adelante y levanta bien el culo.
Abrí un poco las piernas y tomé mis rodillas con mis manos obedeciendo, cada vez me sentía más humillado.
Con sus grandes manos me dio un par de nalgadas y empezó a acariciar y apretar mis nalgas.
– Cabrón definitivamente tienes nalgas de vieja, son tan suaves, estás mas buena de lo que pensaba, te voy a coger hasta que chilles de placer.
Abrió mis nalgas y quedó expuesta mi zona más íntima a centímetros de la cara de ese pervertido.
– No mames, esto si es una sorpresa, no tienes ningún pelo en el culo, hasta las viejas tienen, ¿Te depilas?
– No, no me depilo, soy lampiño.
– Waaww, que sorpresa, será un placer coger este culito, se ve tan cerradito, apretadito, con razón tienes loco a Rodrigo- dijo, al tiempo que con sus pulgares estiraba los pliegues de mi ano como si quisiera borrar sus arrugas.
Me dio otra nalgada y volvió abrir mis nalgas al momento que posó su nariz directamente sobre mi ano y respiró profundamente, sentí su respiración, el tibio aire en mi ano fue una sensación extraña y me causó un escalofrío, agradecí el haberme aseado antes de ir a su casa.
– Cabrón, me encanta tu olor a culo, es rico, suave.
Siguió olfateando mi culo y dando besos en mis nalgas, de pronto, sentí la humedad de su lengua posarse en mi orificio anal e involuntariamente contraje mi esfínter, di un respingo y apreté mis nalgas, dándome una nueva nalgada me ordenó volver a inclinarme.
– Nena, no te dí permiso de moverte, anda, vuelve a poner el culo en pompa y afloja las nalgas.
Obedecí, abrió nuevamente mis nalgas con fuerza y sentí la punta de su afilada lengua presionando mi esfínter y hurgar en mi interior, logró introducir su lengua un poco más. una sensación sublime que me hizo estremecer y arrancar un gemidito de placer, vaya que el viejo sabía usar su lengua, lo escuché decir:
– Ufff, que culito tienes, está para chuparlo todo el tiempo.
Siguió un largo rato con su lengua explorando mi culo, besando y mordiendo suavemente mis nalgas, cada vez me aflojaba más, estaba gozando, era delicioso, estaba a punto del orgasmo, cuando de pronto dejó de mamarme el culo y estuve a punto de protestar, pero me contuve, no quería darle el gusto que supiera el placer que me había dado.
Escuché su voz, ordenó:
– Ya estoy al palo, vamos, voltea y mamame la verga.
Su verga estaba completamente erecta, era un poco más pequeña que la de Rodrigo, pero del mismo grosor, y tenía un aspecto intimidante, todo el tronco rodeado de venas muy gruesas y marcadas, coronado por una cabeza rojiza y brillante que contrastaba con el tono moreno del tronco, de la punta salían las primeras gotas de precum.
Me arrodillé frente a su gruesa herramienta, me daba la impresión de ser una serpiente de un sólo ojo que parecía mirarme, me llegó un olor fuerte, un olor a macho enardecido inundó mi nariz.
Tomé su verga en mi mano y sacando la lengua lamí la punta, roja, olorienta, con un sabor salado y ligeramente ácido, un sabor diferente a la verga de Rodrigo, pero definitivamente el sabor de una verga de macho, recorrí lentamente todo su glande, paladeando y acostumbrándome al sabor en mi boca, seguí con el frenillo y se sacudió, dando un ligero gemido, procedí a lamer el tronco hasta llegar a sus gruesos, peludos y pesados huevos, los empecé a lamer en forma alternada y abrió más las piernas en señal de que le encantaba como mi lengua recorría su sexo.
– Puta madre, cabrón que rico chupas, sigue, que buena puta eres, agghhh.
Intenté meterme sus huevos a la boca, y succionarlos suavemente, un tenue sabor salado, a sudor invadió mi boca, pero no me desagradó, los succioné con suavidad, abrió más las piernas y gimió.
– Sigue puta, mama mi verga- dijo al tiempo que tomando su verga me dio un par de azotes en la mejilla.
Abrí la boca y la cabeza chocó con mi paladar, cerré los labios y succioné la punta, salía un líquido viscoso, su precum, lo degusté y me encantó el sabor, fuerte, a macho, su precum era abundante y mi lengua golosa recibió el rico néctar, se me hizo agua la boca, salivaba en abundancia y escurría por la comisura de mis labios, empapando de saliva el tronco de su verga, seguí mamando y mamando al tiempo que Victor jadeaba y se retorcía, pensé que si lograba que se corriera en mi boca ahí terminaría todo, ya que era un viejo y viéndole a la cara me esmeré en hacerlo acabar, metí lo más que pude su verga en mi boca, en eso me toma con ambas manos la cabeza y sujetándome fuertemente me la hunde profundo, hasta la garganta, sentí que me ahogaba, no podía respirar, con la boca atiborrada de verga, un par de lágrimas rodaron por mis mejillas.
Empezó un mete y saca de su verga en mi boca, mi nariz rozaba su pelambre, la cabeza golpeaba mi campanilla y me provocaba náuseas, gruñía y resoplaba, hasta que dando un alarido me embiste profundo y sin previo aviso siento un chorro de un líquido espeso y ardiente que se cuela por mi garganta, la tragué como pude, pero era tanta que sentía que me ahogaba, tenía la boca llena de su leche y chorreaba entre las comisuras de mis labios, logré sacarme su verga de la boca para poder respirar y un par de chorros se estrellaron en mi cara, me sorprendió tanto semen, una corrida digna de un adolescente, empezó a restregar su verga por la cara, expulsando hasta la última gota y embarrándomela en la cara, me quedó la cara llena de semen, como si me hubiera hecho una mascarilla, una mascarilla de semen, la sentía húmeda y pegajosa. Me había sorprendido su abundante corrida pero más me sorprendió que su verga seguía dura.
Al ver mi cara de sorpresa y adivinando mis pensamientos expresó:
– Ja, ja, creías que eso fue todo, no nena, antes de que llegaras me tomé una pastillita azul, así que esto apenas empieza, levántate, que es hora de reventarte el culo.
– Sígueme en la cama estaremos más cómodos.
Me tomó de la cintura y me llevó como corderito al matadero.
Me ordenó ponerme en 4 y abrirme con mis manos las nalgas, se aproxima a mí y un dedo recorrió el surco entre mis nalgas hasta tocar mi agujero, lo masajeo un poco y dio un escupitajo justo en la entrada de mi ano, masajeo la entrada de mi orificio moviendo su dedo en forma circular, y empujó, la punta de su dedo lleno de saliva entró en mi interior, y se aseguró de humectar mis paredes internas con saliva, solo un poco, en los pliegues internos de mi ano y lo sacó, dándome una nalgada, se posicionó detrás de mi, y me dio un par de azotes con su verga contra mis nalgas, estaba tenso y no lograba relajarme, apuntó su verga justo en la entrada y presionó un poco, como ubicando bien mi entrada y tomándome de la cintura me la intentó clavar de golpe, sentí un dolor terrible, punzante en la entrada de mi culo, cómo si me hubiera cortado con una hoja de afeitar y por instinto me aventé hacia adelante logrando zafarme y dar media vuelta, me incorporé tapando mi culo con las manos y empecé a reclamarle.
– Cabrón, que te pasa, me has desgarrado el culo, estás loco.
Sonriendo me dice.
– Ya, no seas puto, si bien que te coge Rodrigo, ja ja, que digo, si eres bien puto, que acaso Rodrigo la tiene chiquita.
Si bien mi culo estaba acostumbrado a la verga de Rodrigo, más larga e igual de gruesa, su forma brusca de intentar metérmela fue lo que me causó tanto dolor y así se lo hice saber:
– No, la tiene más grande que tú, pero sabe coger, tú eres un bruto.
– Ya, ya, que collón, pensé que tu maridito ya te tenía bien abierto, pero veo que no, no te preocupes, también se abrir putitos, es más, me encanta abrir putitos por primera vez.
– Mira, mi condición para dejarme coger es que lo hagas despacio, que permitas que mi culo se vaya dilatando para que pueda entrar tu verga, es gruesa y me puedes desgarrar por dentro.
– Ya putito, no llores, te voy a abrir despacito, como a una princesa.
– ¿Lo prometes?
– Ya te dije que sí, te lo prometo-meto. Quiero gozar tu culito y te lo abriré despacito, ven para acá, trae ese culo.
Con temor me volví a poner en posición, el dolor había cedido, pero mis piernas temblaban, tomó un par de almohadas y las puso bajo mi cintura, me hizo recostar y abrir bien las piernas, con una mano de empujó mi espalda hacia debajo de tal forma que mi culo quedará bien empinado,
– Que colita más hermosa, putita, no sabes como la voy a gozar.
Empezó a besar mis nalgas y lamerlas, la piel de mis nalgas se erizó, su boca era mágica y me empecé a relajar, abre mis nalgas y siento la punta de su lengua tocar mi rosado y arrugado agujero, mi cuerpo se estremeció y no pude evitar dar un respingo
– ¿Te gustó princesa? tienes razón, tu culito merece ser disfrutado despacio, lento, sin prisas, es delicado como una flor y lo voy abrir como se abre una flor.
Nuevamente abrió mis nalgas y su lengua recorrió el contorno de mis arrugados pliegues, mordió y chupó mis nalgas en forma deliciosa, mordía la almohada para no gemir, su lengua se posicionó en mi orificio y presionó, sentí como se iba abriendo mi esfínter y entraba la puntita de su lengua.
Sentía mi colita cada vez más dilatada y abierta, su lengua cada vez entraba más profundo, la saca y succiona mi ojete, fue algo sublime, todo mi cuerpo se estremeció.
En eso se levanta y abre un cajón sacando un botecito de lubricante.
– Esta es mi botecito abre putos, tiene xilocaína y lo uso para aquellos putitos que son vírgenes o muy estrechos, no pensé que la necesitaría contigo.
– No cabrón, no, porque con el anestésico me podrías lastimar y no sentirlo, no me garantiza que cumplirás tu palabra y no me harás daño- le contesté, ¿no tienes otra?
– Ja, ja, si tengo otra, sin xilocaína, y me alegro que la pidas, quiero que sientas como te va abriendo mi verga.
Sacó otro botecito y lo abrió, puso una cantidad generosa en sus dedos y aplicó en forma abundante en mi agujero, metió uno de sus gruesos dedos lleno de lubricante hasta el fondo haciéndome dar un respingo, por la sorpresa, pero pensando que fue de dolor me dice:
– No mariconees, apenas es un dedo, deja untarte bien para que resbale bien mi verga y no te duela.
Mi culito se contraía y relajaba alrededor de su dedo y expresó.
– Tienes el culito muy apretado, cabrón, hasta pareces virgencita.
Después de meter y sacar su dedo unos minutos, se unió un segundo dedo, con dos dedos las sensaciones eran más intensas y cuando alcanzó mi próstata me sacó un gemido de placer, me retorcí y alcancé a ver en el espejo del buró que sonreía burlonamente, una mueca pervertida se dibujó en su cara, con ambos dedos masajeó mi próstata al tiempo que abría y cerraba sus dedos en forma de tijera, mis gemidos se volvieron interminables.
– Vaya que te gusta, pinche putita, pero ya estás lista para recibir mi verga, te dije que era experto en abrir culitos.
Sacó sus dedos y me dio una nalgada al tiempo que empujó mi espalda hacia abajo y me hizo abrir más las piernas para tener mi trasero en posición:
– Para bien el culo putita y abre bien las piernas, te quiero bien abiertita.
– Despacito por favor- le recordé.
– Si, será muy despacito, no te preocupes, confía y relajate para que no te duela.
Aplicó una cantidad abundante de lubricante en la cabeza y el tronco de su verga y posicionó su verga en la entrada de mi orificio, y presionó con suavidad, y luego su verga recorrió mi raja, repitió la operación varias veces, sólo presionaba un poco y recorría el surco entre mis nalgas, en cada empujoncito sentía como mis labios anales acariciaban la punta de su tibia y tersa cabeza, era riquísimo ese suave contacto, realmente mi culo no requería tanta preparación, pero me dejé llevar, recordé mi desvirgación, realmente sabía cómo desvirgar un culo, mi colita se abría cada vez un poco más invitando al intruso a continuar, hasta que tomándome de la cintura empujó un poco más y mi esfínter se abrió para amoldar toda la cabeza en mi interior.
– ¿Te duele?- preguntó.
No, no me duele le respondí.
– Ya ves, nena, te dije que era un experto, ahí va un poquito más.
Me la fue metiendo poco a poco en un lento vaivén, la sacaba un milímetro y metía dos, sentía como su grueso y caliente trozo de carne me iba abriendo poco a poco, estirando mis pliegues internos y conquistando mi culo en una forma deliciosa, pronto tuve la mitad del tronco en mis entrañas y empezó un vaivén un poco más largo, sacando su verga hasta dejar solo la cabeza dentro y regresar hasta meter la mitad de su verga, mis gemidos aumentaron de intensidad, hasta que tomándome fuerte de la cintura me da un fuerte embiste y me la entierra hasta lo más profundo, el dolor fue terrible y me aventé sobre la cama para tratar de zafarme, pero siguiendo mi movimiento se recostó encima mío con todo su peso, impidiendo que lograra mi objetivo.
Pegué un grito estremecedor y un par de lágrimas rodaron por mis mejillas, me retorcía de dolor e intentaba zafarme sin éxito, empecé a maldecirlo por no cumplir su palabra.
– Shhh, shhhs, tranquila, ya va a pasar el dolor, relajate.
– Cabrón, maldito, me has reventado el culo, prometiste empalarme despacio, aghhh
– Cálmate, me gusta que mis nenas me sientan, ya no chilles, ya pronto gozarás.
Me sentía aplastado por su cuerpo, casi no podía respirar, sus manos sobre las mías, sus vellos rozaban toda mi piel, su aliento sobre mi nuca, después de un rato sin moverla me dijo:
– Relajate nena, que ahora empieza lo bueno, te voy a coger como nadie te ha cogido en tu pinche vida-
Empezó a dar pequeños empujoncitos como para que notara bien su verga enterrada hasta lo más profundo y moviéndose en forma circular, el dolor disminuyó y empecé a disfrutar, hasta que nuevamente me la sacó hasta la mitad y me la vuelve a enterrar en forma violenta hasta el fondo, volví a gritar, el dolor regresó, me lastimaba, todo mi cuerpo se retorció, grité:
– Basta, basta, sácala, aggh, me estás matando, hijo de putaaaa
– No te la voy a sacar, nena, estoy disfrutando como nunca, tienes el culo tan suave, caliente y apretadito, pareces virgencita, te aconsejo que aguantes y te relajes, no te la voy a sacar hasta que te deje bien preñada, esta cogida no la olvidarás en tu vida, para que sientas como coge un verdadero macho.
Seguía intentando zafarme, sin éxito, me tenía bien sujeto y seguía embistiendo con toda su fuerza y hasta el fondo, mi culo era castigado sin misericordia y un par de lágrimas resbalaron por mis mejillas, cualquier huida era imposible, así que resignado traté de relajarme, se echó una carcajada y dijo
– Asi es putita, aghhh, relájate y pronto estarás chillando de placer.
Aunque ya no me resistía, seguía pidiendo piedad, pero más lo excitaba:
– Sácala, anda, te la chupo, ya mo me lastimes.
Su única respuesta era empalarme una y otra vez, mi culo estaba completamente a su merced.
Seguía gritando e insultandolo, solamente reía, al pervertido le gustaba verme sufrir con su verga enterrada en mi trasero.
Poco a poco mi culo se fue acostumbrando al salvaje tratamiento, una ola de calor invadió mi cuerpo, sentía fuego en mis entrañas, pero cada que su verga golpeaba mi próstata era más placentero, un placer que aumentaba a pasos agigantados, sus vulgaridades ahora me excitaban, mi verga se había puesto durísima.
Seguía gritando, pero mis gritos eran de placer, me besaba y chupaba la espalda y el cuello, pellizcaba mis pezones, mis gemidos aumentaron, señal inequívoca de que estaba gozando la salvaje cogida, al escucharme se echó a reír:
– Ja, ja, ja, puta, ya te está gustando, ¿verdad?, sabía que eras una putita de categoría, pronto vas a estar pidiendo más, que te ensarte más duro, recuerda lo que te estoy diciendo.
Mi única respuesta fue un fuerte gemido, acercó sus labios a mi oreja y me empezó a susurrar vulgaridad es, mientras mordisqueaba mi oreja:
– Toma putita goza, disfruta a tu macho, te voy a dejar el culo abierto como un coño, toma, toma, aghhh
Continuó el violento mete y saca a toda velocidad en mi adolorido culo, ya no me importaba, el placer que sentía superaba con creces el dolor que sentía, me entregué por completo, levanté más el culo y empecé a gritar:
– Agggh, papi, sigue, dame más duro, preñameee, rómpeme el culo, soy tu putaaa, Aggh.
Entonces me tomó de la cintura y empezó a empalarme a una velocidad tremenda, prácticamente me taladraba, con el culo levantado y la espalda arqueada, me la metía en un ángulo que me entraba mucho mejor, mi culo era suyo, estaba en la gloria, me encantaba como chocaba su pelvis con furia contra mis nalgas, extraños espasmos recorrían mi cuerpo, mi piel se puso más sensible y los vellos que acariciaban mi piel me causaban escalofríos en cada poro, me susurró:
– Sabía que te iba a gustar putita, me encanta cogerme a tipos como tú, que se vean machitos, pero en la cama sean unas putitas mariconas, me da coraje que el cabrón de Rodrigo haya gozado primero tu rico culo, aghhh, pero te voy a dar tanta verga que mañana no vas a poder ni caminar.
Se dejaba caer completamente sobre mí, como si quisiera hundirme en la cama, cada embestida era brutal y al mismo tiempo sublime, me retorcía en cada embiste, la cabeza de su verga golpeaba con furia mi próstata y una corriente de placer recorría mi cuerpo en cada embestida, todo mi cuerpo empezó a convulsionar, me sentía desvanecer y de pronto mi verga explotó en un orgasmo potente e intenso que aumentó mis convulsiones, parecía que estaba teniendo un ataque epiléptico, no podía controlar mi cuerpo, mi culo se contraía en forma involuntaria, ahorcando aquel ariete que me estaba causando tanto placer, el sudor escurría por nuestros cuerpos, me apretaba con sus brazos contra su cuerpo con fuerza, mi cuerpo parecía una muñeca de trapo que se zangoloteaba sin control, mis ojos estaban en blanco y saliva escapaba por la comisura de mis labios, ya no pudo aguantar más, sentí como su verga se engrosaba y estallaba en mi interior, inundando por completo mis entrañas, mi culo estaba tan sensible que la sentía palpitar y notaba como se engrosaba para lanzar sus chorros de leche ardiente en lo más profundo de mi cuerpo, no recuerdo cuantos trallazos de leche me depositó, hasta que por fin se desplomó sobre mi cuerpo, sentí que la frecuencia de los espasmos de su verga fueron disminuyendo al tiempo que perdía rigidez, hasta que finalmente salió de mi estropeado culo.
Pasaron unos diez minutos cuando por fin recobramos la conciencia lo empujé para quitarlo al lado mío y con piernas temblorosas intenté levantarme, sentía un intenso ardor en mi trasero y fui lentamente al baño a descargar su semen, después me di una ducha rápida.
Al salir Victor seguía recostado y dijo.
– Carajo, jamás había gozado tanto, con razón el cabrón de Rodrigo te hizo su puta y dejó de coger con viejas. Se tiene que repetir.
– Ni lo sueñes, ya cumplí y me voy, espero cumplas tu palabra.
– Soy hombre de palabra. Si lo prometí así será. No te preocupes, pero estoy seguro que gozaste con mi verga y mucho, y me encantaría volver a culearte.
– Ni lo sueñes cabrón, eres un bruto, me has dejado todo el culo maltrecho, me duele horrores.
Con una mueca de satisfacción y sonriendo dijo:
– Vamos, si te encantó que te cogiera así, no puedes negar que te corriste con mi verga enterrada en tu culo.
– Sabes, prefiero coger con hombres porque me gusta coger fuerte y mis culeadas no la aguanta una vieja, me encantó cogerte y sé que también te encantó, estoy seguro que regresarás por otra cogida, eres una puta y como buena puta regresarás con tu nuevo macho.
Era verdad que había gozado, no respondí, me puse con dificultad mi ropa y me marché.
Al otro día era notorio mi dificultad para caminar e inventé que había tenido una caída, el culo me seguía ardiendo horrores y no podía ni sentarme, Victor me miraba con una sonrisa burlona y recordé que me había dicho que no podría ni caminar. Rodrigo me llamó a su privado y le conté todo lo que había pasado, pero le oculté que al final había gozado como una perra, maldijo a Victor y me pidió que le enseñara el culo, sacó una pomada del botiquín y me la aplicó en mi maltrecho ojete, el cual me comentó estaba al rojo vivo, pero no parecía un daño mayor, así también me dio el día para que fuera a descansar a casa, y así fue, al otro día amanecí mucho mejor, aunque seguí con el ardor en mi culo varios días, un ardor que me hacía recordar la encarnizada cogida que me habían dado.
Aunque había sido una experiencia muy dolorosa, también fue muy intensa, nadie jamás me había cogido con esa brutalidad y con frecuencia la recordaba y me ponía muy caliente, si bien Rodrigo cogía estupendamente y me hacía gozar hasta la locura, la forma dominante y salvaje de coger de Victor también tenía lo suyo.
Tres semanas más tarde me llegó un mensaje de Victor que decía:
– Ya borré el video de Rodrigo y tú, tengo palabra, pero me gustaría volver a cogerte.
– Ni lo sueñes, no – contesté tajantemente, aun cuando en el fondo, me hubiera gustado repetir.
– ¿Y si te digo que ya sé quién es la putita que está con Rodrigo, la de los otros cinco videos?
– ¿Podemos negociar?
Me apresuré en responder:
– Una cogida por cada video.
Solo recibi una carita sonriente y los emojis clásicos de la berenjena y el durazno.
El trato estaba cerrado. Creo que fue un buen trato, ¿o no?, ¿Que opinan?
Si les gustó, espero sus comentarios a [email protected].
Relato anterior:
“Por amor a mi esposa le permití a mi amigo que se la cogiera”
Muy buen relato y caliente
Me gustaría que esté relato tuviera continuación, porque se ve qué cojen muy rico, esos relatos me gustan y me prenden
Por su atención gracias