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Túnel del tiempo, aventura hentai
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Tiempo de lectura: 6 minutos

«Cualquier tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia» Tercera ley de Clarke. 

El túnel al multiverso es una tecnología desconocida y aún incontrolada. Los científicos no se ponen de acuerdo en sus bases teóricas. Pero sus efectos son bien conocidos en la institución que lo estudia gracias a los informes de los conejillos de Indias, ups, perdón, las personas que lo cruzan con destinos inesperados: Otras épocas, lugares e incluso mundos de fantasía, de novela o de cine.

Esta colección de extractos de esos informes hace hincapié en las vivencias más eróticas de la protagonista narradas por ella misma.

Probarme unos bañadores era todo lo que pretendía comprar en ese momento, puede que incluso algún bikini sexi. La tienda de lencería era pequeña, bonita, pero lo mas bonito era sin duda la chica que había sobre una escalera colocándole un trikini a un maniquí.

Desde donde yo estaba solo veía las piernas saliendo de una minifalda vaquera tan corta que por un centímetro no podía verle el culo. De hecho si me inclinaba solo un poco le veía las nalgas destapadas por un escueto tanga, al ser la tela de la falda tan rígida.

Una espalda desnuda del todo del todo excepto por el cordón y el nudo del sujetador de un minúsculo bikini. Estaba claro que ella lucía la mercancía que vendía y lo hacía muy bien.

Me entretuve curioseando entre las estanterías y de vez en cuando echando un vistazo a los bonitos muslos. No quería acercarme a espiar bajo la falda y quedar como una mirona.

Cuando por fin bajó de la escalera vino sonriendo a mi lado para preguntarme en qué podía ayudarme. Pensé en una comida de coño al ver aquellos labios sensuales y gruesos. Pero en cambio le pedí unos bañadores para probarme. Los mas pequeños y provocativos que pudiera encontrar.

-Hola, soy Aki. ¿Te puedo ayudar?

-Gracias. Buscaba algunos bañadores y bikinis, ahora que empieza a apretar el calor. A ver si encontramos algo sexi y pequeñito.

-Seguro que tengo lo que necesitas.

Sin perder la sonrisa me guio hasta un discreto rincón de la tienda. Allí colgadas dentro de sus envases había prendas que sólo había visto en sex shops, películas y fotos eróticas o en dibujos manga. Cosas tan livianas y microscópicas que apenas taparían nada de mi cuerpo.

-¿Ves algo que te guste?

-Desde luego que sí.

Le contesté mirándola directamente a ella.

-Lo que miras no está en venta. Pero puedo prestarlo si es de mi interés.

Estuve curioseando los envases y sacando algunas prendas. Comprobado lo pequeñas y sexis que eran.

El resplandor azulado rodeó esta vez no sólo mi cuerpo, como era costumbre, sino toda la tienda. Aún sorprendida por ello me alrededor a ver donde había llegado.

El universo al que entramos era lo mas extraño que hasta entonces había visitado, vivos colores, texturas raras, formas dibujadas o renderizadas. Y eso solo lo que se veía dentro del pequeño local.

Los rasgos de la vendedora ahora parecían orientales, su ropa mas corta y ajustada, su cuerpo aún mas voluptuoso y sensual, y eso que ya lo era antes. Aún no me había mirado en el espejo, no sabía si mi cuerpo había sido modificado.

Mis ojos que parecían dibujados con photoshop, recorrían alucinados el resto de mi cuerpo en el espejo. Mis pechos habían aumentado de talla y dos orgullosos pezones se marcaban orgullosos en el vestido de lycra que aún se ajustaba más a las mucho más voluptuosas curvas de mi figura.

Al salir a la calle de una desconocida ciudad vimos un mítico Tokio. Por delante de la tienda pasaba un grupo de colegialas de cortísimas faldas y enormes pechos que lucían sus blancas braguitas.

-¿Qué está pasando?

-No te preocupes, no te pasará nada.

En la lejanía, sobre las colinas, un enorme robot peleaba contra monstruos gigantescos de ondulantes tentáculos. Láseres y misiles cruzaban un cielo extrañamente teñido de rojo.

La vendedora se abrazaba a mí asustada y excitada. Se daba cuenta de que yo parecía tener más experiencia en situaciones como esa. Que bien me engañó. Sudor, lágrimas y un enorme chorro de jugos vaginales humedecían su piel llenando mis fosas nasales de olor a sexo.

-Vamos a dar una vuelta.

La extraña moto de dos plazas y de aspecto futurista, aparcada a la puerta esperaba que empuñara su manillar. La gente con la que nos cruzábamos vestía cada vez mas raro.

Desde antiguos guerreros samuráis con armaduras de bambú y catanas colgadas de la cintura a exóticas bellezas con atuendos tan reducidos como el mío.

Chicas con el kimono tradicional japonés que escondían entre sus bien torneadas piernas enormes pollas. Monstruos tentaculados rodeados de bellezas exóticas a las que follaban por todos los agujeros de sus bien formados cuerpos.

Animales parlantes antropomórficos y demonios con atributos sexuales exagerados. Desfiles de ejércitos del mal entre rascacielos futuristas edificados junto a fortalezas y templos medievales.

Por el cielo jinetes de nubes y extraños artefactos que solo podían volar allí o gente que daba enormes saltos. En la colina el monstruo reducido a pulpa sanguinolenta apenas se movía ya vigilado atentamente por los sensores del robot que dio media vuelta y regresó a la ciudad y a su hangar subterráneo.

En mi extraña moto con el bello paquete apretando sus duras tetas en mi espalda recorría las extrañas calles iluminadas por luces coloreadas. Sus manos sujetas a mi cintura y sus labios y lengua recorrían mi cuello y nuca, excitada y asustada a partes iguales.

Paré allí mismo en la calle entre multitudes que apenas nos prestaban atención ocupados en sus asuntos algunos tan placenteros como los nuestros y otros mas salvajes como luchas a katana o con artes marciales.

-Te deseo.

Ella con sus bellos rasgos orientales apartaba la estrecha lycra de mis tetas duras y enormes para lamer mis pezones. Mientras mi mano entre sus suaves muslos subía la estrecha falda del vestido de seda de corte chino en el que su atuendo se había metamorfoseado en algún momento.

Ya ni siquiera tenía las bragas puestas, desaparecidas en la última trasformación, y la humedad de su sexo escurría muslos abajo inundando mi nariz con el olor de su excitación. La tenía abierta de piernas tumbada sobre la moto.

Recorrí los labios de su vulva sin un pelo con la lengua saboreando los abundantes jugos. Deslizando parte de ellos hacia el ano para abrirlo y excitarla aún mas jugando con todo su cuerpo.

Lógicamente se corrió como cualquier personaje de hentai. Escandalosa, gritando y gimiendo. Chillaba sus comentarios pero aunque estábamos en plena calle rodeados de gente nadie nos hacía caso.

Lo que no esperaba era tener una "futa" entre los brazos. Con el orgasmo el clítoris empezó a crecer, mucho. Seguí lamiendo chupando aquel nuevo órgano pétreo. Tomó la forma, consistencia y tamaño de una gran polla. Por debajo seguía conservando la vulva.

Era uno de mis viajes por el multiverso más extraños pero he de admitir que lo estaba disfrutando. Las imágenes a veces algo psicodélicas, otras simplemente cosas que había visto en mangas o películas.

Ella en ese tiempo no había abandonado mis descubiertos pechos, mis excitados pezones. Como era un personaje de un anime era muy flexible y podía alcanzarlos estuviera yo en cualquier posición. Acariciaba mi piel lisa y suave en ese extraño mundo de manga.

Ahora ella era la que quería devolverme el favor y hacerme disfrutar. Me empujó sobre el cómodo asiento de la moto. Desde luego era mucho más confortable de lo que parecía a primera vista.

Me recosté en el mullido acolchado y ella cogió mis piernas para levantarlas y llevar uno de mis pies a su boquita. Tan lasciva como en resto del viaje chupó mis dedos y lamió la planta.

Bajó lamiendo la pantorrilla en busca de mi vulva. La abundante saliva, otra de las características de los mangas, resbalaba por mi piel. Su lengua caliente levantaba sensaciones que pocas veces había tenido.

Hasta que llegó a mi coño y las sensaciones aún se incrementaron más. Ahora era yo la que gemía y gritaba sin cortarme lo más mínimo.

La corriente de placer que se originaba en mi xixi llegaba directamente al cerebelo recorriendo la columna. Lógicamente quería probar esa polla que había crecido mágicamente entre sus piernas.

-Te voy a follar. ¿Quieres?

Ya no quedaba en su actitud nada del susto del principio del viaje. Se comportaba mucho más seguía de sí misma.

-Fóllame si.

Así que tras mi primer orgasmo conseguido con la lengua. Se incorporó dejándome ver el nuevo miembro. Lo puso entre los labios de mi vulva. Acariciaba con el pulgar mi clítoris que aunque había crecido no lo hizo tanto como el suyo.

Me penetró firme pero despacio, haciéndome notar cada centímetro de su verga. Empezó a moverse sin dejar de acariciarme con sus manos. Mis enormes tetas, el vientre o el clítoris y los labios de la vulva.

Gritando, jadeando y gimiendo parecía estar en un orgasmo continuo. No simplemente enlazar uno con el siguiente. No sé cuánto pasamos en tan placentero menester, si fueron horas o minutos. Hasta el tiempo parecía discurrir de forma diferente, aún más cuando te corrías.

Pero yo era consciente en algún oscuro rincón de mi mente de que el túnel volvería a por nosotras. Que la onírica experiencia terminaría en algún momento. Sabiendo lo que podía ofrecer ese mundo eso sería más bien pronto.

Era un mundo poblado de extrañas criaturas, de sexo salvaje húmedo, muy húmedo hasta que el túnel me devolvió a casa. Ella no volvió conmigo. Llegué a la misma tienda de la que había salido, Pero la vendedora era diferente. También guapa y sexi, pero desde luego no era la misma chica.

Me extrañó pero desde luego no podía hacer nada al respecto. No podía rescatarla ni traerla de vuelta si el túnel no quería. Y normalmente hasta entonces cuando el agujero de gusano había sacado a alguien de su tiempo o mundo había sido para bien.

Me limité a aparcar las ideas que tuviera sobre el asunto hasta que el túnel o la institución me dieran más datos. Las cosas nuca son tan fáciles como aparentan con esto. Curioseando en el menú de las compañías de payperview descubrí una nueva serie de hentai. Ella salía en la siguiente OVA que vi en mi tele por cable.

Incluso había un personaje en secundario, una voluptuosa chica que tenía un extraño parecido conmigo. No salía toda la aventura, ni todo lo que había visto allí, pero si buena parte del polvo sobre la moto.

Así fue como descubrí que en realidad ella era de ese otro mundo y solo volvió a casa. Los túneles se habían cruzado y como resultado había sido una de las experiencias más extrañas que he tenido. Y eso es mucho decir con todo lo que pasa con el agujero de gusano.

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