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Tu amiga anda cachonda
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Entré a un establecimiento donde trabaja el esposo de la que fue mi mejor amiga, el muy amable me recibió y mientras me despachaba se originó una larga plática en el que ella salió al tema, y mientras él hablaba, bla, bla, bla, mi mente bloqueó su plática, deje de escucharlo y comencé a imaginar una especie de película en la que recordaba momentos muy alegres que pasé con ella, cuando nos conocimos, el trabajo, las risas, la confianza que nos teníamos, lo mucho que convivimos y… el sexo obviamente.

Este es uno de una serie capítulos donde iré relatando mis momentos y encuentros calientes con quién fue mi mejor amiga. Estos relatos no llevarán un orden cronológico, los iré contando según recuerde.

Era un lunes 1° de mayo las 3: 30 de la tarde, a mi celular llega un mensaje de WhatsApp, era ella, antes de abrirlo mi sonrisa no se hizo esperar, sabía que por el horario era probable que me pidiera vernos.

– Amigui, ¿ahí estás?

– Si, estoy en mi casa, que onda.

– Tu amiga anda cachonda jajaja.

– Va, tu dime a qué hora.

– En media hora, voy en carretera.

– Okey, ahí nos vemos.

– Traes todo ehh.

– Claro, la mochila con todo nuestro "kit" siempre está en la cajuela de mi coche.

Ese ”kit” comprendía condones, toallitas limpiadoras, un baby doll y tanga color verde que a veces me modelaba, un trapo para no manchar donde lo hiciéramos o para limpiar, una botella de agua y una bala vibradora que cuando se le antojaba ella la usaba.

Llegué, me estacioné afuera de su casa, ella aun no llegaba así que me puse a ver películas porno en el teléfono para ir calentando motores. Cinco minutos más y llegó, nos saludamos y entramos. Era nuestro sexto encuentro sexual (aún sin penetración), pero el segundo en su casa que no habitaba ya que la estaba amueblando para próximamente mudarse ahí. Ella eligió estar en la sala, solo que el mueble al ser nuevo se encontraba envuelto en plásticos y cartón, así que se los tuvimos que retirar, pero solo al sofá, el más largo que era de color beige.

Nos desnudamos y me dijo que primero iba yo, que me acostara a lo largo del sillón reposando mi cabeza en los cojines de igual color beige y otros similares con figuras negras. Ella se hincó por un lado del mueble y comenzó a chupármela, y como en veces anteriores me dejó tomar fotos y grabar video de lo que hacíamos, sin pedir permiso tomé el teléfono celular y comencé a hacer de esa escena una película. En la pantalla se veía a una mujer de pelo castaño devorando una verga muy parada, ella subía y bajaba su cabeza como si su boca masturbara con sus labios ese miembro. Al levantar la mirada se ríe y trata de tapar el lente de la cámara.

– ¡Míralo!, ¿qué haces?

– Déjame tomar una foto, ¿va?

– Bueno, pero solo una foto.

Obviamente yo no iba a dejar de seguir grabando, así que ella al estar “trabajando” con los ojos cerrados no sabía que yo continuaba de camarógrafo y actor. Y se volvió a detener, a sonreír e insistir:

– ¡Míralo!, que la foto, ¡¿a qué hora?!

– … consiénteme tantito, deja que veas los videos, te van a encantar.

– ¿No los traes en el celular?

– No, no los traigo aquí, lo reseteé.

– ¿Entonces donde los tienes?

– En mi computadora.

– ¿Cómo los tienes guardados?

– En carpetas comprimidas tres veces, con unos nombres raros, passwords larguísimos y también raros.

– ¿Cómo nombras las carpetas?, ¿”entrega de apoyos”? Jajaja.

– No, las he nombrado como “impuestos”, “hacienda”…

– Jajaja jajaja, no me hagas reír si no no me concentro.

Mientras me hablaba, con su mano derecha me la chaqueteaba, nunca dejó de mantenerme bien parada la verga.

– Ok, tu sigue con esas mamadotas que me estás dando.

– ¿Te gusta?

– Claro, … voltea a ver a la cámara mientras me la mamas, no la dejes de ver, se ve muy porno.

– ¿Te gusta?

– Si, ya soy adicto a ti.

– Chismoso.

– En serio, la última vez como estaba chingue y chingue con que nos viéramos y me hiciste esperar una hora… y la vez anterior a esa me hiciste esperar dos horas en el rancho de mi amigo, ¿tú crees que con eso no está claro que ya soy adicto a ti?, ¡y con esas mamadotas de verga más!

En algún momento de mi vida trabajé sacando fotografías y grabando videos, fue ahí donde la conocí, ya que ella laboraba para otra compañía que tenía negocios en común con mi oficina, ella por igual sabía del negocio. Así que imaginen como salían aquellas escenas, con la confianza al 100% de una amistad de años y ambos con gustos por lo visual y por las películas porno, ¡las tomas salían perfectas!

Después de un rato de hacerla voltear con mirada sexosa a la cámara mientras me la mamaba, ver mi verga brillosa de su saliva y embarrada de su labial color rojo puta le dije que se levantara, era momento de que yo le comiera la vagina.

Se levantó y dijo “dame tantito papel, que ya se me está saliendo todo el relleno líquido de la cola”, cosa que me decía que estaba hirviendo, momento de lucirme con mi boca haciéndole un buen oral. Por primera vez tuve oportunidad de observarla bien ya que era de día, sin presión del tiempo ya que era día de asueto y que estábamos solos en su casa, se veía hermosa desnuda. Yo 41, ella de 31 años, siempre fue muy delgada, (de hecho uno de mis apodos hacia ella fue “flaca”), de piel blanca y pelo café claro, con unas nalguitas muy paraditas, bonitas bonitas, y hacía unos años que había empezado a subir de peso, así que imaginen como se puso aquella flaquita, sin grasa en el abdomen pero con unas nalgotas que me tenían hecho un idiota, tanto que si durante nuestra amistad le llegué a sacar mil fotos a su culazo, fueron pocas, yo estaba enajenado con ellas, y cada que nos veíamos le pedía me modelara el trasero para tomarle fotos, ella me reclamaba que ya estaba bueno, que ya tenía demasiadas fotos de sus nalgas jajaja. Tenía pechos pequeños pero hermosos, paraditos paraditos y coronados con unos pezones rositas preciosos ufff.

Se acostó en el mueble, yo me hinqué a un lado del sillón y metí mi cabeza entre sus piernas, empecé a saborearla, me encantaba mamársela, nunca creí que me fuera a gustar tanto comérsela a una mujer. Mientras ella solo me decía:

– ¡Sí!, ¡así!, ¡que rico, así que rico!

Me detuve, ensalivé abundantemente mis dedos, mis manos alcanzaron sus pechos y comencé a estimularle sus pezones mientras volví a comerle su sexo, ella continuaba lanzando pequeños gemiditos y repitiendo cuanto le gustaba:

– ¡Ahhh así!, ¡si así que rico!

Su panocha con vellos muy cortitos me sabía delicioso y al respirar su olor a sexo me llegaba hasta el cerebro.

Después de un buen rato de beber sus jugos, me dijo las palabras con las que yo ya sabía que era la indicación de que iba a terminar:

– Ahhh, siii, …dale besitos.

Y solo bastaron unos seis besitos lentos y suaves con mis labios gruesos en su clítoris para que ella estallara en un delicioso orgasmo.

– Si así, si que rico ¡¡¡uuuuuh!!!

Terminó, se quedó muda unos segundos y empezó a carcajearse:

– Jajaja jajaja, qué rico, sentí que me moría jajaja, solo déjame descansar unos minutitos y sigues tu.

Cerró sus ojos y se estuvo callada en silencio un rato, se levantó del mueble y me dijo:

– Acuéstate te toca a ti.

– Mejor tú acostadita y yo parado a un lado de ti porque me quiero venir en tu cara.

– Ahhh okey.

Se recostó pero con el torso levantado, recargando su peso en codos y brazos, solo volteando un poco la cara para estar a la altura y poder mamar, y me dijo:

– Mejor échamelos aquí, señalándome sus pechos.

– ¿Pero porque ahí?, yo prefiero en tu cara.

– Que no ves que en la mañana salí de mi casa súper pintada, ni modo de regresar sin maquillaje jajaja.

– Ya sé cómo, mejor abres la boca y sacas la lengua, me masturbo cerca, y me vengo tratando de echártelos en la lengua, así si acaso te mancho la boca y la barbilla. Se va a ver bien porno la escena jajaja.

– Ahhh va, ya se cómo.

– A ver hagamos una prueba, abre la boca y saca la lengua.

Ella hizo lo que le dije, me súper excito verla así y le volví a decir:

– Le voy a atinar de lado, a tu lengua, y aunque sientas que te escurren los mecos no te muevas.

Se metió el pito a la boca y comenzó a succionar, yo no perdía detalle con el celular, lo sostenía con la mano izquierda a la altura de su rostro para no perder detalle de tan maravillosa manera de comérsela, parecía becerrita. En eso su perro comenzó a ladrar, por el ventanal del comedor, la había visto llegar y el ya esperaba su comida, ella solo le gritó.

– ¡Ahorita voy Chetos!, ¡cállate wey!

Yo no aguanté más y le dije:

– Ya!, ¡ya!, yo me masturbo, ¡¡abre la boca y saca la lengua!!

Y comencé a orgasmearme, mi mano izquierda con el celular seguía grabando y con la derecha me la jalaba, fui sintiendo los espasmos de tremendo éxtasis, y ni veía su cara al estar yo como drogado y en las nubes. Cuando abrí los ojos ella estaba riéndose pero como desesperada con su boca abierta y su lengua de fuera, haciendo sonidos guturales y señas para que le pasará papel para limpiarse. Este fue uno de los mejores orgasmos que me ella me provocó.

Después ya en casa, viendo el vídeo en mi computadora, me di cuenta que la parte final quedó hecha una super escena porno. En ella se ve aquella mujer trabajadora, decente, buena hija y buena madre, convertida en una verdadera puta sedienta de leche, con la cabeza levantada, sus ojos cerrados, la boca muy abierta con la lengua de fuera, y todos los mecos escurriéndole… ella era mi mejor amiga, la mejor amiga que todo hombre sueña tener.

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