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Trío medieval
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Hoy os traigo una fantasía en una aldea medieval que espero que les guste.

Esto sucedió en una aldea medieval, el primer día pasado la festividad de Shamain cuando tu chico me fue a visitar. Resulta que en la mañana todos dormían por cada rincón de la aldea después de una noche cenando ese típico cerdo asado que se hace en la hoguera, beber cerveza y mucho hidromiel en nuestros cuernos, como tu chico deseaba seguir la parranda, le sugerí que ya estaba bien, que yo le acompañaba a casa, que tu estarías preocupada y como buen amigo no te podía defraudar y que le acompañaba.

Nos montamos en el carro de tu chico y nos fuimos en aquel carro tirado por bueyes con el cual íbamos viendo amanecer.

Cuando llegamos tu chico puso su brazo en mis hombros y medio a rastras le llevé hasta vuestra puerta, toqué con mis nudillos aquella puerta de madera. Abriste la puerta con unas vestimentas ceñidas a tu cuerpo, un poco arrugado por dormir con él y nos invitaste a pasar, nos preguntaste que si queríamos desayunar que tenías unas tortas de harina recién hechas. Yo te seguí hasta la cocina, te tomé por la espalda, te abracé y notaste mi bulto en tu culo, te echaste hacia atrás para restregarte en él. Fue cuando metí mis manos a través de tu pronunciado escote que dejaba poco a la imaginación, aquel vestido hacía que tus pechos sobresalieran un poco de esas vestiduras, lo único que no se te veían eran tus pezones.

Te diste la vuelta y nos fundimos en un largo beso, mientras yo te levantaba la falda de aquel vestido y te agarraba tus nalgas, en ese momento pasó tu chico rumbo al baño, nos vio, hizo algo de ruido, pero nosotros no le paramos y seguimos con nuestro beso.

Cuando tu chico salió del baño, ya tenías las tetas al aire y estabas recostada en la cocina sintiendo el bulto de mi pantalón. La gente debe saber que eres una chica muy desinhibida razón por la cual no te inmutó que tu chico nos viera.

Él siguió a la sala principal y nosotros nos arreglamos un poco salimos a la sala también.

Como ya te había terminado de arrugar el vestido decidiste ir a cambiarte, yo te seguí y te sugerí que te pusieras algo cómodo, ya que estábamos en confianza.

Cuando saliste llevabas un conjunto bastante corto y una blusa de satén verde y una falda con una raja muy pronunciada, te sentaste a mi lado y mientras hablábamos, me hacías cariñitos con tu chico al lado medio dormido sin apenas moverse del cansancio que tenia de la noche pasada.

Entre algunas gracias y chistes fue pasando el rato, cada vez hacíamos comentarios más calientes, pero todo dentro de un juego de palabras, sin embargo, yo observaba que a tu chico se le iban los ojos y era que la posición que tenías dejaba ver uno de tus pechos y parte aquella blusa de satén.

En ese momento comencé con el juego macabro de hacer chistes sobre el bulto que se le veía a tu chico, mientras me acercaba más a tus labios acariciando tus piernas, cada vez subiendo más a tus caderas. En ese momento te diste cuenta que no estaba bien la situación y te levantaste del tablón que nos servía de asiento llamándome a vuestra alcoba con la intención de reclamarme por mi actitud, pero como ya estaba demasiado cachondo, te empujé contra la pared, te quité la blusa y tus pechos quedaron al descubierto, te besé, te agarré las tetas y comencé a meter mis manos por tu falda, al principio te negaste diciéndome que me quedara tranquilo porque afuera estaba tu chico y se daría cuenta, pero en ese momento desaté mi pantalón y saqué mi miembro y lo puse en tus manos.

Ante aquel duro trozo de carne caliente tú te dejaste llevar, logré llegar a tu sexo con mis dedos y lo noté húmedo, como a mi me gusta, te obligué a bajar hasta mi miembro para que me lo chuparas lo cual hiciste con mucho gusto, abriendo tu boca comenzando a tragarte lentamente mi verga, a succionarla suavemente, la metía y la sacaba, la envolvía con tus tibios labios, arrancándote suspiros de placer.

Mientras no parabas de introducir mi miembro en tu boca yo me desvestía. Te levanté, te tiré en la cama dejando tus piernas colgadas llegando al suelo, bajé hasta tu sexo y metí mi lengua en aquella rajita muy húmeda, lo recorría desde el clítoris hasta el final, tu gemías cada vez más fuerte, yo seguí chupándote y comiendo aquel jugoso manjar hasta que tuviste un gran orgasmo.

En ese momento te levanté y me senté en la orilla de la cama y te monté sobre mí, cara a cara, cuando notaste como entraba en ti te estremecía, me besabas y gemías cada vez más fuerte. Luego te puse a cuatro patas sobre aquel colchón relleno de paja y me dediqué a envestirte desde atrás, en aquella posición frente a una hoja de latón que te servía de espejo te pedí que me miraras, que vieras la cara de deseo que tenía, me dijiste que no querías ver sino sentir, entonces tomé la funda de la almohada y la puse alrededor de tu cara tapando tus ojos.

Hacías cada vez más ruido, fue cuando tu chico se acercó a la puerta y vio lo que pasaba, él estaba que casi se caía, pero yo le hice una señal para que pasara, mientras tú estabas ensartada en mi polla con un trapo en los ojos que hacían de venda, le dije a tu chico lo bien que lo estaba pasando y que tu necesitabas más, que se la sacara y se parara frente a ti, fue cuando decidí quitarte la venda, te sorprendió como estaba la situación, pero más que sorpresa fue morbo lo que te dio, pero no te dio tiempo de reaccionar porque tu chico enseguida te metió su verga en la boca.

Ante esa situación, que nunca antes habías vivido estabas como enloquecida, movías sus caderas, mientras succionabas con pasión la verga blanca de su chico. Ante aquellos movimientos no pude contenerme y me vacié dentro de ti, mientras tu chico seguía follándote la boca hasta que te la llenó de su leche.

Te recostaste boca arriba en la cama y nos dejaste ver tu cuerpo desnudo, con tu sexo destilando mi semen y tu boca chorreando con la leche de tu chico.

Te levantaste, fuiste al baño, con un cubo de agua que te echaste por encima y regresó envuelta en unos trapos, mientras tu chico y yo ya estábamos sentados de nuevo en la sala conversando y riendo de lo sucedido. En ese momento te acercaste a tu chico, retiraste los trapos y le dijiste: "ya te chupé la polla, ahora quiero que me comas mi sexo, y tú, como eres un degenerado y un depravado quiero que te masturbes mientras ves cómo me lo come". Aquella petición hizo que mi miembro se levantara nuevamente y comencé a frotar mi verga mientras tu chica metía su lengua en tu sexo y tu acariciabas tus tetas.

Cuando viste que yo estaba masturbándome quitaste el sexo de la cara de tu chico y le bajaste el pantalón, te subiste frente a él, le agarraste su enorme polla y te clavaste en ella, mientras me mirabas de reojo viendo la expresión de mi cara, y me decía que ahora si te sentías una cualquiera, que me odiabas por lo que yo te había hecho, pero cuando te restregabas el miembro de tu chico reías con cara de placer.

Cuando vi que estaba totalmente entregada a tu chico me acerqué por detrás agarrando tus tetas y le puse mi polla venosa en tu culo, como estaba muy lubricado solo tuve que apuntarla bien. Se la metí, estabas muy excitada y poseída de placer porque estabas teniendo una doble penetración, gemías, gritabas, me maldecías, mientras hacía movimientos rítmicos con nuestras dos pollas dentro de ti.

Esa situación hizo que me vaciara nuevamente dentro de ella, pero esta vez en su culo, llenándote de semen mientras tu chico te llenaba de nuevo el sexo de leche.

Luego nos metimos los tres en un pequeño riachuelo que pasaba cerca de casa mientras jugueteábamos con el jabón y nuestros cuerpos.

Salimos y nos vestimos, me pediste que ya con las horas que eran me quedara a comer, pero yo no acepté, decidí irme a casa por cuanto ya habían pasado unas cuantas horas desde mi salida y tenía cosas que hacer por casa.

Y hay una cosa que siempre digo: Hacer tríos, hace amigos.

Espero que les guste y disfrutaran de este relato de fantasía tanto como yo. Gracias por leerme.

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