Sigues montada en mi, puedo sentir tu sexo mojado de tus corridas y del semen de Germán, resbalando todo ello a lo largo de mi pene, hasta mojarme los testículos.
Ardes de deseo, penetrada por mi ya muy tieso pene, mientras con tu mano recorres de nueva cuenta el pene y testículos de Germán, para que vuelva a la acción. Nos besamos y compartes besos con él, mientras observas deseosa que su verga no tarda en responder a tus caricias y va agarrando nuevamente forma y longitud.
Lo sientes mojado de la cogida anterior y, mientras embarras sus líquidos, sonríes satisfecha y con cierta lujuria de tus habilidades para traerlo a la vida de nuevo.
Nos besamos tu y yo, y me enseñas cómo le vuelves a poner dura su verga y cómo la sigues estimulando con tu mano, así como la cara de gozo de Germán, y a la vez te frotas contra mi pubis estimulando tu clítoris, lo que te genera más sensaciones y excitación.
Te inclinas a chuparlo un poco, manteniendo mi verga dentro de tu vagina. Lames su punta con deseo y puedes ver cómo te observa hacerlo. Tu lengua juega con la punta, en sus zonas más sensibles. Lo tienes medido y controlas sus sensaciones. Entonces le regalas una mirada de deseo y te lo llevas todo a la boca, bajando lo más profundo y rodeando con tus labios más de la mitad de su tronco, hasta que topa su punta con tu garganta. Detienes un poco tus movimientos, lamiendo parte de su tronco que está en el interior de tu boca con tu lengua. Siento tu vagina apretar mi duro pene. Respiras profundo, te relajas un poco, y empiezas a empujar para que esa punta rebase la entrada a tu garganta. No lo haces siempre, pero esta verga te merece el esfuerzo.
Tu cuerpo reacciona a la intrusión y ligeras arcadas suceden, que se reflejan en apretones momentáneos de tu vagina sobre mi verga. Lo llevas más a fondo y logras acomodarlo en tu garganta por unos momentos. Él sólo gime de excitación por las atenciones recibidas, mientras que con una mano le acaricias y aprietas sus testículos.
Quieres más, estas deseosa, la sientes dura de nuevo y larga. La sacas poco a poco de tu boca, sin dejar de lamerla toda y te acercas a besarme intensamente. Me dices al oído que estás muy cachonda y que se te antoja sentirnos juntos dentro de tí.
Volteas a verlo y le pides que se levante. No tarda Germán en hacerte caso. Tú estás incorporada, restregándote mi verga dentro de ti, desplazando hacia adelante y atrás tu cadera. Germán se acerca por detrás tuyo abrazándote, te besa el cuello, tú le das paso a sus caricias inclinando tu cabeza al lado contrario y sus brazos te cubren hasta llegar cada mano a tocar tus senos. Los aprieta primero y luego concentra sus caricias en ambos pezones, rozando, apretando, pellizcando ligeramente y estirando, a lo que contestas con gemidos y pequeñas corridas de tu vagina, mojándome aún más con todo ello.
Te encanta sentirte cogida y abrazada. Es muy excitante para ti sentir que te besen el cuello mientras montas otra verga y lo dejas hacerlo. Acerca sus besos a tu oído y giras tu cabeza hacia él, regalándole un beso intenso, lleno de pasión. Entonces te acercas a su oído y le dices que te coja tu culito.
Te inclinas hacia mí, regalándome un rico beso y levantas tu cadera. Llevas tus manos hacia tus nalgas, para separarlas y le muestras tu culito apretado. Volteas a verlo y le dices: todo tuyo.
Germán no tarda en inclinarse para lamer tu línea divisoria y empezar un recorrido de caricias orales a lo largo de esta línea mágica. Ese recorrido de su lengua te estremece. Llega a tu culito y sujeta con sus manos tus ricas nalgas, para dejar espacio y que pueda meter su cara, empezando a lamerte todo tu alrededor y poco a poco yendo al centro de tu culito. Tú te sacudes con tan ricas y experimentadas caricias orales, apretando mi pene con tus labios vaginales a cada caricia que te prodiga nuestro amigo de ocasión.
Después de un rato de estas caricias, se incorpora y te acerca la punta de su verga, que ya está toda extendida, empezando a hacer presión y a pasarla alrededor de la entrada de tu culito. Te tiene al borde de la excitación y a punto de correrte de esa forma, hasta que decide mantener la punta en la mera entrada y empieza a abrirse paso poco a poco en ti. Dejas de moverte y disfrutas de la sensación de tener un huésped adicional en tu cuerpo, mientras estás siendo cogida en tu vagina. Eso te encanta y te excita mucho.
La presión que hace Germán la complementas empujando tu cadera hacia él y logra abrirse paso su punta en la entrada de tu culito. Exhalas y gimes al sentirte invadida en tus dos cavidades. La expresión de tu rostro refleja lo excitante del momento y lo mucho que lo estás disfrutando. Con mucho cuidado, Germán va empujando su pene dentro de ti, para permitir que tu culito se vaya acostumbrando a este nuevo invasor, que tiene dimensiones importantes. Yo puedo sentir el avance de su pene en tu interior a través de esa delgada capa que separa tu recto de la vagina. Los espacios de comprimen y eso incrementa las sensaciones en todos.
Ya que tienes la mitad de su verga dentro de ti empieza a empujarla un poco más y retirarla con cuidado. Tu culito está tan empapado que los jugos van lubricando el paso de su pene.
Te inclinas sobre mi, para decirme que ya lo sientes todo adentro, que te llena, que te hace sentir muy bien, muy cogida. Que te encanta sentirte llenita de verga, entre gemidos y sensaciones. Entonces, Germán empieza a embestir con un poco de más fuerza, lo que desplaza tu cuerpo hacia adelante y hace innecesario que yo me mueva, ya que provoca ese movimiento que mi pene se desplace dentro de tu vagina.
Muerdes tus labios, aprietas tus manos, te agarras del respaldo de la sala, gimes, vives esa penetración doble y disfrutas cada empujón, cada que se aproxima a la salida, cada que la empuja de nuevo dentro de ti. Sudas copiosamente, tu cuerpo es un mar de sensaciones, de corridas, los orgasmos se repiten uno tras otro, mojándonos a cada momento. Él se inclina sobre ti y te ve disfrutar del momento. Te dice que le encantó tu culito apretado, que se siente rico y que eres una mujer maravillosa y con una respuesta sexual especial, mientras sigue bombeando en tu culito y generando en ti orgasmo tras orgasmo. Sólo asientes o llegas a gemir con cada movimiento, con cada empujón y con cada roce.
Otro orgasmo más se da en ti y te hace recargarte sobre mi pecho. Tiemblas de excitación y nos mojas a ambos de forma intensa. Tu cuerpo es un palacio de placer que vive las consecuencias del sexo intenso y excitante, del deseo liberado, de la nueva experiencia, del nuevo amigo. Exhalas intensamente, y le pides que se salga, lo que te genera otra oleada de sensaciones. Rápido Germán se dirige al baño.
Tú descansas sobre mi pecho y sólo nos besamos. Tu corazón sigue aun palpitando intensamente y me dices que quieres más, restregando mi verga dentro de tu vagina. Regresa Germán, tomas su miembro con tu mano y lo acercas a tu cara. Le acaricias los testículos y observas cómo vuelve a dar señales de vida. Entonces comienzas a masturbarlo un poco y va tomando forma de nueva cuenta. Él está de pie acariciando tu espalda, tus caderas y ocasionalmente tu culito recién invadido por su pene. Lo llevas a tu boca y antes de meterlo, me besas. Lames la punta con tu lengua y lo recorres a todo lo largo. En poco tiempo, Germán, más bien su verga vuelve a estar lista para la acción.
Después de recorrerlo nuevamente con tu lengua a todo lo largo y alcanzar sus testículos, que llegas a chupar intensamente uno por uno, lo llevas con tu mano hacia atrás de ti. Te levantas un poco, tomas su mano y lo llevas a rozarse con mi pene que está acomodado en tu vagina. Le dices que lo meta junto y te reclinas hacia mi pecho para hacer más fácil su introducción.
Tu vagina sigue mojando a cada momento y con ello, Germán acerca la punta de su ya duro pene nuevamente y se va rozando con el mío buscando cómo acomodarse y entrar en ti. No tarda en encontrar la forma y con un gemido de tu parte, nos anuncias que ya está entrando. Mi pene siente el roce y desplazamiento que hace su pene al ir ganando terreno en tu vagina. Poco a poco se va ajustando tu espacio a esta nueva intromisión. Las sensaciones se multiplican y estallas en una sucesión de orgasmos al sentirte penetrada por las dos vergas.
En pocos momentos, empieza a embestir en ti, desplazando su pene lo más que puede por la posición y haciendo que se presenten roces entre su verga y la mía en tu muy mojado y ardiente interior. Todo ello te provoca más orgasmos y te retuerces de la excitación apenas para no dejar que salgamos ninguno de los dos. Ya no hay palabras, sino sensaciones de pasión unificadas, intensas, murmullos de deseo, de satisfacción, de lujuria, de experimentar esta doble penetración a plenitud y con todo deseo.
Todo es muy excitante y ninguno de los tres estamos exentos de sentir esta avalancha de sensaciones. El pene de nuestro amigo no tarda en ensancharse, anunciando su corrida. Mi verga está a mil, dura de excitada, larga y gruesa por todo lo que estamos viviendo y puedo sentir las primeras descargas dentro de ti de nuestro eventual compañero de aventuras sexuales.
Su corrida le hace empujar su pene dentro de ti lo más que puede, en un instinto muy primitivo de procreación, haciéndote sentir penetrada intensamente. Mi semen es expulsado en ti también.
Tú no eres la excepción y un largo y muy excitante orgasmo se hace presente en ti, lo que ocasiona que nos mojes a los dos, y tu cuerpo muestre temblores producto de la cadena de orgasmos que estas experimentando.
Germán se recarga en ti, exhausto, tú estás literalmente acostada en mi pecho y hombro. Pasan breves momentos cuando se incorpora Germán, te besa en el cuello, llega hasta tus labios, y se va al baño de visitas.
Escuchamos que abre las llaves de la regadera y empieza el correr del agua. Mientras, te levantas lo necesario para recostarte a mi lado, besándonos con ternura y cariño por la oportunidad disfrutada. Te sientes plena, satisfecha, cogida, sudorosa, llenita y deseada.