El hotel no estaba lleno aquella noche. Era temporada baja y los pocos turistas que estaban alojados ahí estaban recorriendo los lugares turísticos de la ciudad, al menos la mayoría. Miriam había llegado aquella mañana y se encontraba en el bar del hotel. Estaba sentada frente a la barra, utilizando un vestido de satén de seda plateada sin espalda, se había pintado las uñas rojas para llamar más la atención. Iba a ligar, eso era obvio, por ello se había puesto ese vestido; sin embargo, no había nadie interesante en el bar, salvo por dos personas.
La primera era una chica rubia. Parecía venir de vacaciones con sus amigos, se veía de la misma edad que Miriam. Llevaba una blusa de tirantes blanca, un pantalón de mezclilla roto que acentuaba su cadera bien definida; se veía bastante sexy y sobre todo se veía que tenía muy buen cuerpo. Sus pechos eran un poco más grandes que los de Miriam y tenía una cinturita bastante torneada.
Miriam la observaba mientras tomaba de su bebida. La chica también la volteaba a ver de vez en cuando y sonreía con nerviosismo, lo cual a Miriam le gustó. Cuando estaba a punto de ir a hablarle fue cuando llegó él. Era un chico un poco mayor que ella, tenía barba, una camisa y un short de color café, un típico turista de playa, pero vaya que llamó la atención de Miriam. Ese chico había llegado un par de minutos antes que ella al hotel, Diego creía recordar su nombre cuando llegó a registrarse. No lo había visto bien en ese momento, pero ahora frente a frente sí que lo consideraba muy atractivo.
Diego igual parecía venir con algunos amigos, así que Miriam simplemente lo veía mientras hablaba con ellos. Pasaba su vista de él a la chica, alcanzó a oír como la llamaban por su nombre: Andrea.
Miriam observaba a ambos y un deseo se encendió en ella, podía acercarse a Andrea y hablarle, estaba segura que podía convencerla, ella le regresaba las sonrisas de forma nerviosa, lo cual le agradaba a Miriam; por otro lado estaba el chico, Diego, ahora comenzaba a verla y le sonreía, notaba sus ojos dirigirse a sus piernas y al escote de su vestido. Podía tener a cualquiera de los dos, lo difícil era elegir.
Diego pareció finalmente armarse de valor, dejo de hablar con su amigo y se acercó a la barra a ella.
—Diego —saludó él ofreciéndole la mano.
—Miriam —respondió ella con una sonrisa.
Parecía que había un ganador.
Comenzaron a hablar. No hablaron de nada serio, pues ambos sabían que era lo que buscaba el otro; sin embargo, Diego no apresuró las cosas, además se veía que quería jugar un poco. Le preguntó acerca de que le parecía el país, comentando que él ya lo había visitado un par de veces antes, qué era lo que más le había gustado y cuánto tiempo pensaba a quedarse. El gesto le gustó a Miriam, no era tan directo como otros que habían intentado hablar con ella, pero estaba claro que no ocultaba sus intenciones.
Mientras contestaba, Miriam le pasaba la mano por el brazo, como una especie de invitación. Diego, con un poco más de seguridad, colocó su mano sobre la rodilla de ella y se acercó a susurrarle al oído.
—¿Sabes? Hueles bastante bien.
Miriam se rio ante el cumplido y Diego aprovechó la oportunidad para acariciar su muslo un poco, aun tentando el agua.
Le invitó un trago y ella aceptó. Mientras continuaban hablando, la mano de Diego no se había vuelto a mover, por lo que Miriam decidió darle más entrada. Se acercó un poco más a él, haciendo que sus piernas se tocaran. Al hacerlo, su vestido se levantó un poco más y como lo esperaba, Diego bajó la mirada para poder ver su piel tersa debajo. El muslo estaba más expuesto, unos cuantos centímetros más y casi podría ver su ropa interior.
—¿Puedo decirte algo? —preguntó Diego.
—Claro, dime —respondió ella.
Sin dejar de tocar su pierna, Diego la tomó de la cintura y la acercó para susurrarle al oído.
—Tienes unos labios muy bonitos.
Miriam volteó a verlo y él aprovechó para darle un ligero beso, luego se alejó un poco con una sonrisa, jugando con ella desde luego.
—Vaya, y tú los tienes bastante suaves —contestó ella con una ligera sonrisa.
Un cabello cayó de su frente y Diego utilizó su mano libre para quitárselo y de paso acariciar su mejilla. Miriam sonrió y cerró los ojos Diego aprovechó para darle un beso en la mejilla.
—Te queda muy bien ese vestido.
Ella sonrió, ahora ya estaba siendo directo. El juego había subido de nivel y eso le gustaba.
—Es un vestido sin espalda —comentó ella colocando las manos sobre el banquillo, invitándolo a que la tocara en esa parte.
La curiosidad hizo el resto, Diego colocó su mano en la espalda de ella y comenzó a acariciarla. Lo hizo con la punta de mis dedos, bajando desde su hombro hasta la espalda baja. Al llegar a la mitad, notó que no llevaba brasier, la sorpresa duró un segundo, pero continuó hasta llegar a la espalda baja y acariciar ligeramente su cadera, pero sin ahondar aun en ella. Al sentir su contacto, Miriam sonrió y acarició su barba, estaba bien cortada y no picaba, aparentemente solía cuidársela bien. Llevada por el deseo, se acercó a él y lo beso con más pasión, le gustaba como besaba, de forma dominante. Sabía lo que hacía y eso hacía que la prendiera. Miriam tocó su pecho firme con sus manos, sentía sus músculos debajo de su playera.
Diego le regresó el beso, colocó su mano en su cintura para atraerla un poco más, sus cuerpos se juntaron y luego regresó a tocarle la espalda para dejársela marcada con sus uñas. Miriam comenzó a sentirse excitada por cómo la tocaba, dejo que su mano volviera a tocarle las piernas, ahora subiendo un poco más allá de su muslo hasta casi llegar a su pelvis, sintió sus uñas arañándola ligeramente. La mano de Diego subió un poco más su vestido, como jugando con él, por un momento creyó que se lo iba a subir ahí a la mitad del bar con los pocos testigos que había. La idea hizo que comenzara a sentir la humedad en su entrepierna. Lo deseaba. Pero detuvo su mano y le susurró al oído.
—Si quieres subirlo más deberíamos buscar un mejor lugar —dijo acariciando sus brazos.
Sin siquiera esperar una respuesta, ella se levantó, lo tomó de la mano y lo guio hacia la salida del bar.
Mientras caminaban, Diego observaba la piel tersa y firme de la espalda de Miriam, le encantaba. Miraba sus curvas mientras caminaban y sin poder resistirse, metió su mano por el vestido para poder sentir su piel. Ella se río ante su contacto. Pasaron justo al lado de Andrea y notó como sus ojos no se despegaban de ellos. Le sonrió ligeramente y ella bajó la mirada apenada. Su mirada no había demostrado que estaba celosa o enojada por que Diego le había ganado; Miriam conocía esa mirada perfecta. Ahora la pregunta era si se atrevería.
Miriam llevó a Diego a un pasillo, pasaron cerca de una maceta grande y se quedaron en una esquina, aquel lugar estaba completamente oculto por la decoración y macetas más pequeñas, pero desde ahí ellos tenían una visión perfecta por si alguien se acercaba. El lugar perfecto para que nadie los pudiera ver.
Diego no esperó. Empujó a Miriam contra la pared para comenzar a besarla, ahora sin contener su lado salvaje. Sus lenguas comenzaron a danzar en sus bocas y sus labios luchaban para superar al otro. Tomó su pierna y la levantó para poder acercarla más a él. Los besos hacia que Miriam lanzará ligeros gemidos, su cuerpo estaba aplastado contra la pared y esa presión hizo que su temperatura aumentara. Diego comenzó a atacar su cuello, adivinando como ella le gustaba ser besada. Descargas eléctricas bajaron por su cuerpo y ella se agarró de la camisa de él para apretarlo aún más contra ella.
Fue ahí cuando la notó. Andrea estaba oculta detrás de la maceta grande que estaba en el pasillo, mirándolos. Miriam no dijo nada, tan sólo la contempló, en su mirada se notaba la lujuria que crecía en ella mientras los observaba, se estaba mordiendo el labio y sus manos comenzaban a danzar sobre su cuerpo. No había escogido un buen escondite, pero Miriam lo agradecía, pues al saber que estaban siendo observados la prendía más.
Diego tomó sus manos para colocarlas por encima de su cabeza y obligándola a volver a ponerle atención. Esta acción hizo que el vestido de Miriam se levantara por accidente y mostrara su ropa interior. Diego acarició todo el cuerpo de Miriam, desde su cuello hasta bajar a sus piernas. Soltó las manos de Miriam y ella no las bajó.
Desde ahí, Diego hizo contacto visual con Miriam, ella, mordiéndose el labio, levantó ligeramente la pierna y Diego comenzó a acariciar su piel desde abajo hacia arriba. Pasó por su pelvis, la tocó sobre sus bragas y continuó subiendo, acarició su abdomen, su pecho y apretaba el vestido contra ella para que sintiera el satín en su cuerpo. Todo su contacto hacía que se estremeciera, que gimiera y le susurraba que le encantaba. Se mordía el labio para evitar gemir fuerte, después de todo aun podían atraparlos en el pasillo, se contenía, pero no demasiado para que Andrea tuviera un excelente espectáculo.
Miriam tomó por el rostro a Diego y continuó besándolo, el gruñía de placer y sintió sus fuertes manos apretarle los pechos, de nuevo haciendo que el satín abrazará la piel alrededor de sus pezones. Miriam, sin dejar de besarlo, abrió los ojos y miró a Andrea. Ella también apretaba sus pechos casi igual como Diego lo hacía con ella. La excitación que sentía era abrumante y con las caricias de Diego hacía que aumentara. Tenía la sospecha que quería volverla loca para que le pidiera follarla tan bien que hasta tendría que rogárselo.
Continuando con lo suyo, Diego le jaló el cabello hacia atrás para hacer que se arqueara ligeramente y dejara su cuello completamente expuesto. Mientras lo besaba y mordía ligeramente, Diego empujó su cuerpo contra ella, ahora más fuerte. Sus pezones completamente duros quedaron aplastados contra el pecho de él, lo cual envió más descargas a todo su cuerpo; por si fuera poco, Diego había colocado una de sus piernas entre las de ella. Su muslo se restregaba sobre su vagina empapada, estimulándola aún más. Gimió contra su oído, fuerte y claro mientras él continuaba restregando su pierna contra su entrada y la pegó lo más que pudo contra ella. Casi sentía que podía llegar al orgasmo ahí mismo, el roce del cuerpo de Diego y la suavidad de la tela de su vestido en todo su cuerpo la volvían loca de placer.
Miró de nuevo a Andrea y cruzaron miradas. Ya no importaba que estuviera oculta, aun Diego no la había notado, pero Miriam notaba la mirada salvaje que tenía. Deseaba que le hiciera lo mismo, estaba segura que quería que aquel hombre se restregara contra ella de la misma forma como lo hacía con Miriam en aquel momento. Esa mirada la llevo al borde del orgasmo.
En ese momento algo vibró entre sus piernas y ella soltó un grito de placer. La vibración atacaba su clítoris por encima del pantalón de Diego y sus bragas. Diego no pareció notarlo, Miriam clavó sus uñas en sus brazos y sintió como el orgasmo estaba a punto de llegar. Él se separó y sacó su celular del bolsillo, el mismo que había estado entre sus piernas unos segundos antes.
—Mierda. Disculpa, necesito tomar esta llamada, es algo importante del trabajo —dijo él al ver la pantalla.
Miriam se quedó contra la pared, intentando recuperar el aliento. Le habían negado un orgasmo, y por un momento consideró decirle que no a Diego por darle más importancia a esa llamada que a ella, pero estaba tan excitada y le estaba encantando cómo la tocaba que lo pensó dos veces.
—Te espero en mi cuarto. No tardes mucho —dijo ella sacando una de las llaves de repuesto que le habían entregado en la recepción.
Diego tomó la llave, miró el número de habitación y sonrió.
Miriam lo vio alejarse por el pasillo mientras contestaba y se acomodaba su erección en el pantalón.
No podía esperar a sentirla dentro. Pero había algo más para hace amena la espera.
Se acomodó el vestido y se dio la vuelta. Andrea no se había movido de su posición. Dio un par de pasos atrás, como queriendo irse, pero Miriam le sonrió y caminó hacia ella de forma lenta y de forma sensual, como una cazadora acercándose a su presa.
Andrea, completamente nerviosa, se acomodó un poco su ropa y también se acercó a ella.
—D-disculpa, no era mi intención espiarlos así. Es sólo que…bueno no…
Andrea bajo la mirada, completamente apenada, pero vaya que a Miriam le atraía eso. Le levantó el rostro con un dedo y la miró a los ojos.
—No pasa nada. Él y yo nos la estábamos pasando bien, y si tú también lo hacías no veo ningún problema.
Su mirada se iluminó ligeramente, para Miriam la veía como bastante inocente, quizá porque le daba un poco de pena, pero Miriam notaba una chispa salvaje en sus ojos. El pulgar de Miriam trazó los labios de Andrea y ella sonrió nerviosa aún.
—Perdón. Me gustaba lo que veía, era bastante guapo y…
—Tienes una sonrisa muy bonita —dijo Miriam sonriendo también y la tomó por la cintura para acercarla a ella.
—G-gracias —contestó ella dejándose hacer. Colocó sus manos sobre los hombros de Miriam y la miró a los labios. Luego río nerviosa—. No sé si…
—No tienes por qué estar nerviosa. Cierra los ojos y déjate llevar.
Miriam se inclinó y la besó. Andrea cerró los ojos y le regresó el beso con pasión. Miriam sentía en sus besos cierta dulzura, pero sobre todo notaba la experiencia que tenía.
Andrea se separó un poco y la miró, sonriendo ligeramente.
—¿Qué hay de ese chico?
—Es sólo un amigo, dudo que le moleste compartir —contestó Miriam.
Y volvió a besarla mientras sus manos fueron a su trasero para apretarlo, pegándola totalmente a ella. Sintió como la cadera de Andrea la buscaba y el beso se intensificó. Andrea, con un poco más de confianza y excitación, tomó los pechos de Miriam para apretarlos ligeramente mientras sus besos pasaban de la mejilla al cuello y luego bajando hacia la piel que se veía entre el vestido, aquel punto justo antes de sus pechos.
—Cariño, creo que debemos ir al cuarto si queremos seguir esto.
Andrea levantó la mirada algo sorprendida, pero dejó que Miriam la tomara de la mano para ir por el pasillo hacia el ascensor. Una vez dentro, Andrea comenzó a tocarse sobre su pantalón, luego toma a Miriam de la mano para jalarla hacia ella, ahora es Andrea quien toma la iniciativa y tomó su trasero mientras la besaba. Miriam dejó que ella hiciera todo, pues estaba explorando su cuerpo como lo había hecho Diego, sintió como alzó tu vestido y con una fuerte nalgada agarró su trasero con firmeza. Parece que la chica había aprendido algunas cosas interesantes.
El elevador se detuvo y las puertas se abrieron, por un momento Miriam sintió decepción porque Andrea se había detenido, pero antes de que cambiara de opinión o algo, la tomó de la mano y se fueron directo a la habitación de Miriam.
Dentro de la habitación había una cama grande, Miriam sabía que iba a tener compañía y quería tener la mejor experiencia, se alegraba que esa compañía fuera Andrea.
Andrea la tomó de la mano y la llevó hacia la cama, ella se colocó espaldas al lecho y acercó a Miriam para besarla. Miriam atacó su boca con deseo, le gustaba ahora que Andrea había tomado más confianza y dejaba que su lujuria la controlara. La tomó por la cintura por debajo del pantalón, tocando el elástico de sus bragas, la levantó para subirla a la cama, Andrea se quedó de rodillas encima del lecho y se alejó un poco. Miriam no se lo preguntó, tan sólo tomó su blusa y se la quitó para dejarla solo con brasier, luego fue a sus pechos. Tomó con la mano uno de ellos mientras que al otro le dio pequeños besos hasta casi llegar a su pezón, mordiéndolo un poco juguetona. Andrea abrazó el rostro de Miriam para apretarla contra su pecho mientras gemía ligeramente por las sensaciones que le provocaba.
Mientras sostenía su pezón con los dientes, sus manos bajaron hacia el pantalón de Andrea para desabrocharlo. Soltó su pezón y comenzó a besar su abdomen mientras le bajaba el pantalón lentamente, sintiendo la suavidad de sus piernas, cuando la prenda quedo atrapada en sus rodillas, la empujó contra la cama para que se acostara y pudiera quitárselo por completo.
Cuando Miriam lanzó el pantalón hacia el otro lado del cuarto. Andrea se quitó brasier frente a Miriam, se mordió el labio y lanzó su sostén a un lado de la cama. Los pezones de Andrea estaban completamente duros y levantados al aire.
—Alguien tiene prisa —Miriam sonrió sintiendo de nuevo como su vagina comenzaba a fluir por al ver el cuerpo de Andrea desnudo.
Miriam se quitó los tirantes del vestido y movió ligeramente su cuerpo para que resbalara, dejándola completamente desnuda. Se dio la vuelta y deleitó a Andrea quitándose las bragas mientras movía su trasero contoneándose. Cuando terminó, se arrodilló en el suelo y gateó hacia ella para después subirse a la cama y comenzar a besarla.
Al estar debajo, Andrea no podía moverse mucho y mientras Miriam chupaba y besaba sus pechos, la mano de Andrea se dirigió al coñito mojado de su amante para poder masturbarla con delicadeza. La cadera de Miriam se movió, buscando la mano de Andrea para que le diera más placer, y al hacerlo comenzó a gemir justo directo al oído de Andrea. Pero Miriam quería darle la oportunidad a ella de ser la que guiara, así que la tomó de la cintura y la hizo girar para que ella quedara arriba. Andrea se quedó sorprendida por un momento, pero Miriam colocó sus manos en la espalda de ella para atraerla. Los pechos de Andrea quedaron justo en posición perfecta para que se los chupara y eso hizo mientras le rasguñaba la espalda.
Andrea continuó estimulando la entrada de Miriam mientras se deleitaba con sus pechos, Miriam sintió como dos de sus dedos entraban en ella, dejó de chupar los pechos de Andrea un momento para dejar que el gemido saliera de su garganta y luego continuó mientras los dedos de Andrea exploraran dentro de ella con delicadeza, entrando y saliendo a un ritmo que la estaban volviendo loca. Abrió las piernas más para poder recibirla mucho mejor, mientras regresó a su boca para poder besarla más.
En ese momento la puerta de la habitación se abrió y cerró. Andrea se separó de Miriam y ambas vieron a la entrada. Diego estaba parado a unos cuantos pasos de la cama, su rostro mostraba la sorpresa, pero en su pantalón demostraba la enorme erección que de haberse bajado minutos atrás ahora debía estar más fuerte debido a la escena frente a sus ojos.
—¿Qué? —preguntó él con una sonrisa.
—Ya era tiempo de que llegaras —dijo Miriam con una sonrisa y levantándose un poco para mirarlo, pasó un brazo sobre el cuello de Andrea y le dio un beso en la mejilla—. Ella es Andrea.
Con cuidado, Miriam se levantó y caminó directamente hacia él y tomó su camisa.
—Vas muy vestido. Andrea, ayúdame a ponerlo más cómodo.
Andrea se mordió el pulgar de forma lujuriosa y también se acercó.
—Un placer —dijo Diego cuando ella se acercó. Sin pensarlo, la acercó a él y comenzó a besarlo. Andrea le respondió el beso mientras comenzaba a desabrocharle la camisa.
Miriam, al ver que Andrea se encargaba de la camisa, se arrodilló frente a Diego y le bajó con habilidad tanto el pantaloncillo como el bóxer debajo. La erección salió disparada hacia arriba y Miriam la vio con alegría, tenía muy buen tamaño.
Diego dejó de besar un momento a Andrea para que pudiera quitarle la camisa, mientras lo hacía, acarició la mejilla de Miriam. Ella, sin responderle, se metió su miembro en la boca, pero la sacó casi de inmediato, él la había hecho sufrir en el pasillo, ahora le tocaba a ella hacer lo mismo. Comenzó a lamérselo desde la base hacia arriba, muy lentamente mientras lo miraba a los ojos. Notaba en su mirada y su expresión que quería que se la chupara, Andrea había terminado de desnudarlo y la mano de Diego se dirigió a su coño sin dejar de mirar lo que hacía Miriam.
Finalmente, Miriam se metió la verga de Diego a la boca por completo y comenzó a chupársela utilizando una mano para ayudarse a sincronizar. Él comenzó a gemir y disfrutar de su boca mientras apretaba uno de los pechos de Andrea con una mano en una especie de abrazo por la espalda. Miriam continuó mamándosela, apretaba un poco de vez en cuando para hacerlo desear más, cuando lo hacía, el cuerpo de Diego se retorcía de placer, era justo cuando lo soltaba e iba lo más profundo que podía.
Mientras continuaba el oral, Diego volteó el rostro de Andrea para besarla y en la posición en la que estaba podía llegar sin ningún problema a la entrada de ella y comenzó a masturbarla. Mientras que su otra mano tomó a Miriam por el cabello para hacer que se la chupara al ritmo que él quisiera. De vez en cuando se oía como la boca de Miriam hacía un ruido de chapoteo y los gemidos apagados de Andrea mientras Diego metía sus dedos en ella. Así duraron unos cuantos momentos antes de que Miriam se cansara de la posición y decidiera levantarse.
—Tengo una idea —dijo Diego.
Miriam se limpió la saliva que escurría por su boca y miró a Andrea, ambas asintieron.
Diego tomó a Andrea de la mano y la llevó hacia la cama, la sentó en el suelo con la espalda pegada a la cama, luego tomó de la mano a Miriam para hacer que se acostara encima de la cama bocarriba. Acercó su pene a la boca de Andrea para que lo chupara, mientras que tomó de las piernas a Miriam para acercarla a él. La lengua de Diego comenzó a lamer el mojado coñito de Miriam mientras que movía la cadera para que Andrea no tuviera que moverse, prácticamente follándole la boca.
Miriam nunca había experimentado esa posición, pero oír el sonido de la verga de Diego entrar en la boca de Andrea mientras éste le comía el coño como un hambriento la hizo excitarse aún más. Las manos de Miriam se aferraron a las sabanas y al cabello de Diego y ambos comenzaron a gemir; ella por la lengua que le ataca el clítoris sin piedad, él por las chupadas que le estaba dando Andrea.
—Quiero que te corras dentro de mí —dijo Miriam mientras movía las caderas de arriba abajo para sentir mejor la lengua de Diego—. Lo quiero dentro, y luego quiero ver cómo te corres dentro de Andrea.
Al oírla, Diego se detuvo y la miró.
—Tus deseos son órdenes.
Diego se levantó y ayudó a Andrea a hacer lo mismo. Luego jaló a Miriam por las piernas para poder acercarla hacía él, después movió su pierna derecha a su hombro, apuntó su verga hacia la entrada de Miriam y la penetró, lentamente. Miriam soltó un grito de placer al sentir como se abría para recibirlo, pero Diego, para torturarla un poco, se salió y luego volvió a entrar con una fuerte embestida. Comenzó a penetrarla con fervor, utilizando su pierna como soporte para cumplir su deseo y darle el orgasmo que merecía.
Mientras, Andrea se acercó a los labios de Miriam y comenzó a besarla, bebiendo los gemidos que salían de su garganta, pero la necesidad de tenerla cerca, la obligó a sentarse detrás de ella y Miriam se recargó en su pecho, aplastando sus senos. Desde esa postura, ambas podían ver como Diego entraba con fuerza y salía de la vagina de Miriam, quien estaba completamente excitada. Andrea, abriéndole más las piernas a Miriam, se la ofreció más a Diego y acarició con precisión su clítoris haciendo que Miriam soltara pequeños alaridos de placer.
Diego continuó penetrando a Miriam mientras veía los pechos de ésta subir y bajar, el ambiente apenas se estaba calentando. Tomó a Miriam por las caderas para poder acostarse él en la cama, dándole la oportunidad de Miriam para que lo montara. Una vez que Miriam se introdujo el pene de Diego, comenzó a subir y bajar con destreza, Diego tomó las piernas de Andrea para acercarla a su rostro y tener la oportunidad de comérsela.
Ambas gimieron, disfrutando de la lengua y de la verga de Diego, mientras ambas hacían contacto visual y disfrutando de las expresiones de placer de la otra. Miriam acercó un poco a Andrea hacia ella para poder saborear sus labios y tomar sus pechos entre sus manos. Al no poder moverse muy bien, Diego detuvo a Miriam para que él pudiera marcar el ritmo y hacer que sus caderas se movieran en círculos. Este movimiento mandó una descarga por el cuerpo de Miriam, quien gritó al sentir el orgasmo llegar.
Andrea intuyó lo que pasaba, así que se apartó del rostro de Diego para poder contemplar el orgasmo de Miriam. Un fuerte grito nació desde su pecho, subiendo por su garganta hasta su boca mientras el clímax la hacía tener varios espasmos en el cuerpo. Su vagina se cerró sobre el pene de Diego, quien percibió que también a punto de venirse. Miriam sintió como la corrida de Diego la llenaba por completo, notando las fuertes manos del joven cerrarse sobre su trasero.
Cuando acabó, Miriam se levantó ligeramente y sintió como la corrida de Diego, junto con la suya, se escurrió entre sus piernas. Sin darle tiempo de respirar, Andrea la recostó contra la cama.
—Denme un minuto —dijo Diego acostándose a un lado de ella, masturbándose para evitar que la erección se perdiera.
Pero ellas no le prestaban atención. Andrea se abalanzó contra Miriam y arremetió contra sus labios. Ésta última intentaba acercar más el cuerpo de su amante con deseo, sintiendo como los pechos se apretaban contra los de ella, subiendo y bajando como su respiración.
Miriam bajó un poco el rostro para que los pechos de Andrea estuvieran a la altura de su boca y de esta forma podía darles pequeños besos y chupar sus pezones. Al mismo tiempo, la mano de Miriam se dirigió a la vagina de Andrea. Recorrió su monte de Venus y desde ahí alcanzó a sentir con la punta de los dedos su hinchado clítoris. Bajó los dedos un poco más y sintió la humedad y calidez de su vulva. Con esta invitación, Miriam introdujo el dedo medio en Andrea y sintió como se abría paso con facilidad dentro de ella. Al sentir las caderas de Andrea buscando su mano, Miriam acompañó su dedo medio con el anular. Andrea gimió ante el contacto, sus caderas se movieron de atrás hacia adelante, haciendo que los dedos de Miriam llegaran más profundo y sintiera más placer. Al hacerlo, Miriam comenzó a estimular el hinchado clítoris de Andrea con el pulgar. Buscó la boca de Miriam mientras ella aumentaba el ritmo, ella contestó aumentando la presión en su clítoris y besando su cuello. Andrea comenzó a gritar y moverse más rápido sobre ella. La mano de Miriam se llenó de fluido, Andrea se había corrido sobre ella.
Tratando de recuperar la respiración, Andrea cayó a un lado de Miriam bocarriba, mientras ésta se daba la vuelta para verla. Miriam sintió de inmediato la mano de Diego tomar su tobillo y jalarla un poco. Sintió una nalgada, ella se río y lo levantó un poco para que le diera un par más. Luego se dio la vuelta y lo besó atrayéndolo hacia la cama, mientras lo hacía, llevó la mano de él hacia la entrada de Andrea. Los dedos de Diego resbalaban con facilidad, Andrea tomó también su mano y lo invitó a que la penetrara con los dedos, sintiendo los dedos de Diego más grandes que los de Miriam.
Diego se concentró en Andrea. Acercó su boca a la de ella, le dio un par de besos, luego bajó y mordió sus pezones ligeramente, luego bajó más y comenzó a comerle el coño. Sabía delicioso, lleno de sus fluidos y comió como si fuera un hambriento. Andrea volvió a gemir y Miriam se acercó a ella, masturbándose con lo que veía y luego se acercaba a darle unos cuantos besos a Andrea antes de continuar castigándose su propio coño.
Diego dejó de comerle la vagina a Andrea y se arrodilló frente a sus piernas, deleitándose con el cuerpo desnudo de Andrea, lista para ser follada. Su miembro estaba tan erecto como cuando estaba haciéndolo con Miriam. La punta de su pene jugó en la entra de Andrea y ella se mordió el labio, gimiendo ligeramente.
—Quiero que me lo pidas —dijo él restregándose contra ella.
—No seas así, dámelo —pidió ella con un ligero puchero.
Miriam sonrió y se sintió más excitada al ver la cara de súplica de Andrea. Sus dedos continuaban dentro de ella, mojándose cada vez más.
Diego metió la punta de su pene, Andrea gritó al sentirlo, pero Diego la sacó y ella puso cara de protesta.
—Quiero que me lo supliques.
Metió un poco más de la punta. El coño de Andrea era un poco más estrecho que el de Miriam, por un momento estuvo a punto de metérsela toda, el calor y la humedad dentro de ella se sentían fantásticos, pero de nuevo sacó su miembro y volvió a restregarse contra ella.
—Por favor —pidió Miriam mordiéndose el labio y poniendo el rostro de inocencia como si pedía un dulce.
—Dime cuanto lo quieres.
—Mucho, por favor.
Miriam observó como la verga de Diego desaparecía lentamente en el coño de Andrea. Diego sintió como se abría ante él, recibiéndolo con gusto y Andrea soltó un gemido al sentir como abrían las paredes dentro de su estrecho coñito.
—Vas a tenerlo todo —dijo Diego al sentir como su miembro llegaba al final del dilatado coñito y comenzó a penetrarla de forma lenta para disfrutarlo como se merecía.
Andrea comenzó a gemir, sincronizándose perfectamente con sus movimientos. Mientras tanto, Miriam continuaba masturbándose a su lado, mirándolos. Diego la tomó por brazo para acercarla hacia la vagina de Andrea para que viera en primera fila como la penetraba; al hacerlo, Miriam aumentó el ritmo de sus dedos al sentirse más excitada. Miriam, llevada por esta excitación, se acercó al rostro de Andrea y colocó sus piernas a ambos lados de ella. Andrea, sabiendo lo que le pedía, comenzó a comerle la vagina. Al verlas, Diego tomó las piernas de Andrea y se las colocó en los hombros para que la penetración fuera más profunda. Los gritos de Andrea, fueron apagados al estar metiendo su lengua dentro de Miriam.
Diego se detuvo un momento, le pidió a Miriam que se bajara de Andrea. Luego tomó a Andrea de la cadera y la alzó para colocarse detrás de ella. Restregó su pene contra ella mientras hacía que su espalda tocara el pecho de él y pudiera alcanzar y apretarle los pechos.
—Dámelo, por favor —pidió Andrea.
Con eso, Diego apuntó su miembro directamente a su coño, empujándola hacia adelante para ponerla en cuatro y penetrarla con fuerza para que haga ruido cada que su trasero chocaba contra la pelvis de él. En esa posición, Diego le dio un par de nalgadas y continuó con sus movimientos de vaivén.
Miriam, aprovechando la posición, reculó debajo de ella para poder besarla y masajear su clítoris.
—Dime cuánto lo estás disfrutando.
—Me encanta. Me encanta —respondía Andrea entre jadeos.
Diego alentó el ritmo de las penetraciones para hacer que Andrea disfrutara tanto su miembro como la mano de Miriam. Le dio a otra nalgada y Andrea respondió con un gemido y chupando los pechos y pezones de Miriam. Luego Diego continuó con el ritmo acelerado, haciendo que Andrea gritara de placer, acercándose más a él para recibirlo mejor. Diego la tomó del cuello para jalarla un poco y hacer que se arqueara. Aumentó la velocidad, sintiendo como estaba a punto de correrse de nuevo. Andrea gemía en esa posición, Miriam apretaba uno de sus pechos con una mano mientras la otra atacaba el clítoris de Andrea.
Volvió a gritar, resultado del orgasmo que le recorría el cuerpo. Su vagina se cerró en el miembro de Diego, haciendo que se viniera de nuevo, llenándole todo el coño de su corrida. Andrea cayó sobre Miriam, completamente exhausta. Diego cayó al lado contrario y se río.
Miriam besó a Andrea mientras la corrida de Diego caía desde su coño hasta las piernas de Miriam.
Andrea se separó y miró a Miriam.
—Vaya.
—¿Te divertiste? —le preguntó Miriam.
—Como no tienes idea.
—¿Y tú? —le preguntó a Diego mirándolo.
Él respondió levantando el pulgar, se veía completamente exhausto.
—Una de ustedes es suficiente para un hombre, ahora imagínate ambas.
Andrea y Miriam se rieron y continuaron besándose.
A la mañana siguiente desayunaron juntos y dieron un paseo por la ciudad. Mientras turisteaban se besaban, a veces Diego y Miriam, otras Miriam y Andrea y desde luego Andrea y Diego.
La mañana y la tarde fue amena, lamentablemente Diego debía partir en la noche debido a la llamada que había respondido la noche anterior, un asunto de su trabajo. Miriam y Andrea se despidieron de él repitiendo lo que habían hecho. Seguramente Diego dormiría como un bebé en el vuelo de regreso.
Andrea fue la siguiente en irse, su vuelo estaba programado en la tarde, así que ella y Miriam aprovecharon toda la mañana volviendo a follar.
Cuando se fue, Miriam regresó al bar, pidió la misma bebida que hace dos noches y esperó. La había pasado bastante bien con Diego y Andrea, pero ella iba a estar en la ciudad unos cuantos días más, quizá volvería a encontrar un poco de diversión pronto.