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Trío con mi novia y mi madre
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Tiempo de lectura: 8 minutos

La historia que hoy relato ocurrió a comienzos del año 2018, quien haya leído los demás relatos conocerá a mi madre, a mi novia y a mí, quien no les resumiré que el verano anterior tras dos días increíbles mi madre (que había enviudado tiempo atrás) se había tirado a mi amigo Edu varias veces y los tres habíamos tenido un increíble trío que, yo al menos, jamás olvidaré.

Mi madre se llama Candela, por aquel entonces contaba con casi 56 años, 1,60 metros de altura, morena con el pelo hasta los hombros y morena de piel, aunque antes de su “Resurgir sexual” como titulé los dos anteriores relatos (Al final de este relato dejo los link), ya iba al gimnasio ahora acudía también a zumba y spinning por lo que su culo estaba mucho más duro y sus pechos como siempre grandes, redondeados y más o menos tersos fruto del esfuerzo del gimnasio.

Rebeca, mi novia, por su parte cuando ocurrió la historia que relataré contaba con casi 38 años, es bajita y con algún kilito de más, tiene el culo muy redondo y bonito pero su punto fuerte son los pechos: son bastante grandes y resaltan sobre todo lo demás.

Por mi parte me llamo Jaime, contaba con 30 años aun y soy de estatura media y complexión delgada, todos vivimos en la zona centro de España.

Tras lo ocurrido con mi amigo y mi madre meses atrás Rebeca obviamente solo sabía una parte de la historia: mi madre había follado con Edu y fruto de ello había despertado en ella su nueva vida: poco a poco iba quedando con hombres de todo tipo para que probasen su néctar que tanto tiempo se había guardado desde el fallecimiento de mi padre.

Lo hacía con hombres de su edad, más jóvenes, atléticos, blancos, negros, sudamericanos… ella probaba todo y era feliz. Llegó incluso un punto en el que debía avisar antes de ir a su casa al menos horas antes por si había quedado con alguno de sus empotradores, y es que ella rara vez se movía de casa para follar.

A mediados de aquel mes de marzo de 2018 Rebeca y yo fuimos (previo aviso de días claro) a comer con ella, Rebeca salvo del trío que tuve con mi madre y Edu era conocedora de todo y estaba contenta por ella, únicamente le avisaba que tuviera cuidado a quien metía en casa y que en caso de problemas nos avisase, por lo demás le deseaba que se lo pasase muy bien.

Aquel día comimos y durante el transcurso de la comida no hubo nada raro o al menos que yo lo notase: a pesar de la época del año (casi en primavera) llevábamos varios días de frío pero mi madre lo suplía con la calefacción a tope, por ello durante nuestra estancia estaba con un pantalón corto ceñido y una camiseta rosa aunque por el bamboleo de sus melones al moverse se intuía que no llevaba sujetador algo que a Rebeca y a mí no nos importaba. Rebeca por el contrario por casa iba en vaqueros largos y un top negro, bastante ceñido para intentar contener a sus hermosas gemelas.

Tras la pertinente sobremesa Rebeca y yo nos fuimos a casa (dista de unos 10 minutos andando) y durante el camino surgió la conversación:

Rebeca: Cariño, te quiero contar una cosa, no sé cómo te lo tomarás.

Jaime: Claro, dime, ¿qué pasa?

Rebeca: Cuando tu madre y yo nos hemos quedado en la cocina solas me ha parecido que… se me insinuaba.

Había habido un momento que yo había ido al baño y ellas estaban en la cocina.

Jaime: ¿Qué? ¿Estás segura? ¿Qué ha hecho?

Rebeca me contó que una vez estaban ambas en la cocina mi madre le pidió si podía revisar algo, Rebeca se acercó a ella y cuando se dio cuenta se estaba desabrochando el pantalón mostrando la parte delantera del tanga: la excusa era que le picaba y no sabía que podría ser.

Además añadió:

Rebeca: Quizá eran cosas mías pero ya después notaba que me miraba mucho las tetas.

Estuve unos segundos callado, pensativo y la conversación siguió de este modo

Jaime: … a mi madre las mujeres no sé si le gustarán…

Rebeca: ¡¡Jaime!!

Jaime: Bueno y espero que no te haya incomodado claro

Rebeca: No incomodar, pero si me ha resultado raro, pero estando en el plan “loca” que esta ella ahora…

Jaime: Bueno, la próxima vez que estemos los tres me fijaré más.

Tras el paseo y poco después de llegar a casa Rebeca se dio cuenta que se había dejado el móvil, la primera idea fue la de volver ambos a por él pero ella quiso ir sola:

Rebeca: Así compruebo cómo se comporta al estar las dos realmente solas.

Jaime: ¿segura?

Rebeca: Sí, llámala y avísala que solo voy yo.

Así hice, Rebeca salió de casa segundos después.

Lo que cuento a continuación es lógicamente lo que contó Rebeca al volver, ya que yo no estuve para presenciarlo.

Rebeca llamó a la puerta y la primera sorpresa ya estaba preparada: mi madre le abrió totalmente desnuda de cintura para arriba ya que únicamente le cubría un pequeño tanga negro.

Candela: Perdona cariño, ya me había puesto cómoda -le dijo.

Estuvo buscando el móvil mientras mi madre le avisaba que ella no lo había visto, tras unos minutos este apareció y cuando fue a buscarla para indicárselo y despedirse de ella se lo pensó dos veces y la situación tomó otros derroteros:

Rebeca: Ya lo he encontrado

Candela: Perfecto, sin estos trastos no somos nadie.

Estaban la una enfrente de la otra: una vestida y la otra… no tanto.

Rebeca: Por cierto tienes unos pechos muy grandes y bonitos.

Candela: ¡ay! Gracias cielo, lo mío me cuesta mantenerlos así

Rebeca: Supongo, a tus ligues les encantarán ¿no?

Candela: Ya ves, a veces pienso que solo vienen por estas dos… aun así, los tuyos no están nada mal ¿eh? ¡¡Vamos a ver esos melones!! ¡¡venga!!

Rebeca echó una risotada:

Rebeca: ¿en serio? ¿ahora?

Candela: ¿por qué no?

Rebeca se quitó el abrigo, una camiseta que se había quitado para comer y el top antes mencionado, estando en sujetador notó que mi madre fijaba sus ojos en su delantera y por fin liberó sus ubres.

Candela: ¡Guau! ¡Son geniales!

Rebeca: Anda Candela me vas a sonrojar…

Tras esto mi madre quiso llevar la situación a otro nivel:

Candela: ¿puedo?

Se refería a tocarlas claro.

Rebeca: Vale…

Mi madre extendió la mano lentamente y le tocó primero una con una mano y luego otra con la otra mano, muy lentamente en ambos casos.

Rebeca en ese momento empezó a vestirse y cuando se ponía el abrigo mi madre, quizá fruto del momento que acababan de vivir o por las ganas de probar algo nuevo soltó la bomba:

Candela: No está Jaime: ¿no te apetece probar?

Rebeca no supo qué decir así que siguió vistiéndose y se marchó.

Cuando me lo contó no me lo podía creer: ¿a mi madre también le van las mujeres? ¿O ha degustado tanto rabo que quiere cambiar?

Cuando al rato seguíamos divagando del tema se me ocurrió preguntar:

Jaime: ¿lo hubieras hecho?

Rebeca sonrió vagamente y no dijo nada, claramente era una sonrisa pícara a lo que yo no tuve otra opción que reír.

Jaime: ¿en serio?

Rebeca: Es tu madre, me he ido por si te podía molestar pero por lo demás no me importaría.

Jaime: Mi novia y mi madre…

Hubo un silencio de unos segundos.

Jaime: ¿sabes qué? Hazlo si quieres

Rebeca: ¿sí? ¿Estás seguro?

Jaime: No es algo muy normal pero… todo queda en familia y si las dos queréis…

Total, pensé, yo ya me la había tirado meses atrás con un amigo.

Rebeca sonrió pero yo tenía algo más que decir:

Jaime: Me gustaría estar presente.

Una semana después llegó el gran momento, ambas habían aceptado sin ningún impedimento, Rebeca durante el trascurso del día me había reconocido que estaba un poco nerviosa ya que no quería quedar mal con mi madre, yo le había tranquilizado diciéndola que ya se conocían y que no iba a quedar mal.

Después de cenar mi madre vino a nuestra casa, elegimos este lugar ya que la habitación era espaciosa y carecía de bártulos inútiles: la cama de matrimonio al fondo en el centro, dos cómodas a los lados de esta, una butaca enfrente de la cama donde yo presenciaría todo y una cómoda algo más grande al lado de esta. Nada más.

Al llegar pidió cambiarse en el baño mientras yo estaba ya sentado en la butaca y Rebeca se quedó en un bonito sujetador y tanga negros: no quería mostrar todo al principio, hay que dejar algo a la imaginación. Esa imaginación que nos hizo poner una luz tenue acompañada de varias velas repartidas por el cuarto.

A los pocos minutos mi madre entró en la habitación: estaba espectacular vestida única y exclusivamente con un camisón gris plata que realzaba sus pechos y alargaba bastante sus piernas; aun de pie mi madre se acercó a Rebeca, esta sonrió y mi madre empezó a besarla lentamente delante mí, al menos al comienzo iba a llevar la voz cantante,

Rebeca respondió al beso y empezó a tocar a mi madre las tetas por encima del camisón, esta respondió haciendo lo mismo y cogiéndola de la cintura, esa situación a mí ya me ponía muy cachondo y me estaba divirtiendo.

Mi madre le iba a quitar el sujetador a mí novia cuando susurrando le pidió permiso:

Candela: ¿puedo?

Rebeca: Claro…

Había complicidad y la cosa iba carburando, tanto que cuando Rebeca liberó sus melones delante de mi madre y mío comenzó a meter la mano dentro del camisón y a tocar el, seguramente, excitado coño de su compañera pero algo hizo que Rebeca parase:

Rebeca: ¡uy! Esto está muy abierto…

Candela: vengo de follar ¿hay algún problema?

Ambas sonrieron y le siguió tocando su ya follado coño mientras mi madre empezó a jugar con los pezones de Rebeca.

Minutos después decidieron que estarían más a gusto en la cama y se tumbaron en ella, mi madre se quitó el camisón y cuando Rebeca se tumbó le quitó, esta vez sin pedírselo, el tanga, quedándose ambas totalmente desnudas delante mía.

A mí la situación me ponía muchísimo y creo que los tres sabíamos que había una alta posibilidad que finalmente la noche acabase en un trío, aun así yo aguantaba estoicamente.

Siguieron jugando la una con la otra hasta que mi madre mientras bajaba la cabeza hacia los muslos de Rebeca comentó:

Candela: vamos a ver qué tenemos aquí

Su cabeza se deslizaba hasta encontrar su objetivo: el coño totalmente rasurado de mi novia quien por supuesto no opuso resistencia ninguna, solamente se limitó a abrir las piernas y dejarse hacer.

Mi madre comenzó con un pequeño lametón para empezar a comerle el coño más rápidamente, se encontraba con el culo en pompa hacia donde yo me encontraba; estaba viendo el maravilloso culo de mi madre moverse mientras le comía el coño a otra mujer: la situación no podía ser más excitante.

Gemidos más y más altos rompían el silencio y el clímax de la habitación y es que Rebeca lo estaba gozando en demasía. Los orgasmos fueron incontables y cuando ya no podía más suplicó a su oponente que parase, fue entonces cuando los labios se volvieron a unir así como sus pechos y sus vaginas calenturientas.

Conocía a Rebeca y sabía que por tal experiencia quería premia r a mi madre y así fue:

Rebeca: Vamos a hacerlo…

Mi madre recostó su espalda en la cama y Rebeca hizo el resto colocándose de tal forma que sus clítoris se rozaban y comenzó entonces a moverse despacito y después más rápido. Desconozco por parte de ambas si era la primera vez pero ahora estaban las dos gimiendo y disfrutando, a mi novia la tenía de espaldas pero a mi madre le veía su cara de total satisfacción mientras sus enormes tetas se movían sin cesar.

Tras un buen rato de orgasmos de ambas Rebeca que era quien estaba en la postura más incómoda paró, extasiada se puso al lado de mi madre que estaba de la misma guisa y tras unos segundos se rompió el silencio:

Candela: Ahora os toca a vosotros chicos, ¿os parece?

Yo por supuesto acepté y Rebeca, aun con la respiración entrecortada, también.

Mi madre se sentó en la butaca totalmente desnuda mientras yo me quitaba la ropa y me dirigía a la cama donde ya me esperaba mi novia pero mi madre volvió a romper el silencio:

Candela: Hacedlo mirando hacia mí.

Íbamos a ponernos como ellas a follar mirando hacia el cabecero de la cama pero mi madre quería que lo hiciéramos mirando hacia ella y así hicimos.

Jaime: ¿con preliminares? -Dije con algo de sorna-

Rebeca: Métemela

Candela: Métesela

Así que sin lubricante debido a la excitación de Rebeca le hice ponerse a cuatro patas para proceder a metérsela por el coño, esa era una postura que nos gustaba a ambos y además iba a deleitar a mi madre con una bonita fotografía mientras veía colgar las ubres de su nuera.

Primero poco a poco y después las envestidas fueron más fuertes, Rebeca gemía mientras le agarraba bien fuerte las caderas, mi madre miraba y sonreía mientras parecía tomar notas mentales, la novia se hijo estaba siendo follada con su cara a escasos metros de ella.

Rebeca: ¡¡Ah!! ¡¡Ah!! ¡¡Sí!! ¡¡Sí!!

Candela: Sí… parece que la vas a reventar…

Tras unos momentos más de penetraciones muy duras pensé lo que pude y decidí llevar la manija de la situación.

Jaime: Cómele el coño

Rebeca: ¿qué?

Jaime: Ven mamá y que Rebeca te lo coma.

A mi madre se le ocurrió lo más sencillo, acercó la butaca que quedaba más o menos a la altura de la cama y se abrió de piernas: iba a ser el momento de Rebeca y así fue, estaba siendo penetrada por su novio mientras le comía el coño a su suegra, yo me concentraba y hacía los típicos ruidos de empuje, Rebeca tenía el coño y la boca llena y mi madre se revolvía en la butaca mientras se tocaba la boca y las tetas con sus dedos.

Al cabo de unos minutos no podía más y eyaculé dentro de Rebeca, ella soltó un pequeño gemido y siguió unos segundos más comiéndole el coño a mi madre hasta que paró y esta soltó un resoplido: era una reacción en cadena.

Rebeca se recostó sobre la cama, cansada y con uno de sus últimos alientos dijo:

Rebeca: …Hay que repetirlo…

Ella daba por concluida la experiencia pero no así mi madre que aun tenía… hambre.

Tras cerrar las piernas se levantó de la butaca y cogiendo mi polla con su mano miró a Rebeca:

Candela: ¿puedo?

Rebeca solo miró y asintió, entonces mi madre comenzó a comerme la polla aun con restos de semen, primero despacio y luego esmerándose más con la lengua.

Era la segunda vez que mi madre me la comía y aunque la primera vez había ido bien se notaba que desde entonces se había tragado unas cuantas así: la técnica estaba muy mejorada y era mucho más dulce con sus labios saboreando todas las partes que podía. Estaba siendo mágico.

Me la estaba comiendo mi madre mientras mi novia estaba recostada a mi lado, desnuda y exhausta por la noche que habíamos tenido.

Al cabo de un rato acabó la mamada y ahora sí acabó la noche de locura, tras las pertinentes limpiezas de cuerpo mi madre se vistió y se marchó, Rebeca y yo estábamos anonadados pero me daba la sensación que ella más que yo, aquella noche ya no hablamos apenas ya que el cansancio se apoderaba de nosotros.

Ya en la cama con Rebeca dormida me vino una pregunta a la cabeza ¿sería el comienzo de una tradición familiar?

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"El resurgir sexual de mi madre (primera parte)"

"El resurgir sexual de mi madre (segunda parte)"

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