Era una fría mañana de invierno en la que me estaba arreglando para ir a tomar mi café mañanero al bar de siempre cuando el camarero me manda un mensaje diciendo que me echaba de menos y quería verme. Terminé de ponerme mis vaqueros ajustados, con una camisa elegante y mi chupa de cuero. Cuando llegué al bar estaba el camarero junto a uno de sus amigos que casualmente yo ya conocía.
La gente fue marchando mientras nosotros seguíamos riéndonos y pasando un buen rato mientras tomábamos el café, hasta que quedamos solos. El camarero decidió que era hora de cerrar para ir a comer. Me disponía a irme cuando me dijeron que me quedara con ellos un rato.
No tardaron demasiado en sentarse uno a cada lado de mí poniéndome un poco nerviosa. Sin previo aviso, mientras charlábamos, el camarero me besó mientras una de sus manos se movía lentamente por mi pierna. Su amigo no tardó en unirse a la fiesta acariciando mi espalda hasta llegar a mi cuello para apartarme el pelo y empezar a besarme el cuello lentamente.
Aquel momento estaba subiendo de temperatura rápidamente. Seguíamos besándonos, mientras por mi cuerpo se deslizaban varias manos apartando la ropa de su camino. El morbo de aquel momento me tenía encendida y deje bajar mis manos a los pantalones de ambos comprobando que no soy la única a la que le encantaba aquel momento.
Casi toda mi ropa se encontraba por el suelo y por la barra cuando dejé que mis piernas cedieron quedando de rodillas entre ambos. Estaba muy juguetona, por lo que no tardé en sacar sus miembros ya erectos y acariciarlos con mis dedos lentamente mientras voy intercalándolas para jugar con mi lengua y tenerlas en mi boca.
Tras un rato así, empezaron a mandar ellos, y mientras uno bajaba a jugar con mi vagina el otro seguía disfrutando de la comodidad de mi boca recorriendo su miembro. Sin previo aviso, sentí como el miembro del camarero se metía dentro de mí haciendo que mi boca dejara escapar un pequeño gemido. Las manos de ambos se desplazaban por mi cuerpo mientras callaban mis gemidos teniendo mi boca ocupada a la vez que iban cambiando de posición cada poco.
Llegado el momento, decidimos que ya estaba preparada para que lo hicieran. Una doble penetración dejando mi boca por fin libre. Al principio no era muy cómodo, pero a medida que pasaban los minutos esa pequeña sensación de dolor se fue convirtiendo en placer mientras mi boca dejaba salir sendos gemidos junto a cada orgasmo. No tardaron mucho en terminar, haciéndolo en mi pecho dando por terminado ese momento que tanto había deseado.