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Trastorno hipersexual, mi primer polvo (madre-hijo)
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Tiempo de lectura: 9 minutos

Como siempre agradecido que sigan confiando en mí para que relate sus historias.

Hola Luis, me llamo Ariel, tengo 19 años recién cumplidos, vivo en el seno de una familia que es tal cual dice el tema musical de J. M. Serrat, esos locos bajitos, “que eso no se dice eso no se hace, eso no se toca” a lo que lleva como conclusión, en casa de sexo no se habla.

Mi despertar al sexo fue tardío, aunque mis hormonas comenzaron a revolucionarse a finales de mi educación en la escuela primaria, con las clases de educación sexual, como dicen vulgarmente, andaba como primer nieto, “todo el día alzado”. Miraba películas o videos porno, compraba revistas con mujeres desnudas y me mataba masturbándome, he aquí donde comienza la historia.

Mis padres se habían dado cuenta de mi habilidad para esconderme y así poder practicar mis artes masturbatorias, en el baño, el cuarto del fondo, mi cuarto, donde hubiera un hueco para esconderme, ahí estaba yo verga en mano sacando el veneno a la cobra.

Cierto día, tanto mama como papa me llamaron para hablar sobre “ese temita” yo con mi mejor cara de póker, haciéndome el inocente angelito les pregunte ¿Qué tema? Me hizo mucha gracia el ver como rebuscaban las palabras y de qué manera decirme que soy un pajero consuetudinario. Obvio que me daba mucha vergüenza, pero fue fantástico ver su incomodidad al hablar del tema.

– Creemos con papa, que tu vida hoy gira en torno al deseo, y tenés una incapacidad de controlar ese impulso, hemos averiguado un poco y eso tiene un nombre, trastorno hipersexual, por eso hemos hablado con un especialista en el tema y vamos a ir para hacer una consulta profesional.

– ¡¡¡Pero mama!!! No es necesario.

– Nada de peros, y si, es muy necesario, prepara un bolso con algo de ropa, vamos a ir a la mejor clínica que trata tu “problema” y queda cerca de la casa de tus abuelos, ya sé que el viaje es largo, en el trayecto de esos cuatrocientos kilómetros podremos ir hablando sobre el tema y sobre todo vas a poder estrenar tu licencia de conducir, no voy a manejar sola.

Esto último lo dijo en tono de broma para disipar el frio que se había interpuesto entre los tres.

Al jueves siguiente emprendimos el pesado viaje para que un locologo pudiera investigar mi cerebro y así saber por qué me gusta tanto darle cuerda a mi manija. Llegamos al acuerdo que conduciríamos doscientos kilómetros cada uno y a modo de chantaje me prometió que en la parada de cambio me compraría un café con leche con medias lunas y como premio consuelo, pasar el fin de semana en Mar del Plata haciendo playa.

La cuestión es que la primera parte de su chantaje fue cumplida, llegamos a la localidad e hicimos la consulta con el médico, luego de hablar mucho y contarle a corazón abierto (me inspiro confianza) pidió hablar con mama. Luego de casi una hora encerrada con el curacocos salió con los ojos colorados y moqueando, la abrace y le di un gran beso, no fui capaz en ese momento de preguntarle nada, tomándola de la cintura como si fuéramos novios y fuimos caminando hacia el auto mientras le decía:

– Bueno mama, relájate, no puedo pedirte que te quedes tranquila pero sí que te relajes, ahora vamos un rato a la playa, quedan aún varias horas de sol.

– Gracias por tu comprensión hijo, te amo.

Me dio un beso, que sin querer rozo la comisura de mis labios.

Ya en la playa, mama se sacó el pareo que la cubría a tono de túnica, y vaya cuerpazo que se gasta mama, sus piernas, aunque un poco rellenas se veían de maravillas con esos músculos marcados que delineaban el contorno hasta su cadera, esa misma que encerraba su culo para nada flácido, se veía turgente, como sus hermosísimas tetas que intentaban salir del corpiño por lo grandes que eran.

Que decir, la cuestión es que tuve que ir corriendo al mar para que no se notara que mi verga había cobrado vida, aunque creo, mama se dio cuenta, por dos cosas, como la miraba a ella y por qué me faltaban seis ojos más para mirar todos esos culos que andaban por ahí yendo de izquierda a derecha y de derecha a izquierda, tanta carne suelta y yo a dieta.

Luego de un agotador día de sol, arena y agua, mama comento.

– Ariel, hijo, la verdad estoy agotada del viaje y no quiero que vos, cansado como estas, manejes, busquemos un hotel y quedémonos allí y mañana volvemos de los abuelos.

– Dale ma, me parece fantástico.

Salimos en búsqueda de un alojamiento, sin encontrar algo respetable con capacidad.

– Bueno papucho, vamos a cenar y luego regresamos a lo de los nonos.

– Si ma, no queda otra.

Nos metimos en un restaurante chico pero no menos bello, cenamos opíparamente y hasta me permitió tomar un vaso de cerveza, estábamos en el postre cuando escuchamos esta conversación.

– Que cagada vieja, no hay hospedaje.

– Si amor, ¿Qué hacemos, dormimos en el auto?

Un mozo que escucho la conversación les dijo.

– Disculpe que me meta, no pude evitar escuchar su comentario, tienen una opción que incluso es más económica, (susurrando) son marido y mujer, porque no van a un hotel alojamiento, pasan la noche ahí y mañana con tiempo y tranquilidad buscan algo acorde a su demanda.

Al escuchar eso nos miramos sonriendo y vimos la solución pronta, a parte dos cosas que queríamos, mama descansar y yo iba a conocer un “telo” por dentro.

Entramos con el auto a uno que se llama Mar del Norte, cerca de parque Camet, mama para en una cabina y le dice al sereno.

– Una habitación para pernoctar por favor.

– Como no señorita, habitación ocho, por la calle central a la izquierda ante último box.

– el número 8 se vincula con el éxito y la fortuna, dicen en Japón mami.

– Mire usted el señorito, interesado en la cultura japonesa.

Estaciona el auto en una cochera, nos bajamos, me pide que cierre una cortina de lona que no permitía ver hacia dentro, subimos por una escalera de tan solo tres escalones y desembocamos en una puerta que nos dio el acceso a nuestra habitación. Quede anonadado con lo hermoso que era, solo vi una cama matrimonial con forma de corazón, observando donde estaba la otra, (que inocente y boludo) solo vi un sillón con forma de M y dije para mí – que incomodo que voy a dormir.

– mama, tomo el primer turno para bañarme.

– Dale Ariel, pone a llenar el jacuzzi así me doy un baño de inmersión.

Haciendo los pasos respectivos, al fin, llego a la ducha, se encontraba en una cabina al costado del jacuzzi que ya estaba cargando agua. Me desvisto y comienzo dejar que el agua recorra mi cuerpo, enjabonado mi cabello, sigo con el resto, hasta llegar a mi verga que, al pasar el jabón, reacciono como de costumbre, irguiendo gallarda su rosada cabeza, ahí nomás y sin pensarlo mi mano comenzó su trabajo de ida y vuelta rodeando el hirviente aparato, la playa, las mujeres, las biquinis, las tetas, los culos metidos en mi cabeza hicieron que descargara una cantidad impresionante de semen contra las paredes de vidrio, ¿de vidrio? Si, pero me percate que el vidrio no era traslucido, me tranquilice un poco. Al finalizar el baño y eliminar toda prueba del delito me puse los cortos y Salí, llevándome dos sorpresas, una, que mama estaba desnuda en la bañera, no se veía mucho, pero sus tetas estaban a media agua y su entrepierna se dejaba ver un poco entre el agua y las burbujas que flotaban en su superficie y la otra sorpresa es que al darme vuelta, observe que efectivamente desde afuera se podía ver el interior de la ducha.

La mire a mama a los ojos y poniéndome colorado le dije.

– Perdón mama.

– No te hagas drama, después de hablar con el doctor entendí un montón de cosas, a parte es un lujo mirar tu pene, es más grande que el de tu padre. ¿te gusta lo que ves?

– Si mama, como no me va a gustar, sos una mujer hermosa.

– Veni metete conmigo.

Juro que no me hice de rogar, me saque el short quedando nuevamente desnudo metiéndome de inmediato a la amplia bañera.

Nos sentamos en lugares opuestos y mirándonos disfrutamos de nuestros cuerpos desnudos.

Por un momento me pareció haberme quedado entredormido, sintiendo en ese sopor algo que rozaba mi miembro, al abrir los ojos veo a mi madre con su cabeza echada hacia atrás y su mano bajo el agua haciendo movimientos, ¿se estaba masturbando? Sus pies eran los encargados de frotar mi miembro que se encontraba erguido, listo para entrar en la batalla.

Debido a mi inexperiencia no supe que hacer, mi mama se dio cuenta y colaboro, vaya que lo hizo…

Incorporándose dejo ver su desnudo y bello cuerpo en todo su esplendor, sus torneadas piernas hicieron que mi vista la recorriera desde el borde del agua hasta ese triángulo de enrulados y bien prolijos pelos que cubrían esa vagina que solo conocí por revistas y videos.

La espuma adherida a su cuerpazo la hacía más excitante, el reflejo de las luces de colores en ella le daba matiz de película, se acercó y casi susurrando me dispara, es tu primera vez ¿no?, te prometo que va a ser inolvidable.

Se agacho suavemente sentándose sobre mi miembro sin permitirme que la penetre, su boca se acercó a la mía, deposito un gran beso de lengua que me hizo erizar la piel, retirándose un poco tomo con su mano una teta y la llevo a mi boca.

– Si te acordas hacelo como cuando eras bebe.

Aprisione con mis labios su pezón, este comenzó a ponerse duro, permitiéndome succionarlo con más facilidad, rodeaba su areola amarronada y con mis manos aprisionaba el resto de ese pecho suave dando pequeños mordiscos suaves por toda su redondez, sin olvidarme de ese duro pezón.

Mi pene sintió la mano hábil de mi madre que la tomo y gimiendo a puro grito la llevo a la entrada de la vagina, se acomodó centrándola bien y dejándose caer sobre ella con un grito de placer espeto.

– Ya está toda adentro, cuanto placer.

Desde que sentí tocar el fondo de esa vagina con mi verga no habrán pasado ni un minuto que sus ojos se pusieron en blanco y abriendo su boca enormemente tiro su cabeza hacia atrás y gimió con todas sus fuerzas, abrazándome muy fuerte, pegamos piel con piel, solo nos separaban sus pechos duros que rebotaban contra el mío, mama me estaba cogiendo muy suave y lentamente, como queriendo que ese polvo durase toda la vida, cosa que se le iba a hacer realidad, pues me había masturbado minutos antes…

Subía y bajaba, el agua hacia ruido de chapoteo entre nuestros cuerpos, la sensación de mi verga entrando y saliendo era algo épico, con una mano, saque el tapón del jacuzzi, no podía perderme el espectáculo de mi primer polvo.

Pasado un rato muy largo y varios orgasmos maternales después, comencé a sentir el característico “hormigueo”.

– Voy a acabar mama.

– Si hijito, dale a mamita toda tu leche.

Comenzó a mover la cadera en círculos subiendo y bajando incrementando la velocidad de a poco, hasta moverse en forma desaforada, mi miembro comenzó a latir y a expulsar todo el líquido seminal dentro de esa cálida vagina, yo en este punto había cerrado los ojos, al abrirlos vi en su rostro una sonrisa de felicidad.

Cuando mi verga comenzó a perder firmeza, se fue levantando muy despacio, permitiéndome ver como chorreaba su vagina todo el semen que yo, su hijito, le había depositado en su interior.

Fuimos ambos a la ducha, nos enjuagamos bien y a los besos, para luego de secarnos ir a la cama.

Me acurruque en posición fetal pegado a su cuerpo haciendo una especie de cucharita, ella se dio vuelta hacia mí y me abrazo muy dulcemente.

No pude conciliar el sueño, daba vueltas en la cama y decidí aprovechar la oportunidad que quizás nunca más tendría y acariciaba todo su cuerpo desnudo, de espaldas, que yacía junto al mío, la besaba muy levemente para no despertarla, más que besos eran también caricias de mis labios, esos besos que iban y venían desde su cuello hasta el borde de sus blancos glúteos, en un momento se giró quedando boca arriba y tomándome del cabello me guio hasta ese lugar cálido en el que hacia un rato, había depositado mi esperma. A sabiendas de mi inexperiencia me iba guiando para que mi curiosa lengua comenzara a probar los jugos que destilaba su humedecida vagina, esos jugos agridulces, sabrosos y lo más importante, maternales.

Luego que me dejara saborear sus múltiples orgasmos, me empujo dejándome a mí de espaldas y literalmente se arrojó a mi verga, la que por primera vez iba a ser chupada, -que rico se siente-, le dije, mirándome los ojos y con la boca llena de mi trozo de carne, apenas pudo esbozar una pequeña sonrisa, solo dejo de hacerlo para decirme.

– Disfrute mucho mi semental, disfrute.

Vaya que disfrute, siguió por largo rato pasando su lengua por mi capullo encendido y yendo y viniendo por toda la extensión palpitante debido a esa nueva experiencia que lo invadía, tratando de grabar en mi memoria todas y cada una de esas nuevas sensaciones.

Luego de un rato muy largo, logre llenar su boca con mis fluidos, que fueron de mucha menor cantidad, los cuales bebió todos, sin desperdiciar ni un gota, abrió su boca y me mostro como lo tragaba absolutamente todo.

Por esa noche fue suficiente para mi verga, ya no podía más, nos dormimos abrazados, desnudos, felices y satisfechos.

Al otro día prepare la poca ropa que había bajado del auto esperando que nos dijeran por el teléfono que había terminado el turno, cuando sucedió fuimos al vehículo para emprender el viaje de regreso a la rutina hogareña, paramos a desayunar en un café.

– Ariel, aguardame un segundo ya regreso

– Si mami, lo que necesites.

Intrigado por su reacción, me pedí otra taza de café con leche y medias lunas para achicar la espera. A su regreso…

– Listo hijo, vamos.

– Bueno mami, ¿que traes en esas bolsas?

– Compre unos alfajores para llevar.

– Qué bueno, por eso sos un genio.

– (riendo) y aun no has visto nada.

– ¿hay más sorpresas? Pregunte inocentemente.

– Si hijito, por vos (susurro) mi semental, todo.

Con más dudas que certezas por lo dicho en el bar, me subí al auto para conducir yo el primer tramo, observo que mi madre pone el G.P.S pidiéndome que siga las indicaciones, cosa que hice. Este nos llevó a la puerta de un hotel, mi madre me hizo seña con el dedo para que haga silencio mientras esperaba, móvil en mano, que le contesten la llamada.

– Hola querido, buenos días, buenas y malas noticias, las buenas todo bien con el doctor, ya comencé con el tratamiento para Ariel (guiñándome un ojo) después te cuento bien ahora la mala, al auto se le rompió una bomba no se que y van a tardar dos o tres días en repararlo, así que nos quedamos aquí. no a lo de los abuelos no, acá podemos aprovechar los días lindos que están haciendo, a parte el hotel que conseguí tiene pileta, dale mi vida, nos estamos viendo, te voy teniendo al tanto.

Al colgar se abalanzó sobre mí y me dio un beso que casi me saca los dientes.

Entramos a la habitación, hermosa, solo una cama matrimonial decoraba el cuarto, ya me palpitaba lo que estaba por venir.

– Bueno Ariel tenemos tres días para nosotros y yo te tengo tres días para mí, (riendo) si el problema es la bomba, habrá que darle bomba. Te prometo que vas a conocer y experimentar cosas que solo las viste en las revistas que tenés debajo del colchón y en videos. Si tu pregunta sería que me dijo el médico, mi respuesta va a ser, agradécele a él y no preguntes más.

Cuánta razón tenía mama en ese momento, conocí en carne propia tantas cosas, oral, vaginal, sesenta y nueve y algo que no me hubiera imaginado nunca, probar el culo de mama, fueron tres días a puro sexo. Después me confeso que así como yo era adicto a la masturbación, ella lo fue con el sexo, al estar en la cama conmigo se había despertado su instinto sexual nuevamente, ya que por ser inexperto lo había hecho como uno y sobre todo se había olvidado de cómo era tener una verga del tamaño de la mía haciendo el amor.

Era por su problema con el sexo que en casa mucho de eso no se hablaba.

Esta demás decir que a partir de ahí comencé a relacionarme con chicas y tener sexo, hoy tengo novia estable, pero cada vez que mama quiere soltar su indio interior, debemos viajar para ver al “especialista”, para ver si la terapia funciona.

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